Spin-off

Spin-off

jueves, 29 de septiembre de 2016

Anarquía: Lo Invisible se Hará Visible


Londres, Reino Unido
Sahar

     Erza volvió a mi lado, el helicóptero que había derribado se estrelló contra el Palacio de Westminster. Si quería llamar la atención del mundo esto serviría.
    Miré al agente que seguía de rodillas.

-Eso sí es culpa mía, señor Casttle-le dije-. Vamos, Erza.

    Volvimos al coche, subimos y le ordené a Erza llevarme a su apartamento de seguridad en la ciudad. Ella había llevado a cabo varias misiones en Londres, y como todo Hassassin, tenía un piso de seguridad en cada ciudad en la que le correspondía trabajar.
    Si ya antes la gente estaba alborotada, después de lo que hizo Erza el jaleo se disparó más aún; las calles estaban abarrotadas.

-¿No nos seguirán?-preguntó la chica.

-Lo dudo.

     No era la posibilidad de que nos siguieran lo que me abrumaba y preocupaba, la única razón que podía conseguir tenerme así estaba al otro lado del mundo con mi padre torturándola hasta el borde de la locura.
    Mi pasado a su lado inundó mis pensamientos, cada imagen, cada suceso que vivimos juntas. 
   La primera vez que la vi ante mí mi alma cayó arrodillada, me derrumbé en el instante en que levanté la vista en su dirección y no entendía cómo esa forastera había calado en mí con tanta fuerza; lo cercana que me sentía a ella y viceversa, sus dudas que terminaron por disiparse y mantuvo su confianza en mí hasta el sol de hoy. Éramos más fuerte que nunca, más unidas y nada nos separaría, me prometí que nada me separaría de ella; el apoyo de mi madre, los constantes enfrentamientos con mi padre que al final aceptó que Faye no me hacía débil sino todo lo contrario.
    Asesiné a Viktor Strauss por mis hermanas, pero más porque se lo debía a Faye. Hace años le prometí venganza contra quienes le arrebataron a su familia, nunca le mencioné que tal venganza, al menos contra Viktor, vendría de mi mano. Así me lo había hecho saber Circe. Yo sabría cuando y dónde lo ejecutaría, ni siquiera le permití decir unas últimas palabras. No lo merecía.

-Euzma, hemos llegado-dijo Erza, aparcando-. La gente va a permanecer en las calles, ¿no es así?-comentó, al ver la multitud que se aglomeraba en ese lado de Londres.

-Amanda encendió la mecha, la lluvia de sangre les metió algo de miedo y debilitó el fuego que mi hermana inició. Yo sólo quiero avivar ese fuego-dije, abriendo la puerta del coche.

    Seguí a Erza dentro de su piso de seguridad, el interior daba la apariencia de estar inhabitado. El vestíbulo estaba lleno de polvo como los escalones y la baranda de la escalera por donde me guió Erza; anduvimos por un largo pasillo hasta una puerta doble, sacó unas llaves, quitó el candado, y abrió las puertas encendiendo la tenue luz al entrar.
     Aquello era otro mundo, una elegante y limpia estancia cuyas negras cortinas permanecían cerradas. El piso era similar a un gran tablero de ajedrez, baldosas en blanco y negro, tenía unos pocos sillones, un escritorio con carpetas encima, y otro donde se hallaba un ordenador; en la pared había armado un mural con un mapa indicando diferentes puntos en rojo con fotografías de influyentes personalidades.
    Volví a echar un vistazo a la estancia, y la miré.

-Tú no escatimas en gastos, Dekstra Erza-le dije, Erza sonrió.
-Si voy a pasar tiempo lejos de casa, lo haré bien-respondió, yendo hacia la computadora.

-Bien jugado.-Me asomé a la ventana abriendo muy poco la cortina. Abajo había mucha gente, y empezaba a oscurecer-. ¿Tienes registrado el número de teléfono de la casa de seguridad adonde envié a mi hermano y los demás?

-Sí.

-Márcales, debo hablar con mi hermano-ordené. Tenía que avisarle que seguía en Inglaterra y que por ningún motivo se movieran de donde estaban, las cosas se pondrían feas.

-Creo que tienes que ver esto, Euzma-dijo Erza. 

    Acudí a su lado, dejó el teléfono móvil en la mesa al lado del ordenador. Amanda apareció en un primer plano, la estaban entrevistando:

-...fui presionada para dar una falsa información, estaba bajo amenaza...

-¿Está pasando justo ahora? ¿Esto es en vivo?-le pregunté a Erza, quien asintió.
-Yo...-Amanda empezó a llorar, las lágrimas corrían por sus mejillas, y cuando enfocaron a la entrevistadora ésta puso una mano sobre las de mi hermana como animándola a continuar-....yo fui adoptada por los Carlysle, tuve una niñez muy trágica llena de abusos y violaciones. Los Carlysle me salvaron de todo eso, mi padre, Vládimir Bélikov no es quien dice ser....

-Está mirando a alguien-susurré. Amanda estaba afectada, no fingía esas lágrimas; mentía, cada palabra que salía de su boca era una mentira. Noté que observaba a alguien delante de ella, y no era a la cámara-. Es distracción, quieren confundir a los televidentes, si este programa lo están pasando ahora deben tenerlo como tópico al otro lado del mundo, ¿no crees?


-Para no darle cobertura a lo que se está iniciando aquí en Europa-dijo Erza, entendiendo mi punto.

-Llama a Drako, Amanda está viendo a alguien delante de ella. Y quiero estar equivocada al pensar que es quien creo, y si es ¿cómo demonios lograron arrebatársela a Drako?

    Erza cogió el móvil y marcó. No me apetecía seguir escuchando a Amy, sólo veía su rostro, sus lágrimas.

-Te estoy dando tiempo, padre-llamó mi atención el cambio en su mirada al decir eso-, para que recapacites y te entregues a las autoridades. Tiempo-repitió-, para desbaratar la agenda que tienes y hacer las cosas bien, no siguiendo un maldito plan. Si me estás escuchando, hazlo. Por tu familia, si alguna vez nos quisiste, haz lo que sea necesario para salir de esto, haz lo que sea necesario para salvarte, y salvarnos....

    La transmisión se cortó como había pasado con la vídeo información que dio días atrás.

-¡Mierda! No cae la llamada-soltó Erza-. Caín está muy ocupado como para ver su mensaje-comentó, refiriéndose a lo que dijo Amanda.

-No era para mi padre, era para mí. La única que está en posición y sin debilidades soy yo; hay guerra en el Cielo, aquí en Assiah se está armando una que no habían planeado, un alboroto de tal magnitud que ellos no se esperaban. Les estamos volteando todo cuando la intención era iniciar una guerra entre el hombre y Dios.

-Tu hermana dijo: desbaratar la agenda-susurró Erza, pensativa.

