Spin-off

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lunes, 27 de junio de 2016

Huellas II




  Me sentía agotada, y el dolor de la herida persistía, ¿cómo pude aceptar luchar contra ese hombre?
   Estudié el lugar donde me encontraba, una habitación con un decorado arabigo precioso. El candelabro que colgaba del techo tenía un aspecto antiguo y eso lo hacía más hermoso, e iluminaba el dormitorio, había un escritorio con algunos libros cuidadosamente ordenados sobre él; giré el rostro hacia el balcón, pues oí unos pasos, entrecerré los ojos fingiendo seguir dormida. 
  Era ella, llevaba una toga negra ceñida a la cintura, las mangas eran transparentes, tenía el cuello en V que acababa en el inicio de sus pechos. Su negro cabello iba suelto, ondulado, por el cual pasó su mano antes de cerrar las puertas.
  Para cuando se giró yo había abierto los ojos, por un momento se quedó quieta. Su expresión no me decía nada, pero de repente un amago de sonrisa acudió a sus labios antes de decir: Hola. Respondí a su saludo con voz débil.
  Cuando le vi la primera vez me dio la impresión de que era distante, muy dueña de sí y así caminaba. Se sentía bien dentro de su propia piel.
  Se sentó en el sillón con elegancia, alargó una mano para tocar mi frente.

-Ya no tiene fiebre-señaló. Su mano resbaló con suavidad desde mi frente, por mi mejilla, cerré los ojos ante su tacto. Me hacía bien-. ¿Tiene hambre? Trajeron mi cena y poco más por si despertaba.
   
   Apartó su mano y fue raro echar en falta la caricia.

-No sé si sea capaz de probar bocado-confesé. Ella se puso de pie, y se dirigió a su escritorio; yo estaba desnuda debajo de las sábanas. Me incomodó, un poquito-. ¿Usted me trajo aquí? ¿Es su dormitorio?

-Un guardia me ayudó, y sí, estos son mis aposentos-respondió cuando venía de regreso con un plato hondo y un vaso de agua-. Es sopa, está muy buena y aún caliente.

  Era muy amable, y su educada y cercana forma de hablar distaba con la persona que vi la primera vez.
    Me dio a beber el agua, hasta ese momento no había sentido la sed.

-¿Cuánto tiempo llevo aquí?

-Tres días agonizando en prisión, uno aquí en mi dormitorio. Me disculpo por el comportamiento de mi padre, es muy estricto.

    ¿Estricto nada más?pensé.

    Puso el vaso y el plato en la mesita de noche para ayudarme a sentarme; acomodó la almohada a mi espalda, al levantarme las sábanas resbalaron dejándome los pechos al aire, me tapé muy rápido.

-Yo te lavé, así que lo he visto todo-sonrió. No pude evitar ruborizarme, ¿la razón, además de ser una completa extraña? A ella la había visto en sueños, y el día que volví a Moscú, vi su esencia, o lo que sea, en el aeropuerto; el perfume que emanaba de ella me dio la razón, era su perfume el que percibí antes. Dulce, y cítrico a la vez, suave sin embargo, muy rico-. Porque te has avergonzado, ¿verdad?

-Un poco, sí.-Acomodé las sábanas mientras ella cogía una cucharada de sopa y me la ofrecía.

-No tienes por qué avergonzarte.

   No exageró cuando dijo que la sopa estaba muy buena, llevaba días inconsciente, el hambre me estaba matando, para cuando nos dimos cuenta ya me la había acabado ante su atenta mirada que parecía la conversación más agradable en ese silencio. Ni siquiera me importó que fuese ella quien me estuviera dando de comer.

-Si quieres más, sólo tienes que pedirlo-dijo.

  La frase me erizó la piel, y creo que a ella no le pasó inadvertido el contenido de dicha frase que bien podía dársele un doble sentido.
  Tenía una voz profunda, si se me permite decir, sensual. Nunca me había parado a pensar en cómo sonaba la voz de una mujer, ni siquiera a prestar mucha atención a sus gestos, o a cómo caminaba, con tanto interés como lo estaba haciendo ahora cuando regresó al escritorio para servir un poco más de sopa después de que mi estomágo me traicionara.

