Spin-off

Spin-off

domingo, 18 de diciembre de 2016

Huellas XXVI

 Era extraño sentir la necesidad de abrazarla, cuando la vi sonreír como acto reflejo lo hice también. Mantuve la distancia, y vi con desconfianza al hombre alto y delgado que estaba a su lado, un rubio de tez pálida que intuí buena gente, no había nada en él que me inspirara desconfianza. Era mayor que Amanda de eso no había duda. Su rostro era alargado pintaba algunas arrugas; inclinó un poco la cabeza, saludándome. Extendí la mano permitiéndole al eksteruloj tocarme con el usual saludo que se compartía entre dos personas, estrechó mi mano.

-Lucius Autumn Lockwood-se presentó.

-¿Siempre tienes que decir tu nombre completo?-le preguntó Amanda, en tono cansino.

-Por supuesto, princesita, me enorgullece mi nombre y alardear con él-respondió el hombre.

-Nos conocemos desde hace doce años, y no pierde la costumbre de presentarse con su nombre completo sin ningún vestigio de humildad, es un ególatra-me explicó Amanda. Imaginé que debí haber puesto alguna expresión de confusión para que viera como algo necesario darme esa explicación.

-Estoy orgulloso de ser hijo de mi difunto padre, perdón por saber amar a mi familia-comentó. Amanda lo fulminó con la mirada-. Lo siento-le dijo, y luego en mi dirección volvió a repetir la disculpa. 

   Desvié la mirada hacia mi hermana.

-Sahar, yo... no es cómo él lo ha... expresado....-balbuceó.

-Pueden confundirme un poco algunas expresiones, gestos, y otras cosas-la interrumpí-, actitudes que para ustedes son normales, pero no soy estúpida y creo poder entenderte y ser lo suficiente madura para aceptar si no quieres a papá, pero no entendería que no me quisieras a mí, yo no tengo la culpa de lo que él les hizo a Halia y a ti.-Descubrí el asombro en su faz y luego frunció un poco el ceño, ¿acaso lo que yo estaba diciendo estaba mal? Continué-: Sólo vine porque te marchaste de casa sin despedirte. Sentí la necesidad de verte otra vez. 

    Su amigo Lucius me miraba con un brillo en los ojos, me recordó a Circe cuando me observa con especial cariño.

-No estoy molesta por que vinieras, Sahar, me sorprende. ¿Cómo sabías dónde encontrarme?-preguntó Amanda.

-La invitación que le fuiste a llevar a papá decía que habría una fiesta en Los Hamptons, e intuí que, tras dejar el apartamento, estarías aquí por tener un evento esta noche-le expliqué-. Papá tiene una propiedad aquí, ¿sabías?

-No tenía ni idea que Bélikov tuviera una casa en la playa-dijo Lucius.

-Yo tampoco-susurró Amanda.

-Si no están muy ocupados pueden acompañarnos-les dije.

-¿Él está allí?-preguntó Amanda.

-Papá no sabe que vine. Y para evitarte problemas no sabrá que te he buscado hoy.

     Amanda y Lucius me siguieron de regreso a la casa. A él le hoy comentar lo educada que había sido, que mi presencia y voz imponían, y que le agradaba que la hubiese buscado; sonreí sin que ninguno lo notara pues iba caminando delante de ambos.
   Faye se levantó del escalón en el que había estado sentada esperando mi retorno. Le presenté al amigo de mi hermana, entramos todos juntos; Nina y Jay, que habían estado en la cocina, se reunieron con nosotros en la sala.

-Él es Jay, y es mi escolta-les dije a Amanda y Lucius. Jay les estrechó la mano-. Y ella....-miré a Nina-..., no es importante-me encogí de hombros y pasé a sentarme en el sofá blanco que se hallaba allí.

-¡Oiga!-le oí exclamar a la Blood Drynka mientras el escolta y Faye reían-. Soy Nina Alyosha, mucho gusto.

-No intervengas, Nina, esto no es asunto tuyo. Por favor ve a por unos gelatos con Jay.

-Yo no quier....-iba a empezar Faye.

-Todos quieren-dije, apretando los dientes para que quedara claro que era un sí o sí.

    Nina y Jay se marcharon a por lo que pedí.
    Amanda se sentó a mi lado, Lucius y Faye tomaron cada uno un sillón. Ninguno estaba dispuesto a dejarnos a solas; Faye porque en el fondo desconfiaba de Amanda, no importaba que sacara la bandera del apoyo a mis insistentes ganas de acercarme a mi hermana, ella la detestaba. Y Lucius porque, estaba segura, me encontraba interesante, reconocí la mirada de alguien que muestra curiosidad por una criatura nueva, un animalito que debe ser estudiado, la reconocí porque Circe me miraba del mismo modo a veces.

-¿Cuánto sabe él de ti?-le pregunté a Amanda, mirando de reojo a Lucius.

-Todo-respondió él.

    Lo ignoré.

-¿Confías en él?-volví a preguntarle a Amanda.

-Amanda no confía en nadie-habló Lucius-, odia las dos palabras con A: Amistad y Amor-enumeró con sus dedos índice y corazón.

   Mi hermana lo fulminó con la mirada.

-Cierra-dijo, sacando el dedo índice-la boca.-Escondió el dedo índice y dejó fuera sólo el dedo corazón-. Lucius conoce todo lo relacionado conmigo, mi pasado y presente-aseguró, volviendo su mirada hacia mí-. Si bien no soy buena confiando en la gente, él es bueno en ciertas cosas que a mí me son de utilidad, lo tengo de mascota.

-Gracias, Amy-gruñó Lucius, mordaz.

    Descubrí a Faye observando a Amanda con frialdad, sentí una opresión en el pecho de pensar que le estaba imponiendo la presencia de quien creíamos había cumplido con la orden de ejecutar a su familia. La estaba lastimando, sin importar cuánto dijera apoyarme en el intento de acercarme a Amanda, la estaba lastimando.
      
-¿Y tú lo sabes todo sobre nuestro padre?-inquirí, dirigiéndome a Amanda.

-Desde que era una niña, él fue sincero con mamá y cuando yo tuve una edad que él creyó oportuna para contarme su historia de un modo que yo pudiera entenderla, lo hizo-explicó, miraba sus manos-. Creo que tenía cuatro años, mamá le preguntó si no era muy pronto y recuerdo que él le respondió: Los niños asimilan la información más rápido que los adultos si sabes cómo dárselas, asimilan, aceptan, está en ellos. Es algo natural en los niños, como el amor, querida.-Forzó una sonrisa, el recuerdo le hacía mal. 

-¿Qué pasó la noche en que se marchó de vuestro lado?-Miré de reojo a Faye, tenía la cabeza gacha, vi su tristeza cuando la levantó y giró la cara hacia otro lado. Se levantó y salió de la sala de estancia.