-La Biblia es la agenda de la élite, ¿recuerdas? La palabra religión fue creada por ellos, y aunque en el libro hay partes de verdad para advertir a la humanidad de lo que se les vendría, hay otras que fueron manipuladas, cambiadas a través de los años para controlar a los humanos, esclavizarlos. ¿Por qué crees que las profecías se están cumpliendo de forma exacta? Están siguiendo cada paso como si de una lista de supermercado se tratara.

    "...no siguiendo un maldito plan..". Eso dijo Amanda, "....haz lo que sea necesario para salir de esto..". Era lo que yo tenía pensado, hacer lo necesario.
    Erza volvió a intentar con el móvil, la llamada a Drako no caía así que marcó al teléfono de la casa de seguridad donde se encontraban mi hermano y los demás. Me lo pasó cuando contestaron.

-Vadhir...

-¡¿En qué demonios pensaste, Sahar?!-exclamó mi hermano del otro lado del auricular, lo alejé un poco-. ¡Mueve tu culo para acá

-Mi pacífico hermano, damas y caballeros-dije, Erza rió. Se volvió a pegar al ordenador-. Sigo en Londres, las cosas cambiaron, no se muevan de donde están. Es una orden, Vadhir.

-No creo que...

-¿Cuántas veces tengo que repetir que estoy a cargo, Erza?-le pregunté a mi Dekstra como si no terminara de explicarme-. Hay jaleo en todo el continente....-Erza me notificó que al otro lado del Océano las cosas habían empezado a calmarse, las protestas provocadas por la confesión de días atrás de Amy comenzaban a disminuir, la policía estaba en la calle-. Erza me acaba de informar que en Norteamerica ya lograron apaciguar las protestas, los tienen desinformados con respecto a lo que ocurre de este lado, Vadhir. Papá está ocupado, la guerra estalló en el Cielo hace rato, aquí en Assiah somos la única defensa contra la Élite de Luzbel, si la intención es adelantar Armaggedon me encargaré de hacer lo necesario para lograrlo, así que dile a Khal que movilice a todos nuestros hermanos Hassassins, tomaremos Europa, haremos que se levante el mundo entero contra sus Gobiernos y revertiremos lo que ellos han venido fraguando.

    Vadhir se quedó en silencio, lo oí suspirar.

-¿Estás segura de lo que vas a hacer?-preguntó-. Anteponer la seguridad de gente extraña a la tuya no es cosa de la Sahar que conozco, la Sahar que conozco esperaría a que se lo ordenaran.

-Haré lo necesario para protegerme, y proteger a mi familia. Si gente desconocida e inocente también se salva, será sólo a consecuencia de lo que haga-dije, acto seguido le colgué.

     Erza se levantó, me miró enarcando una ceja.

-¿Qué?

-Euzma, si todo sale bien salvarás a mucha gente-habló, nerviosa por lo que pude notar.

-Es una guerra, Erza, y sabes que en una guerra el número de muertes resultante es mayor al número de salvados. Además me preocupa lo que Faye vio en las visiones que tuvo, mi padre morirá, Luna, Amanda....

-Podemos cambiarlo.

-Circe dice que no es posible.

-Intentémoslo-dijo, imprimiéndole seguridad a su voz. Yo misma le había dicho a Faye, horas atrás cuando la vi entre visiones, lo del libre albedrío, podemos cambiarlo, hacemos nuestro camino-. Y Euzma, ¿qué pasará con los que defiendan este sistema?-preguntó Erza, haciéndome volver a la realidad.

    Volví a mirar por la ventana, el número de personas iba en aumento. 
   Amy confiaba en mí, sabía que el mensaje llegaría, y ella debe tener sus propios movimientos a punto de ejecutar; solíamos pensar de un modo similar, lo que sea que esté pasando del otro lado ella volvería a revolver las aguas, y lucharía por nosotros, por Luna. A ninguna de las dos nos importaba lo que pasara con esta gente, pero teníamos que hacer lo correcto, y lo correcto, según lo que Faye diría, sería salvar a los inocentes e intentar hacer recapacitar a quiénes aún defendían el modo en el estaban viviendo. Un sistema corrupto.
    Pero yo no estaba para perder mi tiempo en hacer recapacitar a quien ama ignorar la cruel realidad, a quien ama que lo esclavicen, a quien ama vivir del pan y circo que le dan. No me va la piedad.

-Los mataré a todos.






    Continuará...

lunes, 26 de septiembre de 2016

Huellas XIII



    Pasé el día encerrada en la habitación, Sahar no regresó. Envió a Erza con mi almuerzo, ésta me dijo que la morena estaba ocupada; me enfadó que se fuera de esa manera sin ninguna explicación. Miré mi muñeca izquierda, aunque evité quejarme del dolor cuando ella la apretó, me escocía. La froté, la tenía enrojecida. Por poco me la rompe.
    ¿Será posible que haya sido lo que consiguió alejarla? ¿Se dio cuenta de que me hacía daño?
    La ciudad adonde nos dirigimos después de dejar palacio, se encontraba como a una hora y media de distancia. Pero Circe pensó que era mejor quedarnos en un pueblo por el que teníamos que pasar de camino a Ocean, nombre de dicha ciudad, yendo así en contra de las órdenes de Sahar. 
   Bajé del carruaje, el pueblo que se abría ante mí era precioso, las casas eran grandes y me recordaron a mi Moscú pero más pequeña. Era arquitectura bizantina en su más bello esplendor, como lo era palacio; me habría encantado seguir disfrutando de la vista pero Erza me despertó de mi ensoñación y me hizo señas para seguir a Circe y Drako. El pueblo estaba vacío a excepción de los hassassin que lo custodiaban por órdenes de Sahar, escuché a Circe decir que todos se encontraban en sus casas por seguridad.
   Los tres se distrajeron hablando con quien estaba a cargo de aquella locación, sentí que me cubrían la boca, forcejeé pero en un parpadeo ya no me encontraba en el pueblo sino en el interior de palacio, en el dormitorio de Sahar, observándola pelear con cinco criaturas. Se movía muy rápido, no daba oportunidad de que la tocaran.

>>-Es una asesina-escuché una voz susurrándome al oído, no podía moverme, no podía ver al hombre que me hablaba. Algo me lo impedía-. Ha quitado tantas vidas, sus manos están manchadas de sangre, como lo están las de aquellos que te arrebataron a tus seres queridos; es como ellos, incluso peor. Una sádica....

-No-musité.