-¿Qué edad tienes?-La pregunta se me salió sin querer, porque me resultaba muy joven, creí que sería por su baja estatura pero....

-15, cumplidos a finales del año pasado. ¿Y tú?

-20.

-¿Es realmente importante hablar sobre la edad? Digo, ¿es normal en el exterior?-inquirió, volviendo a sentarse.

-No, tuve curiosidad, te ves muy joven.-Me ofreció una cucharada de sopa que no rechacé-. Entonces aquél hombre es tu padre, debo suponer que la mujer....

-Es mi madrastra, aunque para efectos prácticos sí, es mi madre. Me cuidó desde que yo era una bebé; es una buena mujer a la que papá suele oír, es por eso que no entendí que estuviera tan decidido a probarla, señorita Vesper. Por lo general la pureza de la persona es suficiente, y ni yo, ni mi madrastra vimos algo malo en usted.

  En ese momento no me atreví a contradecirla, parecía muy segura de que no había nada malo en mí, pero yo.... Yo no me sentía una buena persona.

-¿Cómo te llamas?

-Sahar Cassul, hija de....-se detuvo mirándome a los ojos, como calibrando las palabras que iba a decir y la reacción que fuese a tener yo ante ellas-. Hija de Ahiram Cassul-finalizó.

-Mucho gusto, señorita Cassul-dije, extendiendo la mano. Ella la miró, curiosa, y en lugar de estrechar mi mano apretó suavemente mi antebrazo-. Vaya.

  Ella movió su mano por mi antebrazo tal y como lo había hecho antes cuando me tomó la temperatura y la bajó por mi mejilla. Esta vez lo llevó hasta mi mano para estrecharla con una delicadeza, pero con propiedad.

-¿Qué es este lugar?

-Una ciudad oculta del exterior para seguridad de la misma y de sus habitantes. Providencia-dijo, ofreciéndome la última cucharada.

-¿Hay más gente aquí?

-Sí, aquí es palacio, cuando estés mejor te llevaré al pueblo. Aunque tendremos que llevar un guía porque yo no acostumbro a salir de palacio, y terminaríamos perdidas-lo dijo con tal seriedad que tuve que reprimir las ganas de reír, no era un chiste.

   Me toqué la herida en cuanto la vi distraída, o creí que estaba distraída porque enseguida me miró de soslayo.

-No vuelvas a hacer eso, ha cicatrizado pero seguirá doliendo al menos por unas semanas más-reprendió sin ser muy dura.

-Yo debería estar muerta.

  Nuestras miradas se encontraron y hallé respuesta a la pregunta que me rondaba la cabeza, ¿qué me anclaba a la vida? Ella, ella era esa ancla, lo sentía en el fondo, lo sentí antes de conocerla en persona cuando sólo era una extraña en mis sueños, y lo siento ahora.
   Ella desvió la mirada, parecía confundida.

-Me da gusto que no lo esté-susurró. Terminó poniendo su mano en la mía-. Peleaste por seguir aquí, sea cual sea vuestro motivo.

  Tuve ganas de decirle: “Tú eres mi único motivo...”, pero sería un descaro terrible considerando que apenas habíamos intercambiado algunas palabras.

-Tiene que dormir un poco más, mañana podrá salir al jardín, al menos-dijo, otra vez seria como cuando la vi de pie al lado de su padre.

-¿Usted se quedará conmigo?

-Velaré vuestro sueño, señorita Vesper, descanse.

  Al acostarme, nuevamente con su ayuda, cerré los ojos y procuré dormir. No pasó mucho tiempo....





    
   Pude darme cuenta en esa pequeña conversación que tuvimos
en la noche, que Faye tenía su carácter, era curiosa, fuerte y frágil a la misma vez. Eso proyectaba la persona, su mirada dulce de grandes ojos azules podría cautivar a cualquiera, hipnotizaban. En varias ocasiones tuve que evitar mirarla directamente a los ojos porque al hacerlo sentía que miraba muy dentro de mí, y me desarmaba, debía recordarme eso, tenía que mantenerlo en la mente. Mirar por mucho tiempo ese azul no era bueno para la salud de nadie y especialmente para mí, no tenía debilidades hasta ese momento.
  Quería entender por qué me afectaba así, sólo fue un instante sin contar lo ocurrido en el salón del trono cuando nos conocimos.
  Al salir del cuarto de baño ya vestida la mañana siguiente, la encontré sentada al borde de la cama. Fui a su encuentro.

