Bassan, Neo Francia.
Ryden
Ryden
Conduje el coche de regreso a la Casa Grier, había conseguido la medicina que requería la Condesa. Fue una suerte no encontrar militares en el camino, ni cerca de la deshecha farmacia, las calles estaban desiertas, algo poco común porque la milicia siempre andaba rondando por el lugar con la esperanza de encontrarme y matarme.
Mi cara adornaba carteles de Se Busca, todo el imperio del Rey Grigori andaba tras mi cabeza.
Frené con brusquedad, sonreí al escuchar a mis compañeros quejarse. Grant y Fausto me lanzaron miradas llenas de ira, los ignoré al notar los cuerpos dispersos a las afueras de la acabada mansión, salí del coche seguida de ambos, mi corazón latía con fuerza temiendo e imaginando lo peor.
Me detuve, las piernas se me congelaron y sentí cómo el corazón se me paraba por unos segundos.
-Esto no está bien-susurró Fausto.
Reaccioné y apuré el paso. Paramos en seco al entrar y ver la atroz imagen que se presentaba al pie de la escalera.
Laurel. La hermosa Laurel.... muerta...
Habían cuerpos regados a su alrededor, algunos decapitados, desmembrados. No había visto algo así ni en mis peores pesadillas.
Tales llegó entonces y al ver a nuestra Señora muerta temió por su esposa, corrió escaleras arriba, no tardé en seguirlo y busqué, habitación por habitación, a Abigail y a la Condesa, sin éxito.
¿Se las habrán llevado? pensé.
-¡Las encontré, General!-le escuché gritar a Tales.
Salí del dormitorio de la Condesa y vi a Tales con ésta en brazos, Abigail caminaba al lado de su esposo, pálida.
La Condesa dormía y agradecí que así fuera porque bajamos al vestíbulo mientras Abby nos relataba lo ocurrido. Uno de los guardias avisó que se acercaban los traficantes de muerte, Laurel le pidió a Abby que se ocultara con la nena mientras ella intentaba llegar a un acuerdo con el líder del grupo. Abigail intentó convencerla de que fuera con ellas pero Laurel se rehusó, no abandonaría a su suerte a quienes habían mantenido su lealtad para con los Grier.
Para cuando Abby vio el cuerpo de Laurel calló.
Empezó a negar con la cabeza, se arrodilló ante la rubia que yacía muerta al pie de la escalera y su consternación fue reflejo de lo que yo sentía por dentro.
-¡No!-jadeó-. ¡Laurel no! ¡No!-lloriqueó acercando unas temblorosas manos al rostro de nuestra Señora.
La escena fue muy triste, tanto que me retiré a llorar al exterior porque no me gustaba que me vieran vulnerable.
A Laurel la conocí por medio de mi Señor Joshua Murdoch, era hija del Señor Feudal Renard Grier, Laurel había accedido a casarse con Joshua cuando éste fue en busca de alianzas para enfrentar a Azazel. Un matrimonio por conveniencia, la unión de dos naciones en contra de un poderoso rey que no era humano; pero Joshua amaba por sobre todas las cosas a alguien más, y Laurel también, sin embargo debían aparentar ser un matrimonio sólido para nuestros respectivos pueblos.
Era una mujer buena, tenía que serlo para alguien que guardó el mayor secreto de mi Señor, y no me refería a su carácter angelical. Porque sí, Joshua también había llegado con Azazel e incluso estuvo casado con una de sus hijas; su mayor secreto involucraba a la pequeña Condesa.
Después de sepultar a Laurel y a los demás decidimos marcharnos, Fausto condujo. Misty estaba a mi lado en el asiento trasero, despertó apenas unos minutos después de que el coche se puso en marcha.
-¿Y Laurel?-preguntó de pronto, nunca llegó a llamar mamá a mi Señora.
-Murió-respondí directamente.
-¡Ryden!-dijeron los otros tres al unísono.
-¿Qué? A ella no se le puede disfrazar la verdad, estoy siendo honesta y sé que a Misty le gusta eso, ¿verdad Condesa?
La niña asintió.
-Aún así fue muy fuerte que se lo dijeras de esa forma, sin anestesia-me reprendió Abigail.
Estaba sentada al frente con Tales y Fausto, Grant iba en la parte trasera de la camioneta soportando el frío, pero no le importaba porque estaba vigilando por si alguien se atrevía a seguirnos. Llevaba varias armas y estaba dispuesto a usarlas con cualquiera del que sospechara, Grant llevaba la palabra radical a lo realmente radical.
