Spin-off

Spin-off

viernes, 3 de marzo de 2017

Lazos VII

    Y este cielo pasó, y las estrellas caían una a una mientras a mi alrededor la gente gritaba, lloraba, presas del pánico. El fuego lo estaba consumiendo todo, empecé a correr en busca de Sahar, corrí gritando su nombre y la hallé viniendo hacia mí en medio del jaleo, llevaba su espada en la mano y entonces me di cuenta que yo sostenía la mía también. Poco antes de alcanzarla me desperté sobresaltada; tenía el brazo extendido hacia el lado derecho de la cama donde ella se había acostado la noche anterior, en el sueño no era el único lugar donde la buscaba. Limpié la lágrima que resbalaba por mi mejilla, tuve mucho miedo al no sentirla a mi lado, razón que me obligó a despertarme.
    Giré en la cama quedando boca arriba, con mi antebrazo cubrí mis ojos, había amanecido y apenas unos rayos de luz se colaban entre las cortinas.
  Me era desconocida la hora exacta en que me abandoné a Morfeo, abrazada a Sahar. Había sido impresionante conocer la razón por la que observaba el cielo estrellado, vigilaba a los prisioneros de esa cárcel que nos cubría, el Abismo que nos cubre; ¿en qué más nos han mentido?
  "La realidad que les han estado enseñando es un engaño...", la voz de Sahar resonó en mis sueños antes de siquiera ser consciente de que soñaba. Fue toda una colección de ellos, imágenes que se mezclaban muy rápido, escenarios que cambiaban en segundos pero cada uno peor que el anterior entre el recuerdo de haber encontrado los cuerpos sin vida de mi familia y una guerra que parecía no tener fin.
    Los prisioneros iban a caer, tarde o temprano caerían a Assiah y no de uno en uno ni en esencia como hasta ahora, caerían de a miles. Y él, Luzbel, los comandaría.
    Sonreí al escuchar la voz de Sahar saludando con un <<Buenos días>> tras abrir la puerta. Me destapé los ojos y la vi cruzar la habitación con una bandeja en las manos, se sentó al borde de la cama y la puso en mi regazo cuando me levanté y me senté apoyando mi espalda en el cabezal de ésta.

-¿Y esto?-pregunté, sonriendo y mirando las tostadas, tocino, huevos en un plato y fruta picadita en otro acompañado todo de una taza de café y un poco de mermelada en un bello y pequeño envase de porcelana. Una rosa blanca en un fino florero de cristal adornaba la bandeja.

   Sahar besó mi mejilla, sus ojos cafés tenían una especial mirada.

-Circe dijo que era un detalle normal y muy especial llevarle el desayuno a la cama a la persona que te gusta y quieres-dijo con sinceridad-. Tú me gustas.

-¿No me quieres?-fingí molestarme, sabía que ella no lo decía con palabras sino con acciones y esas me valían mucho más.

    Se acercó uniendo sus labios a los míos, despacio, haciendo interminable ese casto beso.

-¿Lo dudas?-susurró sin apartarse, logrando que sus labios rozaran los míos al hacer la pregunta.

-Ni un poco, Mi Vida-sonreí.

-Pero ¿sabes qué pienso sobre todo esto?-preguntó, apartándose y señalando el desayuno.

-A ver, dime.-Crucé los brazos, enarcando una ceja.

-No le veo nada de romántico a llevar el desayuno a la cama donde puedes dejar migajas al comer, luego las hormig....

    La interrumpí con una carcajada, cogí una tostada y le unté mermelada.

-Me diste de comer en la cama estando en Providencia-le recordé. Di un mordisco y cogiendo fruta picadita con el tenedor lo llevé a su boca, ella lo aceptó.

-Estabas enferma-respondió después de tragar.

-¿Nunca has comido en la cama?

-Para eso están las mesas, Vesper-dijo. Volví a reír-. ¿Cómo pasaste la noche?-preguntó más seria.

