Vosotros que sois Sus hijos
Fruto de perversión
Ivel
¿Quién era?
Huía de algo, de alguien. La niebla y la oscuridad me impedían la visión, y aunque no conseguía escucharla ni verla sentía que era familiar, pero con sentirlo no me era suficiente, ¿de qué huía? ¿De quién?
-Sí, lo siento, estaba pensando en ese raro sueño que tuve la noche que Eloah estuvo aquí. No he podido quitármelo de la cabeza.-Estaba de pie recargada en el marco de la puerta de nuestra habitación, él se hallaba sentado delante de su escritorio cerca de la ventana-. Illya se ha quedado dormida-le informé.
-Me extrañaría lo contrario, bonita, pasó toda la noche parloteando con su mamita-sonrió.
-Y con su padre conmigo de intermediaria-dije apoyándome al borde de su escritorio, Josh se giró en su silla.
-¿Has pensado en comentarle a alguien lo que hace?-preguntó casi en un susurro.
-Ni en broma lo diría, la telepatía a sólo semanas de nacida es rara, no recuerdo que mis padres comentaran que alguno de nosotros lo hubiese logrado siendo bebé-pensé en voz alta-. Creo que tiene mucho qué ver con tu lado de la familia-añadí acariciando su nuca-. Así que gracias a ti es una parlanchina, señor Murdoch.
-Me enorgullece, entérate-replicó-. Pero no estoy seguro de que yo haya hecho lo mismo, las personas que tu abuelo dejó para que me "instruyeran" nunca me comentaron nada al respecto, y créeme que se hubiesen jactado de ello, y me lo habrían recordado una y otra vez, el usar ese poder les habría encantado. Pasaron cosas muy extrañas a mi alrededor desde que era niño, la telepatía no fue una.
-Es que las niñas son más listas que los niños-dije muy seria.
-Te lo concedo-respondió cogiéndome de la cintura y mudándome del escritorio a su regazo-. ¿No te preocupa o asusta?
-No, al contrario, me gusta escucharla. ¿Sabes lo que me ha dicho poco antes de quedarse dormida?-Josh movió la cabeza en gesto negativo, sonriendo-. Que no le gustaba Azazel, lo llamó por su nombre-reí. Josh también lo encontró gracioso-. Y me ha preguntado si podías cantarle una nana antes de dormir como hiciste durante sus primeros días de nacida, le he dicho: "Papito está ocupado, pero te prometo que te cantará todas las que pidas en cuanto termine y estés despierta." Así que prepárate porque estás comprometido.
Me miró y esa sonrisa de niño que me gustaba asomó a sus labios.
-¿Qué?-dije.
-Estaba pensando que tal vez es una conexión madre e hija, sólo tú puedes escucharla por ahora, más adelante podré oírla yo.
-Yo creo que no se comunica contigo directamente por pena.
-Pero si soy padre, ¿por qué tendría pena de hablar conmigo directamente?
-No, al contrario, me gusta escucharla. ¿Sabes lo que me ha dicho poco antes de quedarse dormida?-Josh movió la cabeza en gesto negativo, sonriendo-. Que no le gustaba Azazel, lo llamó por su nombre-reí. Josh también lo encontró gracioso-. Y me ha preguntado si podías cantarle una nana antes de dormir como hiciste durante sus primeros días de nacida, le he dicho: "Papito está ocupado, pero te prometo que te cantará todas las que pidas en cuanto termine y estés despierta." Así que prepárate porque estás comprometido.
Me miró y esa sonrisa de niño que me gustaba asomó a sus labios.
-¿Qué?-dije.
-Estaba pensando que tal vez es una conexión madre e hija, sólo tú puedes escucharla por ahora, más adelante podré oírla yo.
-Yo creo que no se comunica contigo directamente por pena.
-Pero si soy padre, ¿por qué tendría pena de hablar conmigo directamente?
Besé sus labios sonriendo también porque me hacía feliz tener estos momentos de paz, afuera el mundo se había derrumbado y yo estaba tranquila porque tenía a mi mundo muy cerca, lo conformaban él y nuestra Illya. No me hacía falta nada más, excepto....
-Mi paz estaría completa si supiera algo de Amshel-susurré.
-¿No confías en la palabra de Circe?
-Lo hago, pero es de mi hermano de quien hablamos, mi hermano siendo poseído por Eloah. No puedo ser indiferente ante algo así, no soy Azazel a quien no le importa lo que le pase a Amshel.
Me dio un beso en la mejilla, suspiré.
-A veces pienso que Illya terminará odiándome-confesé. Era algo que tenía atravesado en la garganta desde que nos enteramos que seríamos padres-. Le gustaré menos cuando sepa todo lo que he hecho, no seré un buen ejemplo para ella.
-No te menosprecies. Tuviste una madre excepcional, Isobelle fue y será el ejemplo que necesites para educar a Illya, aprenderemos juntos a llevarla por el camino correcto; le daremos el amor que te han dado tu madre, tu tío y tus hermanos, y el amor que no conocí sino hasta conocerte.
Murdoch miraba en mis ojos más profundamente que cualquier otra persona, era un alma buena, fue lo que encontré cuando nos conocimos.
Se acercó para besarme pero un violento movimiento en toda la habitación nos sobresaltó.
-Illya-musité, y corrí a la habitación de enfrente, él me siguió en medio del terremoto que tenía lugar.
Cargué a la bebé, mi esposo se asomó al balcón, allí lo alcancé y fuimos testigos de cómo, por todo el terreno palaciego, los Elohim eran succionados. Como si la tierra bajo sus pies se desvaneciera arrastrándolos hacia abajo.
-¿Qué está pasando?-preguntó Murdoch.
Un atronador grito se oyó, y mi marido nos abrazó a Illya y a mí en modo protector. Claramente escuchamos el nombre de la Gadot siendo pronunciado por aquella voz.
-Dijo Sahar-susurró Murdoch-. ¿Es Eloah el que está provocando esto?
-Se oyó furioso, no creo que Él lo esté provocando. Es Sahar quien lo está haciendo, cómo, no lo sé, pero tiene que ser ella.-Illya despertó acurrucándose entre su padre y yo-. ¿Qué está pasando allá abajo?
-Iv.-Volví a la habitación, Azana me abrazó, estaba nerviosa-. Me asusté, creí que les había pasado lo mismo que a los demás. Será mejor que vayamos al atrio, hacia allá se dirigen los Elohim de alto rango.
Murdoch y yo no lo pensamos dos veces, con Illya en mis brazos salimos hacia la sala de tronos; Azana había pasado por la habitación de Circe antes de venir a buscarnos y dijo que la Maga nos alcanzaría allá.
Sýbill estaba al lado de mi padre cuando llegamos al atrio, ambos en el centro del recinto con muchos Generales rodeándolos.
-Averigüemos qué está pasando con nuestros hermanos, esto no es nada normal.-Reparó en mi marido y se acercó-. Tú vienes conmigo, me puedes ser de utilidad.