-¿Se siente bien?-preguntó Amanda.

-No-respondí-. Ya regreso.

    Faye se encontraba en el patio trasero, cruzada de brazos mirando la playa que se extendía ante ella.

-Deberías volver allí dentro-dijo, mirándome.

-No si tú no quieres, veo que te afecta demasiado y así como te duele que yo esté sufriendo por mis emociones despiertas, a mí me hiere verte así. No sé qué hacer exactamente, dímelo, porque no sé cómo actuar en esta situación.

    Me abrazó, correspondí, besé su cuello robándole el aliento en un suspiro que liberó.  

-No es que sea normal ver a la asesina de tu familia y que ésta sea hermana de la persona que se ha convertido en tu todo-susurró. Seguimos abrazadas.

-Hablaba del verte triste-sonreí-. Jamás me he acercado o siquiera intentado consolar a alguien.

-Conmigo te sale muy natural, mi domina, mi ama-dijo, apartándose.

-¿Esto es por haberte presentado ante Nina como mi novicia?-pregunté, intentando leer su expresión-. ¿Estás jugando conmigo?-Sonrió por toda respuesta-. Si no puedes soportarlo, dímelo, Faye, dímelo y dejo de buscarla.

-No puedo hacerte eso-dijo, frunciendo el ceño, sus manos estaban en mis mejillas. Sus dedos pulgares acariciaban mi labio inferior dejando un rastro que asemejaba al fuego, mis ojos debieron adquirir otro color porque la temperatura en mi cuerpo había aumentado, saqué fuerzas para contener mi naturaleza, en mi mente se intercalaban escenas de sexo muy nítidas y nosotras sólo nos habíamos acostado una vez. No sé si era mi calenturienta imaginación jugando conmigo, sonreí sin embargo, me gustaba-. Será mejor que te relajes si no quieres darle un espectáculo a tu hermana, mira que después de decirle esta mañana que Drako te inició en el sexo, verte tomándome no será una buena....

-Creo que ella sabe lo que eres para mí-dije, interrumpiéndola, y removiendo un mechón de cabello de su rostro-. No es que pueda disimular-sonreí.

-¿Y qué soy para ti? Si puede saberse, claro-coqueteó con fingida seriedad, lo supe, la adiviné.

    En lugar de responderle con palabras, lo tatué en sus labios, sellando la promesa de que mi eternidad le pertenecía, todos mis motivos eran ella, mi vida era ella. 

-Ha sido muy convincente y aclaratoria tu respuesta-sonrió-. Que tus ojos vuelvan a la normalidad, felina-susurró en mis labios al ver que mis ojos habían cambiado.

     Me aparté, cerré los ojos intentando recuperar la compostura. Cuando me aseguró que volvían a ser cafés, entramos, ella detrás de mí.
    Nina y Jay habían vuelto.


     Ver a Amanda sólo traía malos recuerdos. 
    Cinco meses, sólo habían pasado cinco meses, todo era muy reciente. Demasiado, y dolía.
    Sahar me reconfortó, le salía espontáneo cuando de mí se trataba; habíamos discutido por el tema: Amanda. Pero entendí que no importaba por lo que discutiéramos en el futuro-si llegábamos a un futuro juntas-siempre encontraríamos la forma de llegar a una resolución sin necesidad de pasar tanto tiempo enfadadas porque no soportábamos, ni podíamos, ni queríamos estar cabreadas la una con la otra, si ya de por sí era una pesadilla no estar cerca, y nos extrañábamos horrores. Y me preguntaba si amarla de una forma así de intensa era sano, si necesitarla de este modo lo era.
   La observé mientras repartía los gelato que Nina y Jay habían traído, sonreí, si era una enfermedad amarla intenso y en profundidad, que me internen, pensé.
   Me pareció curioso que ella no tomara su gelato, volvió a sentarse con Amanda.

-Quisiera que volviésemos a vernos porque sería de mi agrado conocerte un poco más-le dijo a su hermana. Me miró, lo estaba haciendo por mí, ya había tenido suficiente por hoy de Amanda Carlysle.

-Por mí no hay ningún problema, pero el hombre de los Alias-murmuró Amanda, observando el gélido chocolate de su envase transparente. El hombre de los Alias: Caín-. Él no estará muy de acuerdo, no le agradará la idea.

-Me ocuparé de ello-dijo Sahar.

    El amigo de Amanda bufó.

-¡Pero si son iguales!-comentó.

   Amanda y Sahar se sonrieron. Estaba segura que ambas se habían dado cuenta de que eran muy parecidas, no habían profundizado lo suficiente pero algo así podía percibirse, y más cuando se trataba de tu propia sangre.
   En el coche Sahar volvió a su mundillo, íbamos de regreso al apartamento. Seguía pareciéndome curioso que no se hubiese comido su gelato y que en cambio nos pidiera a todos que nos comiéramos los nuestros. El suyo lo llevaba Nina, y al abrirse las puertas del elevador directo al apartamento, encontramos a Drako y a Caín sentados en la sala de estancia, éste se puso de pie con las manos en sus bolsillos.

-¿Dónde estaban?-preguntó, severo.

    Sahar le pidió su gelato a Nina.

-Fuimos a por gelato, padre-respondió, y de forma automática en mis pensamientos aparecieron una sucesión de imágenes, nos vi riendo y comiendo el postre. Miré a Nina, enarcó una ceja en mi dirección, algo pilló que yo no-. Espero te guste.

-¿Te divertiste en tu paseo?-le preguntó su padre, cogiendo el envase que le extendió.

-La verdad es que no mucho.-Fruncí el ceño, sabía que tenía que recordar algo más de esta tarde, algo se me había olvidado.

     Sahar le presentó a Nina a Caín, pero ya se conocían de antes; el hombre le pidió un momento a la vampiresa mientras iba a terminar de empacar pues esa noche salía de viaje. Sahar se perdió con Drako, yo salí al balcón con Nina.

-Es una listilla-comentó la vampiresa.

-¿De qué hablas?-Poco a poco lo que antes sentía que debía recordar empezó a volver. La conversación de Sahar con Amanda, ¿cómo pude haberla olvidado?

-Euzma Sahar usó una especie de glamour, hipnotismo. La palabra "Gelato" lo activaba, nos condicionó para que al escucharla sólo nos viniera el recuerdo de haber comido el postre y ocultar bajo él algo que quería evitar que Caín viera, por si le daba por leernos.

-Sahar no le mentiría a su padre, no sabe decir mentiras-le dije, pero tenía razón, Sahar quería ocultar a Amanda. Y Nina no le prestó mucha atención a la rubia así que si usó lo que dijo la vampiresa, en ella sería más fácil de eliminar el recuerdo y suplantarlo por otro.