-¿Te contó de su hermano?-¿Hermano?-¿Te dijo dónde está, qué le hicieron ella y su padre? Es un ser infernal, hay una bestia en la chica; es inmortal, y su inmortalidad la condena. Sahar Cassul es mala, rubia, mátala y librarás a la gente que habita este reino de un terrible mal que le acecha. Los liberarás de ellos.-El padre de Sahar había llegado, hablaba con su hija-. Míralos, padre e hija. ¿Qué puedes esperar de quiénes han asesinado a un hijo, a un hermano?<<

    Sacudí la cabeza. 
   Cuando hablé con Circe no mencionó a un hermano, ni Erza cuando me llevó de paseo por el bosque a pedido de Sahar. Erza dijo que Sahar era buena persona, yo sé que es buena persona.
    El desconocido me devolvió al pueblo dejándome detrás del carruaje, escuché un batir de alas. Al girarme lo vi volar, y perderse con su vuelo muy rápido; salí de detrás del carruaje, casi me doy de bruces con Erza. Intenté parecer tranquila.
    El padre de Sahar llegó, y entonces volvimos. Tuvo que correr muy rápido para trasladarse desde palacio y cubrir todo ese trayecto; y a mi mente llegó esa mañana en la tienda. Sahar no bromeaba cuando dijo que había ido corriendo.
   Su padre volvió con nosotros en el carruaje, le habló a Circe y a Erza de la quimera alada. A mí me miraba rara vez.
   La quimera alada, el hombre que me llevó a verla pelear, el hombre que me dijo que ella era mala. Ella y su padre. Que la gente de Providencia vivía siendo acechada por un mal, y ese mal resultaba ser Sahar.
   No, no era posible. Sahar no era cómo él la describió, yo he visto más allá.
   Aún así la ataqué, me encontraba confundida y con demasiado caos encima. Sahar quería que la matara, y luego todo el arrebato provocado por tenerla allí, cercana y lejos; el deseo me pudo arremolinándose en mi interior, borrando el dolor que sentí por saber que había una posibilidad de que fuera como Viktor Strauss y la gente para la que éste trabajaba. No quería odiarla, pero me pidió que lo hiciera, yo jamás...

-Yo jamás te odiaré, no podría-susurré. 

   Entré a la habitación, tocaron la puerta.
  Abrí, y allí estaba de pie en el umbral, serena expresión en su hermosa faz. Algo tan simple como mirarnos a los ojos, perdía toda simplicidad, con ella todo tenía un punto más allá.
    La invité a pasar, lo cual era raro como que llamara a la puerta de su propia habitación.

-Así que has recordado que existo-comenté.

-He pensado en ti todo el día.-La confesión me dejó anonadada, lo soltó así nada más removiendo las caricias  y los besos de horas atrás-. Desde que llegaste no he podido olvidar que existes.

-Es que no entiendo, ¿por qué mierda me dejaste esta mañana sin darme una explicación? ¿Es porque tu padre está aquí?

    Sus ojos se enfocaron en mi muñeca izquierda, me la cubrí. Sahar suspiró.

-Mi padre no es la razón, de hecho vine a buscarte para que me acompañaras a cenar con él-dijo, pude vislumbrar la rara y bendita sonrisa que me encantaba.

-¿Segura de que es buena idea? No le agrado, casi muero por su culpa.

    Sahar se encogió de hombros.

-Si prefieres morirte de hambre.-Se encaminó hacia la puerta.

-Sahar-llamé. Ella se giró, enarcó una ceja-. Sigo enfadada contigo por lo de hace rato.

-Hablaremos todo lo que gustes después de cenar.

-Querrás decir: si es que salgo viva de esa cena.

    Bufó, y me miró de reojo.

-Los humanos son tan odiosos.

    Fui yo quien abrí la puerta saliendo la primera.

-Habló la reina del buen trato, la simpatía y la cordialidad-ironicé.

    Bajamos las escaleras, seguí el camino hacia el comedor, ella hizo rodar la puerta, abriéndola para entrar juntas. Se hizo el silencio nada más yo entrar; su padre estaba sentado a la cabecera de la mesa, Circe estaba sentada a su derecha, le seguía Drako y a éste Erza. Sahar rodeó la mesa y tomó asiento a la izquierda de su padre el cual no me quitó la mirada de encima cuando me dispuse a sentarme donde me indicaba Sahar, a su lado.
   Tenía puesto un traje gris sin corbata, sus ojos eran como los de su hija, tenía cierto atractivo, también como su hija. Sólo que Sahar era más guapa, su semblante era más altivo que el de su padre. Ella conseguía que todo a su alrededor le perteneciera.
    Ahiram Cassul era el nombre que Erza dio, y que Circe me dijo días atrás. Ahiram me observaba.
-Buenas noches, señorita Vesper-saludó.

-Buenas noches-dije, respondiendo con cortesía a su saludo.

-¿Cómo se ha sentido? Espero que mi hija esté siendo una buena anfitriona.

-Mejor que su padre, sí-repliqué. 

   Circe tuvo un ataque de tos, se había atragantado con la comida, Erza no sabía dónde meterse, Drako puso los ojos en blanco y Sahar dio un sorbo a la bebida de su copa de cristal. Fue la única que no se inmutó por mi osadía.
    Su padre rió para sorpresa de los tres primeros porque Sahar seguía como si nada.

-Lindo acento-comentó el señor Cassul-. Es de Rusia, si no mal recuerdo.

-Moscú, sí-respondí. Corté la carne en mi plato, y me llevé el trozo elegido a la boca.

-Rusia, recuerdo que cuando Sahar era niña Circe y yo la llevamos a Rusia, fue el primer país que visitó fuera de Providencia-contó. Miré a Sahar, ésta se encogió de hombros y luego miró a Circe, ésta se encogió de hombros en dirección a Sahar con una pícara sonrisa en sus labios-. El nombre de vuestro padre me suena de algo. Illian Vesper-dijo, pensativo.

-Era muy conocido en la comunidad científica, tenía mucho prestigio. A lo mejor de ahí le suena su nombre, según me han dicho es usted una eminencia en el exterior, un filántropo.

-No, creo que conocí a tu padre por algo en el pasado-insistió, apuntándome con su tenedor-. Tenías diez años, yo le hice un préstamo a tu padre, apoyé algunos muy buenos proyectos suyos. ¡Por supuesto!-exclamó, sonriendo triunfante. Miró a Sahar-. Contabas con cinco años, cariño, y se llevaban del asco.

    Sahar me miró, yo dejé caer el tenedor que hizo ruido al chocar contra el plato. 

-¡Qué cosas extrañas pasan en este mundo, eh!-dijo su padre. 

   Drako y Erza tenían una expresión que eran de enmarcar. 
   Yo no conseguía recordar aquellos días, de eso hacían casi once años ya.

-Cosas que simplemente tenían que ser, inmutables-sonrió Circe.

-¿Usted conoció a mi padre? ¿Nosotras....-Miré a Sahar.

-Dos años después de haber financiado sus proyectos y haber ayudado un poco en su surgimiento, me ocupé de otras cosas y dejamos de hablar. Tomamos caminos separados, y mira cómo terminó. Siento mucho lo de tu familia, señorita Vesper-añadió muy serio.

-Fue Viktor Strauss, sé que lo conoce. Que está en una guerra sin cuartel contra él y la gente para la que trabaja, y quiero...-Noté los ojos de Sahar y de todos sobre mí-. Quiero que me enseñe, señor Cassul, quiero pararlos. 

    Ahiram Cassul se interesó en mis palabras, yo estaba decidida.
    Sentí la mano de Sahar en mi pierna, me puso nerviosa, su tacto me volvía loca y eso que había tela de por medio.

