Spin-off

Spin-off

lunes, 30 de diciembre de 2013

.......



¿Dónde andabas tú?
Inoportuna maravilla, ¿en qué planeta te escondías?

Dime ¿qué hacías tú? 
Que aterrizaste en mí vida, cuando menos lo quería...

Será que te ocultaste en el fondo del mar,
como el tesoro más difícil de encontrar...
Será que te he esperado tanto, y al final
no te supe amar... 

¿Cómo sabías tú?
Lo que soñaba y escondía, 
mí repertorio de manías...
Será que me estudiaste desde algún lugar,
que me leías como a un libro sin final..
Sera que te guardaste tanto que al final
no te supe amar...

¿Dónde andabas tú?
Que siempre te extrañé..
Aún sin conocerte cuántas noches te pensé...
La vida es como es, no me dejó tenerte...
Dime...

¿Dónde andabas tú?
Cuando podía regalar todo mí amor..
Sin compartir con otros nuestro corazón...
¿Dónde andabas tú?

¿Dónde andabas tú?
Cuando podía darte el cielo con su azul.
Pero llegué muy tarde y me pregunto aún...
¿Dónde andabas tú?

.......












SanLuis...

martes, 24 de diciembre de 2013

.....





"Desnúdame el corazón, y verás cómo, poco a poco, la ropa va cayendo sola."

....





"Es fácil quitarte toda la ropa y tener sexo. Las personas lo hacen todo el tiempo; 
pero abrir tu alma a alguien, dejarle entrar en tu espíritu,
pensamientos, miedos, futuro, esperanzas, sueños....
Eso es estar desnudo."

sábado, 21 de diciembre de 2013

V


-¿Cuál es tu color favorito?

   Ivel se hallaba recostada en su pecho. 
   Dos de la mañana, estuvieron en silencio durante una hora entera; ella se sentía satisfecha y al mismo tiempo lo necesitaba, pese a que estaba allí, a su lado. Había descubierto cosas sobre sí misma en una noche de lo que podía conocer en toda una vida.
    ¿Una semana con él sería suficiente?
     Deja de pensar en tonterías, pensó. No es sano, no ahora.
     Comenzaba a dudar, lo que no sabía era que él había empezado tener sus dudas mucho antes. 

-¿Me has escuchado?-Ivel levantó la cara-¿Cuál es tu color favorito?

-Nada personal, ése es el trato.

-Ésa línea la cruzamos cuando viste el libro en el coche. En comparación, ésta pregunta es una jodida frivolidad.

-Los colores favoritos no son frivolidades, son una forma de descubrir qué tipo de personas somos. Dicen mucho de nosotros, de nuestra personalidad.-Ivel lo decía en broma, repetía de memoria un artículo que había leído hacía semanas.-Tengo dos. Rojo y negro.-dijo, resignada.

-Eso es contradictorio.

-Lo sé.

   Ambos rieron.
  Rojo: Explosivo, apasionado, intenso. Negro: Frío, misterioso, con tendencia a ocultar sus emociones.

-Pero creo que me dicen algo sobre ti.-sonríe mientras le acaricia la espalda.-Puede ser un poco contradictorio, sin embargo tienes el equilibrio perfecto; me gusta.

   Ivel no dijo nada, volvió a recostarse.

-Ésa chica que te acompañaba, la dejaste sola aún cuando no conoce a nadie.

-Leyla sabe cuidarse sola,-murmuró-. Soy una egoísta.

-No te acostumbras a tener a alguien que te quiere por quién eres. Que te quiere con todo y lo egoísta que puedas ser. No te has acostumbrado aún.

   Ivel volvió a levantar la cara. 
   Lo miró atentamente, dijo aquello como si supiera exactamente lo que ella sentía; él le devolvió la mirada. Sí, siente lo mismo, es igual de egoísta. De eso no había dudas.

-El chófer, ¿lo conoces de hace mucho?-preguntó, cambiando el tema.

-Trabaja para mí padre, y es gran amigo mío, cosa que a mí padre le jode la paciencia.-rió.

   Ivel besó sus labios, acallando su risa. Él le siguió el beso, buscando su lengua; Ivel se apartó.

-Mala.-dijo casi sin aliento.

-Gracias.-Se recostó en su pecho, nuevamente.

-En el ascensor tú....

-No hablaré de eso.-dijo, rápidamente.

-Ivel....

-Te vas a burlar.

-No lo haré.-aseguró él, apretando la mano que acababa de coger.

    Ivel soltó un largo suspiro.

-No me gustan ¿de acuerdo?

