El silencio en la estancia me ponía más nerviosa de lo que estaba.
Faye no me quitaba los ojos de encima, ojos que contenían lágrimas causadas por mí. Tenía que hacerlo, terminaría hiriendo a alguien allí dentro si no, y sería decepcionarla más; además no le tenía confianza a los invitados de mi padre, me pondría en evidencia delante de ellos.
Regina y Arath se veían interesados en Sahar, la cogí de la mano y me la llevé de la estancia. Nina bajaba las escaleras, pasamos por su lado ignorándola; no era necesario que Sahar me respondiera, sabía con exactitud qué había hecho y por la forma en que llegó Erza ambas debieron darse un festín.
Sin previo aviso Faye me asió de la mano sacándome de la estancia, ¿era normal que reaccionara así? Cuando nos vimos solas en la habitación, en silencio fue al cuarto de baño, no la seguí. Escuché el agua correr, volvió, aún me encontraba de pie en medio de la habitación y ella se puso de cuclillas, me descalzó, se levantó y quitó mi suéter para pasar a desabrochar mis pantalones.
-Faye....
-Ahora no-susurró, bajándome los pantalones y terminando de desnudarme-. Ven conmigo.
¿Qué si estaba cabreada con ella? Sí, ¿por qué mierda no vino a mí? ¿Por qué tuvo que acudir a Erza? No tengo nada más que agradecimiento para ella pero era una neófita de Blood Drynka y Sahar también seguía siendo una bebé de la criatura que era, ambas sedientas de sangre, ambas una bomba de tiempo. Sobre todo Sahar y su temperamento que debía mantenerse en constante estabilidad.
Podía ser madura para algunas cosas, muy adulta. Pero había motivos, antecedentes que la ponían de primera en una lista de desastres ambulantes; caos y muerte se desataba allí dónde llegaba, por eso tanto control y vigilancia sobre ella.
La desnudé conteniendo las ganas de hacer algo más que lo que había ideado. Su esbelto cuerpo ante mí me puso en una situación comprometedora, saqué fuerzas de flaqueza para llevarla al baño y ayudarla a entrar en la tina; el lujo de aquél cuarto me dejaba atontada cada vez que entraba porque era muy bonito y amplio, Sahar susurró que hacían falta unas velas aromáticas.
-Sin segundas intenciones-dije, sentándome en una cómoda y elegante silla blanca detrás de ella, combinaba con el resto de la habitación. Ni idea de cómo.
-Acabo de llegar y lo primero que se te ocurre es darme un baño-dijo. Pasé el jabón con aroma a vainilla por su espalda-. Entra, Faye.
-No-negué con rotundidad.
No insistió más después de escuchar que me negaba, se quedó callada, meditando.
Al final me desnudé y me senté detrás de ella, entrelacé mis manos con las suyas, su espalda pegada a mí. Sentí su aliento en mi cuello y cerré los ojos recordándome a mí misma que estaba molesta.
-¿Esto es normal? ¿Es apropiado?-pregunté.
Me daba curiosidad saber si las parejas cuando se enfadaban buscaban una forma así de íntima de arreglar sus problemas, que no fuera a los gritos. A mis padres nunca los he escuchado hacer eso, discuten de una forma muy civilizada si tienen algún desacuerdo, y sabía que Faye tenía un desacuerdo conmigo. Estaba enfadada, la última vez que se enfadó conmigo, hace días, no llegamos a subirnos la voz. Yo no me veía subiéndole la voz, pero ella tenía su carácter y me desconcertaba que no me saliera con algún regaño.
Sonreí al oír su voz así de cerca en esas preguntas susurradas. Una relación íntima como la que manteníamos era territorio inexplorado para ella, y ¿para qué mentir? También lo era para mí, había tenido otras relaciones, pocas, pero esto era distinto.
-No hay nada normal entre nosotras-respondí-. No quiero pelear, pero sí qué me expliques qué pasó. Háblame. Cuéntame.
-¿Estás enfadada?-preguntó, cautelosa.
-Sabes que sí.
-¿Lo siento?
Reí al escucharla dudar.
-¿Sabes al menos qué es lo que me enfada?
-Que saliera con Erza, ¿estás celosa?
-No-reí-. Estoy enfadada porque me hiciste preocuparme mucho por ti, y por ella, me cae bien. ¿Cómo se les ocurrió escapar?
-No fue culpa de Erza, yo la convencí de salir. Me sentía hambrienta, un exceso de todo; si no hacía lo que me pedía el instinto, esta casa sería zona de combate ahora mismo.
-Insisto en que necesitamos volver a Providencia, por ti, Assiah te hace mucho mal. Hasta yo entiendo que es necesario un límite de tiempo para ti en el exterior, hay muchas sombras aquí, es como tu Disney World privado.
-¿Quién es Disney, y por qué tiene su propio mundo?-preguntó, toda inocente.
-No sé cómo es que me alegra que ignores ese detalle del mundo exterior-reí. Besé su frente y continué-: Canalizas la mala energía existente aquí, aunque no me gusta decir la palabra, eres una criatura rara y oscura, es fácil sentirte como en casa en un lugar donde abunda el mal. Lo que sea que hayas hecho es producto de tu instinto sobrecargado de inmundicia humana.
-Lo sé, en Providencia me siento diferente, fuera de lugar pero tengo más control sobre mí misma. Aquí.....
Besé su boca para que no pensara en ello, desechar los pensamientos sobre el tema podía ser de utilidad. Si no pensaba en lo que le hacía sentir el mundo exterior podía controlarlo más que si lo mantenía en su mente; como cuando sientes un resfriado venir y te la pasas dando vuelta a ese particular: "Me voy a resfriar. Seguro me resfrío", al final sólo estás llamando a que la enfermedad se desarrolle. Lo mismo le pasaba a Sahar, y debíamos buscar las formas, nuevos métodos que la ayudaran a controlarse.
¡Oh, rara y oscura criatura!
Su beso me distrajo un rato, no llegamos a nada más que eso, besarnos.... y bastaba.
Sequé su cuerpo cuando estuvimos fuera de la bañera, ella cogió una toalla e hizo lo mismo conmigo. Jugábamos a dejar sutiles caricias en nuestras pieles, besé su cuello cuando me ayudó a ponerme el albornoz, ella sonrió y cogiéndome de la mano volvimos al dormitorio.
-Entonces estás de acuerdo con que esos dos anden deambulando por aquí-comentó, buscando ropa interior en los cajones del armario.
-Nos sale más efectivo tenerlos cerca-respondí, cogiendo el conjunto de braguitas y brasier negro de encaje que me alcanzó-. Pero no los defenderé ante el Consejo, Arath se dejó convencer por Velkam.-Me puse la ropa interior, volviendo a vestir el albornoz negro. Faye llevaba uno blanco de tela muy fina, transparente.