-¿Quieres formar parte del clan? ¿Sabe a qué nos dedicamos, señorita Vesper?-preguntó él, llamando mi atención. Sahar no removía su mano de mi pierna-. ¿Está dispuesta a hacer lo que sea?

-Lo que sea, señor-respondí.

    Ahiram compartió una mirada con su mujer, Circe asintió.

-Está hecho, siempre nos viene bien nuevos reclutas. Y viendo cómo sobrevivió a mi espada, viéndola en pie pasados unos días de aquello, es de admirar.-Dio un sorbo a su bebida-. Drako y Declan se encargarán de su entrenamiento.-¡Santa mierda! pensé. 

-Será un placer-dijo Drako.

-Padre-intervino Sahar. Su mano acarició el interior de mis muslos, si seguía así.... Con disimulo bajé mi mano y quité la suya, cuando me vine a dar cuenta estábamos jugueteando entrelazándolas-. Quisiera ayudar, quiero...-la maldita palabra que me gustaba oírle decir. El juego de nuestras manos comenzaba a provocar calor en mí, nunca creí que fuese algo tan jodidamente erótico-....ayudar en su entrenamiento. Enseñarle lo que sé.

-No, que Drako y Declan se ocupen.

    Ahiram se levantó, le dio un beso en la frente a su hija. Y otro a su mujer.
   No me quería cerca de Sahar, elegir a Drako y Declan era algo estratégico. Sahar apartó la mano y se puso de pie. La imité.

-Tú y yo tenemos una charla pendiente, Circe-le dijo a su madre mientras nos dirigíamos a la salida.

   La charla a la que se refería era sobre nuestro anterior encuentro en nuestra tierna infancia del cual ella sabía y no dijo nada. Yo también quería decirle unas cuantas cosas, y todas contenían palabrotas.
    Pero nunca mintió, el destino de Sahar estaba ligado al mío. 

-¿Volvemos a mi habitación o prefieres salir al jardín?-preguntó, deteniéndose al pie de las escaleras.

-Jardín, me gustaría tomar aire. Fue una cena, ¿extraña sería la palabra correcta para describirla?

   Sahar ladeó la cabeza, seguidamente asintió adelantándose para abrir las puertas que daban a la salida de palacio.
   Yo llevaba una larga toga blanca puesta, ella una negra con un abrigo del mismo color pero de encaje. Tanto la toga como el abrigo le quedaban ceñidos a su menudo cuerpo, se veía preciosa, su piel morena se notaba pálida gracias al color de su ropa; llevaba su oscuro cabello ondulado suelto, recorrí su perfil con la mirada.

-Circe debió al menos hacer mención sobre que ya te conocíamos-comentó. Si se dio cuenta o no de que la estaba mirando, no sé, aunque Sahar era muy observadora así que imaginé que había preferido ignorarme.

-No lo creyó necesario, supongo. Eramos muy pequeñas, yo ni siquiera recuerdo nada, pero es interesante que nuestros caminos volvieran a cruzarse tiempo después, Circe a lo mejor sabía que algo así pasaría.-Calló, y callé por un rato. Llegamos al banco donde Circe y yo nos sentamos a hablar hace unos días cuando desperté de mi inconsciencia-. Me agrada tu madre, ¿sabes?-dije, tomando asiento a su lado-. Es simpática, y es evidente que te ama.

    Sahar me miró de soslayo.
    Nos quedamos en silencio de nuevo, el cielo brillaba con un espectáculo de estrellas. A ella parecía gustarle mirarlas.

-¿Sahar?-oí que dijeron. 

   Volví el rostro y vi acercarse a una mujer muy elegante, su porte de modelo me dejó impresionada; Sahar se levantó, la recién llegada hizo una caravana. Sonrió al darse cuenta de mi presencia, sus oscuros ojos rasgados no dejaron de mirarme.
   Era muy guapa.
-Faye, te presento a Riza-dijo Sahar, seria-. Riza, ella es Faye Vesper y desde hoy es parte del clan.

-Mucho gusto, señorita Vesper. Y bienvenida.-Riza extendió su mano, la estreché, levantándome.

-Gracias-sonreí ante su amabilidad.

-Acabo de llegar-nos dijo-. ¿Tu padre se encuentra?-le preguntó a Sahar.

-Debe estar en su estudio-respondió ésta. Era curioso el escudo que había levantado entre ella y Riza, se portaba de lo más fría mientras que la mujer era muy cálida con ella-. ¿Cómo estuvo tu viaje?

-Productivo, y más con la información que le traigo a tu padre. Estuve vigilando a los Zarasúa, tienen un nuevo Jefe de Familia, se llama Lucrecia, es como de tu edad y una verdadera bruja-resopló.

    ¿Jefe de Familia?

-Bueno, espero que podamos vernos pronto en el gimnasio-continuó, dirigiéndose a Sahar-. Voy a ver a tu padre. Ha sido un gusto verlas, y de nuevo, bienvenida, señorita Vesper.

   Volvió a hacer una caravana, y se marchó en dirección a la entrada.
   Nos sentamos de nuevo.

-Zarasúa-susurré-. El apellido lo he oído antes.

-Es una poderosa familia de España, tienen influencia en toda Europa. Básicamente son la verdadera realeza del continente, están detrás de cada monarquía europea existente.-Crucé las piernas, mi mente procesaba lo que acababa de decirme-. Irás conociendo todo lo verdaderamente importante mientras entrenas, si sigues estando segura de continuar con la idea de pertenecer al clan.

-Quiero esto, Sahar-dije-. Necesito esto.

-Quieres venganza, es distinto.-Me miró-. Debes desechar esa idea porque sino mi padre te correrá, está dándote un nuevo comienzo y ningún Hassassin debe tener odio en su corazón porque su deber está con la gente inocente a la que protege, y para protegerles debes estar equilibrada.-Desechar el odio va a ser una tarea difícil porque era lo único que me inundaba cuando despertaba cada mañana o en medio de la noche por culpa de las pesadillas-. Ya llegará el momento en que Viktor Strauss y sus jefes caigan; yo te daré tu venganza, Vesper, por ahora debes abandonar el odio, debes transformarlo en algo más. 

    Hablaba con suavidad, su profunda voz me envolvió, era tan sexy.... Me estaba yendo por otro lado. 
     Ella también cruzó las piernas y desvió su mirada.

-Lamento haberte puesto un cuchillo en la garganta-dije, recuperando su atención.

-Actuaste con temor, estabas confundida, no debes lamentar actuar así porque son cosas muy humanas. Eres una odiosa humana-sonrió. Bajé la mirada, al volver a verla su expresión había cambiado, su serenidad se apoderó del entorno-. Yo nunca había sentido miedo-confesó entonces-. No podía sentir miedo, me era desconocido ese sentimiento como casi todos.


-Sí he notado que actúas como si nada ni nadie te importara, pareces robot-reí. Erza me llegó a decir que a Sahar no le importaba nadie que no fuese ella misma, que era egoísta, y que sólo ayudaba cuando se lo ordenaban. En resumen: los sentimientos de los demás le valían mierda, y por su comportamiento distante con Riza...-. La mujer de hace rato te miraba con cariño y respeto, y tú no mostraste simpatía por ella, e imagino que llevas años de conocerla.

