-Flashback-
Vesper, el apellido de mi padre podía abrir muchas puertas. Un
hombre brillante que había trabajado para diferentes compañías, y que al final fundó la suya logrando que otros se interesaran en asociarse con él. Si Tony Stark fuese un personaje de la vida real estaría encarnado en Illian Vesper.
Yo amaba a mi familia, mi madre era mi mejor amiga, mi padre un compañero de toda la vida, y mi hermano, ¡Dios! Mi hermano era mi vida. Cuando le diagnosticaron leucemia era muy tarde, la enfermedad estaba muy avanzada y no se podía hacer nada por más que buscáramos opiniones. A pesar de eso él luchaba y había salido adelante cruzando la línea de los años que le daban; Elliot era un chico con una energía contagiosa, divertido y nunca decaía su ánimo por más que la enfermedad lo pusiera en las últimas.
De mí, ¿qué puedo decir? Creo que no he cambiado nada, tal vez podría mencionar mi arrogancia desmedida, creída que todo era para mí, que el mundo era mío sólo porque gracias a mi padre no me faltaba nada. Y sin embargo me faltaba todo, lo percibía, sentía el vacío pero no le hacía caso más que en los momentos de silencio y soledad.
Su rostro aparecía en sueños, su voz, su risa podía escucharla, hacían eco en mi cabeza.... y a ella casi la tocaba....
El único lugar que conocía desde que tengo uso de razón, es la fortaleza de mi familia: Aleinayat Al'iilhia, Providencia, un palacio con hermosos jardines por los que caminé junto a mi padre y hermano cuando era niña. Crecí en medio de guerreros, entrenada por mi padre en el arte del combate, me daba igual si usaba arma como si no, mi padre me preparó para todo y aprendí rápido lo que tenía que aprender.
Mi destino y el de mi hermano ya estaban establecidos, aunque él, Vadhir, solía decir que nosotros debíamos seguir nuestro camino y hacer lo que el corazón dictara. Nunca le di importancia a esas palabras, yo ya sabía qué iba y quería ser y hacer; siempre he sido leal a mi padre, nunca cruzó por mi cabeza ser alguien más, o seguir lo que el corazón dictara porque no significaba nada para mí. Vivía para obedecer las órdenes de Caín, el Antiguo.
No éramos comunes, mi familia no era común. Circe, mi madrastra era una hechicera espléndida, maga que me enseñó muchas cosas, del exterior solo conocía lo necesario gracias a ella, leía historias, libros clásicos que me obsequiaba. Y el lado místico del mundo, ese lado que le fue negado a la gente que vivía fuera de nuestro pequeño reino, no sólo nos lo enseñó a mi hermano y a mí, sino a aquellos guerreros que estaban dispuestos a dar su vida por nosotros.
Un misticismo que afuera, a los pocos que se les brindó ese conocimiento, lo manejaban como algo falso. No existía la magia, no existían otros mundos, para ellos era necesario mantener a las criaturas humanas en la ignorancia, que no fueran conscientes del ilimitado poder que tenían, para así subyugarlos.
Papá no intervenía del todo, los guerreros Hassassins-como fuimos bautizados por él-, recibíamos órdenes de eliminar a algún político, monarca, o cualquier agente de poder que insistiera en hacer de Assiah un lugar lleno de caos. Iba de a poco, así era mi padre, y había logrado frenarlos, había logrado retrasar esa agenda de una élite plagada de ambición, deslealtad, y traición hacia su propia raza. Élite que manejaba rituales, y trabajaba en pro de la venida de mi abuelo, de quien en casa hablábamos poco.
Nunca pregunté, papá hablaba sobre su pasado cuando le apetecía, yo escuchaba en silencio sin preguntar. A diferencia de mi hermano. Sobre mi madre biológica nunca mostré ganas de saber, conocí su historia porque una vez Vadhir le preguntó a papá, y a la misma Circe quien nunca se enfadó por ello.
Yo no sentía, lo que se supone que debía sentir, ¿extrañar a alguien que no conocí? ¿Por qué? ¿Para qué? Algo malo debía tener porque Vadhir si la echaba en falta, y yo no.
Vadhir hablaba de cariño, de amor, yo no entendía qué era eso, qué era lo que se suponía debía sentir. Eso mismo, SENTIR.
Papá no le daba importancia, por momentos era frío y distante, y luego cercano y sonriente. Yo le respetaba, le admiraba. Pero amarlo, no sabía.
-Circe, ¿qué se siente estar enamorada?-le pregunté una vez a mi madrastra, la pregunta salió sin siquiera detenerme a pensarla. Había tenido sueños en los que veía un rostro y al despertar había una inquietud en mí.
-Curiosidad, mi niña, al fin muestras algo-sonrió ella-. Ya lo sabrás, está pronta la llegada de tu alma....
-Deja de hablarle de esas cosas, Circe-dijo mi padre, entrando al salón comedor-. Tiene 15, y ya está prometida, el amor es lo de menos cuando tienes a alguien fuerte como Declan a tu lado.
Declan se unió a nuestro clan mucho antes de que papá y Vadhir tuvieran el altercado que llevó a mi hermano a un sueño eterno. Habían cosas que mi padre hacía y mi hermano no aceptaba, así que lo retó por el liderazgo de nuestro reino, y perdió. Su destino quedó en mis manos, papá me preguntó qué quería que hiciera, lo único que dije fue que era decisión suya castigarlo como mejor le pareciera.
Lo durmió, un sueño del que solo él podía despertarlo.
Mi padre vio en Declan a un guerrero excepcional, tenía habilidades sorprendentes. Creo que era el hijo varón que siempre deseó.