-Y no le mintió-susurró-. Comimos postre-rió-. Dijo gelato tres veces: antes de salir, en la casa de playa y la tercera vez aquí, fue cuando se activó el glamour y el recuerdo fue modificado. No mintió, omitió algo, que es distinto. Lo hizo como un seguro por si su padre nos leía, pero Caín confió en la palabra de su hija, y como dices que no sabe mentir.

    Reí por lo bajo, Sahar era una bandida, ¡joder!
   La segunda vez que lo dijo fue en la casa de playa cuando teníamos a Amanda delante, estábamos todos y envió a Nina y a Jay a comprarlo.

-Pero Jay no estaba con nosotras cuando lo dijo la primera vez-pensé en voz alta.

-Con el escolta usó otra cosa-dijo, encogiéndose de hombros.

    Sahar y Drako volvieron a la sala de estancia, ella me guiñó un ojo cuando entré, Nina se sentó a su lado en el sofá. Yo me quedé de pie al igual que Drako, y Caín se unió a nosotros tomando asiento en el sillón que se encontraba a la derecha de Sahar, ésta transformó su rostro, ¿cómo lo hacía? La niña que entró llevándole un postre a su padre había desaparecido siendo suplantada por la implacable Princesa Assassin. Adoraba esos cambios.
    Nina habló con Caín, le dijo lo mucho que desconfiaba de Tristán y que era necesario mantenerlo vigilado. Sahar observó a Drako con una impasible expresión pero con la mirada decía un Te lo dije, en toda regla.

-¿Tú qué opinas, Sahar?-preguntó Caín.

-La señorita Alyosha no se equivoca en desconfiar de ese hombre, anoche percibí malas intenciones, no me agradó. Como le dije a Drako, conozco a los míos, y Tristán está involucrado en algo turbio.

-Mi hermano no aceptará palabras, vengan de quien vengan, su confianza en Tristán es absoluta. Necesitamos pruebas que demuestren que él ha estado ayudando a sabotear nuestra paz....

-Sabotear nuestra paz-repitió Sahar en un susurro. Me miró, luego a Drako y a Caín.

    Nina se dio cuenta de que sus palabras habían causado un efecto en Sahar, y en el resto de nosotros. 
    Sabotear la paz, como las quimeras en Providencia.

-¿Cabe la posibilidad de que esté relacionado?-inquirí.

-¿Qué pasa?-dijo Nina.

-Providencia sufrió una intrusión hace unos días, mi hija se encargó de ello, intentaban sabotear nuestra paz-respondió Caín, usando las palabras de Nina.

    Sahar se levantó, pidiéndole a su padre y a Drako que la acompañaran. Me senté con Nina.

-¿De casualidad los cuerpos de Blood Drynka que ustedes han encontrado tenían marcado un uróboros?-le pregunté a Nina. Asintió-. Esto es enorme-susurré.         

    

    Sabotear nuestra paz. En cuanto Nina dijo esas palabras recordé a las quimeras; abrí las puertas del estudio de mi padre, entré seguida por él y Drako.

-Es una trampa-dije, volviéndome para mirarlos-. No era sólo para llamar tu atención, padre, es más, ahora no es sólo por ti sino por mí. Sabían que me involucrarías para detener un posible enfrentamiento entre los aquelarres, soy de interés, mi inmortalidad perfecta es de interés.

    Caín se dejó caer en un sillón, Drako cruzó los brazos, ambos tensos.

-Llama a Tristán-le ordenó a Drako-, saldremos de dudas sobre su alianza con el enemigo.

-No-dije, Drako se detuvo después de dar dos pasos-. ¿Qué piensas hacer? ¿Leerlo? ¿Entrar en su mente?-le pregunté a mi padre-. Me adelantaré a los hechos haciéndote el favor de no perder tu tiempo, si yo fuera el enemigo blindaría la mente de mis vasallos. De Tristán no conseguirás nada a menos que lo encuentres en el acto.

-Entonces volverás a Providencia-dijo mi padre. Se levantó y se acercó a mí.

-Perdona, padre, pero no puedo hacer eso.-Puso su mano en mi mejilla-. Sabes que intentarán entrar de nuevo, no podemos permitirlo. Debemos detenerlos aquí en el exterior, sea quien sea que esté detrás de esto, debemos pararlo aquí y sin causar una guerra mayor. Debemos ser discretos.

-Tu seguridad es mi prioridad, Sahar-aseguró.

     Quité su mano de mi mejilla.

-Hay que pensar con la cabeza y no con el corazón, padre, ¿tengo que recordárselo?-Caín miró a Drako, éste se encogió de hombros con una sonrisa en los labios-. Además, llega quince años tarde para poner como prioridad la seguridad de alguien-dije, caminando en dirección a la puerta. 

   La referencia a Amanda y a mi madre biológica debió enfadarlo o por lo menos hacerlo sentir mal, no lo mencioné con esa intención, sólo fui honesta, algo que no puedo evitar.   



    Sahar volvió a la sala de estancia, Nina y yo nos pusimos de pie.

-Nina, ¿estarías dispuesta a ser quien vigile a Tristán?-preguntó mientras caminaba, mirando sólo a la vampiresa.

-¿Crees que es buena idea darle esa responsabilidad?-preguntó su padre, quien venía detrás de ella acompañado de Drako-. Sin ofender, Nina, pero bien podrías ser tú la traidora y no Tristán.

-Nunca me atrevería a hacer nada que pusiera en riesgo la paz y seguridad de mi gente. Y mucho menos actuaría en vuestra contra-aseguró Nina, mirando a Caín y a Sahar-. Soy leal a la causa, leal a mi hermano, leal a usted, Caín. Es mi padre también, mi creador, y por ayudar a detener una posible guerra y restablecer la convivencia entre los clanes, haría lo que sea; estoy dispuesta, Euzma Sahar, acepto vigilarlo-agregó con un tono de voz que transmitió seguridad.

    A Sahar le gustó esa respuesta.

-Padre-dijo, dándonos la espalda a Nina y a mí-, me has puesto al frente de esto, yo elijo con quién trabajar. ¿Crees que me importa en lo más mínimo lo que pueda pasarle a los Blood Drynka o quién les esté matando?-Nina se sorprendió tanto como yo, ¿qué diablos estaba diciendo?-. ¿Crees que me preocupa qué o quién está detrás de las macabras desapariciones y muertes? ¿O que me importa si empieza una guerra?-La frialdad, su prepotencia, ¿quién era ésta Sahar?

-Sé que no-respondió Caín, sin inmutarse-, que lo haces porque te lo he ordenado, y aceptaste, no te detendrás hasta poner en su sitio al o los culpables.