    Di un sorbo al café regresando en mi memoria a las últimas horas desde que me explicó el asunto del Abismo que albergaba prisioneros sobre nosotros, hasta los últimos sueños que tuve.

-Las pesadillas no me abandonaron.-Bajó la mirada afectada por mi respuesta-. Hiciste bien en decirme, Sahar, ahora soy parte de esto y es preferible a seguir con la venda en los ojos como el resto de la gente. Quiero estar preparada para lo que estamos viviendo y para lo que vendrá. Quiero vigilar, cuidar, batallar.-Su mirada café conectó con mis verdes ojos-. Juntas.

-Juntas-repitió. 

    La palabra se había vuelto nuestro "Te Quiero" o nuestro "Te Amo", pasaba lo mismo cuando nos decíamos "Me Gustas". Eramos incondicional la una a la otra.

-Que Amelia estuviera aquí te incomodó, ¿verdad? Como el saber que vuelve a tu amada Rusia-dijo. Permitió que le diera de comer en la boca de nuevo.

-Sí, pensé en que no me importaría que Velkam se enterara de todo-le confesé, sintiéndome terrible-. Soy de lo peor-susurré.

-Vesper....

-Sé que te importa, no quiero hablar de ella pero siempre encontramos la forma de traerla a colación.-Puse mi mano en su mejilla, la miré con cariño-. No haré que elijas entre ella y yo, nunca. Tu hermana, tu sangre, deuda o no, te importa mucho, aquí-le dije, bajando la mano a su pecho, sentí el latido de su corazón, rápido, desbocado-. Igual que Nina; porque estás aprendiendo a sentir, estás aprendiendo a que otros, además de ti misma y de mí, te importen. Y no es algo malo, ni te hace vulnerable, tal vez sí peligrosa-reí, Sahar sonrió con su mano sobre la mía en su pecho.

-Me llevará tiempo acostumbrarme.

-Te acompaño en ese transcurso como tú me acompañas en mi proceso de sanación, Mi Princesa del Desierto.

     Besó la palma de mi mano.

-El Consejo pidió un cordial encuentro conmigo y mi padre para mañana Sábado en la noche-habló. Euzma había aparecido-. Drako fue en nuestra representación esta mañana por órdenes de papá quien ya está enterado que están en la ciudad con una comitiva de ocho personas cada uno, la Guardia de cada miembro que sin Velkam son doce en total.

-¿La Guardia de cada miembro?-repetí, dubitativa-. ¿Y qué se creen? ¿Que vienen a una guerra? Noventa y seis personas siguen siendo muchas.

-Regina fue quien me lo dijo, que era posible que creyeran que la gente a la que los Griffin protegían se levantarían ante el juicio contra sus protectores y tendrían que recurrir a la fuerza, pero no previeron que Regina y Arath ya habían hablado con todos y confesado su culpabilidad por las desapariciones y muertes de sus hermanos. 

-Los odian ahora-aventuré.

-No pueden esperar otra cosa, están solos.

-¿Y Velkam? ¿No les dijeron a sus protegidos que Velkam es la mente siniestra detrás de todo?

-Sin pruebas es imposible que crean que una Eminencia como él ha hecho algo malo, menos cuando fue él quien los denunció y todo los señala como culpables.

    Sentí pena por Regina y Arath.

-No me atrevo a juzgar sus acciones-dije-. ¿Vas a intentar convencer al Consejo mañana de que los absuelvan?

-Es probable que mañana den una fecha para el juicio, entonces hablaré y sé que mi padre también intentará actuar en defensa de ellos.-Ladeó la cabeza, y tras unos minutos en silencio, susurró-: Esta noche veré a Velkam.

-¿Qué?-¿Acaso seguía dormida? Quité la bandeja de mi regazo y la hice a un lado. Me arrodillé en la cama y tomé su rostro entre mis manos-. No lo hagas, no te acerques a él, Sahar, por favor.

-Invitó a Arath a una cena, no sabemos qué puede querer por eso es mejor si yo lo acompaño.