-No le pedí que sintiera algo por mí, y de respetarme debe hacerlo, es su trabajo.

-¡Qué descarada, Sahar!-exclamé, achicando los ojos. Ella soltó una carcajada, era la segunda vez que la oía reír, podía acostumbrarme a ello. A oír su risa-. La quimera me dijo cosas sobre ti, sobre tu padre. Sobre tu hermano-dejé escapar, la vi ponerse tensa-. ¿Tenías un hermano?

-Tengo un hermano.-No esperaba tal contestación, creí que evadiría el tema. Nota mental, jamás asumir cuando de Sahar se trata-. Somos mellizos, su nombre es Vadhir.

-Un momento, estás hablando en presente, la quimera me dijo que estaba muerto. Que tu padre y tú le mataron, "un hijo, un hermano", eso dijo.

    Sahar tomó aire y lo soltó despacio. Temí estar hartándola.

-Fue, te buscó, te puso en mi contra mientras hacía que me vieras peleando: qué quimera más listilla, y bocazas-comentó más para sí misma-. Mi hermano no está muerto, te mintió para manipularte. Pero tampoco está despierto.-Esperé paciente a que prosiguiera, se aclaró la garganta y tamborileó con sus dedos en su rodilla, al percatarse de ello dejó de hacerlo-. Padre lo castigó sumiéndolo en un sueño que parece la muerte sin llegar a serlo, lo hizo porque mi hermano se rehusó a acatar órdenes, no respetaba las decisiones de mi padre porque no estaba de acuerdo con algunas de ellas y lo enfrentó, se batieron en duelo. Papá ganó, y...-Frunció el ceño-. ¿Qué demonios me has hecho, Vesper?-preguntó, nuevamente más para sí misma-. Es como si me afectara pensar en ello, cosa que no pasó ni cuando ocurrió ese suceso-explicó. Cogió su cabello y lo puso en su hombro izquierdo-. Dejó la decisión en mis manos, me preguntó qué castigo merecía su desobediencia y yo no dije nada, sé que si hubiese hablado, si se lo hubiese pedido, mi hermano seguiría despierto y no en la cama donde se encuentra ahora solo, en una habitación a la que no he ido nunca.

     Melancolía, reconocí la melancolía en su voz, en sus ojos.
     Cogí su mano.

-¿Puedes no tocar el tema de mi familia de nuevo?-preguntó-. Que sea despacio.

-Que sea despacio-repetí.

    Estuvimos un rato más en el jardín, fue ella quien casi me obligó a subir a la habitación; se quedó en la antesala leyendo y yo me acosté a intentar dormir, pero no dejaba de pensar en lo que me contó sobre su hermano. Además de que nunca había pensado en él y en lo que pasó, que no le afectó en su día, dijo que me culpaba de que lo sintiera ahora. Así lo entendí.
    ¿Que qué le hice? ¿Su cambio se debía a mí? 
    Escuché la puerta cerrarse, salí a la antesala. Ya no estaba allí.
    Abrí la puerta y encontré al mastodonte de Khal custodiando.

-Buenas noches, mastodonte-saludé, cerrando la puerta tras de mí.

-Buenas noches, señorita-sonrió. 

   Me alegraba que aquél gigantón no se tomara a grosería el apodo que le puse. 

-¿Y Euzma Sahar?-le pregunté, usando el título formal de la morena. El que usaban sus súbditos por respeto; yo ahí era una invitada y en la intimidad, vale que la llame por su nombre, pero ante gente como él debía mostrar respeto por ella. 

-Tuvo que salir con su padre, surgió un asunto que no se puede postergar.

-¿La quimera volvió?-pregunté, alarmada.

-Sí, señorita. Debe quedarse en la habitación, Euzma me ha ordenado que no la deje salir.

   Miré la puerta, luego al mastodonte-Khal era realmente muy grande, y musculoso. A simple vista intimidaba con su cara de malo, sus manos podrían aplastar mi cráneo con poco esfuerzo-salí corriendo, escuché su voz atronadora gritar mi nombre, lo ignoré y seguí corriendo. Sabía que venía detrás de mí, doblé por un pasillo y al ver unas puertas di un vistazo hacia atrás, las abrí y entré en la habitación.
   Me quedé pegada a la puerta, lo escuché pasar de largo, a lo mejor pensó que esto estaba cerrado con llave. 
   Suspiré, y me volví. 
  Una impresionante, pulcra oficina, aquellas puertas escondían una oficina; encima del escritorio de cristal reposaba una portátil, y unas carpetas ordenadas cuidadosamente.
    Habían cuadros a ambos lados de las paredes, y detrás de mí una chimenea encima de la cual colgaba el cuadro de una mujer rubia muy hermosa, un rostro fino, el dorado cabello recogido en una cola de caballo con una estética perfecta como lo era ella. La mirada de la mujer me recordaba un poco a la de Sahar, me pregunté si esa sería su madre biológica. 
   Entonces debía ser el estudio de su padre; ¿a Circe no le enfadaba que tuviera un cuadro de su primera mujer allí? 
    Los otros cuadros colgados en las paredes opuestas: mi izquierda y derecha, tenían pintados símbolos, uno cada uno. Reconocí el uróboros de la primera quimera que atacó a Sahar, ¿por qué tenían un símbolo así allí?
   También reconocí la Triqueta, y un doble infinito formado por unas serpientes que a la vez formaban un círculo que encerraban al doble infinito. Las serpientes quedaban opuestas con una mordiendo la cola de la otra.


-Wuivre-susurré-. Trisquel-dije, al ver el que se anteponía en la otra pared. La Triqueta y el Trisquel estaban juntos, mientras que el Wuivre se encontraba al lado de otro símbolo que no reconocí; volví a ver el cuadro de la mujer rubia-. No puede ser más raro.

    No sé en qué demonios pensaba, claro que sí podía ser más raro.
   Se me fue la mirada hacia las carpetas. Vamos, Faye, deja de cotillear tanto y sal, pensé. 
   Cogí la primera carpeta yendo en contra de todo lo que era correcto hacer en una situación en la que te pueden pillar. Al abrirla se cayeron unas fotos, las recogí para volver a ponerlas dentro pero casi sufro un infarto al ver a la mujer en ellas, se parecía un poco a la del cuadro, excepto por el color de ojos, la mujer del cuadro tenía unos preciosos ojos azules a los que el pintor supo darles vida. La chica de las fotos tenía ojos oscuros.
   Vi las demás. 




   Era ella, estaba segura de que era ella, la mujer que asesinó a mi familia. La misma que estuvo en el funeral organizado por Viktor Strauss; entre las fotos habían recortes de periódicos, todos de la columna que recogía eventos sociales. 
    Los titulares nombraban a la familia Carlysle, en el pie de las fotos de los recortes revisé los nombres de quiénes aparecían. 