-Deja de mirarme así-sonrió, sentándose a mi lado al borde de la cama.
-Mirarte no es pecado, y si lo fuera, bendito sea.-Besé sus labios, cogí el cepillo que estaba en la mesita de noche y peiné su rubio cabello.
-No vamos a follar, deja de camelarme-rió.
-Digo la verdad, no adulo a las personas para obtener favores sexuales. Además tampoco es que necesite hacerlo.
-Humilde la niña.
-Tomé clases con Erza esta noche.-Le hizo gracia, y dejé de peinarla-. Faye, entre las dos asesinamos a veinte personas-dije sin pensarlo mucho.
Fue fácil darse cuenta de lo tensa que se puso al escuchar mi confesión. Y temí, estaba teniendo mucha paciencia conmigo, todo también tiene un límite.
"Veinte personas". Aquello hizo eco en mi cabeza y en el dormitorio. "Veinte personas". "Asesinamos a veinte personas".
-¿Por qué me lo dices?-le pregunté sin mirarla.
-Porque no quería que quedara así, en secreto-respondió-. A mí me dolió que me ocultaras que sabías que Amanda era mi hermana mayor. No quiero hacerte lo mismo, no quiero tener secretos para ti y entiendo lo delicado del asunto, pero es necesario que lo sepas.
-Veinte personas, Sahar.
-Todos habían cometido crímenes y otros lo tenían pensado, me aseguré de conocer sus secretos, hice que me los revelaran. Es sorprendente la cantidad de personas que pueden llegar a ser o convertirse en criminales y la justicia humana no actúa como se debe, y sólo lo digo por los que andaban sueltos-comentó con serenidad-. Eran veinticinco personas en ese local y sólo cinco valían la pena de ser llamados inocentes. Los dejé ir respetándolos como se me enseñó.
-¿No rompiste el Código Assassin? Porque hay un código, ¿no?-le pregunté, mirándola a la cara.
-Se supone que no debí hacerlo sin expresa orden de mi padre, actué sola y fuera de una misión, ellos no eran un objetivo del Clan, pero sí un mal posible para nuestros intereses de proteger gente inocente. Se lo dije a Drako: muertos no dañan a nadie.
Asentí.
-Eres excelente tergiversando las palabras a tu conveniencia-dije, enarcando las cejas-. Imagino que tu sed era muy fuerte, hace días que mataste a Tristán y hoy estuviste a punto de arremeter contra Velkam; si querías apaciguarte de cualquier forma por qué no viniste conmigo, nos hubiésemos encerrado aquí y....
-Podía terminar lastimándote y siento que estoy usándote; si no me alimento como es debido tú pagarás las consecuencias, Faye. ¿Por qué crees que no se ha repetido lo que te pasó en Providencia después de intimar por primera vez?
-Explícame.
-Puedo matar a una persona en medio del acto sexual, es como si drenara la energía de esa persona, cuando lo hicimos y al día siguiente estuviste al borde de la muerte tras tu recuperación comencé a pensar en alguna forma de que no se repitiera. Tenía miedo de hacerte daño de nuevo; la segunda vez que lo hicimos fue en Nueva York la noche en que padre se marchó a Japón, horas antes había bebido la sangre de un hombre, luego lo asesiné y me obligué a no pensar en ello el resto de la noche. Fui a ver a Amanda a Los Hamptons y la encontré incendiando la casa de sus padres allí, murieron muchas personas, oí sus gritos, sentí el miedo, es alimento para mí, la muerte, el pánico, el terror. Luego llego a casa y lo hacemos toda la noche, al día siguiente te veías bien, no recaíste. Hasta esta mañana no caí en la cuenta, vi el patrón.
-El Sábado tras el evento de los Griffin también lo hicimos, y el Domingo en la mañana, y me sentí bien, no hubo recaída tampoco....
-¿Qué no lo ves? Lo que pasó el Miércoles fue suficiente para mí, aunque la sed seguía allí era poca, sólo empeoraba por culpa de Tristán a quien ya había elegido como víctima. Y lo maté la madrugada del Domingo así que no corrías peligro conmigo porque había saciado mi sed.
-¿Y esta mañana? Ni siquiera me dejaste hacerte nada.-Sahar evadió mi mirada-. ¿Qué hiciste esta mañana?-Me puse en alerta.
-Mordí a Erza en la muñeca en la madrugada-respondió.
Me levanté de la cama de un salto.
-Por eso estabas tan pensativa después-susurré-, evitando que yo te hiciera lo mismo te saliste por la tangente preguntándome por la universidad. Notaste algo distinto y no me lo dijiste, ¿o sólo experimentabas conmigo?
-No me salí por ninguna tangente sea lo que sea, sentí curiosidad de verdad, ¡qué yo no miento, joder! Y jamás haría experimentos contigo, a menos que sean de otro tipo-sonrió con malicia, reí, no pude evitarlo-. No me dirás que no te parecía raro que lo de Providencia no se repitiera-dijo más seria.
Resoplé.
Caminé por la habitación cerrándome en banda; sí me parecía raro pero no me dio por tocar el tema porque ella estaba muy ocupada con la investigación sobre las desapariciones de Blood Drynka's y yo empecé a ayudarla con el particular.
-Lo siento-dijo de pronto-. Sólo hago estupideces.
-Haces todo menos estupideces, Sahar, eres muy lista pero hay cosas que no pueden pasarse por alto, Mi Vida-hablé en tono cariñoso, era imposible gritarle, no sabía qué hacía o qué tenía pero no se la podía gritar o pasar mucho tiempo enfadada con ella.
Me senté de nuevo y la abracé, no disculpaba lo que hizo ni le justificaba. Sahar me dolía en lo profundo.
Faye bajó a desayunar antes que yo, aseguró que me esperaría hasta que la alcanzara en el comedor.
Mientras me duchaba y vestía pensé en los hechos de la noche anterior; tomé asiento al borde de la cama, las cortinas seguían cerradas, la penumbra y el silencio reinaban en la habitación. Afuera caía una fuerte lluvia, para variar.
Las lágrimas resbalaron por mis mejillas sin razón, ¿por qué lloraba? ¿Qué estaba pasándome?
-¿Euzma Sahar?-llamó Regina Griffin al otro lado de la puerta.
-¿Qué se le ofrece, señora Griffin?-pregunté, limpiando mis lágrimas.
-Me gustaría hablar con usted antes del desayuno-dijo.
Le permití que abriera la puerta y entrara, le hice espacio en la cama. Cautelosa, se sentó.
-Esos surcos en su rostro son santo y seña de que alguien ha estado llorando-comentó, bajando la mirada.
-No es asunto tuyo-repliqué-. ¿Qué quieres?
-Tan rápido olvida la formalidad-dijo.
La cogí del cuello.