-Entonces no vuelvas a cuestionar mis decisiones-dijo Sahar, impasible.

   Me miró de reojo, un tenue brillo rojo se reflejó en ellos, y salió de la sala de estancia con su descarado andar, dejándonos a Nina y a mí anonadadas. Drako y Caín no se inmutaron ni un poco; el padre de Sahar se disculpó con Nina por el comportamiento de su hija al decir que, prácticamente, le importaba una mierda su especie y que de ser por ella seguirían muriendo porque no tenía un sincero interés en ayudar.

-Vuestra hija es una criatura misteriosa-comentó Nina-. Ella es humana-dijo, haciendo un gesto con la cabeza hacia mí-, él un Blood Drynka, usted también, pero Euzma Sahar....-dudó antes de continuar, carraspeó-. Su aroma es único, deliciosamente único-sonrió. Control, Faye, pensé-. Pero es como si disfrazara su verdadero ser a modo de protección, como si se contuviera, es distinta.

-Que quede entre nosotros, Nina-pidió Caín-. No le dé más vueltas.-Nina asintió.

-Debo irme a casa, espero nuestra próxima reunión y estaré pendiente de todo lo que Tristán haga.-Nina cogió su maleta y se dirigió al elevador.

    Caín le ordenó a Drako acompañarla para asegurarse de que llegara con bien, Nina no se opuso.
    Cuando me quedé a solas con él me sentí incómoda así que decidí ir con Sahar, pero Caín me cerró el paso; ladeó la cabeza, era un gesto que Sahar había heredado de él, así como la sonrisa que se dibujó en sus labios.

-Te recomiendo que la dejes sola por unas horas, no es aconsejable estar cerca de ella en este momento-dijo.

-¿Por qué? Hace un instante su actitud fue en extremo diferente.

-Es el entorno en el que estamos, no es el apropiado para ella-explicó-. O es el más apropiado-susurró, su mirada se volvió triste así como su voz-. ¿Recuerda que durante una de nuestras cenas en Providencia Sahar dijo que sólo se permitía un tiempo limitado en el exterior porque si no se ponía "rara"?-Hizo los gestos con los dedos índice y corazón simulando las comillas. Asentí-. No era exageración, el entorno oscuro que viste Assiah despierta su lado más insano, peligroso, agresivo, corrupto, demoníaco-dijo esto último despacio-. Providencia mantiene a raya lo que sea que es mi hija, nos hemos percatado de ello, y estar en el exterior por mucho tiempo la desequilibra, es la influencia de su propia oscuridad en un entorno oscuro como lo es Assiah. 
    Se giró y se marchó diciendo:

-Siga mi consejo, no se le acerque, espere unas horas.

    Apenas comí algo en la cocina. No vi a Sahar en toda la tarde y parte de la noche, no sabía dónde se había metido porque ni en el dormitorio estaba; el silencio en el apartamento era sepulcral, me di cuenta de que me hallaba sola cuando, tras ducharme y ponerme encima de la ropa interior una bata blanca, salí a eso de las once y treinta de la noche. 
   Até la cinta de la bata mientras caminaba por el pasillo, me detuve al verla acostada en el sofá con un brazo sobre sus ojos. Me recargué en la pared.
   ¿Será que ahora sí puedo acercarme? pensé.

-¿Te quedarás observándome?-preguntó, sentándose. 

    Con los brazos cruzados fui hacia ella.

-Me gusta observarte-sonreí-. ¿Dónde están Drako y tu padre?-pregunté, sentándome a su lado.
 
-Fueron a la mascarada de los Carlysle, de allí padre se marchó al aeropuerto para tomar su vuelo con destino a Japón-respondió, viéndome las piernas que acaba de cruzar. Subió la mirada a mi rostro, y sin decir nada me acarició la mejilla, despacio movió su mano a mi nuca y me acercó a ella para besar mis labios con un cuidado y una maestría que me desconectó de todo, se apartó apenas pegando su frente de la mía-. Perdóname-susurró. Tenía los ojos cerrados-. Perdóname-repitió.

-¿Perdonarte por ser tú?-susurré. Abrió los ojos para mirar en los míos-. Egoísta, sádica, prepotente, no piensas en los sentimientos de los demás, todo eres tú, tú, tú y a la mierda el resto, no tienes ni un poco de corazón, insufrible, infame, malévola.-Ambas reímos-. No lo haces a propósito, Sahar, sé que no lo haces a propósito. Te sale ser así, es tu forma de ser.

-Pero es malo.-No apartó su mirada de la mía-. Bueno y normal sería preocuparme pero no puedo, me preocupas tú y lo que piensas de mí, nada más, el resto no me importa-dijo.

-Estás aprendiendo, sino ni te habrías molestado en buscar a tu hermana.-Besé su frente-. Poco a poco serás más humana, mostrarás verdadera humanidad, serás una líder benevolente, Sahar. Un modelo a seguir; no tengo nada qué perdonarte, hoy vi a una hermana menor buscando acercarse a una hermana mayor a la que no conocía.-Sahar me regaló su sonrisa ladina-. Y también vi a una admirable líder dando una irrevocable orden.-Me puse de pie-. Sí me sorprendió tu actitud, no mentiré, pero en parte me gustó la garra con que le hablaste a tu padre.

   Me miraba con el velo del deseo cubriendo sus ojos, sus piernas cruzadas y sobre su regazo las manos apretadas en puños, estaba luchando contra sus ganas de poseerme. Ya no era la Sahar vulnerable, el dorado de sus ojos brillaba intenso, y la fina pupila vertical apareció en ellos.
   Desaté el nudo de la bata, Sahar siguió cada movimiento en silencio y con la respiración pesada, estiró una mano acariciando mi muslo, ascendiendo. Su tacto abrasaba.
    Si Sahar era un demonio algo de sexual tendría, asemejando a un súcubo o incubo, peor que ambos tal vez. 
     Era de sangre caliente...
   Sí, dentro de su naturaleza lo sexual debía estar en un nivel elevado, algo me decía que de ser por ella estaría todo el día follando, sonreí con malicia de sólo imaginar esa posibilidad. Habían pruebas que demostraban que sí, su aguante era una.
    Besó mi vientre tras abrir con lentitud la bata, subí mi pie izquierdo en el sofá, presionó sus labios contra el interior de mi muslo, y me miró, acercándose peligrosamente a mi sexo pero sin llegar más que a rozarlo con la punta de su nariz. Gemí en el acto, aún cuando la tela de mis braguitas separarán su piel de la mía, me tenía a su merced, sentí la leve caricia expandiendo una corriente por todo mi cuerpo. 
   Sus labios dejaron besos por mi torso siguiendo la línea de la cicatriz, sus manos me cogieron del cuello cuando se hubo levantado por completo. 
    Nos fundimos en un beso que ella inició con efímeros roces de sus labios.   
-Tendrás que...-comencé, interrumpiéndome para acariciar su lengua con la mía en un nuevo beso-. Tendrás que disculparte con Nina la próxima vez que la veas-logré decir de carrera, aprovechando que se había separado para recuperar el aliento, adoró mi rostro con su mirada.