-Amanda Carlysle-leí-. Matthew Carlysle, Dorian Carlysle, Helena Carlysle.... Inauguración de galería... Exposición de Amanda Carlysle... El brillante futuro de la joven promesa del arte...
 
     Sentí que me mareaba.     ¿Por qué el padre de Sahar tenía interés en esa familia?
   Miré con detenimiento a Matthew Carlysle. Pelo negro, vestido de traje en cada foto, y su rostro.... Vino como un flasheo a mi mente. Él también estuvo en el funeral de mi familia... También... 

-También... Mierda...

-¿Faye? ¿Qué haces aquí?

   La carpeta se me cayó de las manos desperdigando las fotos por el suelo. Me giré.
 









sábado, 24 de septiembre de 2016

Huellas XII




    Les vi partir, y automáticamente me llevé los dedos a los labios pensando en el beso que no conseguí contener desde el instante en que entró a la tienda decidida a hacerme frente. 
   Faye tenía un hermoso carácter bravío que le impedía callarse las cosas cuando tocaba enfrentar a alguien que le doblaba en experiencia de combate, ella sabía de lo que yo era capaz y aún así no temía plantarme cara. No conseguía intimidarla porque ella no se dejaba de nadie; y yo, yo cada vez que la tenía delante dejaba de ser quien he sido, todo muro era derribado, cada uno caía con facilidad. 
   Me contuve anoche, me contuve esta mañana cuando despertó de aquellas terribles pesadillas que la atormentaban, pero bastó verla entrar a la tienda, bastó tenerla cerca otra vez para que las fuerzas me abandonaran y cediera al deseo de besarla. Fui despacio, cedí al impulso pero al mismo tiempo lo contuve; besé con calma, sintiendo el calor encender mi piel, abrasar mis labios, temiendo que el otro lado tomara lugar, pero con la seguridad de que no le haría daño. No podía hacerle daño.
   Cuando me aparté, no lo hice del todo, no quería romper el contacto con su piel, y con mi nariz rocé muy quedo la suya para que la íntima conexión siguiera intacta.
     Al momento en que se apartó supe la razón, no era necesario preguntar. No era nuestro tiempo, yo tenía algo qué hacer y no debía distraerme.
    Nuestro tiempo, pensé sonriendo. Nuestro tiempo era cada segundo que estábamos juntas, cada mirada y sonrisa compartida. Nuestro tiempo era ahora porque dada su mortalidad, el mañana no era seguro. Nuestro tiempo era un beso, una caricia. Nuestro tiempo eran silencios que todo lo decían. Nuestro tiempo era efímero. En mí se detuvo, por ella pasaba; ojalá pudiera hacerla como yo.
    Nuestro tiempo, ese que dejaba de correr cuando estábamos juntas. Ojalá pudiera hacerla como yo.
   Esto comenzaba a afectarme de un modo que no esperaba, ella era mi debilidad.
     Era momento de aceptarlo.
  No pude dormir en toda la noche velando su sueño; sus pesadillas, yo pude entrar y ver lo que soñaba, y sosegarla. Me abstuve por respeto, pero era doloroso verla sufrir mientras dormía. 
   La de cosas que haría para traerle la paz que su frágil alma necesitaba.
    
   Cuando estuve segura de que el carruaje se hallaba lejos, pasada una hora, escuché a alguien gritar mi nombre. Mi primera reacción fue sacar mi espada, sin embargo sólo alcancé a desenvainar menos de la mitad cuando ya lo tenía ante mí atacándome con su espada, chocando contra la mía; sus ojos rojos, cuyas pupilas verticales me recordaron a los ojos de un felino, me miraban divertidos. Tenía el pelo negro, y la tez pálida con ojeras muy marcadas, síntoma de alguien enfermizo, él no se veía nada enfermizo. Su mirada guardaba un brillo sádico; sabía que era una Quimera, vi la marca del uróboros en su cuello de lado izquierdo. La serpiente enroscada mordiendo su cola. Lo era, era una quimera la cuestión es que no se parecía a la que intentó atacarme, ésta que estaba ante mí tenía inteligencia, no se veía errática como aquél hombre; una cruz tatuada atravesaba su ojo derecho, mostró sus colmillos, amenazador. 
     Era como un Blood Drynka, un bebedor de sangre.
    Pero sin llegar a serlo, tan sólo una mala imitación; aún con su espada pegada a la mía, me incliné hacia un lado para ver a las otras cinco quimeras que lo acompañaban, entre ellas el atacante de la noche de la fiesta. Me asombró que aquellas lucieran erráticas en comparación a la que estaba frente a mí.

-Te ves sorprendida, hija de Caín-dijo la quimera.

-Y cómo no estarlo si te ves distinto a tus hermanos-comenté, empujando mi arma contra la suya como si midiéramos fuerzas; de un movimiento logré quitarle la de él.

-¿Conoces la prueba y error? Ellos son el error, experimentos fallidos.-Se echó hacia atrás.

-¿Cómo entraron aquí? Los humanos del exterior no saben de la existencia de éste lugar más que por leyendas: Shangri la, Shambhala, Rirab Lhunpo, Avalón, Arcadia... Edén; pero nada más leyendas. Entiendo que quienes te crearon sepan que éste utópico reino está, más no conocen su localización exacta-me burlé.

-Me apadrina el Demiurgo Titiritero-respondió-. Él me ayudó a entrar.

-Luzbel-susurré, Circe tenía razón.

   Él movió el dedo índice de un lado a otro, hacía un ruidito con la lengua acompañando el movimiento.

-Debes ver más allá, hija de Caín-dijo. De pronto extendió unas alas blancas y las batió ante mí, elevándose. Con una sonrisa dio una orden a las quimeras que vinieron a mi encuentro, saqué la espada y les hice frente-. ¡Vendré a por ti, hija de Caín!-gritó-. ¡Providencia caerá! ¡Terminaron vuestros tiempos pacíficos! ¡La guerra ha llegado al último pedazo del Edén!
     Tras atravesar con mi espada a la quimera que asesinó al chiquillo que me defendió la noche en que me atacó, me volví y sonreí, retándolo.
 -Providencia no se toca-le dije, él se elevó más y se perdió mientras me dejaba ocupándome de sus hermanos.

    Él sólo quería mostrarse, no creo otra cosa. Llegó de alborotador junto a éstas bestias, yo era el objetivo pero aquí no tenía testigos en caso de herirme gravemente, nadie vería cómo yo rechazaba la muerte y eso a él no le servía.
   Corté la cabeza de la última quimera al mismo tiempo que escuchaba la voz de mi padre.

-¿Sahar?-Me volví, él miraba los cuerpos esparcidos por el jardín.

-Padre.-Envainé mi espada y tiré al suelo la que le arrebaté a la quimera-. ¿Qué haces aquí?

-Drako me informó que teníamos problemas internos, vine de inmediato-explicó, agachándose para revisar uno de los cuerpos.

-Son quimeras imperfectas, padre. Las trajeron para provocar disturbios dentro de Providencia, pero creo que son quimeras robadas de su sitio de creación.

     Mi padre examinó la marca del uróboros en cada cuerpo, luego me miró.

