Instante(s)

Nueva York, Estados Unidos
Faye


   "No te moverás de aquí. No saldrás hasta nuevo aviso..."
   Y esas fueron las palabras de Caín. Sabía que debía callar y pedirle a Sahar que mantuviera en secreto esta maldita dolencia hasta encontrar una forma de manejarlo y no tener que ver esas imágenes de destrucción. 

   Hace rato me llamó poderosamente la atención el que Luna anduviera cercana a su padre, la forma en que lo miró tras cruzarse de brazos después de mi confesión, no me gustó nada. ¿Y si le habló de lo que ella vio? ¿Y si le habló de su encuentro con su difunto novio? ¿Habrá vuelto a repetirse dicho encuentro?
   Es preocupante porque sé con exactitud lo que debe estar pensando: traer a su amado muerto de regreso a la vida. No creo que Caín acepte hacerlo, aunque para conseguir la aceptación de su hija, revivir a un muerto con todo y la maldición que caerá sobre éste al volver al mundo de los vivos, es un precio muy bajo a pagar. 

     Quiere ser un buen padre, ahora quiere ser el padre perfecto. ¿A qué juega? Logra que Sahar baje la guardia con respecto a él sacando la bandera de rendición y aceptación, o al menos eso intenta porque Sahar siempre está atenta a todo. Dice preocuparse por mí porque no quiere que su hija sufra si llegara a pasarme algo, eso después de ponerme en una situación comprometiendo mi vida, rezando para que muera. Me aconseja que me cuide, y me ordena quedarme encerrada hasta desvelar hora y fecha de la posible destrucción de la ciudad, para intentar pararla a sabiendas de que el futuro no puede ser alterado, no en su totalidad. Si ésta gente va a morir, morirá. Siempre habrá otra forma de que se cumpla, de llegar al mismo lugar; Circe lo ha dicho, sus visiones cambian, el curso de las visiones cambia dependiendo de las decisiones que toman sus protagonistas, pero generalmente llevan al mismo final porque no puede alterarse.

    En las dos horas que han pasado desde que tuve esa visión, las imágenes no cesan de intercalarse en mi cabeza, es como tener un televisor integrado donde sólo hay canales de películas de guerra y desastre. Para y vuelve a empezar, películas con el mismo capítulo, mismo final.
  Muerte.....
  Y las personas a las que quiero bajo tierra siguen haciendo de las suyas. Viktor Strauss, Lucrecia Zarasúa, quienes usaron a mi padre para sus planes valiéndose de su debilidad por su hijo enfermo. Ellos me los quitaron, me quitaron a mi familia; pero me las pagarán, juro que me las pagarán.
   Amy es muy meticulosa, ha ido barriendo con ellos de a poco pero lo que ha hecho no es suficiente y no lo será si no actuamos con contundencia.
    Sin piedad. Muerte por muerte.

-Baja de allí-escuché a mis espaldas.

-No me des ordenes, Sahar-repliqué.

-La bebé se ha cabreado-dijo. Me solté de la barra y caí al suelo, agachada.

-Ya aprendiste a burlarte con conocimiento de causa.

-Sólo fue un comentario, mi intensión no era burlarme.-Cogí la toalla que me lanzó, me sequé el sudor e intenté serenarme porque sí, cabreada estaba y mucho.

-Eres un cielo, Sahar-reí-. No cambiaría esa inocencia tuya por nada, no cambiaría nada de ti.

-Me hace bien escucharte decir eso pasados los años que han pasado-dijo, recorriéndome con su mirada, al darse cuenta que se había distraído sacudió la cabeza y me miró a los ojos. Si a ella le gustaba oírme decir lo que dije, a mí me encantaba que siguiera mirándome con lujuria, pasados los años que han pasado-. Te me perdiste, no verte en el dormitorio al regresar me asustó pero enseguida pensé que estarías aquí. Debo parecerte una tonta dependiente de ti.

-Nada más alejado de lo que pienso, cuando yo soy presa de la desesperación sino te tengo a mi lado. No eres ni un poco dependiente, sólo me quieres-susurré al llegar frente a ella-. Ya sé, ya sé, no digo esa frase mundana tan gastada.

    Acaricié su rostro con mis dedos, delicadamente. Ella inclinó la cabeza hacia mi mano, sonriendo.