-Lo que tú me pidas, Cielo mío-susurró.

   La obligué a sentarse en el sofá de nuevo conmigo encima de ella, que me siguiera el juego dispuesta a ir un poco más allá cuando esta mañana se resistía a ello me desconcertó y no quería aprovecharme así que la miré a los ojos, besé muy quedo sus labios y volví a mirarla buscando su aprobación para continuar. Ella asaltó mi cuello, jadeé cuando, con una de sus manos, torturó mi pezón izquierdo por debajo de mi sujetador.
   Lo aprobó, quería seguir adelante.

-Me gustas-gemí-, me vuelves loca...

-Estaba pensando lo mismo, Forastera-susurró. Su mano dejó mi pecho y bajó por mi torso-. No quiero lastimarte, pero esto me está consumiendo.-Su mano abarcó todo mi sexo por encima de mis bragas, apretó un poco-. ¿Faye?-Sí, me encontraba muy mojada, su cercanía, sus besos, una simple caricia que llevara su nombre me ponía y mucho. Sonrió e introdujo su mano bajo la tela, su dedo medio acarició arriba y abajo extendiendo mi humedad, Sahar estaba muy caliente-. ¿Me quieres aquí?-preguntó, tentando con su dedo mi entrada, jadeé.

-Sahar, ya no más, sólo hazlo-supliqué.

-¿Qué haga qué?-Sacó su mano y dirigió su dedo a mi boca, lo chupé saboreándome a mí misma mientras la veía sonreír con malicia y acercar su boca, retiró su dedo y besó mis labios. Gruñó, devorándome, apretando mi cuerpo al suyo-. Levántate-ordenó. Quedé de rodillas en el sofá, bajó mis bragas, ayudé a sacarlas del todo. Mi sexo estaba ante su cara, sus manos subieron por mis muslos, mirándome... Mirándonos...-. No cierres los ojos-ordenó de nuevo-. Mírame, Faye, todo el tiempo.

    Sahar pegó su boca a mi coño, solté un gemido al sentir su lengua en mí, tuve que sujetarme del respaldo del sofá sin dejar de mirarla como la domina ordenó. 

-¡Jodida!-exclamé cuando mordió muy suave y volvió a lamer-. Sahar... no... creo...

   Iba a cerrar los ojos, ella lo notó y se apartó observándome todo el tiempo con sus dorados ojos, nuestras miradas se encargaron de decir tanto en ese instante. Era como si estuviese ante su Diosa, practicando un ritual, adorando. Me estaba adorando y estaba segura que mis ojos tenían la misma mirada.
    Con sus dedos separó mis labios íntimos para pasar su lengua de nuevo, gemí pidiéndole que no parara, moví mis caderas contra ella hasta que llegó un momento en que la cogí de la cabeza para mantenerla allí mientras me sostenía del respaldo con una mano. Mirarla mientras me comía me excitó más, sentí llegar mi orgasmo corriéndome en su boca. Sahar lamió un poco más, y se apartó sonriéndome, busqué su boca.
   A Dios pongo de testigo, estar con Sahar en cualquier escenario era como estar en el puto paraíso. Ella era mi paraíso.

-Juro que no quiero nada más en esta vida, no me hace falta nada mientras te tenga a ti-dijo. Me encontraba abrazada a ella, aún con la bata y el bra puestos; besé su cuello.

-Que curioso que digas eso-susurré, sonriendo feliz de estar así con ella, nos rodeaba la quietud tras una deliciosa tormenta. Sus caricias en mi espalda en medio del abrazo eran bálsamo, como su voz, su presencia-...me desvivo por ti, jodida.-La escuché sonreír.

-Prométeme que si mañana te llegas a sentir mal me lo dirás de inmediato.-Su tono de voz fue más serio esta vez-. Porque no he terminado contigo, y estoy segura de que nunca lo haré-agregó.

   No tuve tiempo de reaccionar a sus palabras porque cuando vine a darme cuenta estábamos en la habitación. Había usado la velocidad con la que fue dotada, por suerte no me afectó ni un poco, no era como saltar de un lugar a otro, orbitar, eso sí era del asco.
    Se quitó la ropa, quedando en igualdad de condiciones. De pie delante de mí se encargó de deshacerse de mi bata, desabrochó mi sujetador pero fui yo la que acorraló a la joven Princesa contra el colchón.
    
-Promételo, amor-susurró.

-No me harás daño-le aseguré. El orgasmo era una pequeña muerte y un renacimiento tras ella, pero con Sahar nunca se sabía si yo regresaría después de esa dulce y pequeña muerte; era lo que ella temía, ya pasó una vez tras hacerlo-. No nos haremos daño-dije contra sus labios.  

   Había sido un día difícil para ambas, queríamos sanar en la otra. Y de todas las formas que existían para tal finalidad, elegimos la que más daño podía hacernos. Vaya juego, y nosotras destinadas a correr ese maldito riesgo cada vez. 
  Pero lo valía, Sahar lo valía. Moriría feliz, y la buscaría en mi próxima vida, era mi promesa para ella, promesa tatuada en su cuerpo, en su piel.








martes, 13 de diciembre de 2016

Huellas XXV

     Salimos al balcón un poco más relajadas, no me apetecía otra cosa más que verla sonreír. Después de todo Sahar seguía siendo como una niña con aires de adulta, creció muy rápido pero mantenía una preciosa inocencia pese a todo lo que a visto y vivido.
   Besé sus labios conservando la castidad, como conservada estaba una niñez que no vivió, y unas emociones que recién vieron la luz. Aunque Sahar era capaz de protegerse a sí misma despertaba en mí un instinto de querer protegerla, cuidarla, abrazarla, mimarla, ¡TODO!, despertaba en mí todo.
   Su risa tras el beso fue una linda melodía, me encantó, adoraba su risa porque no reía a menudo. Su risa era frescura en medio del desierto, y sabía de estar en el desierto, Sahar me dio la vida en aquellas circunstancias. Me guió a ella. Y era frescura en este desierto metafórico en el que se había convertido mi vida. Sin un hogar al cual regresar, deambulando sin rumbo fijo ignorando su existencia, su llamado, y que al final sí tenía un destino al cual llegar: Princesa Hassassin. Mi hogar. Mi Princesa.