-¿En serio?-No había rastros de burla en su tono de voz; Ivel levantó la cara.-Me imaginaba follándote dentro de uno.

   Ivel rodó los ojos.

-Eso cambia todo.-ironizó.

-¿Miedo superado?

-No, pero puede funcionar. En cualquier caso sería una buena terapia, terminaría superándolo.

   Se levantó, cogió la camisa blanca que estaba en el suelo y se la puso. Caminó hacia la ventana, sentía curiosidad; el nombre que aparecía en el libro lo vio en un correo anónimo que le habían enviado. 
   Viorel se puso el pantalón y se acercó a ella.

-¿Qué pasa?-preguntó.

-¿Por qué "Lo que el Viento se llevó"?

   Viorel no se apartó, besó su cuello.

-Por mí madre, era su libro favorito.

   Ivel retiró las manos de él de su cintura. Y sin mirarlo salió del dormitorio; el hombre la siguió sin entender por qué actuaba así.
   Ella había empezado a vestirse, no la detuvo sólo la observó; se cruzó de brazos cuando la vio levantarse y ponerse la chaqueta. No la detendría, no la detendría. No era algo serio, si ella quería irse estaba en todo su derecho.

-Ivel..-comenzó.

-Debo marcharme.-dijo con firmeza, se dirigió a la puerta pero él no aguantó y la cerró tan pronto ella la abrió.-No lo hagas....

-Explícame.-susurró. No apartó la mano de la puerta, estaba muy cerca de ella.-Al menos déjame llevarte, Ross espera abajo.-agregó, entendió que ella no diría nada más.

-Sin despedidas, puedo irme sola.

   Viorel volvió a besar su cuello, ella giró un poco su cabeza. Buscó su boca, él apenas rozó sus labios al mismo tiempo que le abría la puerta.
     La vio marcharse en silencio.
      





   








"El deporte favorito de la gente es juzgar y condenar con un mínimo de datos."


miércoles, 18 de diciembre de 2013

IV



"...Escúchame, que el amor es como es...
Llega en silencio y descalzo..."


    Ivel le texteó a su amiga diciendo que tal vez volvería un poco tarde, y que Lu tenía una copia de la llave del apartamento.
   Al terminar y levantar la vista se vio delante de una limusina; miró a Viorel con sorpresa.

-¿Cuando has planeado esto?

   Él la acorraló contra el elegante auto.

-Justo después de dejarte ésta mañana.-susurró contra sus labios.

   Hizo el amago de besarla pero se alejó cuando ella buscó sus labios.

-Tu maldad te saldrá muy cara.-comentó ella, arqueando una ceja.

    Viorel se encogió de hombros, abrió la puerta y la invitó a entrar.
    El chófer puso el auto en marcha tan pronto él subió.

-¿Adónde vamos?-inquirió Ivel, cogiendo un libro que estaba a su lado.-¿"Lo que el viento se llevó"?-Lo miró dubitativa. El ejemplar se veía bastante viejo.

   Él rió.

-Primero, reservé una suite en un hotel. Y segundo, sí, me gusta ése libro. No veo razón para que te sorprendas..

-No eres lo que aparentas.-El comentario le hizo mucha gracia a él.-Llevo años buscando éste libro en físico, nunca lo encuentro.

-Quédatelo.

-No.-Se lo entregó al ver que en la primera página aparecía el nombre de una mujer. Margaret Sullivan.

     Estuvo tentada a preguntar quién era, pero pensó que eso no sería bueno. Cosas personales no.
   El silencio se hizo, y no fue incómodo, si no todo lo contrario; Viorel la tenía cogida de la mano y jugueteaba con ella, de vez en cuando intercambiaban miradas. Se sentía deseada, y no podía negar que lo deseaba, justo ahí... en el asiento trasero del coche.
     Su fantasía terminó tan pronto como empezó pues el chófer anunció que habían llegado a su destino; Viorel le agradeció con una familiaridad que Ivel fingió ignorar.

    Viorel aún la tenía tomada de la mano cuando entraron al elegante recinto, saludó al caballero de recepción y siguió hacia los elevadores. Otras tres personas entraron con ellos; durante el trayecto el chico notó el nerviosismo de su acompañante, apretó un poco su mano pensando que tal vez se estaba arrepintiendo. Ivel levantó la mirada y negó con la cabeza, había adivinado lo que pasaba por la mente de él. Le apretó la mano de vuelta.
         Él capturó sus labios en un intenso beso que, de no haber estado acompañados, posiblemente habría terminado en algo más. A Ivel no le avergonzó ni un poco la presencia de los extraños, y tras llegar al piso que les tocaba, salió con una sonrisa de satisfacción en los labios.
    Viorel la guió hasta una puerta doble. Parecía ser la única habitación en aquel pasillo.
   