-Padre no....-intervine.
-Mi lugar está aquí con mi mujer y mi hija, no puedo dejarlas ahora-dijo Murdoch abrazándome a él.
-Vas a tener que aprender a vivir sin ambas, muchacho, porque de ahora en adelante pasarás más tiempo en Assiah y las verás más bien nada.-Azana iba a intervenir-. Gaspard, Azana, adelántense con los demás-ordenó Azazel.
Mi hermana y su esposo se fueron con todos los Elohim de alto rango que no cayeron como los demás. Azana vio varias veces por encima de su hombro mientras se marchaba, en el salón sólo nos encontrábamos mi madrastra, mi esposo, mi padre y yo. Illya, que estaba en mis brazos, me miró y puso su manita en mi mejilla.
-Si él decidió quedarse con nosotras debes respetar eso, padre-le dije a Azazel.
-El señor Murdoch las perdió en el instante en que se volvió de mi interés, mi niña, él sabe qué es lo correcto, y qué no es seguro. Por ustedes.
Era una amenaza, una muy directa. Sobre Illya no teníamos nada claro pero yo tenía una debilidad y con ambas cosas haría que Murdoch hiciera lo que a él le viniera en gana; mi esposo me llevó a un lado, Circe entraba en ese instante, a Sýbill no le hizo mucha gracia.
-Nada va a pasarme mientras esté allá, investigaremos qué ha ocurrido y volveré por ustedes. Buscaremos un lugar para nosotros, para los tres.
-Nunca escaparemos de él ni siquiera muriendo, y afuera, en alguna parte, está Eloah; donde vayamos nos buscará, e Illya es quien debería importar ahora, aquí al menos tendremos información. Y no estamos solos-miré de reojo a Circe-. No queremos que vayas-dije-, pero debemos seguir sus órdenes para que nos preste su protección sobre nuestra hija.
-Puedo protegerlas a ambas, cariño.
-Lo sé, pero te quiero vivo. Si voy a ver crecer a Illya, tú también, aceptemos sus términos, Circe me lo aconsejó ayer. Hagamos lo que dice, pero sin abandonarnos a él, manteniéndonos juntos aunque nos quiera rotos.
Murdoch depositó un beso en la frente de la bebé, y otro en la comisura de mis labios.
-Cuida a tu mamita mientras yo no esté, Illya, a veces es un poquito despiste-sonrió mirándome-. Regresaré cuando menos te lo esperes, no tendrán tiempo de extrañarme-me susurró al oído-. Las amo a las dos.
Lo vi retirarse con mi padre, la rubia mujer de éste se perdió de nuestra vista también. Cuando las puertas se cerraron dejándonos a Circe y a mí con mi hija a salvo en el atrio, supe que tardaría años en volver a verlo.
-Sé fuerte-aconsejó Circe-. Es el principio de una larga travesía.
-¿Cómo terminará?-inquirí.
Circe enarcó una ceja.
-Mi paz estaría completa si supiera algo de Amshel-susurré.
-¿No confías en la palabra de Circe?
-Lo hago, pero es de mi hermano de quien hablamos, mi hermano siendo poseído por Eloah. No puedo ser indiferente ante algo así, no soy Azazel a quien no le importa lo que le pase a Amshel.
Me dio un beso en la mejilla, suspiré.
-A veces pienso que Illya terminará odiándome-confesé. Era algo que tenía atravesado en la garganta desde que nos enteramos que seríamos padres-. Le gustaré menos cuando sepa todo lo que he hecho, no seré un buen ejemplo para ella.
-No te menosprecies. Tuviste una madre excepcional, Isobelle fue y será el ejemplo que necesites para educar a Illya, aprenderemos juntos a llevarla por el camino correcto; le daremos el amor que te han dado tu madre, tu tío y tus hermanos, y el amor que no conocí sino hasta conocerte.
Murdoch miraba en mis ojos más profundamente que cualquier otra persona, era un alma buena, fue lo que encontré cuando nos conocimos.
Se acercó para besarme pero un violento movimiento en toda la habitación nos sobresaltó.
-Illya-musité, y corrí a la habitación de enfrente, él me siguió en medio del terremoto que tenía lugar.
Cargué a la bebé, mi esposo se asomó al balcón, allí lo alcancé y fuimos testigos de cómo, por todo el terreno palaciego, los Elohim eran succionados. Como si la tierra bajo sus pies se desvaneciera arrastrándolos hacia abajo.
-¿Qué está pasando?-preguntó Murdoch.
Un atronador grito se oyó, y mi marido nos abrazó a Illya y a mí en modo protector. Claramente escuchamos el nombre de la Gadot siendo pronunciado por aquella voz.
-Dijo Sahar-susurró Murdoch-. ¿Es Eloah el que está provocando esto?
-Se oyó furioso, no creo que Él lo esté provocando. Es Sahar quien lo está haciendo, cómo, no lo sé, pero tiene que ser ella.-Illya despertó acurrucándose entre su padre y yo-. ¿Qué está pasando allá abajo?
-Iv.-Volví a la habitación, Azana me abrazó, estaba nerviosa-. Me asusté, creí que les había pasado lo mismo que a los demás. Será mejor que vayamos al atrio, hacia allá se dirigen los Elohim de alto rango.
Murdoch y yo no lo pensamos dos veces, con Illya en mis brazos salimos hacia la sala de tronos; Azana había pasado por la habitación de Circe antes de venir a buscarnos y dijo que la Maga nos alcanzaría allá.
Sýbill estaba al lado de mi padre cuando llegamos al atrio, ambos en el centro del recinto con muchos Generales rodeándolos.
-Averigüemos qué está pasando con nuestros hermanos, esto no es nada normal.-Reparó en mi marido y se acercó-. Tú vienes conmigo, me puedes ser de utilidad.
-Padre no....-intervine.
-Mi lugar está aquí con mi mujer y mi hija, no puedo dejarlas ahora-dijo Murdoch abrazándome a él.
-Vas a tener que aprender a vivir sin ambas, muchacho, porque de ahora en adelante pasarás más tiempo en Assiah y las verás más bien nada.-Azana iba a intervenir-. Gaspard, Azana, adelántense con los demás-ordenó Azazel.
Mi hermana y su esposo se fueron con todos los Elohim de alto rango que no cayeron como los demás. Azana vio varias veces por encima de su hombro mientras se marchaba, en el salón sólo nos encontrábamos mi madrastra, mi esposo, mi padre y yo. Illya, que estaba en mis brazos, me miró y puso su manita en mi mejilla.
-Si él decidió quedarse con nosotras debes respetar eso, padre-le dije a Azazel.
-El señor Murdoch las perdió en el instante en que se volvió de mi interés, mi niña, él sabe qué es lo correcto, y qué no es seguro. Por ustedes.
Era una amenaza, una muy directa. Sobre Illya no teníamos nada claro pero yo tenía una debilidad y con ambas cosas haría que Murdoch hiciera lo que a él le viniera en gana; mi esposo me llevó a un lado, Circe entraba en ese instante, a Sýbill no le hizo mucha gracia.