Debido a la personalidad de aquél chico papá decidió que en cuanto yo tuviera la mayoría de edad me casaría con él. No me gustó la idea, pero debía obedecer; Declan y yo terminamos congeniando, se convirtió en mi primer y único amigo, entrenábamos juntos, me contaba sobre la vida en el exterior. Cuando yo, aún siendo adolescente, salía en alguna misión era únicamente a la misión y nada más, no perdía el tiempo en otras cosas.
Hasta que ella apareció, herida, sucia, víctima del calor del desierto, casi con un pie en la tumba.
Yo estaba de pie al lado del trono de mi padre cuando aquella joven entró al atrio escoltada por dos de nuestros guardias; muerta en vida era poco decir, sólo vestigios de una luz brillaba en sus ojos, grandes y hermosos ojos azules de una mirada agresiva que se instaló en ellos en medio de esa fragilidad que proyectaba. Tenía el pelo rojo enmarañado, y al notar mi presencia se mostró sorprendida.
-La encontramos cerca de las ruinas, mi Señor-informó uno de los guardias.
Mi padre pilló el interés con el que la chica me miraba, volvió la cara hacia mí y de regreso a la desconocida. En ese instante pensé que si lograba leerla, ¿qué vería en su mente?
-¿Qué hace paseando por un lugar tan alejado de la civilización, señorita?-le preguntó, decidiendo que fuese ella quien explicara su situación y respetando su privacidad, su libertad de pensamiento.
La chica apenas podía estarse en pie, tenía rasguños en la cara, los labios resecos, quemaduras. Una suerte que siguiera viva tras pasar quién sabe cuantos días en el desierto.
-No sé cómo llegué hasta aquí-respondió en un susurro y con un acento extraño.
Apenas cumplí mis 18 tomé la decisión de viajar por el mundo, mis padres siempre apoyaron mi carácter independiente, y me dejaron marchar. Dos años enteros conociendo ciudades, lenguas, gente, lugares remotos y hermosos; pero seguía faltándome algo, la dibujé, percibí su perfume, busqué en los rostros de otra gente a quien veía en sueños, a quien extrañaba cuando despertaba. Sin éxito.
Después de mi cumpleaños número 20 decidí regresar a casa, bajé del avión ilusionada, caminé por el aeropuerto prestando apenas atención a las personas, ansiaba ver a mi familia. Y justo por esa distracción no llegué a ver de frente a la persona con quien tropecé, pero sí me volví por si esperaba alguna disculpa, y lo que vi me dejó pasmada. Era una chica que se volvió niebla en medio del lugar, salvo que fui la única que llegó a ver tal anomalía.
Ni gritar pude pero sí busqué con la mirada a alguna otra persona que hubiese visto aquello para así asegurarme que no me había vuelto loca. No, nadie más la vio.
Suspiré y seguí adelante. Tomé un taxi, no avisé en casa que volvía porque quería que fuese una sorpresa....
....Y la sorpresa me la llevé yo; una mujer rubia salía de mi casa a medida que nos acercábamos. En cuanto bajé del taxi la vi subir a un coche que estaba aparcado en la otra cuadra.
Le pagué al chófer y me puse en marcha en dirección a la casa, abrí la puerta y ese fue el instante en que el mundo había acabado para mí.
Los cuerpos.... Sólo un monstruo podía hacer una cosa así...
Recuerdo haber llamado a la policía, los vecinos dijeron que no habían visto ni oído nada.
Al día siguiente oí de Viktor Strauss, los abogados de mi padre me buscaron para decirme que habían pasos a seguir para la toma, por parte de éste, de la empresa y todo su capital. Yo era heredera universal, y sólo si yo no estaba la empresa pasaría a manos de Viktor. Ese mismo día intentaron matarme, y tuve que huir porque la policía estaba involucrada, no podía confiar en nadie.
Al funeral de mi familia asistí a escondidas, él se encontraba allí, la mujer a la que vi salir también. Ésta me notó pero no dijo ni hizo nada, después de eso me fui; en las noticias se hablaba de mí como la posible asesina de mi familia, yo me había convertido en la principal sospechosa.
En esos días ni yo misma supe de mí, sé que busqué a un antiguo novio experto en falsificar papeles, y me ayudó sin preguntar. Oyó las noticias pero no creyó lo que se decía de mí.
Me hice con un nombre nuevo, pinté mi cabello de rojo, y me lancé a viajar bajo otra identidad. Sabía que Viktor seguía buscándome, tenía que marcharme lejos; no recuerdo cómo diablos llegué a aquél desierto, sólo sabía que tenía que estar allí, que alguien me esperaba, era un presentimiento.
Y deambulé día y noche, ¿quién sería lo bastante idiota para lanzarse al Sahara? Le oí decir a un guía turístico. Yo lo era, una suicida que lo había perdido todo, francamente me sorprendía ese empeño mío de seguir adelante, de seguir viviendo. Algo me esperaba, alguien....
Caí en la arena, el agua y la comida se me habían agotado. Me dejé ir, no me quedaba nada.
¿Cuántos días estuve allí? Lo ignoraba, sé que una noche oí voces en una lengua extraña y sentí que me movía; lo próximo que supe es que me guiaban por un elegante pasillo y entraba a un salón de aspecto antiguo, veía borroso hacia el lugar donde se sentaba un hombre; bajé la mirada, me sentía mareada, débil. Al volver a levantarla vi a la chica que se hallaba de pie al lado del hombre.
No podía creerlo... No....
Uno de los hombres que me acompañaron hasta ahí habló, no supe qué dijo.
-¿Qué hace paseando por un lugar tan alejado de la civilización, señorita?