-¿Te burlas de mí?-Intentó, en vano, liberarse de mi agarre-. Deja de poner a prueba mi paciencia, como no vayas al grano ahora mismo te reviento el cuello o dejo a Arath viudo eternamente, ¿si entiendes?-Asintió, la solté y ella se levantó sorprendida por la fuerza que empleé. Debía estar haciendo conjeturas, una humana no habría logrado tanto en una Blood Drynka como ella-. Habla.
-Yo....-titubeó antes de volver a sentarse-. Quería agradecer el que nos permitiera quedarnos aquí, y el que nos dé protección a mí y a mi marido.
-Mi padre me dio una orden y la estoy cumpliendo, además ya dejé claro que son un poquito inocentes, pero no abogaré por ustedes ante el Consejo. Es probable que mi padre sí lo haga, espero que respeten mi postura.
-Por mi parte, la respeto, Euzma Sahar-habló con sinceridad-. También quería decirle que nos llegó información sobre el Consejo, arribaron a Seattle la madrugada de hoy, cada miembro con una comitiva de ocho personas.
Raro, ¿por qué tanta gente?
-¿Todos soldados?-pregunté.
-Según nuestro informante, sí-respondió-. A lo mejor creen que nuestros soldados y personas por las que hemos velado en este continente se alzarán para defendernos. No saben que Arath y yo hablamos con todos, les contamos cómo se dio la situación, nos ganamos enemigos pero para evitar un enfrentamiento mayor preferimos confesar la verdad y ganarnos el odio de nuestra gente que dejarlos en la ignorancia y que nos defendieran sin motivos. Porque no hay defensa que valga.
Faye no me quitaba los ojos de encima, ojos que contenían lágrimas causadas por mí. Tenía que hacerlo, terminaría hiriendo a alguien allí dentro si no, y sería decepcionarla más; además no le tenía confianza a los invitados de mi padre, me pondría en evidencia delante de ellos.
Regina y Arath se veían interesados en Sahar, la cogí de la mano y me la llevé de la estancia. Nina bajaba las escaleras, pasamos por su lado ignorándola; no era necesario que Sahar me respondiera, sabía con exactitud qué había hecho y por la forma en que llegó Erza ambas debieron darse un festín.
Sin previo aviso Faye me asió de la mano sacándome de la estancia, ¿era normal que reaccionara así? Cuando nos vimos solas en la habitación, en silencio fue al cuarto de baño, no la seguí. Escuché el agua correr, volvió, aún me encontraba de pie en medio de la habitación y ella se puso de cuclillas, me descalzó, se levantó y quitó mi suéter para pasar a desabrochar mis pantalones.
-Faye....
-Ahora no-susurró, bajándome los pantalones y terminando de desnudarme-. Ven conmigo.
¿Qué si estaba cabreada con ella? Sí, ¿por qué mierda no vino a mí? ¿Por qué tuvo que acudir a Erza? No tengo nada más que agradecimiento para ella pero era una neófita de Blood Drynka y Sahar también seguía siendo una bebé de la criatura que era, ambas sedientas de sangre, ambas una bomba de tiempo. Sobre todo Sahar y su temperamento que debía mantenerse en constante estabilidad.
Podía ser madura para algunas cosas, muy adulta. Pero había motivos, antecedentes que la ponían de primera en una lista de desastres ambulantes; caos y muerte se desataba allí dónde llegaba, por eso tanto control y vigilancia sobre ella.
La desnudé conteniendo las ganas de hacer algo más que lo que había ideado. Su esbelto cuerpo ante mí me puso en una situación comprometedora, saqué fuerzas de flaqueza para llevarla al baño y ayudarla a entrar en la tina; el lujo de aquél cuarto me dejaba atontada cada vez que entraba porque era muy bonito y amplio, Sahar susurró que hacían falta unas velas aromáticas.
-Sin segundas intenciones-dije, sentándome en una cómoda y elegante silla blanca detrás de ella, combinaba con el resto de la habitación. Ni idea de cómo.
-Acabo de llegar y lo primero que se te ocurre es darme un baño-dijo. Pasé el jabón con aroma a vainilla por su espalda-. Entra, Faye.
-No-negué con rotundidad.
No insistió más después de escuchar que me negaba, se quedó callada, meditando.
Al final me desnudé y me senté detrás de ella, entrelacé mis manos con las suyas, su espalda pegada a mí. Sentí su aliento en mi cuello y cerré los ojos recordándome a mí misma que estaba molesta.
-¿Esto es normal? ¿Es apropiado?-pregunté.
Me daba curiosidad saber si las parejas cuando se enfadaban buscaban una forma así de íntima de arreglar sus problemas, que no fuera a los gritos. A mis padres nunca los he escuchado hacer eso, discuten de una forma muy civilizada si tienen algún desacuerdo, y sabía que Faye tenía un desacuerdo conmigo. Estaba enfadada, la última vez que se enfadó conmigo, hace días, no llegamos a subirnos la voz. Yo no me veía subiéndole la voz, pero ella tenía su carácter y me desconcertaba que no me saliera con algún regaño.
Sonreí al oír su voz así de cerca en esas preguntas susurradas. Una relación íntima como la que manteníamos era territorio inexplorado para ella, y ¿para qué mentir? También lo era para mí, había tenido otras relaciones, pocas, pero esto era distinto.
-No hay nada normal entre nosotras-respondí-. No quiero pelear, pero sí qué me expliques qué pasó. Háblame. Cuéntame.
-¿Estás enfadada?-preguntó, cautelosa.
-Sabes que sí.
-¿Lo siento?
Reí al escucharla dudar.
-¿Sabes al menos qué es lo que me enfada?
-Que saliera con Erza, ¿estás celosa?
-No-reí-. Estoy enfadada porque me hiciste preocuparme mucho por ti, y por ella, me cae bien. ¿Cómo se les ocurrió escapar?
-No fue culpa de Erza, yo la convencí de salir. Me sentía hambrienta, un exceso de todo; si no hacía lo que me pedía el instinto, esta casa sería zona de combate ahora mismo.
-Insisto en que necesitamos volver a Providencia, por ti, Assiah te hace mucho mal. Hasta yo entiendo que es necesario un límite de tiempo para ti en el exterior, hay muchas sombras aquí, es como tu Disney World privado.
-¿Quién es Disney, y por qué tiene su propio mundo?-preguntó, toda inocente.
-No sé cómo es que me alegra que ignores ese detalle del mundo exterior-reí. Besé su frente y continué-: Canalizas la mala energía existente aquí, aunque no me gusta decir la palabra, eres una criatura rara y oscura, es fácil sentirte como en casa en un lugar donde abunda el mal. Lo que sea que hayas hecho es producto de tu instinto sobrecargado de inmundicia humana.
-Lo sé, en Providencia me siento diferente, fuera de lugar pero tengo más control sobre mí misma. Aquí.....