-Tenga más cuidado-dije, ayudándola a levantarse. Se había cubierto con la sábana-. Le he preparado el baño.

-Gracias, Sahar. ¿Siempre eres tan amable?-sonrió.

-Debería hacerle esa pregunta a alguien más, yo no soy muy consciente de cuando estoy siendo amable o si no lo estoy siendo.-En el cuarto de baño la ayudé a entrar en la bañera, se quitó la sábana y vi la cicatriz rojiza de su espalda, por donde había salido el filo de la espada de mi padre-. Tienes un acento muy gracioso, y bonito, tus erres son muy pronunciadas.

   Faye se sentó despacio en la bañera, rió por lo bajo.

-Quédate-pidió cuando me dirigía a la puerta. Me detuve, no me parecía apropiado pero me giré despacio y me recargué en el muro de cara a ella. Como si fuese posible negarle algo-. Tenías razón, duele horrores-dijo, rozando la cicatriz.

-Pasará.-Tenía unas suaves facciones, compaginaba con su mirada en la que no quería caer justo ahora así que desvié la mía hacia la espuma-. Lamento tu pérdida.

  La triste expresión en su hermosa faz me rompió. ¡¿Qué demonios me pasaba con esta chica?!

-Sé quiénes lo hicieron, e iré a por ellos-dijo, jugando con la espuma-. Los mataré a todos.

  Se hundió en la tina, me agaché y en cuanto salió a la superficie la cogí de la nuca y la acerqué a mí con una posesión que no me conocía. Bajó la mirada a mis labios, y no pude evitar imitar el gesto porque me provocaba, pero me contuve.

-Para ser tan niña actúas como muy mujer-susurró, sonriendo. Se mordió el labio inferior, lo acaricié con el dedo pulgar cuando lo hubo soltado.

-Crecí entre adultos, no puedo ser de otra forma-dije, y besé su mejilla. Faye suspiró-. Concentra tus energías en recuperarte, no en odiar, eso sólo retrasará la cura.-Apoyó su frente en la mía-. Luego nos encargaremos de ellos.

  Llamaron a la puerta, y para mi disgusto tuve que apartarme de ella.
   Disgusto, sí, me enfadó mucho separarme de Faye.





      
   Me excitó tenerla así de cerca, ¿qué la impulsó a hacerlo? A venir y tomarme de esa forma posesiva.
  Escuché que le avisaban que su madre deseaba gozar de su compañía durante el desayuno, ella aceptó; me levanté y salí de la tina, ¿había dicho “nos encargaríamos”? ¿Quería decir eso que estaba dispuesta a ayudar a una desconocida en una cruzada por venganza? 
  Sahar regresó, cogió un albornoz y me ayudó a ponérmelo. Bajó la mirada recorriendo mi cicatriz muy quedo con su dedo índice, sentí apenas dolor mezclado con un cosquilleo agradable que me hizo estremecer.

-Lamento no haber podido borrarla-dijo, su voz fue un susurro audible. 

   La obligué a mirarme, era rara la confianza que empezaba a nacer. Pero no se sentía forzada, todo lo que hacíamos o decíamos, las leves caricias, la cercanía, todo era espontáneo. Era tal la naturalidad con la que nos tocábamos o hablábamos que cualquiera pensaría que llevábamos años de conocernos. 

-Pienso que es sensual-le susurré al oído. 

   Y seguí el camino para volver al dormitorio.
   Me ayudó a vestirme, un pantalón y camisas holgados para no presionar la herida, la ropa interior me gustó por el color rojo y el encaje que la adornaba. 

-Quiero que bajes a desayunar conmigo y mi madre-dijo, descruzando las piernas y levantándose de la cama. 

-¿Y tu padre?-pregunté, aturdida por la mirada que me había dedicado, un brillo escarlata había aparecido en ella-. Tus ojos.... 

  Parpadeó varias veces seguidas y volvieron a su tono café. 