Eso sí lo entendí, el caballero sentado en lo que ahora distinguí como un trono negro se dirigió a mí.
-No sé cómo llegué hasta aquí-dije en un susurro.
-Y no va a quedarse.
-¿Qué es aquí? ¿Dónde estoy?
-No hace falta que lo sepa porque no va a quedarse.
-No te adelantes, cariño-dijo una mujer que entró al recinto. Su elegante toga de bordados dorados ondeaba al caminar; se sentó al lado del hombre y me miró-. Deja que la joven se explique, necesitamos saber qué pasó. Tiene una mirada muy triste, y dolor en su alma, tú recibes a personas así, eres compasivo.
-Eres muy convincente, Circe-replicó el hombre.
-Adelante, niña. ¿Cómo te llamas? Cuéntanos tu historia.
La mujer, como el resto de personas ahí presentes, me observó con interés.
-Faye, mi nombre es Faye Vesper.-Circe asintió, y observó a quien entendí, era su marido-. Hace semanas perdí a mi familia, fueron asesinados. Mi padre, mi madre y... mi hermano enfermo.
La chica se mantuvo seria y atenta a mis palabras. Ninguno se inmutó, aunque si cuenta el que Circe haya vuelto la cara a un lado como si la noticia le hubiese resultado repugnante, entonces fue la única en reaccionar a mi historia.
-Yo regresé a Moscú después de dos años de ausencia, y quería darles una sorpresa, no les avisé de mi llegada. Tal vez si les hubiese dicho habrían estado en el aeropuerto esperando por mí-dije, la voz se me quebró-. Los asesinos asistieron al funeral al que yo tuve que ir a escondidas porque me querían muerta también. He huido desde entonces, no tengo un hogar al cual volver.
Circe sonrió, miró de soslayo a la chica que estaba al lado de su marido. ¿Su hija tal vez?
-Lo tienes, has vuelto a él-susurró.
-Basta, Circe. Si esta mujer quiere quedarse tendrá que demostrar que merece un puesto aquí, tendrá que ganárselo-terció su marido.
-¿No basta el buen corazón que tiene? Con los demás eso fue suficiente.
-No presiones, querida-le advirtió el hombre-. Entréguenle una espada.
-Está débil-insistió Circe, en su intento de defenderme-. No sería justo.
Él no le hizo caso, me pusieron una espada en la mano y bajó quitándose un abrigo negro y dejándoselo a la joven en las manos.
-Si ha pasado días dando vueltas por el desierto, esto no será nada.
Papá iba a matarla, en cuanto la atacó miré a Circe. Le entregué el abrigo de mi padre y salí del salón, no me apetecía ver a esa joven morir; me dirigí a mis aposentos, las palabras de mi madrastra resonaban en mi cabeza. Seguro pensó que no la escuché, cuando la señorita Vesper dijo que no tenía un hogar al cual regresar, Circe le aseguró que lo tenía y que había vuelto a él, sentí su mirada sobre mí.
-Ahora no, Drako-le dije al caballero que me esperaba a la puerta de mi dormitorio. Abrí, entré y escuché sus pasos detrás de mí después de cerrar la puerta-. No tengo ganas...-suspiré cuando empezó a besarme el cuello. Di un paso al frente para evitar que siguiera tocándome.
-¿Qué pasa contigo?-preguntó.
-No sé, no me apetece.
Desde que empezamos a liarnos nunca me había negado a tener sexo con él, en ese momento ni yo entendía por qué me había negado. Tenía la mirada de la chica grabada en mi retina.
-Respeto tu decisión-dijo Drako, caminó a mi lado, juntos nos dirigimos al balcón-. Vi a la chica que trajeron, ¿tienes alguna idea de qué hará tu padre con ella?
-Matarla....
-De hecho sigue con vida-dijo Declan, uniéndose a nosotros-. Miren, allí la llevan.
Los mismos guardias que la trajeron la llevaban rumbo a la salida de palacio. Mi padre fue lo bastante rápido.
-¿Sigue viva? ¿Es en serio?
-Llegué al atrio cuando tu padre le daba una estocada, la chica va mal herida pero para nuestra sorpresa, está luchando. Se está aferrando a alguna luz....
Por tres días estuve asomada al balcón observando Gehena, una prisión en la cima de una montaña, alejada de palacio y del pueblo. Allí se castigaba a los desobedientes y revoltosos, pero era más un feo adorno en Providencia porque desobedientes y revoltosos no habían, este lugar se mantenía en paz.
La noche del tercer día me escapé de palacio, no había tenido noticias de Faye Vesper así que subí la montaña; la velocidad que heredé de mi padre me ayudó a llegar en menos tiempo. Las puertas eran custodiadas desde una torre de vigilancia.
-¿Quién anda allí?-preguntó el guardia apuntándome con una ballesta.
Bajé mi capucha.
-Soy tu Princesa, Sahar hija de Caín, abre las puertas.
Hizo caso a mi orden, no tuve que esperar mucho. Entré, hice el recorrido por el patio hasta el interior del edificio, habían guardias por todas partes, sin prisioneros a los que vigilar, el lugar servía de centro de entrenamiento.
Me dirigí a uno de ellos.
-La mujer que trajeron hace unas noches, quiero que me lleves a su celda.
-Alteza, vuestro padre....
-Mi padre no tiene por qué enterarse, llévame con la chica.
Se dio la vuelta y me guió por unas escaleras hacia las mazmorras.
-¿Por qué vamos hacia abajo? Creí que la tendrían en una de las celdas de arriba.
-Órdenes de vuestro padre.
-¿Está viva?