-Dile a Drako que lo haga, tú ya tienes suficiente.-Me preocupaba que verlo repercutiera en su temperamento que ya era inestable por pasar tiempo en Assiah. Que viera a Velkam podía  provocar un desastre.

-Drako vendrá con nosotros, Vesper.

-Entonces voy contigo-dije, sacando a la terca en mí.

    Sus ojos emitieron ese brillo rojo tan conocido para mí, la pupila se rasgó en vertical y sin esperarmelo, o precisamente porque sabía lo que ese brillo significaba, gemí antes de que sus labios rozaran los míos, y al hacerlo me vi presa entre su cuerpo y la cama.
    Me aferré a su nuca perdiéndome en ese profundo beso, sus manos se deslizaban por mis piernas llegando a mis muslos, rodeé sus caderas jadeando en su boca sedienta de mí y yo hambrienta de sus labios.

-Esto no cambia nada-musité, viendo cómo me desataba el albornoz blanco con el que me había quedado dormida, lo abrió y observó con atención mi cuerpo desnudo. La palma de su mano rozó mi pezón derecho, gemí, y ella, en silencio, acarició la cicatriz de mi abdomen, mi respiración se vio comprometida y me vi levantando un poco las caderas necesitada de una caricia suya en mi sexo.

-¿Quién ha dicho que es para que cambie algo?-sonrió, perversa.

  Haciendo lo que le pedía, despacio, su dedo medio bajó y subió por mi sexo, un roce apenas perceptible entre los labios mayores me torturaba. Paró y se acostó encima de mí, mirándome a los ojos cogió mi mano izquierda, la introdujo bajo sus pantalones de chándal negros y empezó a besarme de nuevo; por encima de sus braguitas sentí su humedad en mis dedos.

-¿Tanto así te pongo?-susurré sin dejar de tocar, profundizando la caricia en su coño. Cerré los ojos y jadeé apenas mordió el lóbulo de mi oreja.

-Sahar-llamaron a la puerta de la habitación.

-Maldición-susurró ella, que pocas veces soltaba groserías a no ser que fuese durante el sexo-. ¿Qué quieres, Circe?-preguntó, cabreada. Miró mi boca y me besó.

     Moví mis dedos más rápido sobre la tela de sus bragas.

-Sé que están ocupadas y siento mucho la interrupción pero es que Jason está aquí, dice que trajo algo para ti, algo que querías con urgencia-explicó Circe del otro lado de la puerta.

-Lo que quiero con urgencia estoy intentando obtenerlo, bajo en un rato, que me espere en el estudio.

    Reí sacando mi mano de sus pantalones. Oí los pasos de Circe al marcharse.

-Eres mala cuando te interrumpen en algo tan importante-comenté, mordiéndome el labio inferior.

-Cuando me interrumpen estando con alguien importante, Mi Vida-me corrigió, acariciando mi labio inferior con su dedo pulgar.

-Deberías ir a ver qué te ha traído Jay, adonde sea que lo hayas enviado debió ser por algo de interés.

-Lo es-aseguró, levantándose.

    Se quitó la ropa y caminó, muy segura dentro de su piel, por la habitación. La seguí con la mirada, me gustaba verla caminar. Me gustaba verla, contemplar a la Princesa en todo su enigmático esplendor; su cabello era oscuro y ondulado de cortes en capas, cuya capa más larga llegaba por sus caderas, tal vez unos centímetros más abajo. Tenía un lunar en la cadera de lado izquierdo, ni una cicatriz qué mostrar debido a su capacidad de sanar rápido, y una hermosa piel morena que me encontré tocando cuando me acerqué mientras ella buscaba en el armario la ropa que usaría tras la ducha, porque allí se dirigiría después.
    Había rodeado su cintura con mis brazos y acaricié su abdomen al mismo tiempo que me distraía besando su cuello. Mi mano izquierda bajó por su vientre, subí mi derecha a su pezón izquierdo y lo pellizqué.
   Gimió cogiéndome de la nuca, volviendo un poco su rostro y besándome los labios.
   Lo que sea que Jay haya traído tendría que esperar.