Besé su boca para que no pensara en ello, desechar los pensamientos sobre el tema podía ser de utilidad. Si no pensaba en lo que le hacía sentir el mundo exterior podía controlarlo más que si lo mantenía en su mente; como cuando sientes un resfriado venir y te la pasas dando vuelta a ese particular: "Me voy a resfriar. Seguro me resfrío", al final sólo estás llamando a que la enfermedad se desarrolle. Lo mismo le pasaba a Sahar, y debíamos buscar las formas, nuevos métodos que la ayudaran a controlarse.
¡Oh, rara y oscura criatura!
Su beso me distrajo un rato, no llegamos a nada más que eso, besarnos.... y bastaba.
Sequé su cuerpo cuando estuvimos fuera de la bañera, ella cogió una toalla e hizo lo mismo conmigo. Jugábamos a dejar sutiles caricias en nuestras pieles, besé su cuello cuando me ayudó a ponerme el albornoz, ella sonrió y cogiéndome de la mano volvimos al dormitorio.
-Entonces estás de acuerdo con que esos dos anden deambulando por aquí-comentó, buscando ropa interior en los cajones del armario.
-Nos sale más efectivo tenerlos cerca-respondí, cogiendo el conjunto de braguitas y brasier negro de encaje que me alcanzó-. Pero no los defenderé ante el Consejo, Arath se dejó convencer por Velkam.-Me puse la ropa interior, volviendo a vestir el albornoz negro. Faye llevaba uno blanco de tela muy fina, transparente.
-Deja de mirarme así-sonrió, sentándose a mi lado al borde de la cama.
-Mirarte no es pecado, y si lo fuera, bendito sea.-Besé sus labios, cogí el cepillo que estaba en la mesita de noche y peiné su rubio cabello.
-No vamos a follar, deja de camelarme-rió.
-Digo la verdad, no adulo a las personas para obtener favores sexuales. Además tampoco es que necesite hacerlo.
-Humilde la niña.
-Tomé clases con Erza esta noche.-Le hizo gracia, y dejé de peinarla-. Faye, entre las dos asesinamos a veinte personas-dije sin pensarlo mucho.
Fue fácil darse cuenta de lo tensa que se puso al escuchar mi confesión. Y temí, estaba teniendo mucha paciencia conmigo, todo también tiene un límite.
"Veinte personas". Aquello hizo eco en mi cabeza y en el dormitorio. "Veinte personas". "Asesinamos a veinte personas".
-¿Por qué me lo dices?-le pregunté sin mirarla.
-Porque no quería que quedara así, en secreto-respondió-. A mí me dolió que me ocultaras que sabías que Amanda era mi hermana mayor. No quiero hacerte lo mismo, no quiero tener secretos para ti y entiendo lo delicado del asunto, pero es necesario que lo sepas.
-Veinte personas, Sahar.
-Todos habían cometido crímenes y otros lo tenían pensado, me aseguré de conocer sus secretos, hice que me los revelaran. Es sorprendente la cantidad de personas que pueden llegar a ser o convertirse en criminales y la justicia humana no actúa como se debe, y sólo lo digo por los que andaban sueltos-comentó con serenidad-. Eran veinticinco personas en ese local y sólo cinco valían la pena de ser llamados inocentes. Los dejé ir respetándolos como se me enseñó.
-¿No rompiste el Código Assassin? Porque hay un código, ¿no?-le pregunté, mirándola a la cara.
-Se supone que no debí hacerlo sin expresa orden de mi padre, actué sola y fuera de una misión, ellos no eran un objetivo del Clan, pero sí un mal posible para nuestros intereses de proteger gente inocente. Se lo dije a Drako: muertos no dañan a nadie.
Asentí.
-Eres excelente tergiversando las palabras a tu conveniencia-dije, enarcando las cejas-. Imagino que tu sed era muy fuerte, hace días que mataste a Tristán y hoy estuviste a punto de arremeter contra Velkam; si querías apaciguarte de cualquier forma por qué no viniste conmigo, nos hubiésemos encerrado aquí y....
-Podía terminar lastimándote y siento que estoy usándote; si no me alimento como es debido tú pagarás las consecuencias, Faye. ¿Por qué crees que no se ha repetido lo que te pasó en Providencia después de intimar por primera vez?
-Explícame.
-Puedo matar a una persona en medio del acto sexual, es como si drenara la energía de esa persona, cuando lo hicimos y al día siguiente estuviste al borde de la muerte tras tu recuperación comencé a pensar en alguna forma de que no se repitiera. Tenía miedo de hacerte daño de nuevo; la segunda vez que lo hicimos fue en Nueva York la noche en que padre se marchó a Japón, horas antes había bebido la sangre de un hombre, luego lo asesiné y me obligué a no pensar en ello el resto de la noche. Fui a ver a Amanda a Los Hamptons y la encontré incendiando la casa de sus padres allí, murieron muchas personas, oí sus gritos, sentí el miedo, es alimento para mí, la muerte, el pánico, el terror. Luego llego a casa y lo hacemos toda la noche, al día siguiente te veías bien, no recaíste. Hasta esta mañana no caí en la cuenta, vi el patrón.
-El Sábado tras el evento de los Griffin también lo hicimos, y el Domingo en la mañana, y me sentí bien, no hubo recaída tampoco....
-¿Qué no lo ves? Lo que pasó el Miércoles fue suficiente para mí, aunque la sed seguía allí era poca, sólo empeoraba por culpa de Tristán a quien ya había elegido como víctima. Y lo maté la madrugada del Domingo así que no corrías peligro conmigo porque había saciado mi sed.
-¿Y esta mañana? Ni siquiera me dejaste hacerte nada.-Sahar evadió mi mirada-. ¿Qué hiciste esta mañana?-Me puse en alerta.
-Mordí a Erza en la muñeca en la madrugada-respondió.
Me levanté de la cama de un salto.
-Por eso estabas tan pensativa después-susurré-, evitando que yo te hiciera lo mismo te saliste por la tangente preguntándome por la universidad. Notaste algo distinto y no me lo dijiste, ¿o sólo experimentabas conmigo?
-No me salí por ninguna tangente sea lo que sea, sentí curiosidad de verdad, ¡qué yo no miento, joder! Y jamás haría experimentos contigo, a menos que sean de otro tipo-sonrió con malicia, reí, no pude evitarlo-. No me dirás que no te parecía raro que lo de Providencia no se repitiera-dijo más seria.
Resoplé.
Caminé por la habitación cerrándome en banda; sí me parecía raro pero no me dio por tocar el tema porque ella estaba muy ocupada con la investigación sobre las desapariciones de Blood Drynka's y yo empecé a ayudarla con el particular.
-Lo siento-dijo de pronto-. Sólo hago estupideces.
-Haces todo menos estupideces, Sahar, eres muy lista pero hay cosas que no pueden pasarse por alto, Mi Vida-hablé en tono cariñoso, era imposible gritarle, no sabía qué hacía o qué tenía pero no se la podía gritar o pasar mucho tiempo enfadada con ella.