-Sí, mi Señora, y si me permite decirlo: es asombroso que sea así.
Sacó una llave y abrió una reja, entró el primero.
La chica estaba en el suelo, su ropa seguía siendo la misma que cuando llegó. Me agaché a su lado.
-Tiene fiebre-dije, tocando su frente-. ¿Por qué no limpiaron su herida? ¿Le han dado de comer?-inquirí, y mis propias palabras aunadas a la extraña, ¿cómo lo llamarían? ¿Preocupación? Me sorprendieron.
-Órdenes de vuestro padre-repitió el guardia.
Me enfureció que mi padre fuese tan poco cuidadoso con estas cosas, ésta mujer no había hecho nada malo.
-No es normal que siga viva-susurré. Entonces me vi sujeta de su mano en mi muñeca, el guardia estuvo a punto de atacarla-. Envaina tu espada y cárgala, la llevaré a palacio.
-Alteza....
-Yo me hago responsable, no te preocupes por tu vida.
A escondidas volví a mis aposentos en compañía de él, y la joven mujer.
La dejó en mi cama, le ordené que se marchara pues a partir de ahí me ocuparía yo sola; le quité la ropa, busqué una toalla y un bol de cristal que llené de agua. Empecé a limpiarla, sobre todo la herida en medio de su torso.
-Deberías estar muerta-murmuré, pasando otra toalla por su rostro-. ¿En qué estaba pensando mi padre cuando dio la orden de abandonarte en esa sucia celda?
Miré la herida que sabía no iba a cicatrizar, era demasiado profunda, y había empezado a infectarse, papá había atravesado su cuerpo con la espada y la herida viajaba por su torso desde abajo del canalillo de sus pechos hasta el inicio del ombligo. No la quería viva, no quería que la chica sobreviviera.
Miré las palmas de mis manos, entonces. Circe me había estado enseñando en meses pasados Sanación, curar heridas de este tipo para así poder ayudar a los guerreros que se hallaban bajo mis órdenes.
Había aprendido a practicar la Sanación con éxito en heridas pequeñas y poco profundas, esto sería peligroso. Volví a tocar su frente, la fiebre no bajaba.
Observé su rostro en la quietud de ese agonizante momento que experimentaba, yo no quería perderla, ¿era posible? ¿No querer perder a alguien que apenas conoces, no querer perderle como si hubiese sido tuyo desde hace mucho?
-No vas a morir, no voy a dejar que te vayas.
Puse mis manos sobre la herida, el brillo tenue que las rodeó fue transmitido a la herida que inició su proceso de cura, se iba cerrando poco a poco hasta quedar una cicatriz de un color rojizo. Aparté mis manos inmediatamente después de que Faye empezó a convulsionar.
-¡No, no!
Esa fue la primera vez que sentí miedo.... Faye dejó de respirar, y la palidez y el frío cubrieron su cuerpo.
-Tienes que volver....-Me desesperé, volviendo a poner mis manos sobre la herida-. Tienes que volver, escúchame, vuelve a mí.... Por favor....
El aire volvió a sus pulmones y abrió los ojos de par en par, los cerró de nuevo al desmayarse, pero respiraba..... Respiraba otra vez.
La cubrí con una sábana, y me quedé sentada en un sillón para velar su sueño.
No dormí en toda la noche, me preguntaba por qué me sentía indefensa ante aquella persona, por qué me importaba....
La mañana me tomó desprevenida y con ella vino Declan quien llamó a la puerta antes de abrir y entrar. Se detuvo en mitad de la habitación con la mirada puesta en ella.
-¿Por qué?-dijo tan sólo.
Me levanté y me acerqué a él.
-Quisiera que me lo explicaran, porque no tengo idea de qué he hecho. O qué me hizo, ¿por qué no planeo ni quiero apartarme de ella?
-Por Dios...-susurró Declan, y me pareció que entendía lo que me pasaba-. Iré por algo de comer, lo necesitas, y si ella despierta también lo necesitará.
-Entiendo que tu padre haya pasado por alto tus encuentros con Drako para follar, pero esto no será tomado por él con tanta indulgencia-dijo, y con lo mala que soy para leer a la gente no supe si estaba enfadado-. Intentas adivinar mi estado de ánimo, te ayudaré, no me ha molestado lo que has hecho, pero me preocupa que tu padre te castigue por esto. La chica debería estar en una celda.
-Debería estar muerta, y sin embargo pasó tres días en esa celda con una herida de muerte y mírala. Sobrevivió, ¿cómo es eso posible siendo una humana?
-La ayudaste, Sahar.
-Anoche, la ayudé anoche. Sané la herida, el resto lo hizo ella antes y después de recibir Sanación.
Declan sonrió, nuevamente intenté adivinar a qué venía.
-Estoy orgulloso de que hayas usado Sanación, has mejorado.
-Vaya forma de cambiar el tema-susurré, me acabé el zumo y me senté al borde de la cama, frente a él-. Eres humano, y lo has perdido todo como ella, ¿qué te ha obligado a seguir adelante?
-Una persona a la que amo-respondió sin miramientos.
-Y sin embargo aceptaste comprometerte conmigo.
-A eso se le llama ironía, Sahar, es una ironía que termine siendo aliado de tu padre, y que termine casado contigo cuando la persona a la que amo....
-Ironía-repetí, lo recordaría la próxima vez-. Cuando la persona a la que amas, ¿qué?-Declan hizo un gesto con la mano restando importancia a lo que había dicho. Tampoco me interesaba saber-. Pero ella no parece tener a nadie más, dijo que no tenía un lugar al cual regresar.