    Jay se encontraba sentado ante el escritorio, le di los buenos días caminando hacia la silla de detrás de éste y tomando asiento, en el camino vi dos cajas grandes a sus pies. Jay se levantó e hizo una caravana, con un ademán de mano lo invité a volver a su puesto.

-Te tomó mucho tiempo-comenté.

-Lo siento, Euzma, pero las autoridades tenían muchas de las cosas personales de la señorita Vesper y su familia.

-Entiendo, de igual forma te advierto que no me gustan las excusas.-Jay suspiró, alicaído era la palabra indicada para el gesto en su rostro-. Pero gracias por el esfuerzo-añadí.

   El hombre sonrió y cogió una de las cajas que tenía a sus pies para colocarla encima del escritorio, hizo lo mismo con la otra.

-No había nada más-dijo-. Aquí está el resto entre fotos y vídeos-sacó un diminuto aparato negro y me lo entregó-. Es una memoria USB-explicó al verme curioseando el objeto.

-¿Qué hay de la casa? ¿En qué estado la encontraste?

-La saquearon, Euzma Sahar, está desvalijada. Alguien la mandó a desvalijar por completo.

-¿Dices que todo esto lo tenían las autoridades?-pregunté, señalando las cajas.

-Sí, creo que lo preparaban para entregárselo a alguien, escuché muchas veces el nombre de Viktor Strauss.-¿Qué iba a querer él con las cosas personales de la familia Vesper?-. Euzma, si me permite, pienso que todos los recuerdos iban a ser destruidos por el mismo Viktor Strauss, borrar toda huella, todo rastro de existencia de los Vesper.

-Le estaría haciendo un favor a Faye-dije, mirando el objeto que me entregó.

-Y a sí mismo-afirmó él.

-¿Te piensas que ese hombre tiene conciencia y está siendo atormentado por ella?-pregunté, incrédula.

-Es posible que sea un eslabón débil de Contra Mundum, borrando todo lo referente a esa familia es como querer olvidar y deshacerse de fantasmas que lo están torturando.

-Y se queda con el dinero y la empresa que por derecho le pertenece a Faye-comenté.
-Eso cura todo mal en los codiciosos humanos-sonrió Jay-. No se quedará con el edificio, lo venderá a alguno de sus socios, recuerde mis palabras.

    Lo miré con atención, guardé la memoria en el bolsillo de mi chaqueta.

-¿Eres Novicio, Jay?-le pregunté.

-Sí, el señor Višnjić me entrena junto con los demás novicios aquí en el exterior-respondió.

-¿Y cómo de bueno eres?

-Esa pregunta debería hacérsela al señor Višnjić.

-Te la estoy haciendo porque es tu respuesta la que quiero, no la de Drako.

    Jay se levantó y de nuevo hizo una caravana.

-Uno de los mejores, Euzma Sahar-respondió, serio y con humildad, pude sentir el buen ser que era.

-Faye también es Novicia-dije-. Mi Novicia, y en cuanto Ascienda será parte de mi Facción. Necesitará un Dekstra, su mano derecha, alguien en quien confiar, a quien confiarse cuando esté en misiones sin mí; quiero que tú seas esa persona.

     El hombre palideció, se obligó a tomar asiento otra vez.

-Es una responsabilidad muy grande ser Dekstra, Euzma, y ser el de la señorita Vesper quien es de suma importancia para usted, dicha responsabilidad toma un nuevo nivel.

-No tengo expectativas, pero si las tuviera sé que las superarías, eres un buen hombre, Jay. Y sólo a alguien así le confiaría mi tesoro más preciado, cabe destacar que no soy de confiar mucho en la gente.-Jay lo estaba meditando-. ¿Aceptas o no?

-Será un honor ser Dekstra de su Eminencia, Faye Vesper, Euzma Sahar-dijo, solemnemente.

-No sé si a Faye le gustará que la llames así-sonreí. Y hablando de la rubia, ésta tocó el marco de la puerta con esa preciosa sonrisa suya iluminando su rostro-. Pasa.