-Nada va a pasarme mientras esté allá, investigaremos qué ha ocurrido y volveré por ustedes. Buscaremos un lugar para nosotros, para los tres.
-Nunca escaparemos de él ni siquiera muriendo, y afuera, en alguna parte, está Eloah; donde vayamos nos buscará, e Illya es quien debería importar ahora, aquí al menos tendremos información. Y no estamos solos-miré de reojo a Circe-. No queremos que vayas-dije-, pero debemos seguir sus órdenes para que nos preste su protección sobre nuestra hija.
-Puedo protegerlas a ambas, cariño.
-Lo sé, pero te quiero vivo. Si voy a ver crecer a Illya, tú también, aceptemos sus términos, Circe me lo aconsejó ayer. Hagamos lo que dice, pero sin abandonarnos a él, manteniéndonos juntos aunque nos quiera rotos.
Murdoch depositó un beso en la frente de la bebé, y otro en la comisura de mis labios.
-Cuida a tu mamita mientras yo no esté, Illya, a veces es un poquito despiste-sonrió mirándome-. Regresaré cuando menos te lo esperes, no tendrán tiempo de extrañarme-me susurró al oído-. Las amo a las dos.
Lo vi retirarse con mi padre, la rubia mujer de éste se perdió de nuestra vista también. Cuando las puertas se cerraron dejándonos a Circe y a mí con mi hija a salvo en el atrio, supe que tardaría años en volver a verlo.
-Sé fuerte-aconsejó Circe-. Es el principio de una larga travesía.
-¿Cómo terminará?-inquirí.
Circe enarcó una ceja.
Actualidad
Calendario Elohim
Noviembre, Año 97 de la Era del Reinado de Azazel.
Londýum, Ciudad Palacio.
Bajé del carruaje siendo protegida al instante por el paraguas que mi Adalid Süleyman sostenía, la lluvia en Londýum era muy normal y más en el mes que corría; nos dirigimos hacia la escalinata de mármol, los dos hombres que custodiaban las puertas de Palacio las abrieron para mí, sonreí y entré. Süleyman cerró el paraguas y me siguió dentro, la esbelta figura del Adalid solía llamar la atención de personas de ambos sexos, su pelo negro lo llevaba por encima de sus hombros, tenía una tez morena y ojos grandes y cafés: El Faraón, o Príncipe del Desierto, así lo llamaban debido a sus preciosos rasgos egipcios y porque en el pasado fue un Faraón que mi padre adquirió después de su muerte para obsequiarmelo tras mi nacimiento. Era una de las personas pertenecientes a mi pequeño Círculo de confianza, y entre la gente que me movía eso significaba mucho, el tener a alguien en quien depositar tu confianza ciegamente.
Miré por las ventanas hacia el exterior mientras me dirigía a encontrarme con Su Excelencia; mi padre no esperaba mi visita, fue algo de último minuto, necesario sin embargo.
97 años habían pasado desde que los Elohim cayeron a Assiah perdiendo sus alas y poderes en el camino, si me preguntan fue lo mejor que pudo pasar y en secreto agradecía a Sahar lo que hizo. La inmortalidad era la única cosa que seguía sin desaparecer; yo llegué con mi familia cuando Assiah resurgió de las cenizas gracias a las manos de Elohim y terranos, los primeros hicieron lo de siempre: someter, de un modo que no lo pareciera tanto, a los humanos. Cuando éstos abandonaron sus búnkeres honraron a mi padre, por fin veían con sus ojos al Gran Salvador y a su Ángeles, ilusos era poco, la humanidad parecía que nunca cambiaría. Siempre debían besarle los pies a alguien porque sino no se sentían bien, siempre debían ser gobernados, Circe decía que les encantaba porque así fueron acostumbrados por mi familia.
Llamé a las puertas y escuché a mi padre darme permiso para entrar. Süleyman esperó afuera; mi padre estaba de pie viendo por la ventana la lluvia caer sobre Ciudad Palacio, capital de Londýum.
-La llamada de tu Adalid avisando de vuestra llegada a Ciudad Palacio me tomó por sorpresa-comentó mientras yo me sentaba ante el escritorio que nos separaba-. Buenas tardes, pequeña.-Se volvió con una sonrisa enigmática en los labios.
-Buenas tardes, padre-dije viéndolo volver su atención al exterior-. Lamento no haber informado de mi viaje con antelación, sólo surgió.
-Debe ser importante.-Me quité los guantes negros y los arreglé con cuidado sobre mi regazo, Azazel seguía meditando como antes de mi llegada, no interrumpí su silencio.
El fuego danzaba en la chimenea, crepitaba, lo observé y casi podía ver transcurrir los últimos noventa y siete años frente a mis ojos entre aquellas lenguas de fuego.
Tomamos posesión de Assiah pero no en su totalidad, apenas se hubo levantado comenzaron las insurgencias, muchas de ellas provocadas por infiltrados que le debían lealtad a Faye Vesper y a la misma Amelia Cassul. Saboteaban los intentos de Azazel de tomar el control sobre la tierra, y los saboteos dieron sus frutos, llegaron a levantarse nuevos países libres del imperio que mi padre fundó.
Humanos y Blood Drynka's(Bebedores de Sangre. Vampiros)fueron víctimas de los Elohim que siguieron a Azazel a la conquista de Assiah. Pero pronto, con la ayuda de un joven llamado Ezio Fortuna, líder Blood Drynka, se firmó un acuerdo de paz que Azazel aceptó bajo sus propios términos convirtiendo a Ezio en uno de sus Mariscales dentro de la sociedad de vampiros que vivían en Assiah. Mi padre ignoraba muchas cosas sobre el joven Ezio.
Fueron años difíciles desde que la Tercera estalló en el 2016 finalizando con una guerra nuclear a finales del mismo año.
La primera ojiva la lanzó alguien a quien le fue susurrado al oído que lo hiciera, fue un susurro, las personas siempre han tenido la capacidad de elegir. Y éste humano tomó la decisión de iniciar un apocalipsis nuclear borrando vidas, reescribiendo la historia de Assiah, reiniciándola y poniéndonos a mi y a mi familia como los creadores de una nueva sociedad que busca la paz.
Mentiras. Mentiras. Y más mentiras. Azazel no quería paz si no control total sobre Cielo e Infierno, nuestro hogar y el de los terranos. Y considerando que después de un tiempo de ir y venir entre Assiah y Nuestros Cielos ya no pudimos volver a éstos últimos, Azazel requería hacerse con la tierra antes de que algún humano reclamara ese poder. Debía aplastarlos mientras encontraba cómo regresar, y cómo recuperar nuestras alas.
De todo lo que perdimos sólo la inmortalidad nos quedaba. Nos convertimos en Dioses entre humanos; perdimos El Cielo y fuimos condenados a vivir en el infierno, y sin duda lo merecíamos.