Me senté de nuevo y la abracé, no disculpaba lo que hizo ni le justificaba. Sahar me dolía en lo profundo.
Faye bajó a desayunar antes que yo, aseguró que me esperaría hasta que la alcanzara en el comedor.
Mientras me duchaba y vestía pensé en los hechos de la noche anterior; tomé asiento al borde de la cama, las cortinas seguían cerradas, la penumbra y el silencio reinaban en la habitación. Afuera caía una fuerte lluvia, para variar.
Las lágrimas resbalaron por mis mejillas sin razón, ¿por qué lloraba? ¿Qué estaba pasándome?
-¿Euzma Sahar?-llamó Regina Griffin al otro lado de la puerta.
-¿Qué se le ofrece, señora Griffin?-pregunté, limpiando mis lágrimas.
-Me gustaría hablar con usted antes del desayuno-dijo.
Le permití que abriera la puerta y entrara, le hice espacio en la cama. Cautelosa, se sentó.
-Esos surcos en su rostro son santo y seña de que alguien ha estado llorando-comentó, bajando la mirada.
-No es asunto tuyo-repliqué-. ¿Qué quieres?
-Tan rápido olvida la formalidad-dijo.
La cogí del cuello.
-¿Te burlas de mí?-Intentó, en vano, liberarse de mi agarre-. Deja de poner a prueba mi paciencia, como no vayas al grano ahora mismo te reviento el cuello o dejo a Arath viudo eternamente, ¿si entiendes?-Asintió, la solté y ella se levantó sorprendida por la fuerza que empleé. Debía estar haciendo conjeturas, una humana no habría logrado tanto en una Blood Drynka como ella-. Habla.
-Yo....-titubeó antes de volver a sentarse-. Quería agradecer el que nos permitiera quedarnos aquí, y el que nos dé protección a mí y a mi marido.
-Mi padre me dio una orden y la estoy cumpliendo, además ya dejé claro que son un poquito inocentes, pero no abogaré por ustedes ante el Consejo. Es probable que mi padre sí lo haga, espero que respeten mi postura.
-Por mi parte, la respeto, Euzma Sahar-habló con sinceridad-. También quería decirle que nos llegó información sobre el Consejo, arribaron a Seattle la madrugada de hoy, cada miembro con una comitiva de ocho personas.
Raro, ¿por qué tanta gente?
-¿Todos soldados?-pregunté.
-Según nuestro informante, sí-respondió-. A lo mejor creen que nuestros soldados y personas por las que hemos velado en este continente se alzarán para defendernos. No saben que Arath y yo hablamos con todos, les contamos cómo se dio la situación, nos ganamos enemigos pero para evitar un enfrentamiento mayor preferimos confesar la verdad y ganarnos el odio de nuestra gente que dejarlos en la ignorancia y que nos defendieran sin motivos. Porque no hay defensa que valga.
Regina atrapó mi interés con sus palabras, pero no pude evitar pensar que llegaban tarde.
-Se pudo evitar mucho si lo hubiesen decidido antes-susurré.
-Lo sé, pero como mi marido, estoy segura que sí entiendes. La señorita Vesper....
-No metas a Faye en esto, dejen de pensar por mí, Faye me habría empujado a defender a mi pueblo, a hacer lo correcto, ahora lo comprendo, aunque la elegiría por sobre todo ella no descansaría hasta que hiciera lo que es correcto. Tú no le insististe a Arath, ¿querías romper la ley también? ¿Querías ver si era posible liberarse de la maldición de la luz del día?
-Me arrepiento de no haberlo hecho, cada día mintiendo, temiendo que descubrieran lo que hacíamos, sufriendo por mis hermanos, falseando información sobre sus desapariciones y muertes....
-¿Saben de Velkam?-pregunté, levantándome.
-¿Qué?
-Le confesaron todo a vuestra guardia y demás población Blood Drynka dentro de este continente, ¿no?-Regina asintió-. ¿Les hablaron de Velkam Alyosha y de que él es el verdadero responsable?
-No nos creyeron, es una Eminencia dentro de los Círculos, nadie creería sin pruebas que él está detrás de todo. Logró que todo apuntara a nosotros, no hay nada que lo involucre, hasta sus recientes víctimas humanas nos las atribuirán y la explosión del laboratorio lo ha hecho ver como que intentamos destruir evidencia. Lo tenía todo montado por si llegaban a descubrir la verdad.
-Ustedes iban a seguir adelante, si no llego a matar a Tristán y enviarles su cabeza. A esta hora seguirían trabajando con Velkam.
-Dispénseme, Euzma Sahar-suplicó.
-¿Acaso conoces una de las poderosas razones por las que Velkam creó toda esta parafernalia?-inquirí, ladeando la cabeza. Regina actuó en automático llevándose la mano derecha al cuello-. Sí, debió contarles, los hizo dudar de mí. Cuando Arath y tú me conocieron pensaron: "¿Será cierto? ¿No es humana? ¿Patro Caín nos ha estado mintiendo sobre ella? ¿Qué secreto oculta la llamada Espada de Caín? ¡Vamos, qué no puede ser tan perfecta!", ¿quieres que te muestre uno de los secretos sobre mí que mi padre les oculta y yo estoy cansada de esconder?-La cogí del brazo y empecé a provocarle dolor-. Induzco dolor en la gente cuando yo quiero, y no sabes lo satisfactorio que resulta, no lo he probado pero tengo el presentimiento de que si me lo propongo te puedo quitar la inmortalidad de esta forma, llevándote a la muerte. ¿Te gustaría probar?
Regina fue cayendo hasta quedar desmayada en el suelo.
-Y así ya no siento ganas de llorar, qué liberador-susurré-. ¡Oooh, Draaakoooo!-llamé.
Si Erza podía evitar mirarme a la cara, lo hacía.
Entre Circe y yo nos ocupamos de servir el desayuno, ella ya lo había preparado. Le ofrecí zumo de naranja a Erza para que viera que no estaba enfadada, fue Sahar quien la convenció y Erza no le negaría nada, menos siendo neófita y estando igual de hambrienta que Euzma.
Observé a Circe mientras me sentaba al lado de Erza, la madre de Sahar no era Blood Drynka, era conocida en la mitología como una Diosa Maga, Hechicera. Tenía el pelo negro ondulado, unos preciosos ojos grandes y azules de una mirada perspicaz, su personalidad tenía un punto festivo, esa mujer no podía caerle mal a nadie.
Era la mediadora entre Sahar y Caín, esa función la cumplía muy bien porque tanto uno como la otra le hacían caso-a veces-y es que era portadora de una gran sabiduría.
Me guiñó un ojo tras coger la jarra de zumo y darle los buenos días a Arath quien se sentó delante de Erza. Sahar entró poco después.