    Jay se giró en la silla, me puse de pie para recibirla, como si no acabara de estar con ella. Saludó a Jay, quien se levantó y le dio la mano.

-¿Dónde has estado?-le preguntó Faye.

   Él me miró. Asentí para que respondiera con sinceridad.

-En Rusia cumpliendo una orden de Euzma Sahar.

    Faye miró las cajas que aguardaban sobre el escritorio, luego sus ojos se posaron en mí.
-Son tuyas-le dije. Su expresión era seria pero sus ojos me transmitían melancolía, Faye era inteligente y debía estar adivinando lo que había en las cajas, si Jay andaba por Rusia bajo mis órdenes, era por ella-. Ábrelas-la insté.

   Rodeó el escritorio, se situó a mi lado y abrió la caja de la izquierda quitando de un tirón la cinta de embalaje transparente; se cubrió la boca con ambas manos al ver un oso blanco de felpa, era lo primero que se veía en la caja.
   Cogió el muñeco con manos temblorosas, era pequeño y estaba en buen estado. 
    Me abrazó.

-¡Por Dios!-musitó-. ¡Gracias! ¡Gracias!

-Agradece a Jay, él hizo todo el trabajo-dije, limpiando sus lágrimas.

     Fue a abrazar a Jay, éste dudó en corresponder buscando mi permiso con su mirada, volví a asentir. No tenía por qué pedirme permiso, Faye no era de mi propiedad pero era más seguro que fuese por respeto que lo hizo el hombre.
     Faye volvió a mi lado y besó mi boca.

     Me sentía la persona más afortunada de este mundo, la mujer más afortunada por ver lo especial que era Sahar, por ser testigo de lo amorosa y entregada que ella podía llegar a ser. A veces, incluso, sin que se diera cuenta.
     Era afortunada de tenerla, de amarla, y de ser amada por ella.

-Es una locura-sonreí, besando la comisura de sus labios-. Son efectos personales-susurré. Miré el oso polar de felpa en mis manos-. Los más especiales.-Busqué a Jay con la mirada, pero ya se había marchado-. Hemos corrido al morenazo-reí. Sahar besó mi frente-. Esto es mucho, Sahar, ¿por que no me lo dijiste?

-Porque no quería que, si Jay no llegaba a encontrar nada, te sintieras triste, te desilusionaras. Estaba cuidándote.

-Siempre lo estás haciendo, y yo no he podido regresarte esos cuidados-susurré.

-Lo has hecho, me cuidas también, te preocupas. Y no es cuestión de devolver, el amor no se trata de cobrar las cosas que se hacen por él. Se hacen y ya, no hay otras intenciones más que hacerte feliz, Vesper, no quiero que me pagues por esto; somos iguales, estoy dando lo que recibo con creces, es algo espontáneo. Lo que me das es superior a cualquier objeto material.

-Estaba pensando lo mismo, Mi Vida.

    Metió su mano en el bolsillo de su chaqueta negra de cuero y sacó una memoria USB.

-Jay me ha dicho que aquí hay otras cosas.-Me lo dio en la mano-. ¿Eres feliz?

-El sólo hecho de que estemos juntas me hace feliz, cinco meses de un dolor que seguirá atormentándome por largo tiempo, y tu presencia es bálsamo. Te amo, morena.

   Sahar sonrió y me hizo sentarme en la silla que ella había ocupado antes de mi llegada. Se sentó en mi regazo, y observó el oso en mi mano.

-¿Tiene nombre?-preguntó.

-No te vayas a reír-advirtió.

-¿Por qué lo haría?-preguntó, frunciendo el ceño.

-No sé, mis padres y los pocos amigos que sabían de él se reían cuando les decía el nombre.

-A ver.

-Lyubyashchiy-susurré-. Solía llamarlo Lyub o Lyuby.

-Amoroso-sonrió-. Lyuby: Amor. Es adorable, ¿qué edad tenías?