Mi padre se aclaró la garganta sacándome de mi ensimismamiento.
-Tienen paz-comenzó a decir con suavidad-, seguridad, igualdad, no les falta nada y sin embargo bajo mi propio techo le agradecen a un cadáver.-Dio la vuelta, rodeó el escritorio y me tendió la mano-. Espero que no te moleste, pedí té para ambos-dijo cuando tomé su mano y me levanté. Nos sentamos ante una mesa que hacía las veces de tablero de ajedrez-. Me voy por dos años a Providencia para purificarme y restablecer mi carácter de deidad, y ellos le construyen una estatua a la entrada de Ciudad Palacio.
Reí por lo bajo.
-Me deja tranquila y me asombra que no la hayas destruido y mandado a ejecutar a los arquitectos y obreros que lo hicieron posible.-Azazel movió primero.
-Sýbill está disgustada-dijo.
-Usted también, eso sin contar la frustración que siente por no haberla matado con sus propias manos, habrá muerto de anciana al lado de su amada-dije sin poder evitar un tono melancólico-. Circe aseguró que se rehusaba a ser inmortal-añadí.
Los plateados ojos de Azazel centellearon llenos de una medida furia. Después sonrió.
-Hemos cazado y destruido a todo aquél que se nos ha opuesto....
-Que se te ha opuesto-corregí-. ¿O debo recordarle que fue usted quien fraguó cada escenario desde in principio? ¡Oh, cierto! Todo fue parte de Su plan.
-No te burles.
-Debe ser frustrante para usted esta vulnerabilidad, cada cierto tiempo tener que usar Aleinayat Al'iilhia, Providencia, antiguo hogar de Caín, como su refugio de purificación y todo porque no podemos volver a nuestro antiguo hogar. Le arrebataste Providencia a Caín y a su hija Sahar, y a nosotros nos quitaron la posibilidad de volver a nuestro hogar, ¿te suena de algo? Castigados del modo en que se creó Assiah. Fuimos echados aquí como Eloah echó a los Espíritu, estamos pagando por nuestros pecados.
-Veo que te complace lo que nos ha ocurrido, hoy me hablas más que de costumbre y has sido tú quien ha venido a verme.
-No me quejo de nuestra situación, tengo mejores cosas por las que pelear que un Cielo que no tiene nada qué envidiarle a este infierno.
Azazel me miró antes de mover su caballo, lo puso en el tablero despacio y sonrió.
-He convertido Assiah en un verdadero Paraíso, Sahar debió apoyarme. Caín debió apoyarme como lo hizo su mujer.
-Vaya Paraíso.-Crucé las piernas cogiendo la taza que la mujer del servicio, que acababa de entrar, me alcanzó-. Sahar debe andar por ahí, esperando atacarte.
-Ella y mi padre desaparecieron del mundo, yo opino que murió después de lo que sea que nos hizo ya que es evidente que los misiles que estallaron no le hicieron nada.
-En mi opinión sigue viva, ¿por qué no ha salido a enfrentarte? No śe-dije estudiando su reacción, se mantuvo sereno-. Había dejado de pensar en eso pero ahora que hablamos de la hija de Caín no puedo evitar volver a hacerlo. Su hermana deambula por ahí, no has conseguido aprisionarla, pero a Sahar no se la ha visto. Sé que debe seguir viva, su inmortalidad era perfecta, tú la querías para ti-le recordé-; ahora conocemos quién es en verdad, temes decirlo en voz alta: no puede morir porque es eterna.-La taza que sostenía en su mano se rompió-. ¿Será que cambió su identidad? Porque entonces recuerdo que hay todo un imperio donde humanos y Blood Drynka's coexisten sanamente, imperio que ha pasado por varios líderes empezando con su hermano, y que en la actualidad es manejado por una tal Rafaella Montmorency, imperio al que desprecias y al que no puedes entrar, y a ella, a Rafaella, nadie le ha visto el rostro. Nadie sabe cómo es, ¿ella no muestra su rostro y tú no haces el intento de atacar el Sacro Imperio Austriaco? ¿Existe algún trato que Azana y yo ignoremos?
-No puedo hacer un trato con quien no muestra su rostro, si Sahar sigue viva ignoro dónde pueda estar y Circe no ha tenido una visión sobre ella desde hace tiempo. Admito que no deja de inquietarme como su escurridiza hermana; y si el Sacro Imperio Austriaco sigue en pie y creciendo no es porque no hubiese intentado entrar, es que no se puede, no sin tener un fuerte lazo con la Emperatriz.
-Cada vez es más interesante mi teoría, ¿no crees? Rafaella Montmorency es en realidad Sahar, hija de Caín. Jaque mate-susurré derribando a su rey.
Mi padre sonrió y volvió a ordenar sus piezas.
-Descubriremos el misterio, trabajo en ello, créeme-dijo.
-Son tu obsesión: Amelia y Sahar. La humana a la que todos adoran por encima de ti ya no es problema porque está muerta, de Faye Vesper sólo quedan estatuas.
-¿Ves cómo después de muerta sigue siendo una molestia, un maldito problema?-preguntó moviendo primero-. Pero basta de hablar de personas indeseables-dijo. Para mí no eran nada indeseables, Circe se había negado a hablar demás sobre Sahar desde aquél día en el que escuchamos a Eloah gritar su nombre, grito que se oyó en todos los mundos, pero nada me sacaba la idea de que seguía viva, lo que no me molesta, y Circe la estaba encubriendo-. El motivo de tu visita me intriga, ¿tiene algo qué ver con el atentado en tu contra en Odessa?
El peón que tenía en mi mano quedó a medio mover, lo dejé en su lugar.
-No, padre-respondí-. Decirte que ya tengo tomada una decisión, vine por mero formalismo para que no te sorprenda o te enteres por otras bocas, aún cuando has hecho cosas que me han lastimado profundamente, eres mi padre y todavía te guardo un poco de respeto.-Tenía toda la atención de Azazel sobre mí-. Te intriga el motivo de mi visita y tal vez te enfade lo que vine a pedirte.
Salí tras tener una fuerte discusión con él no sólo por lo que le dije que haría sino por Illya a quien él mantenía a su lado en Palacio desde hace quince años. Me había nombrado Señora de Arkadia, una de sus naciones, y me alejó de mi hija, al menos en ese entonces Murdoch, su padre, estaba con ella. Hasta que éste se rebeló con la nación que le fue encomendada gobernar en nombre del Rey Grigori; Murdoch estaba harto de seguir bajo sus órdenes, no quería llevarlas a cabo, estaba en desacuerdo con cada una y traicionó a Azazel.
Mi padre lo había nombrado Conde de Bassan, un lugar similar a lo que fue Francia en su época, y lo distanció de Illya y de mí. Alguna que otra vez fuimos a visitarlo en compañía de toda la familia, pero esas visitas se hicieron cada vez menos frecuentes; Bassan se separó del Imperio de Azazel y para conseguir aliados Murdoch se casó con otra mujer, hija de un Señor Feudal que estaba en contra del Rey Grigori.