-Lo siento-dijo-. Mi padre está de viaje, tiene negocios en el exterior, de no ser así seguirías escondida aquí hasta que me ocupara de hablar con él; a mi madre es difícil ocultarle algo-explicó-. ¿Nos vamos? 

  Caminó a mi ritmo, ese que me permitía el dolor que amainaba por momentos. 
   Ese color rojizo en sus ojos me tenía inquieta, su mirada fue peligrosa, como un depredador ante su presa; bajamos las escaleras hasta el lobby, y de allí nos dirigimos a unas puertas corredizas que estaban a la izquierda, las abrió y entramos al comedor. La mujer llamada Circe se puso de pie con una sonrisa adornando su fino y bello rostro, antes no lo había admirado del todo puesto que me encontraba moribunda. 

-Buenos días, cariño-saludó, tomando asiento de nuevo-. Señorita Vesper, qué gusto verla estable, en lo que respecta a mi marido, es algo tradicionalista y terco, lo lamento mucho. Debió al menos esperar a que usted estuviera en condiciones de defenderse.

-No habría ninguna diferencia, señora, créame. No es que me hayan enseñado a cómo ser una guerrera espadachín 1 y 2 en el instituto y la universidad.

  Circe rió, Sahar en cambio permaneció con su semblante sereno, inquebrantable. ¿Adónde había ido la chica tierna y juguetona del dormitorio? 

-Tienes un espíritu fuerte, libre, salvaje-dijo Sahar, participando de la conversación. Estaba sentada a mi lado, la armadura que vistió al momento de entrar en el comedor permanecía pero su tono de voz me transmitió algo que logró sacarme una sonrisa-. Creo no equivocarme cuando digo que mi padre vio lo mismo. ¿Circe?-buscó la aprobación o el apoyo de su madre. 

-Vio algo en ella, cariño, pero tú pareces ver aún más allá-aseguró Circe con dulzura.

  Sahar bajó la mirada hacia su desayuno, no logré identificar por qué si lo que dijo sobre mí no fue nada ofensivo sino todo lo contrario, me sentí halagada. ¿Eso vio en mí? Con sólo intercambiar un par de palabras, ya me conocía.
  Circe me pilló mirando a Sahar, ésta se llevó un bocado a la boca con los ojos clavados al frente, fui yo quien, esta vez, bajé la mirada a mi propio desayuno, pero por pena.


-Interesante-susurró Circe-. Así que es de Rusia, señorita Vesper. 

-Sí, nací en Moscú.

-¡Oh! Me gusta Rusia, en mis paseos por el exterior no puedo dejar pasar la oportunidad de visitarla.

-Yo estoy enamorada de mi país, a decir verdad-dije. Vi que Sahar no estaba muy interesada en el tema de conversación, tras cada bocado bebía zumo de naranja, en silencio y con elegancia-. ¿Has estado en Rusia?-le pregunté.

   Me miró de reojo y luego a su madre.

-Sí, pero no para pasear, fui y volví a casa-respondió con suavidad.

-Pero habla ruso, me encargo de enseñarle idiomas. Es muy buena-presumió Circe.

   Me dirigí a ella de nuevo.

-¿Hablas ruso, enserio?

-Sí-respondió secamente-. Mamá, ¿te importaría pasar la mañana con la señorita Vesper?-dijo, poniéndose de pie.

-No será ningún problema, Sahar, ¿pero adónde vas?

-A, hacer cosas.

   Dio un paso y se detuvo cuando su madre volvió a hablar.

-Cariño, estoy orgullosa de ti.

   Circe esbozó una sonrisa, giré la cara para ver a Sahar, ésta bajó la mirada hacia mí y siguió su camino sin un ápice de alegría en su rostro; comencé a creer que dije o hice algo que la hizo cambiar su actitud a una más rígida y hermética.
   No comí más de lo que mi estado de ánimo me permitió. Entre la reciente pérdida de mis padres semanas atrás, la incansable búsqueda de Viktor Strauss para asesinarme, el estar en un lugar del que no había oído hablar, rozar el manto de la muerte cortesía del padre de la mujer que veía en sueños, y el drástico cambio de ésta para conmigo, me sorprendía que mi cabeza no hubiese estallado ya. 