-Damas primero.-sonrió, luego de abrir.

-Gracias, caballero.

   Viorel ni siquiera esperó a que ella admirara la habitación, cerró la puerta, y la atrajo.
   Se fundieron en un largo beso que nada guardaba de puro; sus lenguas se entrelazaron mientras la llevaba hacia el sofá. No habían ido a maravillarse con la elegancia y belleza de aquella suite, las intenciones de ambos fueron obvias desde el momento en que ella decidió aceptar la propuesta. Sólo amantes, nada más...y una semana, tan sólo una semana...

-Espera....-Ivel lo empujó, el chico cayó sentado en el sofá que estaba detrás de él.-Impaciente.

   Viorel se puso en pie nuevamente con esa sonrisa burlona en los labios, ésa que empezaba a convertirse en la debilidad de Ivel.
    Besó sus labios, ella correspondió mientras se quitaba la chaqueta y la dejaba caer al piso. Viorel le desabrochó el pantalón, se apartó de la chica. Y poco a poco lo fue bajando, ella se deshizo de su blusa y salió de los vaqueros, pero fue Viorel quien le quitó los tenis. Estaba de rodillas ante ella, se levantó lentamente dejando un sendero de besos en la pierna derecha de su joven compañera; depositó un suave beso en la parte interna del muslo para luego morder con suavidad el mismo lugar.
  Ivel gimió al sentir el leve dolor que se mezcló al instante con el placer. Estaba húmeda desde el juego de miradas en la playa, le parecía ridículo que un hombre tuviera ése efecto en ella así de rápido; lo escuchó reír al momento de él levantarse. La apretó a él, quien ya estaba listo. Ivel sonrió al sentir la dureza de su sexo contra ella.
   
Él la levantó un poco y la apoyó contra la pared. Miró sus labios, el rojo carmín no se hallaba disperso, no del todo. Le mordió suavemente el labio inferior, de algún modo sus manos actuaron y se deshicieron de las bragas. Estaba fuera de sí, cosa que ella lograba hacerle con facilidad.


   La chica reservada, callada, era totalmente distinta cuando de sexo se trataba. Como lo dijo ella misma minutos atrás: "No eres lo que aparentas".

-No eres lo que aparentas.-le susurró Viorel al oído.

-Yo no aparento, soy quien soy. Sólo que no confío en la gente tan rápido.

-¿Entonces ya he ganado?

   Viorel sacó un paquetito plateado de su bolsillo y alejándose de ella, quitó la envoltura. Le entregó el contenido a la chica, quien entendió su silencioso pedido; dio un paso al frente y le bajó los pantalones seguidos de su bóxer. Lo miró directamente a los ojos, él parecía estar sacando fuerzas de donde no tenía para mantener el control, su respiración se volvió cada vez más irregular al sentir las manos de Ivel en su sexo. Le sostuvo la mirada el tiempo que tardó en colocar el condón; ella bajó la mirada, Viorel aprovechó su descuido. Capturó su boca en un largo beso, la apoyó en la pared y, sin previo aviso, la penetró.
     Aunque al inicio fue un poco fuerte, Viorel bajó la intensidad, y no por pedido de ella sino porque quería alargar el encuentro. Las embestidas eran lentas, acompañadas por efímeros besos en los labios. 
    Sus miradas se encontraron, él se detuvo dentro de ella, sintió una fuerte contracción que casi lo hace correrse. Pero sacó fuerzas de flaqueza para aguantar sólo un poco más. Acarició su labio inferior con el dedo pulgar, ella le puso una mano en el pecho. El deseo brillaba en sus ojos; Ivel se mordió el labio que él acababa de tocar, y los movimientos empezaron de nuevo. Ésta vez más fuerte.
     La chica sintió explotar cuando el hombre besó su cuello, y embistió por última vez. Viorel se corrió escasos segundos después mientras saboreaba su boca; apoyó su frente en la de Ivel, sin despegarla de la pared y sin salir de ella.
   Besó su boca nuevamente, el deseo seguía latente. Quería más de ella...

-¿Estas bien?-preguntó con una sonrisa en los labios.

-Sí, pero...¿intentas matarme?-rió, mientras él salía con lentitud.-Por cierto. ¡Qué bello lugar!-comentó, intentando no desplomarse en el piso alfombrado.