Ese hecho me rompió el corazón y más cuando me enteré que tuvieron una hija, como también me quebró cuando supuestamente murió en la guerra civil que lideró hace seis años.
Me detuve en la escalinata, la lluvia había cesado.
-La visita no salió muy bien-comentó Süleyman.
-Estaba preparada para eso, y más si quería su permiso para ver a Illya hoy-respondí.
Las visitas a mi hija fueron arregladas a una vez por mes, y la de éste ya la había hecho. Era injusto, Illya requería mi presencia y yo la de ella.
-¡Mami!
Enseguida busqué de dónde venía el grito de mi niña, la vi acompañada de Circe en los jardines de Palacio. Süleyman rió por lo bajo, no le hice caso y fui a encontrarme con mi pequeñina; Illya venía corriendo hacia mí y se me lanzó a los brazos en cuanto me tuvo cerca.
La abracé muy fuerte, besé su mejilla muchas veces y su melodiosa risa se me contagió.
-Mira qué mona está la Pequeña Dama-dijo Süleyman.
-Hola Faraón-saludó la pequeña. Besó la punta de mi nariz y luego rozó la suya con la mía-. Te echo de menos, mami-me dijo abrazándome de nuevo.
-Y yo a ti, mi amor.-Me desviví viendo su hermosa carita, esos ojos azules que exhibía desde que era bebé ahora brillaban en un suave color gris efecto de la luz. La edad de Illya dejaba loco a cualquiera que preguntara, tenía noventa y siete años, su apariencia era la de una niña de siete, su crecimiento era lento y eso lejos de preocuparme me parecía normal en alguien tan especial como ella-. ¿Cómo te has portado?
-Bien, si quieres pregúntale a la títa Circe-se apresuró a decir.
-Te creo, Illya-le aseguré-. Gracias por sacarla a caminar por el jardín-me dirigí a la Maga.
-Tu padre no puede prohibirte verla fuera de tiempo si accidentalmente damos una vuelta por los alrededores, en todo caso no sabíamos que vendrías-sonrió Circe pasándose un mechón de su ondulado pelo negro detrás de la oreja.
-Soñé con papito-dijo Illya. Miré a Circe y luego a ella-. Yo lo sé-me susurró al oído, tras hacerlo se llevó el dedo índice a los labios-. Es un secreto.
-Lo es, sí, nuestro, de los tres-sonreí.
No pude quedarme más tiempo con ella, Azazel nos observaba desde la ventana y no quería darle motivos para que sospechara de la estrecha conexión que Illya y yo manteníamos incluso estando lejos la una de la otra. La pequeña me buscaba proyectándose astralmente hasta donde yo estaba, le he prohibido que lo haga a menos que fuese urgente porque su abuelo no podía enterarse de las cosas que podía hacer y ella entendía, Azazel no le caía nada bien.
Con Süleyman nos marchamos hacia el aeropuerto, allí esperaba el dirigible en el que habíamos llegado; fue duro despedirme de mi hija, siempre lo era pero tenía la seguridad de que Circe la cuidaba bien y Murdoch.... Murdoch estaba muy cerca de nuestra niña.
Entré a mi dormitorio después de ordenarle al Adalid que no quería que me molestaran, necesitaba con urgencia estar a solas.
Antes de irme de Palacio Circe me comentó sobre los sueños de Illya, la niña había dibujado algunos detalles sobre ellos, la Maga se aseguraba de esconderlos para que mi padre no los encontrara. Me los haría llegar tan pronto tuviera oportunidad para que los viera por mí misma y sacara mis conclusiones porque ella ya lo había hecho y aunque le gustó lo que intuía también era cierto que temía por Illya si se llegaba a descubrir lo que esos sueños significaban. Me hacía una idea.
-Süleyman dije que no quería....-empecé a decir caminando hacia la puerta y abriéndola, habían llamado dos veces. Él se me echó encima y me besó cerrando la puerta a sus espaldas-. No deberías estar aquí-musité cuando se separó de mí manteniendo como único contacto nuestras frentes-, alguien puede verte.
-Se supone que estoy en Bassan tras la pista de Ryden-respondió. Miré en sus ojos a través del antifaz plateado que cubría su rostro-. Iba de salida cuando has llegado a Palacio, no pude resistirme.-Le quité el antifaz y besé sus labios, se deshizo de mi blusa blanca y me apretó a su cuerpo, sus manos apretaron mi culo y subieron por mi espalda erizándome, y provocando irregularidades en mi respiración-. Estos encuentros clandestinos me traen hermosos recuerdos-sonrió. Mordí su labio inferior en medio de una sonrisa cómplice, le quité su saco negro y me ocupé de desabrochar su camisa.
-Hago mías tus palabras, Conde-dije paseando mi mano por su pecho desnudo hasta su torso.
-Pretender que nos odiamos es.....
-¿Excitante?-Me acorraló contra el muro, sentí que la aeronave se movía-. ¿No tienes que marcharte? Tú mismo dijiste que debías estar en Bassan-dije dejando su camisa caer al suelo.
-Debería, pero antes.....
Me comió la boca y me dejé llevar, era menester estar juntos cuando podíamos porque el resto del mundo ignoraba su existencia. Él regresó a mi lado porque mi padre lo chantajeó y no podía más que vender su alma por mí y nuestra hija, su muerte no fue tal; lideró una rebelión, lo dejó todo para enfrentarse a Azazel y me perdió en el instante en que se unió a otra, pero recuperamos nuestros caminos, nuestras pieles se reclamaban, ni la muerte podía separarnos. Y todo tenía dos caras, la que él mostraba ante el mundo actual era parte de un guión.
La preocupación de mi padre sobre la radical Ryden Coine me llevó hasta Bassan, lugar de nacimiento de la joven; estaba irreconocible dicho sea de paso, de la hermosa ciudad que recuerdo habíamos levantado, ni los cimientos. Los escombros llenaban las calles, habían edificios caídos, y la que alguna vez fue una hermosa torre que iluminaba el reino, ahora era acero resquebrajado.
Bassan fue parte del imperio alguna vez, una colonia dirigida por Joshua Murdoch quien fue nombrado Conde por mi padre. Todo para lograr que estuviera lejos de mi sobrina y mi hermana, pero pronto Murdoch se cansó e inició un levantamiento logrando la independencia de Bassan y convirtiendo a toda Neo Francia en un próspero reino, para ello necesitó alianzas, y para conseguirlas tuvo que casarse con otra mujer y con ella tuvo una hija, Ivel quedó devastada pero no lo dio a demostrar, se mantuvo arriba. Entre ella y Murdoch ya no quedaba nada después de su muerte.