-¿Quiere caminar conmigo?-preguntó Circe, rompiendo el hilo de mis cavilaciones.

   Asentí, me paré con dificultad y ella acudió en mi ayuda.

  Me llevó al jardín, fue entonces cuando pude admirar el exterior de palacio, rasgos de arquitectura bizantina bañaban el edificio.
   El verde de la grama, las montañas de fondo y en rededor, las flores del jardín, los árboles. El azul del cielo encima de nosotras, levanté la cara hacia el sol automáticamente; era un lugar pacífico, empecé a creer que sí había muerto, sino fuese por el dolor que aún me acusaba, estaría segura.

-Providencia-musité, usando el nombre que Sahar mencionó en la noche-, nunca conocí un lugar así.

-Lo conoces, sólo que ha ido menguando y destruyéndose a manos de criaturas inconscientes y avariciosas-dijo Circe.

   Abrí los ojos de golpe.

-Assiah, la tierra entera era así de hermosa. El Edén de vuestras historias.

-¿La tierra es el paraíso?-Caí sentada en el banquillo de mármol que estaba detrás de mí.

-Y el Infierno según se vea-dijo Circe, sentándose a mi lado. ¿En qué lugar de locos vine a parar?-. Tus preguntas serán respondidas poco a poco, señorita Vesper. Disfrute de la vista, y de su estancia si planea quedarse, claro.

    Recobré la compostura, no había pensado en eso.

-A su marido no le agradará que me quede-dije. Fui asimilando sus palabras sobre Paraíso e Infierno, ¿éste era un pedacito de ese Edén? ¿Las sobras de lo que fue una vez la tierra?-. No tengo adonde volver, y no sé cómo vine a parar aquí, me lancé al desierto buscando la muerte.-Era la única explicación que tenía, hasta que vi a Sahar.

-Y la encontraste, y renaciste. Una nueva vida-dijo Circe. Sus ojos claros me escudriñaban el rostro con sutileza-. Seguiste un rastro, las huellas de un alma que pedía por ti, que te llamaba en el silencio. Alma por la que pediste, tu contraparte, y similar; fue por ti sin apenas notarlo y te trajo, a ella te aferraste para vivir.

   Circe hablaba con una ternura que me regocijó, me hizo sentir bien, pero también sentí que leía mis pensamientos. Y que hablaba de Sahar, Circe era consciente de que yo la había visto a su hija en sueños; todo lo que decía encerraba misticismo, y no podía contradecirla, no podía replicar diciendo que ese tipo de cosas eran una mentira porque lo cierto es que a Sahar la vi, la sentí, la percibí, y ésta cercanía a sólo horas de haberla conocido no era normal. Tampoco anormal, claro... Ya ni sé. Estaba muy confundida y aturdida por el dolor.

-Vuestra hija es muy extraña, sin ofender-dije de inmediato.

-No ofendes, Sahar fue educada de un modo distinto. Si piensas quedarte la irás descubriendo, es una decisión que sólo tú puedes tomar; ella definitivamente no es como el resto.-Se levantó y me extendió una mano-. Acompañame.

  Volvimos a palacio, nos quedamos en el primer piso y caminamos por distintos pasillos, noté que no habían cuadros colgando de las paredes, era impresionante que no hubiese un decorado así en un sitio enorme como aquél. Bajamos una escalera de caracol, seguimos el camino que se abría frente a nosotras hasta una puerta doble que Circe abrió.
   Si el exterior me dejó asombrada, no supe qué pensar del lugar que veía frente a mí; era completamente cerrado, pero frío, algunas lámparas de aceite lo iluminaban desde las paredes, el suelo era rústico, a diferencia de los pisos superiores cuyo suelo era de mármol en blanco como las columnas. Y no era el hecho del aspecto cavernoso que tenía lo único que había llamado mi atención-que contrastaba por completo con todo palacio-, sino lo que allí hacían. Un grupo de siete hombres vestidos con un ropaje negro atacaban con espadas a una chica la cual lograba hacerles frente muy bien.

-Sahar-murmuré en cuanto se giró y se puso en posición para enfrentarse a uno que entró al grupo de improviso.