   Viorel rió, sabía que ella no había prestado el mínimo interés en la suite.
    Se quitó el condón y le pidió que esperara un momento. Pero ella lo siguió hacia el dormitorio; se había puesto la camisa blanca de su compañero y se paró en medio de aquella habitación, era preciosa. Grande y elegante. Él volvió, la cogió de la cintura y la llevó hasta la cama; la acostó quedando él encima.
    Le dio un beso en la comisura de los labios, ella le acarició el oscuro cabello.

-¿Quieres algo de beber? Así reponemos fuerzas.-dijo el joven-. Pediré algo a...

-No. Si quiero algo de beber y comer serás .

   Viorel delineó con el dedo índice los finos labios de la chica.

-¿Sabes que me resultó divertido?-dijo de pronto.

-Dime, pequeña mía.

-Tu reacción de anoche al darte cuenta de que habías olvidado usar condón.

   Viorel detuvo el beso que le estaba dedicando en el cuello.

-Nunca me había pasado, pero para tu suerte estoy sano.

-Para tu suerte, yo igual. No soy promiscua como cierta persona.

  Él frunció el ceño. No por enfado, estaba jugando con ella.

-¿Qué insinúas? No soy promiscuo

-No, claro que no.-Una nota de sarcasmo en su voz.

   Viorel le dio un mordisco en el cuello, ella ahogó un gemido.

-Encontraste divertido mí pesar ¿no?-Ivel asintió-. Eso merece un castigo.

   Sus ojos tenían un brillo electrizante; tan azules, tan posesivos. Ella era suya, y ésa mirada casi animal se lo confirmaba.

-¿Tienes un látigo escondido en ésta habitación?

-No eres ése tipo de persona.-susurró él.

-Soy del tipo de persona que tiene mente abierta.

   Allí estaba esa media sonrisa otra vez. Sin duda hermosa.

-Ivel ¿acaso dejarás de sorprenderme?-preguntó, mirándola fijamente, y separando sus muslos.

-Sólo cuando tú así lo desees. 

   No era la respuesta que esperaba, pero sí le resultó excitante.
   Sería una larga noche....
   Y una larga semana....
 






......

















A buen entendedor...
   Pocas palabras.... ;)

domingo, 15 de diciembre de 2013

III...

...Estaba oscuro, y yo estaba acabada
Hasta que besaste mis labios
y me salvaste...
Set Fire to the Rain.
          Adele



      Ivel sólo esperaba que la dueña del coche no se hubiera trasladado en taxi hasta su apartamento para medio matarla al verla. 
      Ella le había pedido el auto prestado, pero Lucía, conociendo su forma de conducir se lo negó; en un descuido de la joven, Ivel revisó su cartera y sacó las llaves.  No era la primera vez, y la chica aún no podía creer que Lu se fiara. Trabajaba como asistente de la editora de una revista especializada en moda, e Ivel solía ayudar en cuestión de fotografía, Lucía la ayudó a conseguir ése trabajo.
  
    Fue llegar y cruzar los dedos.
    El apartamento quedaba en el quinto piso; mientras subían las escaleras-porque Leyla sabía lo mucho que Ivel odiaba los ascensores-, Ivel encendió el móvil. Tan pronto lo hizo recibió un mensaje.

   "¿Irás ésta noche?"

   Leyla la vio sonreír, y le entró la curiosidad.


-¿Todo bien?-preguntó.

-Sí, Lucía organizó una pequeña fiesta en la playa para ésta noche. ¿Quieres ir conmigo?

-Encantada.

   Ivel se adelantó por el pasillo y respondió el texto:

 "Eres impaciente."


   La contestación llegó al momento:


"Vale, que Lu me ha comentado que eres igual."

-Set Fire to the rain. No lo creo de ti.-Se burló Leyla, refiriéndose a la canción que sonaba cada vez que llegaba un mensaje-. Bueno, tal vez un poco.

  Ivel rodó los ojos, su réplica se vio interrumpida por el desconcierto al ver a dos personas esperando a las afueras de su apartamento.
   Un hombre y un chiquillo, éste último sentado en el piso.
    Leyla no se había percatado de la presencia de aquellos dos, se había distraído viendo las fotografías que colgaban de la pared. a un lado y otro. Ivel tenía un piso entero para ella sola y había hecho de las paredes su mural de arte fotográfico; imágenes en blanco y negro-y una que otra a color- se repartían por aquí y por allá.
    No llegó a preguntarle cómo le hizo para que permitieran aquello, porque la chica había dejado la maleta rodante frente a la puerta, cogió al hombre de la mano y le pasó por el lado a su amiga. Con un "Ya regreso" que apenas y si se entendió.
   Dobló por al final del pasillo y se perdió con aquel tipo al que Leyla no logró ver bien.