Murdoch dirigió a un ejército en contra de Azazel quien hizo ver al Conde ante el mundo como el malo, pero para muchos Josh era un héroe. Ryden fue su mano derecha, con ella viva los radicales de ese reino seguirían teniendo ánimos de ir en contra de mi padre. Su muerte traería vientos de cambio sobre Bassan, reconstruiríamos la ciudad y brindaríamos protección a quienes juraran lealtad a Azazel, y oportunidades a los indecisos, pero castigo a los revoltosos.
-Dime, Eminencia, ¿qué te tiene tan pensativa?-preguntó mi marido sentándose a mi lado en el banco donde me hallaba y desde donde observaba la réplica exacta de la torre Eiffel, sólo que algo destartalada-. Nuestra gente la ha buscado por todas partes-prosiguió Gaspard-, y la búsqueda se repitió el día entero, los mismos lugares una y otra vez, ¿es eso lo que te perturba? Es posible que no esté aquí.
-No puedo regresar a Ciudad Palacio y presentarme ante mi padre sin noticias de esa chica, ya le he fallado buscando a Amelia y sin encontrar su paradero. Le teme por esos arco y flechas que posee, Elohim de todas partes siguen desapareciendo, con Amelia por allí sólo podemos pensar en sus muertes.-Estaba atada de manos, no quería perseguir a Amelia. Fallaba adrede, cuando creía tener una pista seguía otra diferente, saboteaba a Azazel desde adentro y sin hacerlo muy evidente-. Seguí a mi padre hasta este punto, mi corazón duda por momentos, pero tú sabes lo que me pesa cargar con lo que he hecho, yendo tras gente inocente, ejecutando en nombre de Su Eminencia en esta interminable cacería de brujas, pero Ivel eligió estar en el bando incorrecto por Illya, y no puedo dejarlas solas.
-Nadie te lo está reprochando, zi'yee-susurró. Besó mi frente y me abrazó a él-. ¿Por qué dejas que te afecte todo ahora? ¿A qué viene tu malestar?
Me encontré en sus azules y cálidos ojos, Gaspard ha estado conmigo desde hace tanto. Sus duras facciones se relajaban en mi presencia, su rasposa barba me hizo cosquillas cuando acercó su rostro al mío provocando un leve roce entre nuestras mejillas; besó mi hombro, me daba tiempo para responder.
-Un día como hoy me acerqué a Amy cuando aún era una niña-dije-. Para entonces ya estaba viviendo en la Casa Carlysle, y me dio curiosidad la primogénita de Caín; le tomé cariño, lo sabes, y tener presente que a esa niña mi abuelo le quitó a su familia original, que pertenezco a la misma línea sanguínea de ese Ser me hace ver que vivir aquí donde Amy ha pasado toda su vida, cada vida, intentando salvar a su familia, no es suficiente castigo para lo que hemos hecho y seguimos haciendo.
El clap, clap, clap de unas palmadas obligó a mi marido a levantarse ipso facto. Lo imité.
-¡Vamos, qué casi me la creo!-exclamó una voz familiar.
El eco de las palmadas se extendió por la silenciosa calle adoquinada, un trueno retumbó en el gris cielo de la tarde mientras ella caía de un edificio y nada más tocar el suelo caminó despacio hacia mí, vestía de negro como casi todos los que hoy conocíamos como miembros de La Orden Negra a la que el mismo Murdoch perteneció.
-Amelia-susurré-. ¿Qué estás haciendo aquí?
-¿Una no puede dar un paseo por las calles de la Ciudad Luz?-preguntó con sorna-. Mira estos paisajes, Azana, mejor que en los días que Eloah andaba dando por culo a todos, ¿no crees?
-Si uno de mis hombres te ve no me quedará más remedio que....
-¿Qué?-retó-. ¿Qué más pueden hacer en mi contra?-Cruzó los brazos enfrente de mí.
Ryden
No habían venido a buscarnos a la mansión, seguro querían que estuviésemos a la expectativa, sin poder dormir del miedo que sintiéramos ante su pronta llegada.
Así era el Escuadrón de Búsqueda-nombre decente para los Cazadores Hijos de Puta-, como seguro sabían que no teníamos adonde huir lanzaron un juego psicológico, les gustaba llevar el control. Pero conmigo no, ¡no señor! Los pendejos esos no me atraparían. Sin embargo sabía que mis compañeros temían que él viniera en persona, un cazador enmascarado que llegó a las filas de los ajusticiadores de Azazel hace unos años; nunca lo he visto en persona pero decían que era el traficante de muerte más temido.
Observé con pesar a mi Señora. Estábamos en sus aposentos tratando de sobrellevar lo que a este ritmo sería inevitable, su hija, la Condesa, recayó por su enfermedad. Nos preparábamos para viajar a Amón, Distrito Libre, era un lugar donde los refugiados estaban a salvo pero este imprevisto nos detuvo; la fiebre de la Condesa no disminuía con nada y cada minuto que pasaba era un minuto más cerca de su inminente deceso.
Me sentía impotente, había toque de queda afuera y yo era el motivo porque lo usaban para buscarme mejor. En Bassan no quedaba mucha gente y aún así la milicia hacía su acostumbrada guardia en la ciudad.
Laurel estaba al lado de su hija intentando parecer fuerte frente a mí y Abigail.
Necesitaba ir a por la medicina de Su Excelencia. Miré a su madre, ella sabía lo enfermiza que era su hija y que esa medicina era lo único que podía salvarla cuando recaía, estaba segura de que no se opondría a lo que pasaba por mi cabeza.
Abigail era la doncella de Laurel, una mujer morena cuya característica más notable era su ojo izquierdo pues era de color azul mientras que el derecho era café. Esa anomalía se debía al exceso de uso de su poder, manipulaba el agua a su antojo, como ella habían otros pero escondidos de Azazel, no querían ser parte de sus fuerzas. Abigail estaba con nosotros porque creció con Laurel, eran como hermanas.
-Deje de hacer eso, General-ordenó al verme intentar arreglar una de las lámparas de aceite dañadas del pasillo, había salido y ella me siguió. Todas las lámparas de la mansión estaban igual, y a mi alrededor la suciedad y el desorden reinaban, era como una réplica de lo que se había convertido Bassan. Un nido de ratas era una belleza en comparación-. ¡Estás loca! ¡Chiflada! ¡Perdiste la cordura!
-Pero si aún no he dicho nada-repliqué interrumpiendo su diatriba. ¡Joder, qué por poco me rompe los tímpanos!
-Si no hace falta, cariño-dijo severamente-. Quieres salir a buscar la medicina de la Condesa, y cuando lo hagas los hombres de Azazel te matarán. ¿Se te olvida que tu cabeza vale más que la de todos nosotros juntos? ¿De esa forma quieres ayudarla? Además, dicen que Azana comanda a un grupo y que el enmascarado viene en camino. Grant y Tales recogieron esa información de nuestros hombres que están vigilando, ¿o también se te olvida, torpe?
No le respondí como me habría gustado porque estábamos cerca de la habitación de mi Señora, y la Condesa necesitaba descansar, cosa en la que no pensó la morena idiota ésta antes de empezar con su operetta.