-¿Recuerdas que te dije que fue educada de un modo distinto?-preguntó Circe, admirando con un brillo en los ojos a su hija.

-No tenías que traerla aquí abajo, Circe.

   Sahar pasó entre nosotras, volví el rostro hacia los guerreros, todos habían caído.
   Seguimos a Sahar, y me pareció ver que Circe disfrutaba con la reprimenda que su hija le estaba dando. Nunca en mi vida conocí a una madre más rara que Circe, las fulminantes miradas que su hija le dedicaba ella las recibía con un guiño de ojo de regreso, y eso ponía más furiosa a Sahar.

-No estoy acostumbrada a que demuestre alguna emoción, esto es nuevo. Por lo general es una desconsiderada sin corazón-susurró.

-Te oí-dijo Sahar, quien caminaba delante de nosotras.

   Cuando volvimos al vestíbulo Circe nos dejó solas, y Sahar me llevó arriba.

-Me arrepiento de haberla dejado con Circe, ella y mi padre a veces se comportan como unos chiflados-dijo al abrir la puerta del dormitorio.

-No tiene nada de malo ser así, tener esos instantes-comenté, entrando detrás de ella. Hice una mueca de dolor, ella lo notó incluso estando de espaldas porque se dio media vuelta y me llevó hasta la cama.

-Fue una mala idea que salieras, sube los brazos.-Hice lo que pidió, me sacó la camisa e hizo que me recostara-. Iré por mi madre, ella podrá curarte del todo...

-No te vayas.

   Sahar ladeó la cara y me miró con desconfianza.

-¿Podrías quedarte un rato conmigo?-Fui cautelosa a la hora de hacer la pregunta, ella se acercó despacio a la cama y se sentó. No me miró a la cara sino la cicatriz cuyo color rojizo apenas se distinguía; sentí el dorso de sus dedos acariciar los costados de la herida, cerré los ojos y descubrí algo que no noté esta mañana cuando dedicó la misma atención a la herida en sí: el dolor desaparecía y en su lugar quedaba un rastro caliente, excitante, placentero-. Sahar, ya no duele-sonreí-. ¿Cómo lo haces?

-Yo no hago nada-susurró ella-. Iré a ducharme, y ordenaré que en cuanto esté el almuerzo lo suban.

   Me quedé así, con los ojos cerrados y empecé a sentir frío. Sólo pasaron unos minutos, o así lo creía, cuando las imágenes de los cuerpos de mi familia me hicieron gritar. Empecé a retorcerme, y de repente mi cuerpo se vio rodeado por unos brazos, abrí los ojos y escuché la voz de Sahar.

-Ha sido una maldita pesadilla, tranquila...shhhh, tranquila.

   Besó mi frente, me apreté a ella buscando su calor, su aroma. No quería que me soltara.

-Era mi familia-susurré, la voz me traicionó y se me quebró-. Si hubiese avisado de mi regreso...si... Es mi culpa...es mi culpa...

   Sahar buscó mi mirada.

-Si hubieses avisado no estarías aquí, habrías muerto con ellos y no tendrías la oportunidad de hacer pagar a quien te ha quitado a tus seres queridos-dijo, y mientras hablaba delineaba mi rostro con su dedo-. Te daré la venganza que quieres, es una promesa, pero por ahora debes recuperarte.-Limpió mis lágrimas-. Eres fuerte, señorita Vesper.

   La máscara de fríaldad que llevaba puesta durante el desayuno se había evaporado, la adoración brilló en sus ojos, su voz fue más cálida, y pude encontrar la calma.
   No fue incómodo tenerla cerca vestida con un albornoz negro de seda, era evidente que había salido de la ducha cuando mis pesadillas empezaron; yo por el contrario estaba semi desnuda de cintura para arriba, y lo había olvidado hasta ese momento. Tampoco me importó, el bra rojo me encantaba y creo que a ella también le gustó verlo en mí. Y empecé a preguntarme por qué tenía estos pensamientos, por qué me gustaba ésta sensación, había tenido una experiencia lésbica dos años antes pero fue sólo por curiosidad, ahora era distinto, ni por asomo parecido a mis relaciones pasadas.
   En mi cabeza me repetía una y otra vez que no debía estar allí, que no debía estar cerca de ella, debía marcharme. Y sin embargo mi cuerpo, mi corazón y mi alma conspiraban sintiendo más allá de lo que debería por esta niña que era una extraña en mi vida. Una extraña que no lo era.