-Cuando mi padre me lo regaló tenía tres años, y lo llevaba conmigo a todas partes aún después de grande-dije, segura de que me vio sonrojarme-. Es que me gustan los osos polares-reí.

-Lo sé-sonrió ella-. En todas tus vidas te han gustado.

   Me asombró esa afirmación.

-A veces quisiera poder recordar esas otras vidas-dije, mirando al oso.

-Mejor no, así me doy el lujo de enamorarte de nuevo.-Me dio un beso rápido en los labios.

-En ese caso también me doy el lujo de enamorarte de nuevo.-Besé su cuello-. Pero tú llevas ventaja porque me recuerdas-me quejé, haciendo un puchero.

-No cuenta porque no uso nada de ese pasado para llegar a ti-dijo, acariciando mi mejilla-. Soy sólo yo, el extraño engendro.

-Sahar, no digas eso ni jugando-repliqué.

-No juego-sonrió.

    Devolví el oso a la caja y saqué una foto. Mis padres y yo en uno de nuestros viajes a Serbia, tenía como cinco años en esa fotografía, posábamos frente a nuestra casa de ese tiempo, fue allí que mi madre se enteró de su embarazo.
   Le conté la historia a Sahar, me abrazó al notar mi tristeza pero enseguida sonreí porque tener esa fotografía en mis manos era como volver a ese momento feliz de mi niñez.
    Llevamos las cosas al dormitorio, tras dejar las cajas en el suelo la besé sin aviso; me atrapó, veloz, contra la puerta cerrada y la ayudé a quitarse la chaqueta.  
-No voy a cansarme de esa agresividad que por momentos se impone-susurré, subiendo mis manos bajo su blusa, acariciando sus costados. Arañando su sensible y caliente piel.

-Son estos momentos en los que temo lastimarte-respondió. Lamió mis labios y atrapó el superior entre los suyos, gimiendo en el acto.

-Hazme lo que quieras-la insté. Cogió mis manos y las subió por encima de mi cabeza uniendo mis muñecas una sobre la otra-. Me gustas así.

-No sabes lo que estás pidiendo.-Su voz serena tuvo un punto de amenazadora, como sus dorados ojos con tintes rojos bordeando el iris.

     Devoró mi boca, apretándose contra mí, subiendo una de mis piernas a la altura de sus caderas. Me liberó y cogí su cuello buscando en el beso el roce de su lengua con la mía.

-Gírate-ordenó después de desabrocharme el pantalón. Recargué mis manos en la puerta, ella deslizó una de las suyas bajo mis bragas y empezó rozar justo allí donde quería, me moví contra ella-. Bésame-ordenó de nuevo.

    Volví mi rostro un poco para mirar el suyo. Jadeé cerca de su boca sin llegar a besarla, intentó buscar ella ese ansiado encuentro pero la esquivé, y al momento sentí cómo dos de sus dedos entraban en mí.
   Ahogué el grito en mi mano porque escuché unos pasos acercándose. Quien haya sido pasó de largo. Agradecí que no interrumpieran porque las embestidas se volvieron rápidas, lentas, alternando. 
  De pronto salió de mí haciéndome maldecir; bajó mis pantalones y mi ropa interior, sentí su lengua lamer mi sexo desde atrás. Y otra vez me dejó al borde del orgasmo cuando se fue poniendo de pie recorriendo mis piernas con sus manos, besando la parte baja de mi espalda, subiendo despacio mi blusa mientras su lengua hacía un recorrido ascendente por su curvatura. Sus manos pasaron a mi abdomen hasta llegar a mis pechos bajo mi brasier, tenía su cuerpo pegado al mío, temperatura infernal que traspasaba la tela de su ropa. Llevé una de mis manos a mi sexo y me acaricié el clítoris, pronto sentí su mano izquierda sobre la mía.

-Sahar...-sonreí, eché la cabeza hacia atrás, recargándome en su hombro-. No voy a suplicarte-reí, había retirado mi mano de mi sexo e hizo que me diera la vuelta.