Observé a Misty, había tomado su medicina y la temperatura bajó pasadas unas horas. Su cabello rubio era corto, nadie podía negar que fuera hija de Laurel aunque sólo de puertas para afuera, si Misty no la llamaba mamá era porque la niña sabía la verdad; tenía un don especial y no me sorprendería que con el pasar del tiempo desarrollara más facultades, provenía de un linaje lleno de maldad, para su desgracia. Mala sangre corría por sus venas convergiendo con el linaje de la Diosa Primordial. Mitad Elohim, mitad Espíritu. Creado e increado. Misty era como su padre, pero también como su madre, la verdadera.
-Laurel se irá, lo he visto-escuché en mi mente su vocecita. La miré y sonreí-. Irá al otro lugar-agregó.
Mi cara adornaba carteles de Se Busca, todo el imperio del Rey Grigori andaba tras mi cabeza.
Frené con brusquedad, sonreí al escuchar a mis compañeros quejarse. Grant y Fausto me lanzaron miradas llenas de ira, los ignoré al notar los cuerpos dispersos a las afueras de la acabada mansión, salí del coche seguida de ambos, mi corazón latía con fuerza temiendo e imaginando lo peor.
Me detuve, las piernas se me congelaron y sentí cómo el corazón se me paraba por unos segundos.
-Esto no está bien-susurró Fausto.
Reaccioné y apuré el paso. Paramos en seco al entrar y ver la atroz imagen que se presentaba al pie de la escalera.
Laurel. La hermosa Laurel.... muerta...
Habían cuerpos regados a su alrededor, algunos decapitados, desmembrados. No había visto algo así ni en mis peores pesadillas.
Tales llegó entonces y al ver a nuestra Señora muerta temió por su esposa, corrió escaleras arriba, no tardé en seguirlo y busqué, habitación por habitación, a Abigail y a la Condesa, sin éxito.
¿Se las habrán llevado? pensé.
-¡Las encontré, General!-le escuché gritar a Tales.
Salí del dormitorio de la Condesa y vi a Tales con ésta en brazos, Abigail caminaba al lado de su esposo, pálida.
La Condesa dormía y agradecí que así fuera porque bajamos al vestíbulo mientras Abby nos relataba lo ocurrido. Uno de los guardias avisó que se acercaban los traficantes de muerte, Laurel le pidió a Abby que se ocultara con la nena mientras ella intentaba llegar a un acuerdo con el líder del grupo. Abigail intentó convencerla de que fuera con ellas pero Laurel se rehusó, no abandonaría a su suerte a quienes habían mantenido su lealtad para con los Grier.
Para cuando Abby vio el cuerpo de Laurel calló.
Empezó a negar con la cabeza, se arrodilló ante la rubia que yacía muerta al pie de la escalera y su consternación fue reflejo de lo que yo sentía por dentro.
-¡No!-jadeó-. ¡Laurel no! ¡No!-lloriqueó acercando unas temblorosas manos al rostro de nuestra Señora.
La escena fue muy triste, tanto que me retiré a llorar al exterior porque no me gustaba que me vieran vulnerable.
A Laurel la conocí por medio de mi Señor Joshua Murdoch, era hija del Señor Feudal Renard Grier, Laurel había accedido a casarse con Joshua cuando éste fue en busca de alianzas para enfrentar a Azazel. Un matrimonio por conveniencia, la unión de dos naciones en contra de un poderoso rey que no era humano; pero Joshua amaba por sobre todas las cosas a alguien más, y Laurel también, sin embargo debían aparentar ser un matrimonio sólido para nuestros respectivos pueblos.
Era una mujer buena, tenía que serlo para alguien que guardó el mayor secreto de mi Señor, y no me refería a su carácter angelical. Porque sí, Joshua también había llegado con Azazel e incluso estuvo casado con una de sus hijas; su mayor secreto involucraba a la pequeña Condesa.
Después de sepultar a Laurel y a los demás decidimos marcharnos, Fausto condujo. Misty estaba a mi lado en el asiento trasero, despertó apenas unos minutos después de que el coche se puso en marcha.
-¿Y Laurel?-preguntó de pronto, nunca llegó a llamar mamá a mi Señora.
-Murió-respondí directamente.
-¡Ryden!-dijeron los otros tres al unísono.
-¿Qué? A ella no se le puede disfrazar la verdad, estoy siendo honesta y sé que a Misty le gusta eso, ¿verdad Condesa?
La niña asintió.
-Aún así fue muy fuerte que se lo dijeras de esa forma, sin anestesia-me reprendió Abigail.
