Yo
ansiaba esto, quería volver a sentirla, quería tenerla así... cerca.
Era mucho tiempo el que llevábamos separados, y la apreté a mí, y la
besé casi con violencia, quería que sintiera la desesperación que me
provocaba la distancia que nos mantenía alejados el uno de la otra.
Dejó caer la toalla y sentí su húmeda piel en mis manos que recorrían su espalda, mordí su cuello arrancándole un gemido, bella melodía que inundaba aquella habitación y el universo, mi universo.
La cargué robándole el aliento, rozando su lengua, y ella se ancló a mi
cintura. Mi sexo y el de ella sólo eran separados por mi pantalón,
sentí que aquello podía compararse con una tortura dolorosa a más no
poder; acostada debajo de mí deshizo mi cinturón, y desabrochó mi
pantalón. Yo seguía besando sus finos labios, mi mano bajó por su
abdomen, recorriendo su vientre hasta acariciar su coño. Se le escapó un
suspiro mientras me atrapaba en su mirada, y me hacía prisionero de su
ser.
No dejé de observarla, quería grabar su hermoso rostro lleno de placer en mi mente. Se aferró a la almohada cuando
empecé a mover mi dedo, despacio, dentro de ella; besé su mentón, y
volví a sus labios. La acallé, y
susurré contra ellos.
-No te corras aún, Forastera, todavía no...
-No aguantaré más, Gastón...
-Shhhh,
espera un poco más-susurré. Robé un beso más de sus labios, y me
levanté; la miré: su belleza era sublime, contemplar esa magia que la
rodeaba, que la hacía tan especial me hacía ver lo afortunado que era.
Mi pequeño y egoísta universo, se volvía inmenso e infinito, con ella....
*
No esperaba verlo hoy, no esperaba verlo en mucho tiempo, a decir verdad.
Y llega cuando más necesitaba de él...
Llega cuando mi mundo se comenzaba a volver confuso, inentendible, complicado..... Un poquito más complicado.
Se quitó la camisa y volvió a reunirse conmigo, sentí como la punta
de su polla rozaba mi sexo mientras volvía a devorar mi boca.
Añoraba que me follara como él lo hacía.
Él, sólo Él...
Se empujó en mí y arañé su espalda cuando comenzó a moverse con fuerza.
Gastón sabía que lo necesitaba duro, ¿cuando nos hicimos tan cercanos
que casi leíamos el pensamiento del otro? ¿Era esto parte de esa
reencarnación? Él fue(es) mi Muller, yo fui(soy) su Veena; nuestras
almas se entendían a la perfección, a través del tiempo.
Salió de mí y sin apenas darme tiempo hizo que me girara, me besó el
cuello desde atrás mientras sus manos ascendían hacia mis pechos.
-Me
enloqueces, morena.-me susurró al oído. Eché la cabeza hacia atrás,
apoyándola en su hombro; las palmas de sus grandes manos regalaron
caricias a mis pechos, estimulando mis pezones, provocando(me). Moví mi
culo buscando sentir su verga, provocando(lo) y escuché su
sonrisa.-Estás impaciente, te quiero así, morena.
Me eché hacia adelante, y sentí su mano acariciar mi espalda, brasa que me dejó ardiendo a su paso por mi piel.
Sacó su polla, y me apretó a él. Mi espalda a su pecho, me tenía a punto; me giré, de rodillas frente a frente.....
Había un halo especial entorno a nosotros, me quitó un mechón de
cabello rebelde que caía por mi cara. Sonrió, me hablaba con su azul
mirada, lujuriosa, lobuna... Venía a por su presa.
Entre besos me acostó y se apresuró con esa violencia que yo consentía,
a penetrarme. Entrelazó sus manos con las mías, entrando y saliendo, yo
no podía más y grité ante el orgasmo que él provocó; Gastón me siguió,
derramando su esencia caliente en mi interior.
-Eres la condenada lujuria hecha mujer, Forastera.-susurró, besando la comisura de mis labios. Reí.-Te eché de menos, ¿sabes?
-Puedo hacerme una idea.-respondí, perdidamente enamorada de aquel bestial hombre que era mi destino desde hace tanto.
Si Gastón supiera que nuestras vidas están enlazadas por siglos, tal
vez le parecería poco creíble, aunque su mirada me decía otra cosa.
Estuvimos en la cama un rato, en silencio. Nos contemplábamos el uno al
otro, acaricié sus labios y los besé muy quedo; quería desahogarme con
él, contarle lo que acababa de saber, contarle eso y más.