-Pues algo o alguien la obliga a luchar por vivir, y acepté comprometerme contigo no sólo porque tu padre lo ordenó y yo le debía lo que soy ahora. Sino porque eres encantadora.-Declan me guiñó un ojo mientras se ponía en pie-. Come algo-dijo de camino a la puerta.
Declan era una conciencia, mi conciencia. Siempre aconsejando, y preocupándose por mí: Un amigo, me había dicho Circe, se ha hecho tu amigo.
-Hola-susurré.
-Hola-respondió ella.
Mi padre pilló el interés con el que la chica me miraba, volvió la cara hacia mí y de regreso a la desconocida. En ese instante pensé que si lograba leerla, ¿qué vería en su mente?
-¿Qué hace paseando por un lugar tan alejado de la civilización, señorita?-le preguntó, decidiendo que fuese ella quien explicara su situación y respetando su privacidad, su libertad de pensamiento.
La chica apenas podía estarse en pie, tenía rasguños en la cara, los labios resecos, quemaduras. Una suerte que siguiera viva tras pasar quién sabe cuantos días en el desierto.
-No sé cómo llegué hasta aquí-respondió en un susurro y con un acento extraño.
Apenas cumplí mis 18 tomé la decisión de viajar por el mundo, mis padres siempre apoyaron mi carácter independiente, y me dejaron marchar. Dos años enteros conociendo ciudades, lenguas, gente, lugares remotos y hermosos; pero seguía faltándome algo, la dibujé, percibí su perfume, busqué en los rostros de otra gente a quien veía en sueños, a quien extrañaba cuando despertaba. Sin éxito.
Después de mi cumpleaños número 20 decidí regresar a casa, bajé del avión ilusionada, caminé por el aeropuerto prestando apenas atención a las personas, ansiaba ver a mi familia. Y justo por esa distracción no llegué a ver de frente a la persona con quien tropecé, pero sí me volví por si esperaba alguna disculpa, y lo que vi me dejó pasmada. Era una chica que se volvió niebla en medio del lugar, salvo que fui la única que llegó a ver tal anomalía.
Ni gritar pude pero sí busqué con la mirada a alguna otra persona que hubiese visto aquello para así asegurarme que no me había vuelto loca. No, nadie más la vio.
Suspiré y seguí adelante. Tomé un taxi, no avisé en casa que volvía porque quería que fuese una sorpresa....
....Y la sorpresa me la llevé yo; una mujer rubia salía de mi casa a medida que nos acercábamos. En cuanto bajé del taxi la vi subir a un coche que estaba aparcado en la otra cuadra.
Le pagué al chófer y me puse en marcha en dirección a la casa, abrí la puerta y ese fue el instante en que el mundo había acabado para mí.
Los cuerpos.... Sólo un monstruo podía hacer una cosa así...
Recuerdo haber llamado a la policía, los vecinos dijeron que no habían visto ni oído nada.
Al día siguiente oí de Viktor Strauss, los abogados de mi padre me buscaron para decirme que habían pasos a seguir para la toma, por parte de éste, de la empresa y todo su capital. Yo era heredera universal, y sólo si yo no estaba la empresa pasaría a manos de Viktor. Ese mismo día intentaron matarme, y tuve que huir porque la policía estaba involucrada, no podía confiar en nadie.
Al funeral de mi familia asistí a escondidas, él se encontraba allí, la mujer a la que vi salir también. Ésta me notó pero no dijo ni hizo nada, después de eso me fui; en las noticias se hablaba de mí como la posible asesina de mi familia, yo me había convertido en la principal sospechosa.
En esos días ni yo misma supe de mí, sé que busqué a un antiguo novio experto en falsificar papeles, y me ayudó sin preguntar. Oyó las noticias pero no creyó lo que se decía de mí.
Me hice con un nombre nuevo, pinté mi cabello de rojo, y me lancé a viajar bajo otra identidad. Sabía que Viktor seguía buscándome, tenía que marcharme lejos; no recuerdo cómo diablos llegué a aquél desierto, sólo sabía que tenía que estar allí, que alguien me esperaba, era un presentimiento.
Y deambulé día y noche, ¿quién sería lo bastante idiota para lanzarse al Sahara? Le oí decir a un guía turístico. Yo lo era, una suicida que lo había perdido todo, francamente me sorprendía ese empeño mío de seguir adelante, de seguir viviendo. Algo me esperaba, alguien....
Caí en la arena, el agua y la comida se me habían agotado. Me dejé ir, no me quedaba nada.
¿Cuántos días estuve allí? Lo ignoraba, sé que una noche oí voces en una lengua extraña y sentí que me movía; lo próximo que supe es que me guiaban por un elegante pasillo y entraba a un salón de aspecto antiguo, veía borroso hacia el lugar donde se sentaba un hombre; bajé la mirada, me sentía mareada, débil. Al volver a levantarla vi a la chica que se hallaba de pie al lado del hombre.
No podía creerlo... No....
Uno de los hombres que me acompañaron hasta ahí habló, no supe qué dijo.
-¿Qué hace paseando por un lugar tan alejado de la civilización, señorita?
Eso sí lo entendí, el caballero sentado en lo que ahora distinguí como un trono negro se dirigió a mí.
-No sé cómo llegué hasta aquí-dije en un susurro.
-Y no va a quedarse.
-¿Qué es aquí? ¿Dónde estoy?
-No hace falta que lo sepa porque no va a quedarse.
-No te adelantes, cariño-dijo una mujer que entró al recinto. Su elegante toga de bordados dorados ondeaba al caminar; se sentó al lado del hombre y me miró-. Deja que la joven se explique, necesitamos saber qué pasó. Tiene una mirada muy triste, y dolor en su alma, tú recibes a personas así, eres compasivo.