Estaba sentada al frente con Tales y Fausto, Grant iba en la parte trasera de la camioneta soportando el frío, pero no le importaba porque estaba vigilando por si alguien se atrevía a seguirnos. Llevaba varias armas y estaba dispuesto a usarlas con cualquiera del que sospechara, Grant llevaba la palabra radical a lo realmente radical.
Observé a Misty, había tomado su medicina y la temperatura bajó pasadas unas horas. Su cabello rubio era corto, nadie podía negar que fuera hija de Laurel aunque sólo de puertas para afuera, si Misty no la llamaba mamá era porque la niña sabía la verdad; tenía un don especial y no me sorprendería que con el pasar del tiempo desarrollara más facultades, provenía de un linaje lleno de maldad, para su desgracia. Mala sangre corría por sus venas convergiendo con el linaje de la Diosa Primordial. Mitad Elohim, mitad Espíritu. Creado e increado. Misty era como su padre, pero también como su madre, la verdadera.
-Laurel se irá, lo he visto-escuché en mi mente su vocecita. La miré y sonreí-. Irá al otro lugar-agregó.
El Otro Lugar, empezó a hablar sobre eso cuando tenía cuatro años. Sabíamos qué lugar era ese: el Arquetipo, allí donde todo dio inicio. De donde fuimos tomados y hecho prisioneros bajo el yugo de Eloah, el Dios Creador, el Usurpador; y no era Él quien mandaba, Azazel era nuestro actual carcelero.
Nuestra lucha ya no sólo tenía como objetivo obtener nuestra libertad, sino proteger a Misty y a su hermana mayor de ambos, porque aunque débil, Eloah seguía en las sombras y así podía llegar a ser mucho más peligroso.
Resoplé por quinta vez, Abigail se había pasado al asiento trasero y llevaba a Misty sentada en su regazo. La Condesa dormitaba ajena a lo que nos esperaba al frente, ninguno nos atrevíamos a hablar al respecto, teníamos la muerte de Laurel tan reciente que dolía y llevábamos nuestro dolor en silencio; no planeábamos darnos por vencidos, sequé las lágrimas que empezaron a correr sin yo así poder evitarlo y pensé en Amón, lugar al que habíamos decidido ir desde el principio.
Proteger a Misty era prioridad, mantenerla lejos de Azazel y su imperio nos urgía, la niña estaba a mi cargo y no podía abandonarla ni abandonar mi deber con ella.
Una triste tonada se elevaba por encima de nosotros, agónica pero no llegaba a bajar nuestros ánimos.
Fausto aparcó el coche a la orilla de la dañada carretera.
-General, usted decide-dijo el hombre mirando por el espejo retrovisor y encontrándose con mi mirada.
-Vayamos a Arkadia. Carmen y Rodrigo nos ayudarán a salir de aquí-le indiqué. Tales y Fausto intercambiaron miradas nerviosas-. ¿Qué pasa, par de imbéciles?-les pregunté con brusquedad.
Tales pasó una mano por su oscuro cabello y miró por la ventanilla y luego por el espejo retrovisor de adentro.
-Fausto y yo hemos salido muchas más veces que tú desde que nos acorralaron, así que no lo sabes-habló-. La Casa Real de Arkadia ya no está en poder de Carmen y Rodrigo, Azazel los destituyó y ejecutó dejando en su lugar a alguien más, Ryden-explicó con cautela.
-¿Alguna idea de quiénes son los nuevos Señores?
Tales y Fausto volvieron a mirarse.
-Una de las hijas de Azazel lleva las riendas-respondió el primero.
Rodé los ojos y suspiré.
-Nos jodimos-sentencié.
Conociendo el riesgo que suponía le ordené seguir hacia allí, Kiev era la ciudad que más cerca nos quedaba de Amón así que teníamos que atravesar el continente porque sólo en Arkadia se hacían viajes clandestinos hacia Amón; pasaríamos bordeando los límites de entrada al Imperio que pocos habían visto con sus propios ojos, ojalá nos permitieran entrar, tal vez si dijera que pertenecía a la Casa Murdoch Grier nos dieran la oportunidad de unirnos a ellos porque Joshua tuvo contacto con gente de dentro, pero también era bien sabido que no confiaban en todo le mundo y debían ser cuidadosos para proteger a su gente del mal que reinaba en el exterior.
Tales dijo que Arkadia no era tan vigilada como el resto de naciones que conformaban el imperio de Azazel, le daba puntos a la nueva Señora por eso ya que había sido por pedido de ella que así fuera, según escuchó.
Entonces debía ser Ivel, pensé. Era menos severa que su hermana Azana.