Recibí un mensaje en el móvil, debía ir a la boutique, justo ahora
no quería pero tenía qué. Me vestí, él hizo lo mismo, fuimos al pequeño salón de mi apartamento, nos serví jugo. Él se sentó en un sillón, y yo me senté en su regazo.
no quería pero tenía qué. Me vestí, él hizo lo mismo, fuimos al pequeño salón de mi apartamento, nos serví jugo. Él se sentó en un sillón, y yo me senté en su regazo.
-Estaré aquí cuando regreses.-dijo contra mis labios.
-¿Por qué estás aquí, Gastón?-inquirí, levantándome.
-Te
echaba de menos, Ivel. Me has hecho una falta terrible.-sonrió. Yo
también sonreí, pero no sé, sentí que había otra cosa detrás de ese "Te
echaba de menos".-¿Dudas de mi palabra, Forastera?
-Bueno,
tampoco es que sea buena idea confiar en la palabra de un ladrón, ¿no
crees, Gastón?-Me guiñó un ojo, cogí mi bolso, mi móvil y mis llaves.-No
toques nada.
-Es un poco tarde para eso, ¿no crees, Ivel? Ya lo toqué todo.-dijo, pícaro.
Caminó hacia mí muy rápido, se me cayó todo cuando me levantó
y me puso sobre la encimera. Me besó más, más, lleno de esa pasión que no se (nos)agotaba. Quise que me follara de nuevo, sólo él sabía cómo encenderme, ¡pero joder! el móvil volvió a sonar en el suelo. Tentada estuve de dejarlo allí; empujé a Gastón, él rió sabiendo lo que había conseguido hacerme.
y me puso sobre la encimera. Me besó más, más, lleno de esa pasión que no se (nos)agotaba. Quise que me follara de nuevo, sólo él sabía cómo encenderme, ¡pero joder! el móvil volvió a sonar en el suelo. Tentada estuve de dejarlo allí; empujé a Gastón, él rió sabiendo lo que había conseguido hacerme.
-Eres un bastardo.-dije, juquetona. Le saqué la lengua y salí.
Eramos similares....
Mi otra mitad volvía a estar cerca de mí, me gustaba la idea de tenerlo
aquí, pero siempre no. Yo corro peligro y él al estar conmigo,
también....
tu rienes la magia de tu gran poesia que alegras, que atrapas con tus bellas rimas. tienes el encanto del bello poema que expresa lo dulce de tus bellas letras, tienes la nobleza del verso mas bello tallado en la piel de tu esbelto cuerpo ese que el poeta te entrego un beso sellando con su amor puro, eterno un gran beso ricardo
ResponderEliminarquise decir tienes ricardo
ResponderEliminarQue bonitas palabras, Ricardo...
EliminarMuchas gracias, y gracias por su visita, me complace..
Le deseo un precioso inicio de semana..
Un beso... :)
Muy excitante tu relato, mi preciosa Ivel, eres un as escribiendo relatos de pasión, es un placer siempre leerte, mi niña.
ResponderEliminarTe beso con mucho cariño, te quiero, preciosa.
Mi María Bonita, me he ruborizado al leer tu comentario, yo aún estoy aprendiendo a narrar estos momentos tan íntimos, cercanos, hermosos... Gracias, gracias por tu presencia, y por tu cariño...
EliminarTe devuelvo el besico, y te dejo un fuerte abruzo...!!!
Te quiero, hermosa..
Me perdí entre historias, pero sin duda prefiero esto al diablo mismo :) y esta frase de tu texto para enmarcarla:
ResponderEliminar" Mi pequeño y egoísta universo, se volvía inmenso e infinito, con ella...."
Besos dulces y dulce semana Ivel.
Ya lo creo que prefieres esto, es muy Slave y tú... Yo encuentro a estos personajes en vuestros versos... :)
EliminarLa frase es toda tuya, amigo mío..
Besos, Poeta... Preciosa semana...
Ambos se deseaban y con una intensidad fuera de lo común, las sensaciones parecen ir algo más que palabras, como el blog de María Perlada. Que intensa la tal Ivel.
ResponderEliminarBesos.
Se deseaban, se desean, este par son puro fuego, amor y ternura...
EliminarMe ruboriza la comparación con las palabras de María, la admiro mucho. Su trabajo es hermoso...
Sí, Ivel es así: Toda intensidad.... :)
Besos...
Todas las historias vuelven... gracias, Ivel... estoy enganchada a ellas desde su inicio.
ResponderEliminarMil besitos, preciosa.
No sabes cuánto me entusiasman tus palabras....
EliminarMe animan a seguir adelante con cada una...
Mil besitos pa'ti, bonita...