-¿Y Regina?-le preguntó Arath-. Creí que estaba con usted.
-Ajá-dijo Sahar, tomando asiento a la derecha de su madre y delante de mí. Circe tomaba el lugar a la cabecera de la mesa.
-¿Dónde está?-siguió Arath.
-En el quinto sueño-respondió Sahar, con una sonrisa ladina.
-¿Cómo que en el quinto sue.....?
-Circe, con todo respeto ¿podrías hablar con tu hija?-terció Drako, irrumpiendo en el salón comedor.
-¿Ahora qué?-inquirió Circe, mirando fijamente a su hija.
-Noqueó a Regina Griffin-respondió Drako, sentándose.
-¡¿Qué?!-exclamamos Arath y yo al unísono.
-¿Pero cómo ha sido eso posible?-preguntó el marido de la mujer.
-Le enseñé un truco, ¿quieres verlo?-dijo Sahar, impasible.
-¡¡¡No!!!-exclamaron Circe, Drako y Erza.
Quedé perdida.
-La pregunta fue para él.-Sahar apuntó a Arath con el cuchillo pero paseó la mirada por cada uno de los que respondieron con una exclamación.
Nina entró y frunció el ceño, extrañada porque su madre estuviera apuntando con el puntiagudo cuchillo a Arath.
-Buenos días. ¿De qué me perdí?-rió, cogiendo el puesto al lado de Drako.
Arath se puso de pie, Drako le dijo que Regina estaba en la habitación que se les asignó.
-Despertará como en siete horas-le informó Sahar a Arath, subiendo la voz para que pudiera oírla, cosa innecesaria pues ya sea en un susurro él la habría oído igual. Delicada audición vampírica.
El sonido de los cubiertos rompía el silencio que se instaló tras la salida del señor Griffin; Drako y Circe estaban atentos a los movimientos de Sahar, ésta miró a su madre, dio un sorbo al zumo y ladeó la cabeza.
-¿Por qué, Sahar?-preguntó Circe-. ¿Qué hizo? ¿Te sentiste ofendida por algo que dijo?
Sahar me miró de reojo.
-Estuve llorando y no sé la razón.-Circe también me lanzó una rápida mirada, cogió la mano de su hija y volvió a prestarle atención-. Estoy enfadada, madre, me siento enfadada todo el tiempo; quise castigarla un poco porque lo merecía y para calmarme a mí misma.
Estaba exteriorizando su sufrimiento de una forma nada saludable: haciendo sufrir a otros. Y no se daba cuenta que era algo malo.
-Volvamos a Providencia, cariño-dijo Circe-. Estás canalizando mucha negatividad, estar aquí te está haciendo daño, me preocupas.
-Hay mucho qué hacer, Circe-contestó Sahar, empleando su postura de Princesa implacable-. Debemos parar a Velkam aquí, si no lo hacemos puede volver a atacar nuestro hogar.
-Has pasado tu límite, Sahar-insistió Circe-. Tu padre lidiará con Velkam Alyosha, y no estará sólo.-Con la mirada buscó apoyo en Drako, en Nina no podía porque se trataba de su padre, no la pondría en esa situación.
-No puedo confiar en Drako para esto-replicó Sahar.
-¡Oye!-soltó el escolta.
-En cuanto termine volveremos a Providencia.-Lo dicho sonó a promesa-. Mientras Velkam esté aquí, no me moveré.
Fue terminante, dejó los cubiertos y salió del comedor.
Circe no ocultó su preocupación, Drako y ella compartieron una mirada.
-¿Limpiaste el bar donde estuvieron Erza y ella anoche?-le preguntó al hombre.
Erza hizo un mohín, era la primera vez que se mantenía largo rato sin hablar.
-Por supuesto-respondió Drako.
-Habrá que hacer visitas a las respectivas familias y modificar memorias cuando terminemos con esto-dijo la mujer, poniéndose en pie-. Por eso le sugerí a Caín que ayer mismo debía enviarla de regreso, pero él es un put....
Salió refunfuñando, provocando una risita en Drako y Erza. Debían estar acostumbrados a esos monólogos de Circe.
-Que simpático tu truquito-le escuché decir a Arath, quien me observaba desde la puerta.
Me encontraba leyendo los diarios de información sobre las desapariciones, aún habían laboratorios de los que debíamos deshacernos.
-Ahora mismo vas a decirme cómo diablos pusiste a mi esposa en un coma vampírico de siete horas.-Entró sin mi permiso.
-No tienes derecho a exigirme nada, señor Griffin, así que cuida tu tono de voz si no quieres que te induzca el mismo coma y que para lo que ella son siete horas para ti sean siete años-dije, sin levantar la mirada de mi lectura.
-Velkam decía la verdad sobre ti, no eres humana, eso explica lo grandiosa guerrera que eres y que te ganaras dicho título: La Espada de Caín, ¡ja! su brazo armado no es más que una hija Blood Drynka.
-No me insultes, lo que soy no tiene nada qué ver con lo que he aprendido como guerrera. Nunca uso mis habilidades cuando peleo contra alguien, sería injusto; me enseñaron que no debo a menos que sea estrictamente necesario. Por ejemplo-avancé a él sin que llegara a verme siquiera y lo empujé contra la chimenea encendida, no con la suficiente fuerza para evitar que se quemara, pero sí llegó cerca-. Ahora Regina lo comprobó y tú también, espero lo hayas grabado porque no habrá más demostraciones como esa.
Me senté y cogí el diario que había estado leyendo sobre una ciudad en Austria cuyos Blood Drynka's destruyeron un laboratorio clandestino donde tenían encerrados a unos cuantos de los suyos. Pero no sabían cómo o quién los llevó allí.
-Una Blood Drynka que no lo era en realidad-susurró Arath, levantándose con dificultad-, me parecía imposible pero lo que le hiciste a Rage, el dormirla. Uno de los nuestros no puede hacer algo así a menos que sea por compulsión y sería sólo obligar a la persona, tú hiciste otra cosa.
-Sí-respondí-. Dime, señor Griffin, ¿cómo le hace Velkam para sugestionar a otros Blood Drynka? Sólo nuestro padre, como el primero de ustedes, puede hacerlo. Y yo, pero eso es aparte.
-Tiene una hechicera con él-dijo, mirándome con mucha atención.
-Así modificó la memoria de Nina-dije para mí misma.
Una melodía empezó a llenar el estudio, Arath metió su mano en el bolsillo interno de su chaqueta y sacó su teléfono móvil.
-¿Aló?
-Mi buen amigo Arath-oí y reconocí la voz.
Arath cubrió el teléfono con su mano.
-¿Lo escuchaste?-me preguntó.
-Velkam.
Drako pasó todo el día entrenándome, desde que habíamos dejado Nueva York no habíamos vuelto a mis clases y ahora eran más necesarias después de tener a Velkam cara a cara.