-Humanos corrompiendo la creación-dijo, apretando los dientes-. Nunca entenderé la manía y el sadismo de hacerles daño a sus propios hermanos, pero supongo que creaciones corruptas no pueden controlar sus instintos enfermizos y violentos contra su propia gente.

-¿Piensas seguir esperando hasta que lleguen órdenes de Mikhael? ¿O ahora si tomarás cartas en el asunto de forma más directa y menos sutil?-inquirí.

-Quiero hacer lo correcto, Sahar-suspiró, se le veía decaído y supe que era por las acciones humanas tomadas contra las víctimas inocentes que yacían a nuestros pies.

-Creo que lo correcto es acabar con todo, castigarlos de una vez. 

    Padre me miró, y movió la cabeza de forma negativa.

-¿Dónde está Circe? ¿Dónde están todos?-preguntó, cambiando el tema.

-A nuestros Hassassins los envié a resguardar nuestras ciudades, y Circe está segura lejos de aquí. Creí que sería mejor enfrentarlos sola, menos sangre correría y no le daríamos el gusto a quien envió estas cosas-expliqué. Padre asintió, estaba de acuerdo con mi decisión-. ¿Te dijo Drako que yo era el objetivo?

-Sí, por eso no lo pensé mucho y me apresuré a venir.

-Alguien quiere que nuestra gente se entere del único secreto que les guardas: Yo. Y es alguien que lo conoce muy bien, quiere utilizarlo para crear discordia; Circe y yo pensamos que podía ser Luzbel pero la quimera que huyó....

-¿Cómo que huyó una?

-Sí, era diferente a éstas porque lo que ves son experimentos fallidos, aquella parecía un Blood Drynka. Pero con alas, alas blancas, padre.

    Caín quedó impresionado.

-Dijo que vino a traer la guerra al único pedazo de Edén que quedaba, que vendría a por mí-proseguí-. Como te dije, Circe y yo pensamos que había sido obra de Luzbel en venganza por no aliarte a él, pero al parecer hay alguien más además de mi querido abuelo que goza o que le conviene que exista odio entre los hijos del hombre. Y entre tú y Luzbel.-Mi mente trabajaba rápido uniendo puntos-. Alguien intenta manipularnos. O está manipulando todo a su antojo, y no creo que sea la Estrella de la mañana-dije, haciendo referencia a Luzbel.

    Sólo de pensar que aparte de Luzbel había un segundo ser rondando por ahí, maquinando en contra nuestra, me inquietaba por la única persona que ahora era mi punto de quiebre. Si conseguían hacerle algo a Faye.....

-Iré a por Circe, limpia todo esto-ordenó mi padre, interrumpiendo mis cavilaciones-. Tendremos una reunión de emergencia, la quimera que escapó no puede andar suelta por ahí.

      Tras sepultar los cuerpos en el bosque, esperé el retorno de mi padre en el estudio, no fue tan larga la espera. La puerta se abrió, Circe fue la primera en entrar.

-¿Estás bien?-me preguntó. Asentí-. Faye está en tus aposentos-me informó en un susurro cuando mi padre entró seguido de Drako y Erza-. Caín ya nos informó de lo que viste-habló en voz alta-. ¿Una quimera con aspecto de Blood Drynka y alas?

-Nunca he visto un ángel, pero definitivamente parecían alas de ángel-dije-. Tenemos un serio problema y la única forma de hacerle frente es hablando con la verdad, sin secretos.-Miré a mi padre.
    Caín me sostuvo la mirada.
-Dile a nuestros hermanos que soy Inmortal, que renazco tras la muerte, que soy lo que ellos dirían: Alguien que no puede morir. Diles y no tendrás discordia en Providencia, los prevendrás de esa criatura.

-No podemos, Sahar. Por algo se ha guardado tu situación como secre....

-¿Mi situación? Pues como es mi situación tengo derecho a decidir qué hacer con ella, ¿no? Tengo derecho a elegir si divulgar el secreto o no.

    Caín buscó apoyo en Circe, lo noté cuando la miró.

-Cariño, todo tiene su razón-dijo mi madre-. Tu padre ha vivido milenios con una inmortalidad que él aceptó como castigo por sus acciones, una inmortalidad que tiene un precio a pagar. Lastimar a otros para beber su sangre, incluso si esos otros son sus seres queridos, deambular por la oscuridad pues la luz le hace daño...-Esa historia me la sabía de memoria, con el tiempo Circe y él encontraron la forma de suprimir la maldición de la luz del día. Eloah Mikhael le dio el perdón pero pidió su ayuda para cuidar Assiah y sus habitantes, Caín se convirtió en protector de los humanos, siempre pudo negarse pero no lo hizo porque quería redimirse. Pensaba en Abel, y en lo que él querría-. Tu inmortalidad es diferente, aún tenemos mucho qué aprender sobre ella y sobre ti. He hecho mis observaciones de las tres primeras veces en que sufriste heridas de gravedad, y sí, llegaste a morir pero hubo una especie de renacimiento entre cada "muerte", y me da la impresión que el precio que pagas tú por tu inmortalidad es más alto que el que paga tu padre y los Blood Drynka. Es como si perdieras fragmentos de ti en tu camino de regreso, te vuelves más oscura, Sahar, más violenta si cabe; ¿imaginas que si llegas a compartir tu secreto con nuestros hermanos no querrían que compartieras también tu don/maldición? ¿Imaginas Providencia con gente como tú?

    Entendí por dónde iba.

-Y es lo que la quimera y quien lo envió, buscan-dije-. Debe ser un intento no sólo de provocar discordia, sino un "prueba y error". Saber si puedo convertir, y las consecuencias de esas conversiones.

-He meditado sobre ello, sí-dijo Circe. 

   Mi padre se acercó a mí, tomó mi cara entre sus manos y me miró a los ojos. Una mezcla de severidad y ternura en ellos, la mirada de un padre hacia su hija.

-¿Ahora entiendes por qué hago lo que hago por ti?-preguntó-. ¿Ahora entiendes el por qué de mi sobre protección? Los cuido de ti, y te cuido de ti misma, de lo que puedes llegar a ser.

-Creí que te gustaba que fuera como soy: Acorazada Princesa Hassassin, la Espada de Caín-susurré con frialdad. 

    Por primera vez vi lágrimas inundar los ojos de mi padre, no entendía la razón de ellas. Empezaron a correr por sus mejillas.

-Me conviene que seas así, pero no lo disfruto, Sahar-confesó. Depositó un beso en mi frente y se apartó de mí-. Tenemos qué iniciar la búsqueda de la quimera que escapó-dijo, recomponiéndose.

-Haré que nuestros guerreros vengan a palacio-dijo Drako.

-No-cortó mi padre, mirándome-. Las órdenes de Sahar seguirán igual, que sigan resguardando las ciudades. Palacio es de piedra, puede reconstruirse, las vidas humanas, no.