-Eres muy convincente, Circe-replicó el hombre.
-Adelante, niña. ¿Cómo te llamas? Cuéntanos tu historia.
La mujer, como el resto de personas ahí presentes, me observó con interés.
-Faye, mi nombre es Faye Vesper.-Circe asintió, y observó a quien entendí, era su marido-. Hace semanas perdí a mi familia, fueron asesinados. Mi padre, mi madre y... mi hermano enfermo.
La chica se mantuvo seria y atenta a mis palabras. Ninguno se inmutó, aunque si cuenta el que Circe haya vuelto la cara a un lado como si la noticia le hubiese resultado repugnante, entonces fue la única en reaccionar a mi historia.
-Yo regresé a Moscú después de dos años de ausencia, y quería darles una sorpresa, no les avisé de mi llegada. Tal vez si les hubiese dicho habrían estado en el aeropuerto esperando por mí-dije, la voz se me quebró-. Los asesinos asistieron al funeral al que yo tuve que ir a escondidas porque me querían muerta también. He huido desde entonces, no tengo un hogar al cual volver.
Circe sonrió, miró de soslayo a la chica que estaba al lado de su marido. ¿Su hija tal vez?
-Lo tienes, has vuelto a él-susurró.
-Basta, Circe. Si esta mujer quiere quedarse tendrá que demostrar que merece un puesto aquí, tendrá que ganárselo-terció su marido.
-¿No basta el buen corazón que tiene? Con los demás eso fue suficiente.
-No presiones, querida-le advirtió el hombre-. Entréguenle una espada.
-Está débil-insistió Circe, en su intento de defenderme-. No sería justo.
Él no le hizo caso, me pusieron una espada en la mano y bajó quitándose un abrigo negro y dejándoselo a la joven en las manos.
-Si ha pasado días dando vueltas por el desierto, esto no será nada.
Papá iba a matarla, en cuanto la atacó miré a Circe. Le entregué el abrigo de mi padre y salí del salón, no me apetecía ver a esa joven morir; me dirigí a mis aposentos, las palabras de mi madrastra resonaban en mi cabeza. Seguro pensó que no la escuché, cuando la señorita Vesper dijo que no tenía un hogar al cual regresar, Circe le aseguró que lo tenía y que había vuelto a él, sentí su mirada sobre mí.
-Ahora no, Drako-le dije al caballero que me esperaba a la puerta de mi dormitorio. Abrí, entré y escuché sus pasos detrás de mí después de cerrar la puerta-. No tengo ganas...-suspiré cuando empezó a besarme el cuello. Di un paso al frente para evitar que siguiera tocándome.
-¿Qué pasa contigo?-preguntó.
-No sé, no me apetece.
Desde que empezamos a liarnos nunca me había negado a tener sexo con él, en ese momento ni yo entendía por qué me había negado. Tenía la mirada de la chica grabada en mi retina.
-Respeto tu decisión-dijo Drako, caminó a mi lado, juntos nos dirigimos al balcón-. Vi a la chica que trajeron, ¿tienes alguna idea de qué hará tu padre con ella?
-Matarla....
-De hecho sigue con vida-dijo Declan, uniéndose a nosotros-. Miren, allí la llevan.
Los mismos guardias que la trajeron la llevaban rumbo a la salida de palacio. Mi padre fue lo bastante rápido.
-¿Sigue viva? ¿Es en serio?
-Llegué al atrio cuando tu padre le daba una estocada, la chica va mal herida pero para nuestra sorpresa, está luchando. Se está aferrando a alguna luz....
Por tres días estuve asomada al balcón observando Gehena, una prisión en la cima de una montaña, alejada de palacio y del pueblo. Allí se castigaba a los desobedientes y revoltosos, pero era más un feo adorno en Providencia porque desobedientes y revoltosos no habían, este lugar se mantenía en paz.
La noche del tercer día me escapé de palacio, no había tenido noticias de Faye Vesper así que subí la montaña; la velocidad que heredé de mi padre me ayudó a llegar en menos tiempo. Las puertas eran custodiadas desde una torre de vigilancia.
-¿Quién anda allí?-preguntó el guardia apuntándome con una ballesta.
Bajé mi capucha.
-Soy tu Princesa, Sahar hija de Caín, abre las puertas.
Hizo caso a mi orden, no tuve que esperar mucho. Entré, hice el recorrido por el patio hasta el interior del edificio, habían guardias por todas partes, sin prisioneros a los que vigilar, el lugar servía de centro de entrenamiento.
Me dirigí a uno de ellos.
-La mujer que trajeron hace unas noches, quiero que me lleves a su celda.
-Alteza, vuestro padre....
-Mi padre no tiene por qué enterarse, llévame con la chica.
Se dio la vuelta y me guió por unas escaleras hacia las mazmorras.
-¿Por qué vamos hacia abajo? Creí que la tendrían en una de las celdas de arriba.
-Órdenes de vuestro padre.
-¿Está viva?
-Sí, mi Señora, y si me permite decirlo: es asombroso que sea así.
Sacó una llave y abrió una reja, entró el primero.
La chica estaba en el suelo, su ropa seguía siendo la misma que cuando llegó. Me agaché a su lado.
-Tiene fiebre-dije, tocando su frente-. ¿Por qué no limpiaron su herida? ¿Le han dado de comer?-inquirí, y mis propias palabras aunadas a la extraña, ¿cómo lo llamarían? ¿Preocupación? Me sorprendieron.
-Órdenes de vuestro padre-repitió el guardia.
Me enfureció que mi padre fuese tan poco cuidadoso con estas cosas, ésta mujer no había hecho nada malo.