-Nueva York es una ciudad muy extraña-comentó cuando me situé a su espalda, rodeé su cintura con un brazo mientras que estiraba el otro para poner mi mano al lado de la suya en la baranda. Y besé su mejilla. Sonreí al oír el suspiro que escapó de su boca y ver sus manos aferrarse al elemento protector que bordeaba el balcón. ¿Era yo quien provocaba eso en ella?-Sabes que no puedo-susurró-. Sigues provocando-añadió.

-Quiero intentarlo de nuevo-dije, y escuché su sonrisa-. Mueres por hacérmelo.

-Mucho.-Recorrí su cuello con la punta de mi nariz, su delicioso aroma era un peligro de lo hechizante-. No es sólo la ciudad, es este país-continuó, intentando ignorarme.

-¿A qué te refieres?-pregunté, parando, pero sin apartarme de ella.

-Está impregnado de un putrefacto olor a sangre y muerte, sus ciudadanos ni cuenta se dan. Míralos.-Ambas observamos desde el balcón a los transeúntes-. He estado en muchos países cumpliendo con misiones del clan, este aroma está en toda Assiah, pero aquí es más fuerte. Me sienta fatal.

-¿Crees que deberíamos volver a Providencia? Si esto te afecta....

-No quiero irme hasta terminar lo que mi padre me ha pedido, a pesar de que quiera obligarme a regresar a Providencia por el asunto de Amanda-dijo, dando media vuelta y quedando frente a mí-. Además estás conmigo, no pasa nada-sonrió. Y perdiéndome en esa sonrisa la besé en los labios, sus suaves y cálidos labios, tentándola una vez más.
-Serás tramposa-musitó, aún con la sonrisa en la boca.

-Me declaro culpable de querer besarte en todo momento, y sé que quieres que te bese en todo momento, me lo dicen tus ojos, tu cuerpo, toda tú.

-¿Y es malo desearlo con tanta intensidad?-preguntó, mirando mis ojos con el dorado felino de los suyos.

-No, malo es el esfuerzo sobrehumano que estás haciendo para no tomarme aquí y ahora, lo sé.-Le robé una carcajada. Rió porque era cierto, y se volvió observando a los transeúntes de nuevo, me paré a su lado-. ¿Piensas contactar con Amanda? ¿Lo tienes decidido?

    Sahar suspiró.

-¿Sabes qué es lo gracioso?-Negué con la cabeza cuando me miró-. Hasta hace unas semanas no me habría importado su existencia, o a qué se dedica, o si después de la muerte de Halia lo pasó mal en esos hogares de huérfanos, y ahora tengo incontables preguntas rondando en mi cabeza, ahora es lo único que hago, preguntarme cosas sobre Amanda, y acabo de conocerla. No es normal, como todo en lo que a mí respecta-agregó, tamborileando con los dedos, comencé a creer que hacía ese gesto cuando estaba nerviosa, frustrada o molesta, y era probable que estuviese pasando por las tres fases al mismo tiempo. Sus emociones eran mar revuelto.

-Es normal, Sahar-dije. Puse mi mano sobre la suya-. Se trata de tu hermana, tu sangre....

-No me gusta lo que está pasándome, Faye-confesó. Sahar no era el tipo de persona que se anda con rodeos; lo que odia yo lo traje a su vida, los sentimientos, las emociones. Hizo un gesto negativo con la cabeza, entrelazando sus dedos con los míos-. No te culpes, que no lo he dicho con esa intención, lo que me pasa contigo es distinto y lo disfruto, todo lo que tú provocas lo disfruto.

    Reí, Sahar me guiñó un ojo.

-Pero viene incluido el paquete de emociones completo, enfadarte y preocuparte por cosas en las que antes de mí ni caso que hacías.

    Se acercó a mí, sus labios buscaron los míos en un beso casto como al inicio.

-Tendré que hacerme a la idea del paquete completo, aprenderé, me acostumbraré, pero no creo que lo haga muy rápido. Circe lleva años enseñándome a ser sensible y lo más que ha conseguido es que trate con medida amabilidad a los demás-dijo, encogiéndose de hombros. De hecho fue muy tierno-. Sé paciente conmigo, ¿por favor?

    Ladeó la cabeza y lo único que consiguió fue darme más ternura aún.

-No tienes que pedirme ser paciente, lo soy. Tienes todo de mí, Sahar.-Esbozó una sonrisa, complacida, sus ojos decían lo mismo que mi boca expresó: yo también tenía todo de ella-. Amanda sí que se parece a tu madre-comenté, ella se recargó en la baranda-. Vi el cuadro de tu madre en el estudio de tu padre en Providencia la noche en que escapé de Khal, y encontré unas carpetas con recortes de periódicos y fotografías de Amanda Carlysle, fue entonces cuando Erza llegó seguida de Circe, y me pidió que...

-No te tortures con ello, ya pasó, no estoy enfadada. Sí me....-paró, y la noté pensativa, supuse que buscando la palabra correcta que definiera sus sentimientos de hace un rato-....¿decepcioné?-Asentí porque entendí que me estaba preguntando si era así como se le decía a lo que sintió. 

    Que se sintiera decepcionada de mí era peor a que estuviera enfadada conmigo, e intentaría que no se volviera a repetir.

-¿Quieres que prepare algo de comer para las dos?-le pregunté por cambiar de tema.

-Depende-dijo. La miré con algo de intriga, esperé a que continuara-. Si cocinas bien, perfecto, si en cambio lo haces del asco, ni lo intentes.-Enarqué las cejas sorprendida por la naturalidad en su tono de voz, no lo decía por querer bromear, ¡lo decía en serio!- ¿Y bien?

    Rompí en una carcajada, y la besé en la frente, ella frunció el ceño, confundida y así la dejé cuando entré a la sala de estancia. Por suerte cocino bien, me salió exigente la señorita; moví la cabeza de lado a lado riendo por lo bajo, cuando al pasar cerca de la mesita de centro vi un sobre en el suelo. Lo recogí, estaba abierto, miré hacia el balcón, Sahar estaba sentada en la baranda con las piernas hacia el exterior. Ahogué un grito, la llamé mientras caminaba de regreso al balcón, ella entró antes de yo llegar a salir.

-¿Llamaste?-dijo.

-¡¿Qué demonios hacías sentada de esa manera? ¿Sabes lo peligroso que...?! ¡Deja de sonreír!-exclamé. Y es que tenía una sonrisa ladina de suficiencia que me enervó más.

-Lo siento-dijo más seria-. No lo volveré hacer, no haría nada que te pusiera de esta forma, no a propósito-añadió, al verme al borde de un colapso. La abracé, fuerte, y sentí sus brazos rodeándome.

    Sabía que no corría mucho riesgo pues Sahar no moría, o bueno, aún no sabía de qué iba ese particular, pero no podía evitar preocuparme.