-Papá fue a ver a Amanda-dijo, en cuanto alejé la mano-. Creo que se le pasó el enfado por lo que hicimos, aunque antes de marcharse me recordó que Amanda debió tomar esa decisión y no nosotras por ella. ¿Debo interpretar eso como que sigue enfadado, o no?

-Sigue enfadado, eso no debería quitarte el sueño, tu idea fue buena. La gente comienza a hacerse preguntas, a especular, más hacia la infidelidad de la señora Carlysle, pero algo es algo. Si tu hermana decide aceptar alguna entrevista en exclusiva aclarará todo, y destapará algunas cosas, lo que haga la gente con esa información ya será problema de ellos. Yo no espero mucho cambio, intentarán hacer algo para hacer pasar la noticia como algo estúpido, son expertos en eso.

    Nos fuimos caminando hacia la salida mientras hablábamos. Ella se detuvo y rehuyó mi mirada.

-No viniste a buscarme sólo para ver cómo estaba o hablar de tu padre, ¿verdad?

-Viktor Strauss y Lucrecia Zarasúa arribaron al país este día-dijo, apoyó su espalda en la pared y se dejó caer despacio, hasta sentarse en el suelo-. Creí que debías saberlo, después de lo que me contaste sobre lo que le hicieron a tu familia, no puedo más que sentir repugnancia por esa gente. 

    Me arrodillé ante ella, tomé sus manos entre las mías y deposité un beso en su frente.

-Y mis hermanas...-La ira asomó en su rostro-. Debí matar a Viktor cuando me llevó a esa fortaleza creyendo que yo era Luna, debí asesinarlo allí mismo junto con los engendros que estaba entrenando. Pero en cambio decidí esperar.

-Seguías un plan que cambió a último minuto, cariño. Estamos acostumbradas a seguir órdenes, a seguir una estrategia, y si de matar a Viktor se trata, creo que deberías dejar eso en manos de Amanda.-Sería yo quien le quitaría la vida al muy maldito.

-Por ella me quedé, para evitar que matara una última vez. Luna quiere salvarle de sí misma, y para eso no podemos permitir que sea ella quien le quite la vida a Viktor-suspiró. Conociendo a Sahar, estaba segura que, de ser por ella, dejaría a su hermana mayor torturar a Viktor Strauss-. ¿Sabes qué salió en las noticias además de todo el revuelo con Amanda? En España, hoy, dejaron caer dinero desde varios aviones en todo el país, sin contar que un donador misterioso depositó grandes cantidades en cuentas de diferentes fundaciones. Lo extraño de todo el asunto es que "casualmente" declaran a Viktor Strauss en bancarrota, le robaron, Faye, le robaron todo su dinero. Quedó sin nada.

-Su mujer ya había mencionado algo al respecto poco antes de morir, Amanda lo hizo. Creo entender que Viktor confiaba mucho en tu hermana, ella llevaba su dinero, le aconsejaba dónde invertir, era su mano derecha.

    Sahar rió.

-Amanda es una bruja maldita.

-¡Oye! Yo la llamo así-dije, dándole un golpecito en el brazo.

   Reímos juntas. 
  Creo que soy la única persona que ha oído su risa en esa voz grave, suave, ella que es severa, tan propia. Ella que fue educada de un modo distinto. Ella, de emociones reprimidas.
   Teníamos el pasillo para nosotras. Sahar abrió las piernas permitiéndome quedar entre ellas, yo tomé su cara entre mis manos olvidándome de la ira que intenté sacarme haciendo ejercicio. Esa ira había desaparecido nada más oír su voz; besé su frente, su nariz. Sentí sus manos en mis caderas, mi respiración empezó a acelerarse por la anticipación, lo que había empezado en el gimnasio en la madrugada, ese juego que me dejó con ganas de ella, vería su final. 
  Bajó el zipper de mi brasier deportivo y me lo quitó con una sonrisa ladina en su boca.
   Acercó su lengua a mi pezón derecho mientras acariciaba el izquierdo, despacio. Cerré los ojos, apoyé la frente en su hombro cuando bajó la mano que acariciaba mi pezón, la introdujo en mi pantalón y por dentro de mis bragas, suspiré e inmediatamente Sahar buscó mi boca, hinqué mis uñas en sus hombros que se hallaban protegidos por un suéter negro de cuello largo, y correspondí a su beso moviéndome junto a la caricia de sus dedos en mi coño. Gemí contra su boca.

-Baladay Alhabib...-suspiró. Amada mía.

   Rocé su lengua, a la vez que me metía un dedo, sonrió y lo sacó.