Nina ayudaba de vez en cuando, podía llegar a ser más dura y severa que Drako, me venía bien que lo fuera, lo agradecía; Erza observaba sentada en un tronco caído. Habíamos elegido el exterior después de que amainara la lluvia, la casa no tenía-todavía-una habitación acondicionada como gimnasio. Pude, incluso, usar la espada que Sahar había mandado a elaborar para mí en Providencia. Pero sólo en práctica de manejo de espada, Drako no me permitió usarla en la lucha, para ello me dio otra.
Al atardecer volvimos a la casa en medio de una nueva llovizna.
Sahar bajaba las escaleras cuando entramos los cuatro.
-Drako, ¿sabías que mi hermana andaba por la ciudad por un evento de caridad?-le preguntó después de besarme en la mejilla como bienvenida.
-Eh, sí, Euzma. Creo que con lo que le hiciste a Regina, olvidé mencionarlo.
-Lo olvidaste, por supuesto tuve que enterarme por medio de ese aparato-señaló el televisor con el dedo-. ¿Cómo te enteraste tú?
Nina se sentó en el sofá con Erza, ambas cuchicheaban y reían mirando al hombre desde el mueble.
-La vi anoche cuando terminé de hacer limpieza en el bar, iba de camino a Escala y ella estaba buscándote allí.
-¿Cómo supo que nos quedábamos en Escala, Drako?-preguntó Sahar, pero me daba la impresión de que sabía cómo, y tenía qué ver con el escolta.
-Cometí una indiscreción, Euzma. Se lo mencioné cuando fui a firmar unos papeles en la empresa y ella llegó de visita pensando que encontraría a Caín.
La puerta sonó, fulminé a Drako con la mirada.
-¿Otra indiscreción cuando la viste anoche?-le pregunté, me parecía demasiada coincidencia. Tanta que daba miedo.
-¿No pensaste que al estar aquí correría peligro?-le preguntó Sahar, yendo a abrir la puerta.
-Lo hice porque ella tiene conexión con la Élite humana, tal vez podamos sacarle información sobre Matthew Carlysle, averiguar por medio de ella si....
-No la usaré para eso, Drako-replicó Sahar.
Abrió, y allí estaba la rubia de pie en el umbral.
Si Erza podía evitar mirarme a la cara, lo hacía.
Entre Circe y yo nos ocupamos de servir el desayuno, ella ya lo había preparado. Le ofrecí zumo de naranja a Erza para que viera que no estaba enfadada, fue Sahar quien la convenció y Erza no le negaría nada, menos siendo neófita y estando igual de hambrienta que Euzma.
Observé a Circe mientras me sentaba al lado de Erza, la madre de Sahar no era Blood Drynka, era conocida en la mitología como una Diosa Maga, Hechicera. Tenía el pelo negro ondulado, unos preciosos ojos grandes y azules de una mirada perspicaz, su personalidad tenía un punto festivo, esa mujer no podía caerle mal a nadie.
Era la mediadora entre Sahar y Caín, esa función la cumplía muy bien porque tanto uno como la otra le hacían caso-a veces-y es que era portadora de una gran sabiduría.
Me guiñó un ojo tras coger la jarra de zumo y darle los buenos días a Arath quien se sentó delante de Erza. Sahar entró poco después.
-¿Y Regina?-le preguntó Arath-. Creí que estaba con usted.
-Ajá-dijo Sahar, tomando asiento a la derecha de su madre y delante de mí. Circe tomaba el lugar a la cabecera de la mesa.
-¿Dónde está?-siguió Arath.
-En el quinto sueño-respondió Sahar, con una sonrisa ladina.
-¿Cómo que en el quinto sue.....?
-Circe, con todo respeto ¿podrías hablar con tu hija?-terció Drako, irrumpiendo en el salón comedor.
-¿Ahora qué?-inquirió Circe, mirando fijamente a su hija.
-Noqueó a Regina Griffin-respondió Drako, sentándose.
-¡¿Qué?!-exclamamos Arath y yo al unísono.
-¿Pero cómo ha sido eso posible?-preguntó el marido de la mujer.
-Le enseñé un truco, ¿quieres verlo?-dijo Sahar, impasible.
-¡¡¡No!!!-exclamaron Circe, Drako y Erza.
Quedé perdida.
-La pregunta fue para él.-Sahar apuntó a Arath con el cuchillo pero paseó la mirada por cada uno de los que respondieron con una exclamación.
Nina entró y frunció el ceño, extrañada porque su madre estuviera apuntando con el puntiagudo cuchillo a Arath.
-Buenos días. ¿De qué me perdí?-rió, cogiendo el puesto al lado de Drako.
Arath se puso de pie, Drako le dijo que Regina estaba en la habitación que se les asignó.
-Despertará como en siete horas-le informó Sahar a Arath, subiendo la voz para que pudiera oírla, cosa innecesaria pues ya sea en un susurro él la habría oído igual. Delicada audición vampírica.
El sonido de los cubiertos rompía el silencio que se instaló tras la salida del señor Griffin; Drako y Circe estaban atentos a los movimientos de Sahar, ésta miró a su madre, dio un sorbo al zumo y ladeó la cabeza.
-¿Por qué, Sahar?-preguntó Circe-. ¿Qué hizo? ¿Te sentiste ofendida por algo que dijo?
Sahar me miró de reojo.
-Estuve llorando y no sé la razón.-Circe también me lanzó una rápida mirada, cogió la mano de su hija y volvió a prestarle atención-. Estoy enfadada, madre, me siento enfadada todo el tiempo; quise castigarla un poco porque lo merecía y para calmarme a mí misma.
Estaba exteriorizando su sufrimiento de una forma nada saludable: haciendo sufrir a otros. Y no se daba cuenta que era algo malo.
-Volvamos a Providencia, cariño-dijo Circe-. Estás canalizando mucha negatividad, estar aquí te está haciendo daño, me preocupas.
-Hay mucho qué hacer, Circe-contestó Sahar, empleando su postura de Princesa implacable-. Debemos parar a Velkam aquí, si no lo hacemos puede volver a atacar nuestro hogar.
-Has pasado tu límite, Sahar-insistió Circe-. Tu padre lidiará con Velkam Alyosha, y no estará sólo.-Con la mirada buscó apoyo en Drako, en Nina no podía porque se trataba de su padre, no la pondría en esa situación.
-No puedo confiar en Drako para esto-replicó Sahar.
-¡Oye!-soltó el escolta.
-En cuanto termine volveremos a Providencia.-Lo dicho sonó a promesa-. Mientras Velkam esté aquí, no me moveré.
Fue terminante, dejó los cubiertos y salió del comedor.
Circe no ocultó su preocupación, Drako y ella compartieron una mirada.
-¿Limpiaste el bar donde estuvieron Erza y ella anoche?-le preguntó al hombre.