-No es normal que siga viva-susurré. Entonces me vi sujeta de su mano en mi muñeca, el guardia estuvo a punto de atacarla-. Envaina tu espada y cárgala, la llevaré a palacio.
-Alteza....
-Yo me hago responsable, no te preocupes por tu vida.
A escondidas volví a mis aposentos en compañía de él, y la joven mujer.
La dejó en mi cama, le ordené que se marchara pues a partir de ahí me ocuparía yo sola; le quité la ropa, busqué una toalla y un bol de cristal que llené de agua. Empecé a limpiarla, sobre todo la herida en medio de su torso.
-Deberías estar muerta-murmuré, pasando otra toalla por su rostro-. ¿En qué estaba pensando mi padre cuando dio la orden de abandonarte en esa sucia celda?
Miré la herida que sabía no iba a cicatrizar, era demasiado profunda, y había empezado a infectarse, papá había atravesado su cuerpo con la espada y la herida viajaba por su torso desde abajo del canalillo de sus pechos hasta el inicio del ombligo. No la quería viva, no quería que la chica sobreviviera.
Miré las palmas de mis manos, entonces. Circe me había estado enseñando en meses pasados Sanación, curar heridas de este tipo para así poder ayudar a los guerreros que se hallaban bajo mis órdenes.
Había aprendido a practicar la Sanación con éxito en heridas pequeñas y poco profundas, esto sería peligroso. Volví a tocar su frente, la fiebre no bajaba.
Observé su rostro en la quietud de ese agonizante momento que experimentaba, yo no quería perderla, ¿era posible? ¿No querer perder a alguien que apenas conoces, no querer perderle como si hubiese sido tuyo desde hace mucho?
-No vas a morir, no voy a dejar que te vayas.
Puse mis manos sobre la herida, el brillo tenue que las rodeó fue transmitido a la herida que inició su proceso de cura, se iba cerrando poco a poco hasta quedar una cicatriz de un color rojizo. Aparté mis manos inmediatamente después de que Faye empezó a convulsionar.
-¡No, no!
Esa fue la primera vez que sentí miedo.... Faye dejó de respirar, y la palidez y el frío cubrieron su cuerpo.
-Tienes que volver....-Me desesperé, volviendo a poner mis manos sobre la herida-. Tienes que volver, escúchame, vuelve a mí.... Por favor....
El aire volvió a sus pulmones y abrió los ojos de par en par, los cerró de nuevo al desmayarse, pero respiraba..... Respiraba otra vez.
La cubrí con una sábana, y me quedé sentada en un sillón para velar su sueño.
No dormí en toda la noche, me preguntaba por qué me sentía indefensa ante aquella persona, por qué me importaba....
La mañana me tomó desprevenida y con ella vino Declan quien llamó a la puerta antes de abrir y entrar. Se detuvo en mitad de la habitación con la mirada puesta en ella.
-¿Por qué?-dijo tan sólo.
Me levanté y me acerqué a él.
-Quisiera que me lo explicaran, porque no tengo idea de qué he hecho. O qué me hizo, ¿por qué no planeo ni quiero apartarme de ella?
-Por Dios...-susurró Declan, y me pareció que entendía lo que me pasaba-. Iré por algo de comer, lo necesitas, y si ella despierta también lo necesitará.
Declan
salió, me volví sólo para encontrar a la joven aún durmiente.
Aproveché la oportunidad para ducharme, y bajo el agua fría de la
regadera intenté quitarme de la cabeza la mirada que me dirigió
durante su audiencia con mi padre, intenté borrar las palabras de
Circe, intenté eliminar ésta sensación, una inquietud inusual en
mí. Ni siquiera comparable al deseo que Drako me despertaba, sino
que superior y más profunda.
Salí,
me vestí y al volver a la habitación Declan esperaba sentado donde
yo pasé la noche.
En
mi escritorio había una bandeja con una jarra de zumo de naranja,
tostadas, tocino, y huevos. No me sentía hambrienta así que me
serví zumo bajo la inquisitiva e interesada mirada de mi prometido.
-Entiendo que tu padre haya pasado por alto tus encuentros con Drako para follar, pero esto no será tomado por él con tanta indulgencia-dijo, y con lo mala que soy para leer a la gente no supe si estaba enfadado-. Intentas adivinar mi estado de ánimo, te ayudaré, no me ha molestado lo que has hecho, pero me preocupa que tu padre te castigue por esto. La chica debería estar en una celda.
-Debería estar muerta, y sin embargo pasó tres días en esa celda con una herida de muerte y mírala. Sobrevivió, ¿cómo es eso posible siendo una humana?
-La ayudaste, Sahar.
-Anoche, la ayudé anoche. Sané la herida, el resto lo hizo ella antes y después de recibir Sanación.
Declan sonrió, nuevamente intenté adivinar a qué venía.
-Estoy orgulloso de que hayas usado Sanación, has mejorado.
-Vaya forma de cambiar el tema-susurré, me acabé el zumo y me senté al borde de la cama, frente a él-. Eres humano, y lo has perdido todo como ella, ¿qué te ha obligado a seguir adelante?
-Una persona a la que amo-respondió sin miramientos.
-Y sin embargo aceptaste comprometerte conmigo.
-A eso se le llama ironía, Sahar, es una ironía que termine siendo aliado de tu padre, y que termine casado contigo cuando la persona a la que amo....
-Ironía-repetí, lo recordaría la próxima vez-. Cuando la persona a la que amas, ¿qué?-Declan hizo un gesto con la mano restando importancia a lo que había dicho. Tampoco me interesaba saber-. Pero ella no parece tener a nadie más, dijo que no tenía un lugar al cual regresar.
