Spin-off

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jueves, 20 de julio de 2023

Causa Perdida II...




Es tu voluntad mantenerme aquí
mi voluntad se somete a ti...
Tu mirada se pasea por mis labios, ¿la prisionera soy yo o eres tú?
Viaje a Estocolmo sin boleto de regreso...
Secuestro tu voz, tu mente, tus ojos... tu cuerpo... pago caro el precio...
Causa perdida... Quizá...
A veces sola, a veces contigo. Y tu mirada se pasea por mis labios, 
¿la prisionera eres tú o soy yo? 
Causa perdida... Quizá...
A veces placer, a veces castigo...




-Emily Ciro...




lunes, 17 de julio de 2023

Causa Perdida...



Encadenada a esta naturaleza del cuerpo,
cumplo condena en este plano, acaso es así...
Pasan mil años,
sentir el calor,
necesidad de la materia...

Placer-Castigo...

Ya no sé...

Energía que fluye, torrente de lava inapagable...
Lucha de ilusiones
Causa perdida, quizá....
A veces placer, a veces castigo...



-Cassandra Lázaro






sábado, 15 de julio de 2023

Coliseo: Vier

Marzo 21, Año 2033
Virginia

  Nieva en Madrid, nieva....
  Recojo mi casaca negra de la cama. Me paro frente al espejo y abrocho cada botón, la plata me pica en los dedos, sin querer se me escapa una lágrima, la limpio con violencia; no puedo llorar. No quiero llorar. No debo llorar.
  Mis ojos cafés lucen cansados, lejanos en estas cuencas; río por lo bajo, que estúpida me siento. Cansada y estúpida.
   
—Quizá te burlarías de mí ahora por estar lamentándome—susurro.

   Escuché la puerta cerrarse. Di un último vistazo a mi reflejo para luego salir del dormitorio, antes de cerrar la puerta vi la cama hecha, en realidad ni siquiera pasé la noche allí; cerré pensando en el deseo de volver a la playa y hundirme en el mar. 
   Ser arropada por las olas, escapar del ruido del mundo en el acto, eso deseaba. Anoche tuve algo de esa paz; nada ha cambiado aquí, Camus, todo sigue igual a como lo dejaste, ni siquiera he encontrado a quien te separó de mí. Tres malditos años y nada. No pierdo la esperanza, pero me siento atrapada. Estoy atrapada.
    Y dirás: ¿Y es que acaso no lo estamos todos?
    Nos tienen, hace tiempo que nos tienen.

—Buenos días, Comandante—saludó mi Segunda, dejando en la mesa los sobres de correos que había estado examinando—. Nos esperan en el aeropuerto, Vier.

—Buenos días, Sechs, dame la buena noticia de que no se opusieron a mi sugerencia de que pilotaras—dije arreglándome los guantes blancos.

—Ha sido una sugerencia de la consentida del Führer, ¿de dónde sacarían los cojones para oponerse?—sonrió la castaña.

  Se encaminó hacia la puerta y la abrió para que yo saliera la primera. 
  Llevaba el cabello suelto, sus ojos verdes, que tanta violencia habían visto, guardaban con estricto celo un brillo hermoso, como si se negara a permitir que cualquier cosa externa se llevara o corrompiera su humanidad. Sechs tenía esa chispa que hacía este mundo un poco más "caminable" si era ella quien te acompañaba, y no conseguía fiarme de nadie más, después de ella sólo mi difunto esposo.
    A Sechs le confío mi vida.
   Me subí al coche estacionado frente al edificio donde vivía, ella aguardó a que estuviera dentro para cerrar la puerta y rodear el coche por el frente para subirse en el asiento del conductor. Puso el motor en marcha y avanzó por las calles vacías de Madrid. Eran las seis de la mañana del 21 de marzo, yo tenía 13 años cuando este silencio sobre el mundo comenzó.
   Miro a Sechs de reojo, está muy seria, concentrada en la carretera.

—Esta mañana llegó un informe desde Aghaad—comunicó. Se requiere más presencia militar para controlar las revueltas. Si el resto del mundo se entera del levantamiento que se ha iniciado allí tendremos serios problemas, Vier.

—Parte de nuestro deber es evitar que se filtre dicha información, los ciudadanos del mundo nunca habían estado tan seguros como ahora.

—¿Y por qué tengo un mal presentimiento? ¿Por qué siento que hay algo que no está bien? 

—No vuelvas a cuestionar, Sechs, ese no es nuestro trabajo. No cuestionamos, trabajamos por la seguridad de los ciudadanos del mundo.

—Lo siento, Comandante—murmuró.

  La veo apretar el volante, está furiosa. Me recuerda a ti, Camus, no sé por qué en este instante me ha recordado a ti.
    Mira por el espejo retrovisor y disminuye la velocidad.

—¿Pasa algo?—pregunto volviéndome en el asiento para mirar hacia atrás.

—Creo que nos estaban siguiendo, Vier.

—Eso es imposible, hay cámaras por todas partes, nadie intentaría romper los protocolos.

   Nadie sería tan estúpido.