-Hola.-saludó el chico que estaba en el piso.

   Leyla le respondió con un gesto de la cabeza.

-¿Conoces a ése hombre?-le preguntó al chico. Era muy moreno, de unos catorce años más o menos.

-No..bueno, suele venir.

-¿Novio?

-Pues cómo voy a saberlo, ella nunca habla de eso.

  Leyla rió internamente.
  ¿Qué podía saber aquel chiquillo? ¿Y qué hacía ella preguntándole esas cosas a un desconocido?

-¿Quién eres?


-Manuel, mucho gusto.-El chico se levantó y le extendió la mano.

-Leyla.

  Sacó una caja de cigarrillos del bolsillo de su chaqueta después de estrecharle la mano.

-¿Qué haces aquí?-dijo después de encender uno.

-Suelo venir a darle lata a ésta hora cuando está en casa.

   Leyla soltó una risotada al mismo instante que Ivel volvía.
   Abrió la puerta después de saludar al niño como si éste fuese un militar, pero no del modo rígido. Fue algo más casual.
   Leyla no le hizo ninguna pregunta, si quería hablar hablaría.
 
    Ivel le explicó que "Manu", como ella lo llamaba, era hijo de un médico y una maestra. El niño se había apegado a ella desde que se mudó hace una semana, "Es peor que un chicle, ¿verdad, chiclito?" comentó guiñándole el ojo al chiquillo.
     Almorzaron juntos. Y en lo que iba del día Lucía no llamó, tan sólo envió un mensaje pidiéndole que llevara el auto a la playa, allí se las arreglarían.

-Te va a matar.-dijo Leyla al final de la tarde.

   Manuel se había marchado; Ivel se estaba arreglando para salir y Leyla estaba en el balcón de la habitación de su amiga fumando. Llegó un momento en que Ivel se le acercó a hurtadillas y le quitó el cigarrillo de la mano, lo lanzó por el balcón y volvió a lo suyo.

-¿Sabes que pudo caerle en la cabeza a algún peatón?

-Ajá ¿Y entonces?

   Se había parado en medio de la habitación con una mano en la cintura.
   Llevaba un pantalón de mezclilla gastado aunque muy ceñido; una blusa negra de tirantes y una chaqueta de cuero en la otra mano, su pelo negro ondulado iba revuelto y sus labios tenían rojo carmín. Leyla pasó por su lado y abrió la puerta del dormitorio para salir la primera.
     Esta vez Ivel prefirió el ascensor, tenía la manía de estrujarse las manos cuando iba en uno de esos aparatos. Leyla lo había notado en una ocasión, a los pocos meses de conocerla; habían ido a ver a un amigo de Ley, y ésta la observó detenidamente. Sonrió, le cogió una mano y la sostuvo hasta que llegaron a su destino.
     Hizo exactamente lo mismo en ésta ocasión.

-Lo siento.-susurró Ivel.

-Tranquila. No te suelto.-le respondió Leyla.

 



***  


  Ivel podía ser muy inquieta a veces, al tiempo que tranquila y reservada. 
  No sabe la razón, solo no le gustaba estar dentro de un ascensor. Lo odiaba, si podía evitar usarlos, lo hacía.
   
-¿Por qué no fuimos por las escaleras?-pregunté.

-Ya las usé dos veces esta mañana, por hoy se acabó el ejercicio.-Reí al oír su explicación. Ella también soltó una carcajada y le subió volumen a la radio; no pude contenerme.

-El chico....

-Es un amigo.-contestó rápidamente, sin dejar de mirar al frente.

-Y ¿no lo presentaste por...

-No hacía falta.-le subió más volumen a la radio. 

  Algo me dice que tiene que ver con la llamada de ésta mañana, tal vez era la persona con la que discutió.
   Es tan raro.

   El camino se nos hizo corto, bien sea porque no hubo mucho tráfico, bien sea por su forma de conducir. ¿Cómo consiguió una licencia? Cuando estaba tras el volante no respetaba mucho a los demás conductores y aceleraba como si no hubiera un mañana. A veces se ganaba insultos de parte de los demás, ella hacia oídos sordos.
   