-Es la única forma, y sabes lo que pasará si no hago el intento.
Suspiró con resignación.
-Lleva a Grant y a Fausto contigo, Tales volvió a su guardia afuera.
-Gracias por entender, es mejor esto a esperar sentados a que le pase algo peor a la Condesa.
Me dirigí hacia las escaleras.
-Ryden-llamó Abigail-, regresa viva o nuestra pequeña Señora la pasará muy mal si le faltas.
Yo sabía que la pasaría mal, era la agonía que estaba sintiendo en mi interior al verla tan delicada de salud.
Aguanta un poco más, Misty, sólo un poco más....
Saldremos de esta pesadilla, nadie nos encontrará, ni siquiera ese maldito Conde.
Nací en la Época de los Ángeles, la Era Dorada la llamaban algunos. Yo era una humana luchando contra Dioses infernales, conocía toda la historia y no venía de un libro sagrado ni había un Dios al que adorar en uno de esos templos especiales para tales fines.
Conocía la versión oficial, la mentira, y conocía la Verdad.
El único Dios que caminaba entre nosotros era Azazel, y su gente de ojos plateados, los Elohim sin alas, y no alados como solían dibujarlos. Detrás de él, llegó a contarme mi Señor, había alguien mucho peor que en noventa y siete años no se había mostrado, el artífice de todo lo que mis ojos veían, el Creador y Usurpador; pero que así como habían malos también habían buenos.
Yo sólo veía tonalidades grises, y un mundo violento al que mi mente le dio otro nombre, ni Tierra, ni Assiah, lo bauticé Kondamnon: Condenación, porque era todo lo que conocía y veía a mi alrededor.
Bassan fue parte del imperio alguna vez, una colonia dirigida por Joshua Murdoch quien fue nombrado Conde por mi padre. Todo para lograr que estuviera lejos de mi sobrina y mi hermana, pero pronto Murdoch se cansó e inició un levantamiento logrando la independencia de Bassan y convirtiendo a toda Neo Francia en un próspero reino, para ello necesitó alianzas, y para conseguirlas tuvo que casarse con otra mujer y con ella tuvo una hija, Ivel quedó devastada pero no lo dio a demostrar, se mantuvo arriba. Entre ella y Murdoch ya no quedaba nada después de su muerte.
Murdoch dirigió a un ejército en contra de Azazel quien hizo ver al Conde ante el mundo como el malo, pero para muchos Josh era un héroe. Ryden fue su mano derecha, con ella viva los radicales de ese reino seguirían teniendo ánimos de ir en contra de mi padre. Su muerte traería vientos de cambio sobre Bassan, reconstruiríamos la ciudad y brindaríamos protección a quienes juraran lealtad a Azazel, y oportunidades a los indecisos, pero castigo a los revoltosos.
-Dime, Eminencia, ¿qué te tiene tan pensativa?-preguntó mi marido sentándose a mi lado en el banco donde me hallaba y desde donde observaba la réplica exacta de la torre Eiffel, sólo que algo destartalada-. Nuestra gente la ha buscado por todas partes-prosiguió Gaspard-, y la búsqueda se repitió el día entero, los mismos lugares una y otra vez, ¿es eso lo que te perturba? Es posible que no esté aquí.
-No puedo regresar a Ciudad Palacio y presentarme ante mi padre sin noticias de esa chica, ya le he fallado buscando a Amelia y sin encontrar su paradero. Le teme por esos arco y flechas que posee, Elohim de todas partes siguen desapareciendo, con Amelia por allí sólo podemos pensar en sus muertes.-Estaba atada de manos, no quería perseguir a Amelia. Fallaba adrede, cuando creía tener una pista seguía otra diferente, saboteaba a Azazel desde adentro y sin hacerlo muy evidente-. Seguí a mi padre hasta este punto, mi corazón duda por momentos, pero tú sabes lo que me pesa cargar con lo que he hecho, yendo tras gente inocente, ejecutando en nombre de Su Eminencia en esta interminable cacería de brujas, pero Ivel eligió estar en el bando incorrecto por Illya, y no puedo dejarlas solas.
-Nadie te lo está reprochando, zi'yee-susurró. Besó mi frente y me abrazó a él-. ¿Por qué dejas que te afecte todo ahora? ¿A qué viene tu malestar?
Me encontré en sus azules y cálidos ojos, Gaspard ha estado conmigo desde hace tanto. Sus duras facciones se relajaban en mi presencia, su rasposa barba me hizo cosquillas cuando acercó su rostro al mío provocando un leve roce entre nuestras mejillas; besó mi hombro, me daba tiempo para responder.
-Un día como hoy me acerqué a Amy cuando aún era una niña-dije-. Para entonces ya estaba viviendo en la Casa Carlysle, y me dio curiosidad la primogénita de Caín; le tomé cariño, lo sabes, y tener presente que a esa niña mi abuelo le quitó a su familia original, que pertenezco a la misma línea sanguínea de ese Ser me hace ver que vivir aquí donde Amy ha pasado toda su vida, cada vida, intentando salvar a su familia, no es suficiente castigo para lo que hemos hecho y seguimos haciendo.
El clap, clap, clap de unas palmadas obligó a mi marido a levantarse ipso facto. Lo imité.
-¡Vamos, qué casi me la creo!-exclamó una voz familiar.
El eco de las palmadas se extendió por la silenciosa calle adoquinada, un trueno retumbó en el gris cielo de la tarde mientras ella caía de un edificio y nada más tocar el suelo caminó despacio hacia mí, vestía de negro como casi todos los que hoy conocíamos como miembros de La Orden Negra a la que el mismo Murdoch perteneció.
-Amelia-susurré-. ¿Qué estás haciendo aquí?
-¿Una no puede dar un paseo por las calles de la Ciudad Luz?-preguntó con sorna-. Mira estos paisajes, Azana, mejor que en los días que Eloah andaba dando por culo a todos, ¿no crees?
-Si uno de mis hombres te ve no me quedará más remedio que....
-¿Qué?-retó-. ¿Qué más pueden hacer en mi contra?-Cruzó los brazos enfrente de mí.
Ryden
No habían venido a buscarnos a la mansión, seguro querían que estuviésemos a la expectativa, sin poder dormir del miedo que sintiéramos ante su pronta llegada.
Así era el Escuadrón de Búsqueda-nombre decente para los Cazadores Hijos de Puta-, como seguro sabían que no teníamos adonde huir lanzaron un juego psicológico, les gustaba llevar el control. Pero conmigo no, ¡no señor! Los pendejos esos no me atraparían. Sin embargo sabía que mis compañeros temían que él viniera en persona, un cazador enmascarado que llegó a las filas de los ajusticiadores de Azazel hace unos años; nunca lo he visto en persona pero decían que era el traficante de muerte más temido.