    Esas palabras que me repetía desde que era una niña, y que se quedaron grabadas en mi cabeza. 
   Padre intentaba enseñarme a respetar toda vida inocente, porque yo estaba perdida como él lo estuvo hace mucho; salió con Drako, miré a Erza y a Circe. Ahora entendía por qué siempre tenía escoltas, por qué enseñó a otros a morir por mí, si algo me pasaba era posible que yo me convirtiera en algo mucho peor. Con cada renacimiento, más oscura, más violenta. 
   Los protegía de mí, me protegía de mí. 

-Llegará el día en que me vuelva contra ustedes-comenté, Circe miró mi mano. Inconscientemente tamborileaba con los dedos en el escritorio, al darme cuenta dejé de hacerlo.

-No digas eso, Euzma-habló Erza.

-¿Papá incomodó a Faye cuando venían de regreso?-les pregunté, no quería volver a tocar el tema.

-No hubo tiempo para tal cosa, cariño.-Pillé la mirada que compartió con Erza.

-¿Qué pasa?

    Erza se puso nerviosa. Circe suspiró.

-Hubo un instante en que Faye se nos perdió de vista en la ciud...

-¡¿Qué?!-exclamé.

    Me dirigí a la puerta.

-Luego apareció, no le pasó nada, ella está bien-se apresuró a decir Erza.

    Moví la cabeza de lado y fui a verla.
  No se le puede confiar algo tan importante a nadie; me preocupaba ese instante que desapareció por muy corto que fuera. 
    Entré sin llamar, Faye caminaba despacio de un lado a otro en la antesala. Se detuvo de espaldas a mí.

-¿Estás bien? ¿No te lastimaron?-preguntó en voz baja.

-Te lo dije, nada malo pasaría-respondí. Había algo que no me gustaba, el instante que desapareció de la vista de todos-. Vesp....

    Se volvió, saltándome y poniendo la hoja de una daga en mi cuello.
-¿Qué demonios eres?-preguntó.
-Lo siento, Vesper-susurré, calmada. Una daga en mi cuello era lo de menos, que fuese ella quien la sostuviera era lo que hacía daño-. Es complicado.
   Mantuvo la filosa hoja de la daga pegada a mi cuello, su mirada iba de mis labios a mis ojos. Estaba llena de rabia, le dijeron algo que no era, o escuchó algo sin querer y tenía qué ver conmigo.
   Sus ojos no podían soportar su propio dolor.
-Eres como ellos, eres como quienes me quitaron a mi familia-dijo llena de amargura-. Has cegado vidas.... Él me lo dijo, me habló del monstruo que habita en ti...

-Mátame-le pedí-. Por favor, mátame. Hazlo, y entenderás todo. 

    Titubeó aún con el arma en mi cuello.
-No negaré que los asesinos de tu familia y yo somos iguales, así que ódiame, me harás las cosas más fáciles.

    Me empujó y se dio la vuelta, apretó la empuñadura de la daga.

-Te vi pelear contra las quimeras, cómo te movías...-La quimera que escapó fue quien la trajo para que me viera, pero debió moverse muy rápido para ir y regresar con Faye. Dentro de Providencia nadie puede desvanecerse, su vuelo debía ser veloz-. Dijo que eras mala, que ni siquiera eras humana pero eso ya me lo temía, y ahora estoy confundida. ¿Quiénes son los buenos? ¿En quién debo confiar? ¿Qué demonios eres?

-Eso mismo-respondí. Ella se giró, su expresión confundida se mezcló con su desasosiego-. Volveré cuando estés más calmada, no te encuentras en buen estado, y a mí no me apetece hablar.
    Caminé decidida hacia la puerta, Faye me detuvo. Su voz me hizo girar.

-No te vayas.

    Aguardé a que dijera alguna otra cosa, siempre cedería a sus deseos en eso estaba clara. 
-¡Joder, no me mires así!-exclamó-¡Tu jodida calma me cabrea! ¡Te puse un puto cuchillo en el cuello y mírate! ¡Enfádate conmigo! ¡No me pidas que te odie!

-No quieres verme enfadada, Faye-dije, con voz suave-. Si te preguntas en quién confiar, te ayudaré. No confíes en nadie, ni siquiera en mí.-Ahora estaba segura de lo que quería. Ahora que sabía lo que traía consigo cada renacimiento tras una muerte. Mi sed de sangre crecía, una sed distinta a la de mi padre y sus Blood Drynka, yo era peor; Faye dio pasos hacia mí-. Haré que Drako te lleve al exter....

   No terminé la frase porque me cogió de la nuca acallándome con sus labios, tomando los míos con hambre. 

-Deja de decidir por mí...-gimió en mi boca.

    Me quitó el abrigo negro de mi traje, dejándome desnuda de cintura para arriba. Sus ojos deambularon por mi cuerpo antes de volver a besarme; busqué dejarla en igualdad de condiciones deshaciéndome de su blusa, su torso desnudo mostraba aquella herida que casi la mata. Paseé mis dedos por ella, Faye jadeó mientras sentía mis dedos en la herida, y subiendo despacio, desviándome hacia uno de sus pechos.

-Sahar....-dejó escapar.

    Sonreí, la cogí de la mano y la llevé al dormitorio. La empujé hasta la cama, rió al caer; me acosté encima de ella, el contacto de su piel con la mía me enloqueció.

    Besé sus labios, delicado, íntimo. Sus manos en mis hombros, pasando a mi nuca atrayéndome más, como si no estuviéramos lo suficientemente cercanas; sentía una electricidad extendiéndose por todo mi cuerpo, abrasándome.  
     Faye rodó por la cama quedando encima, mordisqueó mi labio inferior, apreté su culo y subí por su espalda sintiendo en mi tacto la herida de salida de la espada. La rubia gimió, y rió contra mi boca; y lo sentí venir, el otro lado me consumía, busqué su cuello, lamí, besé y la obligué a girar de nuevo para quedar encima de ella. 

-Tus ojos...-suspiró, con sus manos en mis mejillas-. Cuando estás excitada se vuelven dorados las pupilas se rasgan, felina-sonrió.

    No era sólo el estar excitada, era el hambre, la sed, mi lado demoníaco asaltando. Mi otro lado acudiendo, y no era buena señal si en cualquier momento se tornaban rojos. Una de sus manos bajó por mi torso, cuando entendí lo que buscaba hacer la detuve cogiéndola de la muñeca, y subiéndola por encima de su cabeza. La aprisioné allí, ella acariciaba mis labios con los dedos de su otra mano, pasó a mi mejilla y buscó mi boca. Su lengua invadió, soltó un suave jadeo cuando la mía la rozó muy quedo, me aparté con la respiración acelerada al notar que estaba apretando demás su muñeca. Me hice a un lado en la cama.

-¿Pasa algo?-preguntó, sentándose.

    Me levanté, cogí otra blusa de mi armario y la miré.

-Pasa todo, Vesper.

    Salí casi corriendo de esa habitación, y con el pulso acelerado. En el pasillo encontré a Erza.

-¿Drako sigue con mi padre?-le pregunté sin detenerme.

-No, creo que está en su dormitorio.

-Perfecto.