-¿Qué tienes allí?-inquirió al separarme y ver el sobre en mi mano.

-Lo encontré en el suelo.-Hice el amago de entregárselo pero me dijo que lo abriera. Era una invitación con una perfecta caligrafía en letras doradas-. <<Señor Vládimir Bélikov, Reciba nuestro sincero y cordial saludo...>>-leí en voz alta-....<<Nos honraría su presencia en la Mascarada que tendrá lugar en nuestro humilde hogar en Los Hamptons....>>-Humilde y Los Hamptons no pegaba ni con cola-....<<, esperamos su asistencia. Familia Carlysle.>>-finalicé, despacio y mirando a Sahar quien me asombró con su apacible expresión, creí que algo así la haría reaccionar de otra forma. En qué estoy pensando, si es de ella de quien hablo, sus reacciones nunca son lo que espero-. Es hoy-añadí, mirando la fecha.

-Fue a entregársela-susurró-. Amanda fue a entregársela, imagino que por la sorpresa que la invadió al ver a nuestro padre se le olvidó tras caer al piso, porque vi cuando la invitación se le cayó. Debió salir de la oficina a toda prisa y no la recogió, papá debió hacerlo.-No dejó de mirar directo a mis ojos, a veces intimidaba su avasallante mirada, y a veces me inquietaba de una forma que terminaría por hacer que mi corazón saliera disparado. Mordió su labio inferior, y extendió su mano para que le entregara la tarjeta-. ¿Tienes idea de dónde quedan Los Hamptons?

-¿No pensarás...?-Me interrumpí al ver las puertas del elevador abrirse y a Jay salir acompañado de una joven que llevaba una maleta.

     El moreno de ojos claros sonrió nervioso. Iba vestido de traje, un escolta más entre los que seguro nos rondarían durante los días que estuviésemos allí.
-Lamento irrumpir así, pero es que tienen visita-dijo.

-Creí haber pedido que me trajeras con Vládimir Bélikov-protestó la chica que entró con Jay, su acento ruso no me pasó inadvertido.

    Era baja de estatura, de pelo lacio y oscuro que hacía ver su piel aún más blanca, pálida. Tenía unos ojos verdes muy bonitos de mirada pura, limpia; observé de reojo a Sahar, ésta se hallaba seria con la vista fija en la recién llegada.

-Vládimir no se encuentra en casa-habló entonces.

-Eso le dije pero la joven ha insistido, Euzma-dijo Jay en su defensa.

-¿Euzma?-susurró la chica, dubitativa.

-Vale, ¿quién es usted?-preguntó Sahar, dirigiéndose a la joven.

-Nina Alyosha, ¿con quién tengo el gusto de hablar?-No me gustó en lo más mínimo su tono, su sonrisa, ni la mirada que le dirigió a Sahar.

-Sahar Cassul, hija de Caín.-Miré a Sahar, fue demasiada sinceridad considerando que la joven que tenía enfrente era una completa desconocida-. Es una Blood Drynka-me dijo al notar mi desconcierto.

-¡Lo sabía!-exclamó la tal Nina. Se acercó y le extendió la mano a Sahar, ésta levantó un muro entre ambas casi que pude verlo al percibir su cambio de actitud, miró la mano que esperaba ante ella y la estrechó por educación-. Cuando ha dicho Euzma supe que eras ella, su hija, y es un honor poder conocerte. En los círculos se habla mucho de usted, Euzma Sahar, mis respetos.-Hizo una reverencia, besó la mano con la que Sahar estrechó la suya-. La Espada de Caín-añadió más seria.

-¿Eres pariente de Velkam Alyosha?-inquirió Sahar, había puesto una distancia abismal entre ella y Nina.

-Soy su hermana menor-respondió Nina, me miró de reojo.

     Sahar asintió satisfecha con la respuesta.

-Jay, ¿sabes dónde quedan Los Hamptons?-le preguntó al escolta.

-Por supuesto, vuestro padre tiene una propiedad allí.

-Entonces prepara el coche, quiero que me lleves-ordenó. 

    Quiero. Quiero. ¿Estaba mal que me gustara oír esa palabra saliendo de su boca y sólo de su boca?
    Jay entró al elevador, perdiéndose tras sus puertas. Sahar volvió su atención a Nina, le ofreció algo de beber pero la joven aseguró que así estaba bien.

-Por favor, tome asiento, señorita Alyosha-dijo-. Esta chica que me acompaña es Faye Vesper, mi novicia, miembro del clan.

-Un placer-sonrió Nina, tomando asiento en el sofá-. Pueden llamarme Nina, no hay ningún problema.

    Me quedé de pie detrás del sillón donde Sahar se había sentado.

-Tristán Bogdánov estuvo aquí anoche-dijo Sahar.

-Lo sé, de hecho yo debía acompañarlo, pero me encontraba en Londres. Mi vuelo se retrasó y le dije que no podíamos darnos el lujo de posponer dicho encuentro, así que le tocó venir solo; yo acabo de llegar, tomé un taxi en el aeropuerto y vine aquí, Tristán ni siquiera sabe que estoy en la ciudad.

-¿Por qué la urgencia de reunirse con mi padre? ¿No le bastó con que Tristán lo hiciera? Él puede darle las pautas de lo que se habló anoche-dijo Sahar. 

    Nina bajó la mirada. Sahar miró por encima de su hombro, buscándome. Al verme, una sonrisa enigmática se dibujó en sus labios.

-No confío mucho en Tristán-susurró Nina, y entendí el por qué de la sonrisa de Sahar, Tristán tampoco le inspiraba confianza-. Si insisto demasiado en ello mi hermano me sacará de las investigaciones, y esto es muy importante para nosotros, Euzma Sahar. Mi hermano le tiene mucha confianza a Tristán, y aún más respeto por Caín, nuestros antecesores le decepcionaron y nosotros no queremos repetir la historia, si alguna vez salimos a la luz queremos hacerlo con la frente en alto, queremos paz, y ya hasta en los círculos han comenzado a verse cismas, somos hermanos, una misma comunidad, una misma raza, es suficiente con la envidia y el odio que nos tienen quienes están matando a los nuestros, para que encima tengamos que pelearnos entre nosotros.-Nina hablaba con una convicción que captó no sólo mi interés sino el de Sahar, la menor de los Alyosha era igual de visionaria que Sahar cuando se lo proponía-. Queremos ser de vuestro agrado, queremos ser merecedores de pertenecer a vuestra a familia. No queremos más sangre derramada.
   Me paseé por la sala de estancia, y pude observar la inexpresiva faz de Sahar quien sólo se dedicaba a observar a Nina en silencio.

-Imagino que ustedes saben lo que está pasando-agregó ésta última.

-Estamos enteradas, de hecho será Euzma Sahar quien se encargue de ahora en adelante-le respondí, Sahar seguía observándola.