-¿Quieres ver cómo sí?-preguntó, metiendo profundamente sus dedos sin llegar a moverlos, gemí su nombre y abrí los ojos encontrando sus fieros ojos deleitándose con mi expresión.

-No lo haré, Felina-insistí. Sus ojos tenían todas las características de una gata, y de un demonio; sus pupilas rasgadas en vertical, era preciosa en ese estado, excitada-. Aaah....-solté tras sentir una palmada en mi glúteo derecho, lo apretó y besó mis labios con hambre, su dedo pulgar empezó a moverse en mi clítoris y cuando estuve a punto paró y sacó sus dedos-. Jodida...-musité, riendo.

-Abre la boca-demandó. Lo hice e introdujo los dedos que habían estado en mi interior, los movió despacio dentro y fuera de mi boca, pasé mi legua por ellos, suspirando al saborearme.

   Me besó situando sus manos en mis caderas, rodeé su cuello con mis brazos; aquello no era nada más carnal, estábamos fundidas la una en la otra, en un casto beso porque pese a lo que queríamos, a las ganas que nos inundaban de sentir nuestras pieles, en aquel beso suave, sin lengua, nos decíamos tanto. Y fue en medio de ese beso en el que volvió a entrar en mí.

-Trakhni menya trudno, lyubov' moya-susurré contra sus labios. Le encantaba que le hablara así, susurrándole al oído en mi idioma natal-. Hazlo, mi amor. Zhestkiy.... Trakhni menya....-Me dejé ir, escondiendo mi rostro en su cuello, la mordí y la oí gemir-. Eres una zorra, Sahar-reí, buscando su boca mientras sus dedos abandonaban mi sexo-. Te amo, jodida.

   Besó mi frente, y sonrió.

    Estuve presente en el entrenamiento de Faye de esa tarde.
   Nina peleaba muy bien, y ella había aprendido a defenderse aún mejor. Le di orden a Drako de hacer que Jay hiciera las veces de su pareja en batalla, la coordinación al principio costó pero poco a poco fue mejorando; a Faye le caía bien Jay, éste sería un buen amigo y compañero de lucha para ella cuando yo no estuviera cerca, porque habrían veces que nos tocaría ir a distintos lugares. Como Líder del Clan Assassin, mi padre también tendría derecho sobre Faye, podía darle órdenes así que se aprovecharía de eso para enviarla fuera, lejos de mí, las veces que hicieran falta.
   Su objetivo siempre será romper o al menos fragmentar la relación, pero no permitiría que lo hiciera.
    Faye se acercó corriendo a mí, me abrazó al llegar.

-¿Has visto?-preguntó, emocionada.

-No puedo quitarte los ojos de encima, Vesper-sonreí-. Se te da bien patearle el trasero a Drako.

-La alumna supera al maestro-intervino Nina-. Eres un talento natural, Faye.

-Gracias, Nina. Voy a ducharme, nos vemos al rato.

   Me guiñó un ojo y entró a la casa.

-Tienes ropa muy bonita-comentó Nina, mirándome de arriba a abajo-. ¿De dónde la sacas?

-Circe compró todo lo que pudo en los centros comerciales de Assiah, ¿siguen teniendo telas por aquí? Lo sorprendente es que nadie ande desnudo.-Nina rompió a reír y me abrazó-. No te he dado permiso para esto-le dije, sin corresponder.

   Al caer la noche Arath, Drako, Faye, Nina y yo nos preparamos para salir a encontrarnos con Velkam; mi madre y Regina no estaban de acuerdo, Faye aún en ese momento intentó convencerme de cambiar de opinión.

-Que Faye se quede-dijo Circe de pronto.   
     Vesper la miró como si estuviera loca.

-Lo siento, Circe, pero no lo haré-dijo, firme en su decisión.
-Sahar, si vas a seguir adelante no la lleves, por favor-suplicó mi madre. 

    Miré a Faye, ésta empezó a negar con la cabeza cuando se dio cuenta que haría caso a Circe. 
    Drako, Nina y Arath dijeron que esperarían afuera. Regina acompañó a su marido, y Circe nos dio privacidad; la rubia cruzó los brazos frunciendo el ceño.