Observé con pesar a mi Señora. Estábamos en sus aposentos tratando de sobrellevar lo que a este ritmo sería inevitable, su hija, la Condesa, recayó por su enfermedad. Nos preparábamos para viajar a Amón, Distrito Libre, era un lugar donde los refugiados estaban a salvo pero este imprevisto nos detuvo; la fiebre de la Condesa no disminuía con nada y cada minuto que pasaba era un minuto más cerca de su inminente deceso.
Me sentía impotente, había toque de queda afuera y yo era el motivo porque lo usaban para buscarme mejor. En Bassan no quedaba mucha gente y aún así la milicia hacía su acostumbrada guardia en la ciudad.
Laurel estaba al lado de su hija intentando parecer fuerte frente a mí y Abigail.
Necesitaba ir a por la medicina de Su Excelencia. Miré a su madre, ella sabía lo enfermiza que era su hija y que esa medicina era lo único que podía salvarla cuando recaía, estaba segura de que no se opondría a lo que pasaba por mi cabeza.
Abigail era la doncella de Laurel, una mujer morena cuya característica más notable era su ojo izquierdo pues era de color azul mientras que el derecho era café. Esa anomalía se debía al exceso de uso de su poder, manipulaba el agua a su antojo, como ella habían otros pero escondidos de Azazel, no querían ser parte de sus fuerzas. Abigail estaba con nosotros porque creció con Laurel, eran como hermanas.
-Deje de hacer eso, General-ordenó al verme intentar arreglar una de las lámparas de aceite dañadas del pasillo, había salido y ella me siguió. Todas las lámparas de la mansión estaban igual, y a mi alrededor la suciedad y el desorden reinaban, era como una réplica de lo que se había convertido Bassan. Un nido de ratas era una belleza en comparación-. ¡Estás loca! ¡Chiflada! ¡Perdiste la cordura!
-Pero si aún no he dicho nada-repliqué interrumpiendo su diatriba. ¡Joder, qué por poco me rompe los tímpanos!
-Si no hace falta, cariño-dijo severamente-. Quieres salir a buscar la medicina de la Condesa, y cuando lo hagas los hombres de Azazel te matarán. ¿Se te olvida que tu cabeza vale más que la de todos nosotros juntos? ¿De esa forma quieres ayudarla? Además, dicen que Azana comanda a un grupo y que el enmascarado viene en camino. Grant y Tales recogieron esa información de nuestros hombres que están vigilando, ¿o también se te olvida, torpe?
No le respondí como me habría gustado porque estábamos cerca de la habitación de mi Señora, y la Condesa necesitaba descansar, cosa en la que no pensó la morena idiota ésta antes de empezar con su operetta.
-Es la única forma, y sabes lo que pasará si no hago el intento.
Suspiró con resignación.
-Lleva a Grant y a Fausto contigo, Tales volvió a su guardia afuera.
-Gracias por entender, es mejor esto a esperar sentados a que le pase algo peor a la Condesa.
Me dirigí hacia las escaleras.
-Ryden-llamó Abigail-, regresa viva o nuestra pequeña Señora la pasará muy mal si le faltas.
Yo sabía que la pasaría mal, era la agonía que estaba sintiendo en mi interior al verla tan delicada de salud.
Aguanta un poco más, Misty, sólo un poco más....
Saldremos de esta pesadilla, nadie nos encontrará, ni siquiera ese maldito Conde.
Nací en la Época de los Ángeles, la Era Dorada la llamaban algunos. Yo era una humana luchando contra Dioses infernales, conocía toda la historia y no venía de un libro sagrado ni había un Dios al que adorar en uno de esos templos especiales para tales fines.
Conocía la versión oficial, la mentira, y conocía la Verdad.
El único Dios que caminaba entre nosotros era Azazel, y su gente de ojos plateados, los Elohim sin alas, y no alados como solían dibujarlos. Detrás de él, llegó a contarme mi Señor, había alguien mucho peor que en noventa y siete años no se había mostrado, el artífice de todo lo que mis ojos veían, el Creador y Usurpador; pero que así como habían malos también habían buenos.
Yo sólo veía tonalidades grises, y un mundo violento al que mi mente le dio otro nombre, ni Tierra, ni Assiah, lo bauticé Kondamnon: Condenación, porque era todo lo que conocía y veía a mi alrededor.
Esta historia, que reescribiste para incluir a Circe, me plantea un desafío que quizás no tuve con Vestida de Luna, sus precuelas y secuelas. Y es que la familia de Eloah me agrada menos que la de Sahar. Incluso Caín llegó a agradarme cuando se reveló como un rebelde ante el villano de todos los tiempos. Ivel y Azana no terminan de convencerme, creo que se merecen la inquietud por la que están. Es dificil que desarrolle algún apego a estos personajes.
ResponderEliminarFue efectiva la jugada de Sahar, aunque haya costado un sacrificio.
Y está ausente Faye, quien es recordada como una gran líder, que rabie Azazel. Y por negativa a ser inmortal.
Paradoja que Circe, que fue una prisionera de Azazel, haya terminado siendo como la tía de la hija Ivel. Creo que heredó alguna cualidad que sólo desarrollan las mujeres, por eso Medea fue una maga casi tan destacada como la maga más espléndida.
Escribís muy bien.
Besos.
Conocerás a nuevos personajes en el camino, y verás caras conocidas y no hablo de Circe-no podía dejarla fuera porque es uno de mis personajes favoritos y fue y es importante-.... Sobre la familia de Eloah, sí que es un reto que alguien que conoció la otra cara primero sienta algún cariño por los nietos del Demiurgo, en mi caso, y porque escribí esta historia primero, me gusta un poco Azana por su cariño hacia Amelia, y hacia sus hermanos, y por lo fuerte que es. Y la dinámica que tiene con sus hermanos, en especial con su gemelo. Hay momentos en que me desagrada su trato con un personaje que conocerás más adelante, me gusta la relación Ivel/Murdoch y con sus respectivas hijas, pero bueno ya... hay muchas cosas que me gustan pero no cuento mucho más xD
EliminarSí, Illya tiene dones que van relacionados no sólo por el mestizaje que tiene sino que viene también de su familia paterna: su tía/abuela Circe, su abuela Medea....
Gracias, Demiurgo :)
Un besazos...
Ivel tiene dos opciones nada fáciles, mantener a su hija en el engaño o reconocer todo lo que hay hecho como parte de un plan maligno, con el riesgo de que la odie. Interesante conflicto.
ResponderEliminarBesos.
Es difícil, ha sido algo que la ha inquietado desde el momento en que supo que esperaba a Illya hasta la actualidad. Creo que es su mayor temor...
Eliminar¡Más besos! :****
Ya tres capítulos y yo recién en el primero, va muy rápida Señorita Escritora :) Nuevos personajes y otros conocidos, pero sin duda una muy buena historia detrás, al menos en este Prólogo eso queda de manifiesto.
ResponderEliminarBesos dulces y dulce fin de semana.
Es que ando en modo Speedy xDDD
EliminarOjalá siga gustando a medida que avance capítulo a capítulo :)
Besos, y mi cariño para ti, Poeta ;)