-¿En serio?-dijo Nina.

-Mi padre tiene que atender otros asuntos, pero no quita que también esté al pendiente de los avances que hagamos-habló por fin la morena.

    El teléfono sonó, fui a cogerlo. Era Jay anunciando que nos esperaba abajo, le hice llegar el mensaje a Sahar, ésta se levantó. Le dije a Jay que íbamos en camino.

-Usted nos acompañará, Nina-soltó Sahar de camino al ascensor. Nina fue detrás, y a mi lado-. ¿No les apetece un gelato?-preguntó de pronto, Nina frunció el ceño mirándome, buscando alguna explicación que yo pudiera darle al repentino antojo de Sahar quien se encontraba en medio de ambas.

     En el coche Sahar se sentó con los brazos cruzados, y aún entre la Blood Drynka y yo. Su mirada al frente, ajena a lo que ocurría a su alrededor, Nina me sacó conversación para romper un poco el silencio que reinaba, tenía una voz igual de peculiar que la de Sahar aunque ni punto de comparación, la de Sahar pasaba de ser grave, profunda, a ser dulce y aniñada en cuestión de segundos como su actitud que bien podía ser cariñosa, romántica, y erótica cuando estábamos a solas, como fría, distante y mandona cuando estábamos en público, aunque con un especial y calmado tono que me dedicaba sólo a mí.
   Gracias a la rápida y segura forma de conducir de Jay llegamos en una hora y media a una de las zonas más prestigiosas y elitistas del estado de Nueva York. Los Hamptons era precioso, era la primera vez que visitaba esa parte, y aunque no estábamos allí para hacer un tour, las vistas por la ventanilla eran un espectáculo a los ojos. La verdad es que Providencia no tenía nada que envidiarle, sonreí mirando de reojo a una aislada Sahar. El sitio no le impresionaba, ella iba a lo que iba: ver a Amanda.
   Jay se detuvo frente a una casa muy grande, abrí la puerta con la boca hasta el suelo de lo asombrada que me había dejado la impresionante propiedad.

-Tu padre sabe gastar muy bien su fortuna-le comenté a Sahar.

-¿Mi padre usa esta casa para algo más, Jay? No creo que venga a pasar su tiempo libre aquí porque ya tiene Providencia para el caso-dijo Sahar, esperando la respuesta del escolta con sus oscuros ojos puestos en mí.

-Esta propiedad es utilizada por diversas instituciones a las que él apadrina: Orfanatos, Centros Geriátricos, han venido incluso personas con enfermedades terminales. Presta este lugar para que vacacionen, para que pasen un rato agradable; sólo es una de tantas que sirven para el disfrute de quienes no pueden pagar algo así de cómodo y lujoso-explicó el moreno de ojos claros, orgulloso del hombre al que servía.

     Nina sonreía siguiéndolo dentro de la casa. Sahar y yo íbamos detrás.

-Tu padre no es tan malo-dije, cambiando el comentario anterior-. Cuando quiere puede ser buena gente.

-Para aliviar las culpas que lleva encima-susurró ella.

-No justifico sus acciones, y lo más que sé de él, además de que es tu padre, es el hecho de que asesinó a su hermano milenios atrás. Es un padre que a su manera quiere a sus hijos.

-Dejó a mi madre biológica y a su primogénita abandonadas a su suerte-susurró. Nina estaba ocupada paseando por la casa con Jay. 

-No sabes exactamente cómo se dieron las cosas, Sahar, defiendes a una mujer que acabas de conocer y que por lo que sabemos es una sociopata.

-No lo sería de no ser por él. Escuché a Amanda cuando se lo decía.

-Ella no puede culparlo por lo que es ahora, somos dueños de nuestros actos-repliqué.

-Ahora soy yo la que te dice que no sabemos cómo se dieron las cosas para que Amanda terminara siendo lo que es actualmente, se llamó a sí misma monstruo.

-Al menos ella sabe lo que es y lo tiene asimilado-dije, levantando un poco la voz. Sahar dio un paso atrás, su mandíbula se tensó. Cerré los ojos al darme cuenta de lo que acababa de decir-. Sé cómo sonó eso, y no es a lo que me refería, no hablaba de ti. Hablaba de ella.... y no me puedo creer que estemos discutiendo por su culpa.

     Me dio la espalda y llamó a Jay.

-La mansión de los Carlysle, ¿dónde está?-le preguntó al encontrarlo en el patio trasero que daba a la extensa playa.

-A dos casas de aquí-respondió Jay, desconcertado-. Pero no puedes acercarte, tengo entendido que nadie debe verte, que has de pasar inadvertida.

-Y lo haré, no hay nadie más en esta playa y la persona a la que quiero ver....-dijo con lentitud, pasando al lado del escolta y viendo hacia un punto en concreto-....está allá-finalizó. Seguí su mirada y vi a una rubia sentada en la arena, a su lado había otra persona-. Es Amanda-susurró, bajando las escaleras.

-¿Estás segura de que es ella?-inquirí, yendo detrás.

-Claro que lo estoy, espérame aquí.

    No sonó cabreada al menos, pero sé que volví a meter la pata.

    



   Si antes dudaba de Tristán, ahora, tras escuchar a Nina me aferraba más a esa idea de ponerle vigilantes al Blood Drynka. Drako iba a tener que darme la razón aunque con o sin su apoyo Tristán no iría a ningún lado sin alguien pisándole los talones.
   Durante el trayecto a Los Hamptons me evadí, tenía a Amanda en la cabeza, necesitaba entender. Un monstruo....como yo.
    Me encaminé por la arena hacia la rubia que se hallaba sentada en ella acompañada de un caballero. Poco antes de alcanzarlos lo escuché a él hablar:

-Cuentas conmigo, Amy-decía, pasando su brazo por los hombros de la rubia para mostrarle su apoyo, y reconfortarla. Me detuve al reconocer el gesto, ¿sería su pareja o sólo un amigo?-Nadie sabrá lo de tu parentesco con Bélikov, al menos a mí tendrían que torturarme hasta la muerte y ni así sacarían información-rió.
-No digas estupideces, dejar que te hagan daño no está en mi lista de quehaceres de esta vida-le aseguró Amanda, él hombre soltó una carcajada.

-Me alivia saberlo, justiciera.-Apenas terminó la frase lanzó la vista hacia mí y se levantó-. Amanda-dijo.

     Mi hermana lo miró sin comprender por qué se ponía de pie, hasta que siguió su mirada y se encontró conmigo. Lo imitó, atónita.

-Sahar...-musitó.
-¿Estás molesta porque he venido a verte, hermana mayor?-pregunté, sintiéndome nerviosa...creo.

    Amanda sonrió.


      
     

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