   Lo bueno de éstas fiestas en la playa es que todo es improvisado, basta con que a alguno se le antoje, y extienda la invitación al resto de sus amigos. Ésta vez la antojada fue Lucía. Había una fogata y algunos llevaron guitarras; tal vez veinte personas o un poco menos, hasta una mesa con bocadillos, un dj y claro, bebidas. Ivel me extendió una cerveza después de aguantar la pataleta de Lucía, por haberle robado el auto.
   Ella no bebe, no le gusta el olor de la cerveza pero no tiene nada en contra de quienes lo hacen. Y como Lu la conocía, compró refrescos. 
    A eso de las once el dj apagó su equipo y fue el momento de escuchar a los chicos de las guitarras. Ivel se apartó del lugar, y pude notar que uno de los presentes fue tras ella.
    Un chico mucho más alto, lo reconocí porque lo pillé observándonos al momento de llegar. Atractivo, de eso no hay duda.

-Es Viorel.-dijo Lu, respondiendo a una pregunta formulada mentalmente. 

   Primero el tipo que la aguardaba en su piso ¿y ahora éste?
   ¿Ivel en qué mierda andas metida?




L....






***  

    
        Las miradas se cruzaban a cada rato, no había forma de pasar de él. ¿Y cómo? Sus ojos la observaban como si fuese de su propiedad. En el instante en el que se levantó era porque no podía soportarlo más, el frío que había permanecido durante todo el día desapareció tan pronto intercambiaron miradas al ella llegar. 
   Viorel no podía estarse quieto. ¡Comportate como un adulto! Se decía. Y allí estaba, siguiéndola.
    La alcanzó cuando ya estaban bastante alejados del grupo.
    Él no llevaba más que una camisa blanca y un pantalón del mismo color. Una tela algo transparente, y unos zapatos casuales a juego.
    Ivel se volvió y arqueó una ceja.

-¿Jugamos al gato y al ratón?-sonrió él.

   Esa sonrisa ladina y burlona comenzaba a gustarle.

-No creo que esto tenga algo que ver con ése juego.

-¡Oh! Yo creo que sí.

    La tomó en sus brazos y la besó.
    Todo alrededor quedó en el olvido. No importó que el grupo los estuviera observando desde lejos, todo se concentraba en aquel momento.
 
-Ven conmigo.-susurró él al verse apartado por Ivel.

   Ella fijó la vista hacia el lugar donde estaban los demás. 
   Leyla.

-¿Ahora?-dijo.

-Ahora.

   La tomó de la mano, y la llevó fuera de la playa. 
    

miércoles, 11 de diciembre de 2013

II

  Se quedó unos minutos en la cama disfrutando el silencio; él se había marchado muy temprano sin despedirse. Era mejor así ¿no? 
    Ella se decía que sí, aunque era la estupidez más grande pues volvería a verlo al anochecer en la fiesta de la playa que realizaría Lucía. Amiga en común que le había advertido como era él de ligador. 
    "Lo noté, gracias."
      Cerró los ojos e hizo una remembranza de la noche anterior. 
 
   Se había metido a la ducha con él; ¿que, del dicho al hecho hay mucho trecho? Ella sabía muy bien cuándo cumplir su palabra.
 
  Sonrió recordando su cuerpo desnudo. Las prendas que ella se había preocupado por quitar con tanta lentitud quedaron dispersas en el piso del cuarto de baño; estuvieron bajo la regadera besándose tan sólo. La noche parecía estar en complicidad pues las pocas horas que quedaban para que amaneciera pasaban muy lento....
    Él la había apoyado con brusquedad contra la pared, sonrió al oírla gemir cuando entró en ella....

"I let it fall, my heart..."


    La canción la trajo de regreso a la realidad, su respiración se había entrecortado ante el recuerdo, notó que ya no llevaba la sábana encima. Se sentó en la cama y cogió el móvil que seguía sonando.

-Cierra el pico, Adele.-murmuró. Cuando vio el identificador de llamadas resopló. ¿Debía contestar? Vale-. ¿Qué?

-Tu nivel de bordeozidad te supera cada vez, cielito.-comentó con sorna.

-Esa palabra es inexistente.

-Tú si puedes inventar palabras ¿no? Tienes ése monopolio.

  ¿Tenía que ser tan idiota?

-¿Qué quieres?

-Te acabas de levant...

-Te acabas de ir ¿por qué llamas? No debes hacerlo.

   Podía imaginarlo rodando los ojos.
   El móvil lanzó un pitido.

-Tengo una llamada en espera, cuelga.

-Tú primero....

  La chica colgó. Sabía que él lo hacía por fastidiar.

-Dime.-Saltó de la cama, salió del dormitorio y se dirigió a la cocina. 