-Quedamos en que te acompañaría-habló.

-Circe debe tener la misma preocupación que yo, Velkam te hizo una amenaza, si vienes conmigo le estaré dando la oportunidad de que la cumpla, Vesper.
-También lanzó una amenaza de muerte contra Drako, y allí va.

-Drako no eres tú-le dije, su mandíbula se tensó-. Te quedas.

    Salí, Faye se quedó, enfadada eso era más que seguro, dentro de la casa. 
   Como ella no iría pudimos orbitar a Arath y Nina con nosotros, llegando a una cuadra del Hotel Seattle Alyosha. No había nadie a los alrededores; nos dirigimos al edificio, Nina me preguntó si todo estaba bien pero cómo iba a estarlo si Faye había quedado enfadada conmigo, lo hice por su bien.
    En el hotel reconocieron a Nina así que entramos sin ningún problema; la chica nos dijo que era especial para Blood Drynka's que llegaban de paso a la ciudad. Pocas veces aceptaban humanos, el lugar era atendido exclusivamente por la raza Blood Drynka, desde el portero hasta los botones formaban parte de la Guardia Alyosha, soldados de la familia.
    El vestíbulo tenía una decoración de dorados y rojos, colores de los Alyosha. Reconocí el escudo de armas de la familia, una serpiente envolviendo una espada; en el ascensor de pulidas puertas de madera Drako me susurró que Faye terminaría entendiendo mi cambio de opinión respecto a traerla.

-Lo sé, además es necesario que lo vea a Velkam-dije.

    Y las puertas se abrieron dejando su rostro al descubierto. Ello provocó que algunos recuerdos se dispararan. La estancia de una casa, una caminata a su lado en el bosque, y un baile fue lo más nítido que pude ver y cuyos diálogos pude escuchar mejor.
   Su voz, mi voz. Nuestras voces....
<<-Estoy siendo civilizado por nuestra hija, tu cercanía con Faye Vesper no me gusta.....>>
<<-Ezio me habló de la maga que has estado frecuentando, ¿qué está pasando contigo, Velkam?>>
<<-Me preocupan tus cambios de humor, cariño.-Me abracé a él, y sonriendo añadí-: Confía en mí, Velkam, soy tu esposa, amor. 

-Estaré bien-susurró-, todo estará bien. Todo lo hago por ti y por Nina, son lo único que tengo.....>>       

-Hola Velkam-saludé, dando un paso fuera del ascensor-. Me dijeron que querías verme, no lamento venir sin avisar-sonreí.

   Sus ojos poco a poco se fueron inyectando de sangre, ensombreciendo su mirada. 
   Éste no era Velkam y esta noche descubriría quién había usurpado el rostro del hombre que una vez amé.   




4 comentarios:

  1. Me encanta Circe. ¿Cuanto hace que es la esposa de Caín? Es algo que me he preguntado.
    Faye ha hecho que Sahar se interese por la gente cercana. Y eso no la ha debilitado, la hecho una mejor líder.

    Cuantos interesantes conflictos.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Circe y Caín llevan 13 años de casados porque él la tomó como esposa poco después de enterarse de la muerte de su esposa humana, la madre biológica de Sahar, Amanda, Luna y Vadhir. Y milenios de compañeros en buenas y malas.
      Así es, Faye, la ha influenciado a Sahar para bien ;)

      Un fuerte abrazo, Demiurgo.

      Eliminar
  2. A mi me siguen gustando Faye y Sahar y como en esos momentos íntimos dejan de lado los intereses ajenos al amor y parecen ser otras, solo ellas frente a frente dándose lo que sienten. Lo del oso me pareció muy tierno, te cuento un secreto? (alguien alguna vez le puso mi nombre a un oso jajaja)

    Besos dulces Ivel.

    ResponderEliminar
  3. Giros inesperados, cada escena supera a la anterior. Me gusta como centrifugas las diversas intensidades.

    Mil besitos preciosa mía.

    ResponderEliminar