-Manejas muy bien la espada-comenté, su dedo recorrió mi nariz y sonrió, le había gustado el cumplido.

-Nací con una espada en la mano, aprendí a manejarla antes que hablar y caminar, es un decir-agregó, como si fuese su deber explicármelo. Fue adorable, y mientras hablaba acariciaba mi rostro, me limité a sentir-. La elegiría mil veces. Es mi arma favorita.-Abrí los ojos que recién había cerrado, y me encontré con su mirada-. Tú serías mi espada, Forastera.

   No se tenía que ser un genio para interpretar sus palabras: me elegiría mil veces entre un montón de gente.
   Y me sentí segura al ir descubriendo que Sahar estaba experimentando lo que yo con ella, sólo que a diferencia de mí, no se preocupaba por disimular. Exteriorizaba sus emociones. Circe dijo que no estaba acostumbrada a verla demostrar algo, es decir, era la primera vez que le reñía, y que por lo general era una “desconsiderada sin corazón”; una desconsiderada sin corazón me habría dejado morir en la celda.
  









<<Huellas




8 comentarios:

  1. Conocés a estos personajes de una manera muy especial. Muy exhaustiva en la forma en que describís sus emociones, lo místico de su encuentro, el que Faye haya encontrado a Sahar siguiendo su rastro.
    Y tiene mucho sentido que Circe lo haya percibido, siendo tan hospitalaria. Tiene mucho sentido. En los mitos, en La Odisea cuando no estaba transformando a alguien, solía ser hospitalaria. Lo fue con Odiseo, le dio buenos consejos y provisiones, aparte de darse ella misma con Odiseo. Tanto que alguna versión dice que tuvo hijos con Odiseo.
    Ha aparecido como interesante villana de Wonder Woman. Y en la historieta El regreso de Osiris, donde matan al personaje, lo que me fastidió.
    Me fascina el personaje.
    Besos especiales.

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    1. Estos personajes son mis bebés, me meto mucho en la piel de cada uno cuando escribo :)
      Circe es un personaje precioso, intenté darle una personalidad dulce y maternal. Me gusta saber que hasta ahora te ha gustado, he leído sobre ella, los mitos griegos me encantan.

      Besos muy especiales, Demiurgo :***

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  2. El inicio de algo maravilloso en dos seres totalmente distintos.

    Mil besitos, preciosa.

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    1. Un precioso inicio, que ya todos sabemos cómo evolucionó y en lo importante que se han convertido la una para la otra... :)

      Mil besos más, querida Aurora!!!

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  3. Sin duda es una historia especial esta de Faye y Sahar dentro de toda la historia global, y logro ver al leer a una Sahar más joven, aún con su carácter la vislumbro de 15 en este capítulo. Me ha gustado Señorita escritora, felicitaciones una vez más.

    Besos dulces y dulce noche.

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    1. Ay!! Dulce, compartir esta historia de Sahar y Faye es un gusto. Sobre todo porque son personajes que te gustan, estimado amigo, y así puedo compartir con ustedes cómo fueron surgiendo los sentimientos en ellas hasta convertirse en lo que son en el presente... :)

      Besos muchos, Poeta.. Y más para Slave!!!

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  4. Qué maravilloso vínculo se va forjando entre ellas… Me encanta el desarrollo, los pensamientos de cada una y sus conversaciones… Sin duda te atrapan y te hacen sentir cada detalle o gesto…

    Un placer, Ivel… (Al siguiente!) ;-)

    Muackssss!!! ♥

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    1. Un vínculo tan fuerte que ha durado años, y en el presente se nota lo irrompible que es... :)
      Siempre lo digo: si sienten cada gesto, cada caricia, si logran ver cada detalle, es un regalo.... Y mi regalo para ustedes es cada capítulo y poner todo mi empeño en ellos para traerles algo bueno, o presentable al menos jajajja :)

      Disfrútalo, guapa!!!
      Besos :************

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