-Pues algo o alguien la obliga a luchar por vivir, y acepté comprometerme contigo no sólo porque tu padre lo ordenó y yo le debía lo que soy ahora. Sino porque eres encantadora.-Declan me guiñó un ojo mientras se ponía en pie-. Come algo-dijo de camino a la puerta.
Declan era una conciencia, mi conciencia. Siempre aconsejando, y preocupándose por mí: Un amigo, me había dicho Circe, se ha hecho tu amigo.
Esa
noche cené, poco, en mis aposentos. Declan volvió a traerme la
comida y me informó que mi padre se había marchado esa mañana al
exterior con Drako. Él, Declan, se encargó de cubrirme con padre
asegurándole que había salido a pasear a caballo cuando en realidad
no salí porque me encontraba ocupada cuidando de Faye Vesper, quería
estar allí cuando despertara.
Cerré las puertas que daban al balcón porque empezaba a enfriar, cuando me volví esos ojos me observaban, en silencio.
Cerré las puertas que daban al balcón porque empezaba a enfriar, cuando me volví esos ojos me observaban, en silencio.
-Hola-susurré.
-Hola-respondió ella.
Pasar unos días sin visitar mi propia casa hace que al regresar parezcan siglos xD
ResponderEliminarAún estoy preparando algunos capítulos y me gustaría que quedaran bien, estoy viendo los detalles porque son los últimos capítulos y quiero que salgan... Ya saben, presentables :)
Como tenía este spin off por ahí escondido decidí compartirlo, cada personaje tiene su propia historia, pero mi favorita es la de Sahar y Faye...
También es un regalo para Dulce que sé son dos personajes que le gustan ;)
Besazos!!! Buen inicio de semana!!!
PD: La canción me recuerda mucho a ellas ;)
Me gustó mucho este spin off. La historia de como Sahar y Faye se conocieron. Fue amor a primera vista. Y me gustó como se presentan las características de ellas de Sahar desafiando a su padre de Faye sobreviviendo a un ataque de una espada.
ResponderEliminarCirce siempre me ha despertado una cierta fascinación, en La Odisea y en distintas ficciones que la han tenido como personaje. Con las imagenes que elegiste de ella y como la presentaste, se repitió esa fascinación. Podría enamorarme de ella.
Besos especiales.
Te vino muy bien la influencia de Arrow La supiste aprovechar.
ResponderEliminarMás besos.
Arrow me inspira sólo cuando se trata de Nyssa y Sara, y porque me llevó a investigar sobre los hassassins, personajes que ya había investigado con anterioridad pero no encontraba cómo introducirlos a la historia hasta que nacieron Sahar y Faye. Que además están inspiradas en personas reales, una de ellas es mi persona favorita y muy importante para mí ;)
EliminarA veces se intercambian las personalidades...
Qué bueno que te ha gustado, querido amigo. Sahar y Faye, amor a primera vista, pero ya se buscaban a nivel místico sólo que la única que lo reconoció al inicio fue Faye, Sahar lo ignoraba, había soñado con ella pero al despartar olvidaba su rostro.... :)
Circe, sí, es un personaje fascinante. A mí me gusta la relación madre-hija que tiene con Sahar, es muy bonita porque es la única madre que ésta ha conocido y nunca se vio interesada por saber sobre su madre biológica, cosa que Circe irá cambiando...
Si te enamoras de ella, me sentiré halagada ;)
Besazos especialísimos!!!
Primero que todo muchas gracias por el regalo de este capitulo, en donde se ve el inicio de la historia entre Sahar y Faye. Toda historia de amor tiene ese momento inicial en que la chispa se desata, aquello que sientes y no manejas, sólo dejas que te lleve a la otra persona. Así se ve en Sahar.
ResponderEliminarVolveré por la siguiente parte, que como ya viene el final no me lo perderé. :)
La canción muy bonita también. Una vez más mi gratitud para ti.
Besos dulces y dulce semana.
Es mi historia de amor favorita en el universo de Vestida de Luna, más adelante hay otras historias de amor pero creo que ninguna comparable a la de ellas. Hay mucha complicidad entre estos dos personajes, y un amor muy puro e intenso...
EliminarNo hay de qué, sabía que te gustaría conocer un poco del pasado de ellas... :)
Es una de las canciones que cada vez que la escucho llega una escena Sahar-Faye jeje
Besos, Poeta!!!
El amor no entiende de explicaciones cuando aparece, y así es como en estos personajes nace... nadie sabe ni cómo ni porqué.
ResponderEliminarIvel, te he seguido desde el principio de la historia y en ningún momento ha decaído la intensidad de la trama... Te felicito, siempre se ha de admirar un trabajo así y yo lo hago, preciosa.
Mil besitos.
No entiende no, el amor Es... :)
EliminarGracias por estar allí desde el inicio, por acompañarme en este viaje, y por acompañar a estos personajes. Saber que en el transcurso de este tiempo en que he ido publicando no ha decaído la intensidad de la trama me deja con un buen sabor de boca porque es lo que intento, llevarles algo bueno y bonito, y si lo he conseguido me quedo satisfecha... Gracias por estar, mi Aurora :)
Besazos, bonica!!!
Qué bonito momento el de la sanación, Ivel… ♥♥♥ Me voy a leer el siguiente, amiga… me capturas piel y alma!!! ;-)
ResponderEliminarMuacksssss!!!
Sí, es muy bonito, y esa desesperación en Sahar cuando creía que la perdía....Uff!
EliminarQué lo disfrutes, Gine ;)
Besos!!!