   Cuando estaba sola se paseaba por la casa desnuda, se sentía tan segura que incluso salía al balcón muy temprano en la mañana. Si alguien la veía le sabía igual; era una de las formas en que se relajaba. ¡Y vaya forma!
   
    Del otro lado del auricular le estaban llamando la atención, lo apartó un poco.

-No seas histérica, te dije que me distraje en otra cosa y se me olvidó. Voy en camino.

-Sé lo que eso significa.-gruñó la chica con la que hablaba.

-Significa que voy en camino, Leyla.

   Colgó y salió a ducharse. 




***  


     Si ganara un dólar por las veces que he oído eso sería millonaria.
     Se marcha sin despedirse, huyendo de no sé qué porque aún no aprende que debe hablar con alguien cuando se siente mal. Siempre le digo que guardarse las cosas no es sano, ella simplemente no quiere ser una carga para nadie.
   Niña idiota.
    El aeropuerto, atestado de gente que llega y gente que se va. Si estoy aquí es porque me preocupa lo que esté haciendo, y lo bueno es que hablé con su amiga y me lanzó el dato. 
   ¿Portland? 
   ¿Por qué, monstruito? Eliges un lugar cualquiera en el mapa y allí vas. Pero de todos los lugares, por qué elegiste volver aquí.

-Aquí estoy.-me susurran al oído. Sonrío, y doy media vuelta.

-Como no te gustan los abrazos te daré la mano.-digo, extendiendosela.

-Mejor dame un beso y pongamos incómoda a la gente.

  Reí y apenas rocé sus labios.
   Algunos sí nos miraron como si miraran mierda.
   Ella rió complacida, y le mostró la lengua a una vieja mientras hacia rodar mí maleta.
    Al salir vi un mercedes benz negro estacionado. La miré, pensé que vendría en táxi.

-¿De dónde sacaste esto?-le pregunto.

-Me lo prestaron.

-Eso se traduce en que: Cogiste las llaves sin el permiso del dueño.-Se encogió de hombros y metió la maleta en el asiento trasero-. No pierdes la costumbre.

  Al estar dentro, pone el coche en marcha y le sube volumen a la radio. Aunque no lo suficiente como para evitar que se escuchara el sonido de su móvil.
     Aparcó a un lado de la carretera, noté su reacción al ver quien era.

-Un momento.-sonrió y salió del coche.

   Cuando contestó se metió una mano en el bolsillo de su chaqueta, luego la sacó y se la pasó por su negra cabellera. Estaba discutiendo con alguien.
     Al terminar se quedó unos minutos afuera. Hizo lo que siempre hace cuando termina de discutir, cerró los ojos y dio la espalda para que no la viera. 
   Volvió al auto, apagó el móvil y me guiñó un ojo.

-¿Pasó algo malo? ¿Fue el dueño del auto, no?

-No, el auto es de Lucía, sí debe estar fúrica pero no era ella.-La miré esperando una respuesta.-No es importante.

   Y ahí acababa todo: "No es importante".
    Si Ivel no se comportaba así, no era Ivel.




L....
   


miércoles, 4 de diciembre de 2013




"Seamos sólo un dulce amor platónico:
No te toco, no me tocas.
No te hiero, no me hieres.
Ni me alejo, ni te acercas.
Sólo la distancia necesaria para seguir sintiendo esto por ti....
No te amo, no me quieres
Pero me importas.
No te tengo, no me tienes...
Y así el dulce amor platónico nunca se acaba, y si se acaba, ni lo sientes..."



domingo, 24 de noviembre de 2013

Amis-Amants....



Y las palabras se agotan, la ilusión se desvanece poco a poco...Eres tu única compañía,
cuando decides no volver a sentir....corazón oxidado...




    Apagó la tele, se quedó sentada en el sofá pensando en la propuesta que él le había hecho. Sólo llevaba dos semanas de haber llegado y le conoció por medio de una amiga; ¡qué descaro el suyo!
     Pero los sentimientos no jugarían un papel importante, y ella no se sentía muy dispuesta a entregar su corazón, ya la habían desilusionado. No planeaba volver a pasar por esa situación. 
   Dejó el mando sobre la mesita que tenía frente a ella, a esa hora de la noche no había nada interesante para ver. Se levantó y a medida que se aproximaba al cuarto de baño fue desnudándose; para cuando encendió la regadera oyó que llamaron tres veces a la puerta. Refunfuñó mientras cogía su albornoz, cerró la llave y se dirigió a la entrada. 
   El piso desapareció bajo sus pies cuando reconoció su rostro por la mirilla. ¿Qué hacía allí? Era muy tarde.
    Abrió, después de un largo suspiro.
   Las miradas se encontraron, fue tan breve el lapso....
    Un beso....
               .....y fue acorralada contra la puerta que él había cerrado.
    Se apretó contra ella, cosa que había deseado hacer tan pronto los presentaron. La pensó durante todo el día,  y ya en la noche no pudo conciliar el sueño. Tenía que verla, si no quería nada serio con él al menos se tendrían el uno al otro sin nada que los atara.