-No juegues conmigo, Sahar, no ahora.... ¡Aah!-solté, empezó a abrirme...dos dedos... Cerré los ojos.

-Mírame, ojizarca, abre esos hermosos ojos-susurró, seguido de un suave mordisco en mi labio superior.

   Los abrí a medida que sentía sus embestidas. Monté sus dedos sin romper el contacto visual, y la descarada sonrisa en sus labios llamó a la mía. Me rodeó las caderas con su brazo, entrando y saliendo de mí; me obligó a parar, y me besó con tal posesión, recordándome una vez más que era suya, que era mía. Acariciando mi clítoris, enredando nuestras lenguas... Perdiéndome en el éxtasis...
   Este era mi lugar secreto, el que me proporcionaba paz, el que calmaba mi turbulenta alma. 
   Este era mi lugar secreto, en donde encontraba amor, libre, sereno e intenso a un tiempo. Secreto a gritos.
   Mi lugar secreto lleno de caricias, de guerra y paz, de conversaciones silentes, de miradas que lo decían todo... 

-Mi lugar secreto, tú-le susurré al oído, sentada a horcajadas sobre ella, fundidas en un abrazo. Besé su cuello, y volví a apoyar la mejilla en su hombro, sus manos en mi espalda; yo seguía desnuda de cintura para arriba, presionó sus labios contra mi hombro-. Te amo, Sahar.

-Lo sé, Vesper, me lo recuerdas a cada segundo.-Me aparté de ella, sonrió al ver mis ojos, los examinó con una dulce mirada, como buscando algo en ellos-. No dejaré que te pase nada, no voy a perderte.       

   Escuchamos unas voces, cogí el bra, ella se quedó quieta observando cómo me ponía de pie. Le tendí la mano, la tomó y al estar en pie me haló hacia sí, se giró muy rápido y me recargó en la pared, no vi venir el beso que me estampó en la boca, pero sí me encontré correspondiendo a él. 
   Los hombres que venían eran los de seguridad, hicieron como que no vieron nada.

-¿Y eso?

-Te noté nerviosa, creí que sería divertido-alegó, caminando delante de mí.

    Le di un azote en el culo y salí corriendo. Sabía que podía alcanzarme en cuestión de segundos, pero siguió caminando. La escuché decirme que su venganza llegaría cuando menos me lo esperara, con eso me puso ansiosa.
    No llegó al dormitorio, tomé una ducha intentando no pensar. No quería pensar, sólo extender el instante de paz que acabo de vivir con ella.
    Oí que mi móvil sonó, apagué la regadera, cogí mi albornoz y escuché su voz contestándolo.

-¿Aló? ¿Aló?

    Al percatarse de mi presencia se encogió de hombros.

-Oiga, desconocido, si no quiere que se sepa que se encuentra del otro lado deje de respirar.-Colgó.

    Saqué la ropa que iba a usar, la puerta se abrió y entró Vit con una manzana en la mano.
    La pequeña sabía que a Sahar no le gustaba tenerla cerca, ni que la abrazara y por lo mismo lo hacía. Entré al baño mirando la graciosa escena de Vit rodeándole la cintura con los brazos, y a Sahar intentando quitársela de encima.

-¡Niña que se te cae la manzana!-exclamó.

   Salí ya vestida, Vit se había tirado al suelo y sujetaba a Sahar por la pierna.

-Cariño-dije-, serías la peor madre de la historia.

 -¿Dónde se apaga ésta cosa?-preguntó, sacudiéndosela de la pierna-. ¿No se pueden entrenar o algo así?

   Me incliné y cargué a la pequeñaja.

-Venga, Baby Amanda. Un beso para la hermana gruñona.

-Te quiero, Sahar-dijo la niña.

-Te quiero, Sahar-repetí, haciendo pucheros.

    Ella me guiñó un ojo, y puso la mejilla para que Vit la besara.
    Luego la pequeña me dio un beso a mí, provocando otra visión. Vi el rostro angelical de una chica, a Sahar y a mí abrazándola, sonriendo. Un cielo distinto, un azul distinto. 
    Cuando volví a éste instante, reconocí ese mismo rostro angelical de aquella chica en Vit.
    Sonreí, y las miré a ambas con ilusión. 
   Los finales no pueden alterarse, no importa cuánto cambie el transcurso de la visión, ni cuántas decisiones se tomen para que eso suceda: el final no puede alterarse.