Erza hizo un mohín, era la primera vez que se mantenía largo rato sin hablar.
-Por supuesto-respondió Drako.
-Habrá que hacer visitas a las respectivas familias y modificar memorias cuando terminemos con esto-dijo la mujer, poniéndose en pie-. Por eso le sugerí a Caín que ayer mismo debía enviarla de regreso, pero él es un put....
Salió refunfuñando, provocando una risita en Drako y Erza. Debían estar acostumbrados a esos monólogos de Circe.
-Que simpático tu truquito-le escuché decir a Arath, quien me observaba desde la puerta.
Me encontraba leyendo los diarios de información sobre las desapariciones, aún habían laboratorios de los que debíamos deshacernos.
-Ahora mismo vas a decirme cómo diablos pusiste a mi esposa en un coma vampírico de siete horas.-Entró sin mi permiso.
-No tienes derecho a exigirme nada, señor Griffin, así que cuida tu tono de voz si no quieres que te induzca el mismo coma y que para lo que ella son siete horas para ti sean siete años-dije, sin levantar la mirada de mi lectura.
-Velkam decía la verdad sobre ti, no eres humana, eso explica lo grandiosa guerrera que eres y que te ganaras dicho título: La Espada de Caín, ¡ja! su brazo armado no es más que una hija Blood Drynka.
-No me insultes, lo que soy no tiene nada qué ver con lo que he aprendido como guerrera. Nunca uso mis habilidades cuando peleo contra alguien, sería injusto; me enseñaron que no debo a menos que sea estrictamente necesario. Por ejemplo-avancé a él sin que llegara a verme siquiera y lo empujé contra la chimenea encendida, no con la suficiente fuerza para evitar que se quemara, pero sí llegó cerca-. Ahora Regina lo comprobó y tú también, espero lo hayas grabado porque no habrá más demostraciones como esa.
Me senté y cogí el diario que había estado leyendo sobre una ciudad en Austria cuyos Blood Drynka's destruyeron un laboratorio clandestino donde tenían encerrados a unos cuantos de los suyos. Pero no sabían cómo o quién los llevó allí.
-Una Blood Drynka que no lo era en realidad-susurró Arath, levantándose con dificultad-, me parecía imposible pero lo que le hiciste a Rage, el dormirla. Uno de los nuestros no puede hacer algo así a menos que sea por compulsión y sería sólo obligar a la persona, tú hiciste otra cosa.
-Sí-respondí-. Dime, señor Griffin, ¿cómo le hace Velkam para sugestionar a otros Blood Drynka? Sólo nuestro padre, como el primero de ustedes, puede hacerlo. Y yo, pero eso es aparte.
-Tiene una hechicera con él-dijo, mirándome con mucha atención.
-Así modificó la memoria de Nina-dije para mí misma.
Una melodía empezó a llenar el estudio, Arath metió su mano en el bolsillo interno de su chaqueta y sacó su teléfono móvil.
-¿Aló?
-Mi buen amigo Arath-oí y reconocí la voz.
Arath cubrió el teléfono con su mano.
-¿Lo escuchaste?-me preguntó.
-Velkam.
Drako pasó todo el día entrenándome, desde que habíamos dejado Nueva York no habíamos vuelto a mis clases y ahora eran más necesarias después de tener a Velkam cara a cara.
Nina ayudaba de vez en cuando, podía llegar a ser más dura y severa que Drako, me venía bien que lo fuera, lo agradecía; Erza observaba sentada en un tronco caído. Habíamos elegido el exterior después de que amainara la lluvia, la casa no tenía-todavía-una habitación acondicionada como gimnasio. Pude, incluso, usar la espada que Sahar había mandado a elaborar para mí en Providencia. Pero sólo en práctica de manejo de espada, Drako no me permitió usarla en la lucha, para ello me dio otra.
Al atardecer volvimos a la casa en medio de una nueva llovizna.
Sahar bajaba las escaleras cuando entramos los cuatro.
-Drako, ¿sabías que mi hermana andaba por la ciudad por un evento de caridad?-le preguntó después de besarme en la mejilla como bienvenida.
-Eh, sí, Euzma. Creo que con lo que le hiciste a Regina, olvidé mencionarlo.
-Lo olvidaste, por supuesto tuve que enterarme por medio de ese aparato-señaló el televisor con el dedo-. ¿Cómo te enteraste tú?
Nina se sentó en el sofá con Erza, ambas cuchicheaban y reían mirando al hombre desde el mueble.
-La vi anoche cuando terminé de hacer limpieza en el bar, iba de camino a Escala y ella estaba buscándote allí.
-¿Cómo supo que nos quedábamos en Escala, Drako?-preguntó Sahar, pero me daba la impresión de que sabía cómo, y tenía qué ver con el escolta.
-Cometí una indiscreción, Euzma. Se lo mencioné cuando fui a firmar unos papeles en la empresa y ella llegó de visita pensando que encontraría a Caín.
La puerta sonó, fulminé a Drako con la mirada.
-¿Otra indiscreción cuando la viste anoche?-le pregunté, me parecía demasiada coincidencia. Tanta que daba miedo.
-¿No pensaste que al estar aquí correría peligro?-le preguntó Sahar, yendo a abrir la puerta.
-Lo hice porque ella tiene conexión con la Élite humana, tal vez podamos sacarle información sobre Matthew Carlysle, averiguar por medio de ella si....
-No la usaré para eso, Drako-replicó Sahar.
Abrió, y allí estaba la rubia de pie en el umbral.
Me alegró verla de nuevo, pero llegaba en el peor momento.
-Hola-saludó mi hermana.
Velkam no podía enterarse de que ella existía.
-Hola-saludó mi hermana.
Velkam no podía enterarse de que ella existía.
Parece una misión imposible ocultar secretos ante semejantes seres llenos de dones y cuando todo es una pieza importante.
ResponderEliminarBesos dulces Señorita escritora.
Cuantas cosas que nos contaste. No, no son normales para nada, es lo que mejor que tienen ambas.
ResponderEliminarEstá clara que Sahar necesita de Faye para controlar su lado despiadado. Algo que Cain tarda en entender.
Y que Circe, la diosa mítica, la hechicera, entiende. Debe ser grave para que ella manifieste su preocupación. ¿A quien le puede caer mal? Tanto es así que miles de años después de La Odisea, sigue vigente. Sería bueno saber más de tu versión de ella.
Me gusta tu foto de perfil.
Besos.
Historias que se entrelazan ocultando sentimientos y secretos.
ResponderEliminarMe alegro de disfrutar de tus historias te había extraviado, que pases una buena semana.
Besos.
Lunna.
Guerrera y con poderes...
ResponderEliminarTe felicito y no me canso de hacerlo por dejar tan bien detallado cada gesto que los personajes hacen o expresan.
Mil besitos, Ivel preciosa.