-Acepto-. Suspiró en cuanto él se apartó para mirarla a los ojos.-Será divertido.



    Un beso....
                    ......marcó el inicio del juego.

jueves, 21 de noviembre de 2013

Tan Sólo...NO..

Si me dices que "Sí" piénsalo dos veces,
puede que te convenga decirme que "No".
Si me dices que "No" puede que te equivoques.
Yo me daré a la tarea de que me digas que "Sí".
Si me dices que "Sí" dejaré de soñar y me volveré un idiota,
mejor dime que "No" y dame ese "Sí" como un cuenta gotas.
Dime que "No" pensando en un "Sí" y déjame lo otro a mí,
que si se me pone fácil, el amor se hace frágil y uno para de soñar.
Dime que "No", y deja la puerta abierta....

Dime que no, y me tendrás pensando todo el día en ti, 
planeando la estrategia para un sí.
Dime que no, y lánzame un "sí" camuflageado.... 
Clávame una duda y me quedaré a tu lado...

Si me dices que "Sí" se fugará lo incierto, y esa cosquilla en la panza cuando estás por venir.
Si me dices que "No" seguiré conquistando,
descubriéndote cosas que ni tú te conoces....

Siempre lo fácil me duró tan poco, y no lo niego me divertí.
Pero la soledad me ha vuelto loco...porque el amor nunca ha pasado...por aquí..


Dime que no, y me tendrás pensando todo el día en ti....
Que No...




Que Sí...






Arjona...


miércoles, 20 de noviembre de 2013

martes, 19 de noviembre de 2013








<<-¿Por qué la gente buena sale con personas malas?
*Aceptamos el amor que creemos merecer.
-¿Podemos hacerles saber que merecen más? 
*Podemos intentar.>>




Las Ventajas de Ser un Marginado...

sábado, 16 de noviembre de 2013


Mamá, he soñado que llamabas a mí puerta un poco tensa y con las gafas empañadas.
Querías verme bien y fue la vez primera,  sentía que sabías como...
te añoraba...

Y me abrazaste mientras te maravillabas de que aguantara triste,
y casi sin aliento.
Hace ya tanto que no estamos abrazadas, y en el silencio me dijiste...
¡Lo siento!

Pero ha bastado un ruido para despertarme,...
Para llorar y para hacer que regresara
a aquellos días que de niña me cuidabas donde en verano cielo y playa se juntaban....
Mientras con mí muñeca vieja te escuchaba...los cuentos que tú cada noche me contabas....
y cuando más pequeña tú me acurrucabas,
 y adormecida en tu regazo yo soñaba....

Pero a los dieciséis sentí como cambiaba,
y como soy realmente ahora me veía,
y me sentí tan sola y tan desesperada...
porque yo no era ya la hija que quería...
Y fue el final así de nuestra confianza,
de las pequeñas charlas que ayudaban tanto..
Yo me escondí tras una gélida impaciencia ,
y tú deseaste el hijo que se te ha negado.

Y me pasaba el día sin volver a casa.
No soportaba tus sermones para nada, y comencé a volverme yo también celosa...
porque eras casi inalcanzable, tan hermosa.
Y abandoné mi sueño a falta de equipaje, mí corazón al mar tiré en una vasija,
perdí hasta la memoria por falta de coraje...
porque me avergonzaba tanto ser tú hija....
No....

Más no llamaste tú a mí puerta,
inútilmente tuve un sueño que no puede realizarse...
Mí pensamiento está tan lleno del presente que mí orgullo no me deja perdonarme..

Más si llamases a mí puerta en otro sueño,
no lograría pronunciar una palabra. Me mirarías con tu gesto tan severo
y yo me sentiría cada vez más sola.
Por eso estoy en esta carta tan confusa,
para encontrar algo de paz en lo que pienso,
no para reclamarte ni pedirte excusas...
Es sólo para decirte...Mamá....¡lo siento!

Y no es verdad que yo me sienta avergonzada.
Son nuestras almas tan igual, tan parecidas...
Esperaré pacientemente aquí sentada...
Te quiero tanto, mamá...escríbeme...

Tu hija....





Laura Pausini...