Pasado....
Recibí una carta de Alice el jueves de su semana de cumpleaños, decía que el vestido, diario y caja de música le habían encantado. Siempre quiso una de esas, Muller y yo dimos las indicaciones de cómo debía ser, y qué melodía debía tocar; yo sabía tocar el piano y había una composición en particular que mi madre me tocaba cuando era niña, y que a Alice le gustaba mucho. Así que saber que se sentía encantada con los obsequios me alegró...
Caterina pasó a saludarme esa mañana, hablamos de ella, de sus hijos, de su esposo. Me contó anécdotas de su vida, y no temió interrogarme sobre la mía, quería saber, mucho más.
-¿Qué ocurrió cuando Muller te llevó con su familia?
Sonreí a desgana al recordar esos días.
Relaté:
>>La Noche de las Lamentaciones, como suelo llamar esa noche, Muller quiso refugiarme en casa de sus padres ya que era la más cercana. Allí estaban reunidos varios nobles y sus mujeres festejando, mientras por las calles de Viena corría sangre inocente; se quedaron en silencio al verme, supe que su padre me reconoció como hija de su antiguo socio porque enseguida, y delante de todos le gritó a su hijo que me sacara de allí porque estaba cometiendo un vil acto de traición.
Para no traerle problemas a Muller salí corriendo, escapé hacia el bosque; no sabía que él me había seguido. Me senté bajo un árbol, y apareció sigiloso. Yo me asusté pero Muller me tranquilizó en su abrazo; sentí tanta calma, una paz que me era desconocida. Me sentí diferente entre sus brazos, era una niña, que había encontrado a la otra mitad de su alma a una temprana edad.
Muller me susurró que todo estaría bien, él no iba a dejar que me hicieran daño. Me llevó a su casa, estaba un poco más apartada de la ciudad, su abuelo se la había heredado; según me iba contando de sus andanzas, de camino a su hogar, más cercana me sentía a él y noté que era algo mutuo aunque yo no hablara. Escuchaba tan sólo....
Al llegar me bajó del caballo y me guió dentro.
Una joven mucama le dio la bienvenida, él saludó como si de su propia familia se tratara, y luego le dijo que me llevara a una de las habitaciones, "la más bonita que tengamos" recuerdo que dijo.
Aún estaba en shock por la familia que había perdido, y no tenía ganas de nada. Ni de sonreír, ni de sentir....nada.
Colette, la joven chica de servicio, me ayudó a lavarme y hablaba de lo rica que iba a estar la cena que el "joven Muller" me prepararía. Hubo un momento en el que me dejó sola, y fue entonces cuando vio que era el mismo Muller quien estaba cocinando.
Yo apenas probé un bocado pequeño, y lo vomité en el jardín antes de irme a dormir. Cosa que tampoco pude hacer, las imágenes de los cuerpos colgando, de la muerte y destrucción que los soldado dejaron a su paso, estaban frescas; bastaba cerrar los ojos, e incluso abiertos veía todo aquel caos. Veía a mi familia.....<<.
Me vi interrumpida por una mucama.
-Señora Preminger, tiene visita.-anunció.
Yo no esperaba a nadie, así que me extrañó que alguien llegara sin aviso o invitación previa considerando que tiendo a infundir miedo en los conocidos de los Preminger. Gracias a mis diabólicos suegros.
Mi única amiga cercana que pertenece a la nobleza, ha sido Caterina.
-¿Quién es?-pregunté, levantándome.
La mucama salió y regresó con una mujer rubia, su aire altivo me obligó a mirar a Caterina para confirmar mis sospechas sobre la identidad de aquella mujer.
Caterina asintió disimuladamente.
-Buenos días, Señora Preminger. Siento mucho venir sin avisar.-dijo la rubia.-Disculpe mis modales, Dalia Barone, la anfitriona a la que usted y su marido dejaron plantada hace unas noches.
La "novia" de Muller.
Pasamos al jardín para tomar el té, idea de Caterina. Hacer buenas migas con una mujer que desea a mi marido no es mi idea de pasar un buen día; porque sé que algo se trae Dalia, y no debe ser bueno.
No soy el tipo de persona que juzga de antemano, pero esa prepotencia con la que se presentó, no me gustó nada.
-Hace un día hermoso.-comentó Caterina, la tensión entre esa mujer y yo era palpable.
-Dalia, como habrá notado, mi marido no se encuentra en casa.-dije, sin tocar mi taza.
-Es una lástima, quería verlo. Le he extrañado, ¿por qué no fueron a mi baile?
Sonreí al rememorar los hechos de esa noche.... exquisitos y carnales hechos.
Además, la llegada de mi hombre me ensanchó la sonrisa, e hizo más vivos los recuerdos.
-Tuvimos algo muy importante qué hacer, y no se podía postergar.-alegó Muller, saludando a Caterina con un beso en la mejilla, a Dalia sólo de mano, y al llegar a mí no tuvo pudor en comerme la boca.-Mi maravillosa mujer, mi dueña.-El rostro de porcelana de Dalia era digno de un retrato, no hay un pintor cerca cuando se le necesita.-¿Podemos hablar un momento, Veena?-me susurró al oído, parecía algo serio.
Me levanté y lo seguí dentro de la casa.
Lo noté nervioso.
-¿Muller? Me estás asustando.-dije.
-Acabo de encontrar a alguien que me dio algunas respuestas sobre los hechos acaecidos hace ocho años. Vienen de atrás, Veena. Por parte de tu familia paterna.
-¿De qué hablas?
Aquellas palabras retumbaron en mi cabeza....
¿Quién? ¿Por qué?....
Pues así me has dejado a mí...
ResponderEliminarQuién...
Por qué...
Cada vez más interesante. Ya espero.
ResponderEliminarMil besitos, Ivel.
El suspenso nuevamente, y ya estoy al día ;)
ResponderEliminarBesos dulces y buen fin de semana.
Ainssssss el suspenso.... que siempre me dejas a boca abierta!!!
ResponderEliminarBesos, besos y más besos mi niña!!!