Nos llevó varios días, y muchas paradas llegar a su territorio. Al final cambiamos la camioneta por un carruaje, y luego seguimos a pie por un tupido bosque. Fausto llevaba a Misty cargada a su espalda, dormía plácidamente, la noche nos había alcanzado y a ella eso no le molestaba en lo absoluto.
-¿Ryden?-dijo Abby después de andar algún tiempo.
Me había quedado atrás pensando en lo que ocurrió con Laurel. Pasé frente a Abigail ignorándola.
Empezó a nevar y tuvimos que detenernos para cenar y esperar a a que pasara la tormenta de nieve. Encontramos una casa abandonada, una verdadera bendición en aquellas circunstancias; estando ya en terrenos de la nación de Arkadia, comencé a arrepentirme, yo nunca me acobardaba pero es que llevaba a Misty conmigo, Murdoch no aceptaría esto.
-Mami-murmuró Misty en sueños llamando mi atención.
Y supe que no se refería a Laurel, y me pregunté si llegaba a ver el rostro de su madre mientras dormía. Si era así sería un problema presentarla ante Ivel.
Abigail anunció que había dejado de nevar, abrigamos muy bien a la niña y les dije que yo la llevaría esta vez.
Misty se despertó a medio camino.
-Mi pequeña Señora, tenemos que hablar-susurré para que los demás que iban al frente no escucharan-. Vamos a encontrarnos con alguien que posiblemente nos ayude a salir del imperio, si todo sale bien estaremos a salvo, pero debo pedirle algo.
-¿Qué será, Ryden?-preguntó mirándome.
-Cuando veas a esta persona quiero que te quedes tranquilita, ¿sí? No hables, no reacciones, tranquila.
-¿Será como guardar un secreto?
-Exacto, será como guardar un secreto, pequeña.
-Está bien.-Bostezó y rodeó mi cuello con sus brazos-. Soñé con papito, y con mamita-susurró somnolienta-. Papito está bien-añadió quedándose dormida.
Papito está bien. Había aprendido a no tomarme a la ligera lo que Misty decía, y esa frase me dio esperanzas.
-¿Creen que fue buena idea tomar este camino?-preguntó Abby-. Es que el bosque no es exactamente un buen lugar para andar de noche.
La morena estaba temerosa, se abrazó a su marido.
-La gaijin tiene razón.
Un joven salió de entre los árboles, reconocí la vestimenta de inmediato, era un Adalid. Tales dio un paso al frente a la defensiva, al igual que Fausto y Grant.
-Yo no haría eso muchacho-le advierte el hombre.
Nos vimos rodeados.
Veinte hombres, además del Adalid, se encontraban a nuestro alrededor, cada uno vestido en negro y dorado. El Adalid llevaba una casaca militar roja y capa negra, prendedores de oro en forma de serpientes ajustaban la capa a la casaca. Sin duda era uno de los Adalides de la Casa Real de Arkadia, sus ojos dorados nos estudiaron a uno por uno.
-¿Gaijin?-repetí notando sus rasgos, eran de un continente del que había leído, Asia como el nombre de este mundo. Asia, continente del que quedaban pocos países pues el resto fue absorbido por el Imperio Austríaco, el que pocos han visto-. No había oído esa expresión nunca.
-Forastera-explicó el Adalid.
Su amabilidad era muy natural para tratarse de alguien que acababa de encontrar extraños merodeando por territorio Imperial.
La luz de las antorchas que llevaban ellos, y las linternas que sostenían Tales y Grant era suficiente para que me reconociera, miré a mis amigos nerviosa.
-No tema-dijo el Adalid, por lo visto también era suficiente para que notara mi nerviosismo-. Permítame presentarme, General, mi nombre es Kirei. Adalid de la Casa Real de Arkadia.
Hice memoria, lo conocía de vista pero no de trato. ¿Será posible que la hija de Azazel haya conservado a uno de los sirvientes de Carmen y Rodrigo? pensé.
-Tanto gusto, Adalid-respondí del mismo modo educado en el que él se presentó-. Nosotros....
-Aquí no. Acompáñenme.
En el camino el Adalid nos confesó que estaba haciendo un recorrido para asegurar el lugar. Arkadia tenía problemas territoriales con Ibidem, cualquier pequeño desliz por parte de una de las dos naciones desembocaría en una guerra, y ya hubo provocaciones por parte de Ibidem, dijo el Adalid. Un atentado contra la Señora; yo no me lo creí, conocía al Señor de Ibidem, Vládimir no era capaz de proceder de esa manera.
El carruaje de Kirei nos llevó hasta la casa de Su Eminencia en Kiev, la Señora se encontraba de visita en aquél lugar. Era su ciudad favorita en toda la nación, pequeña pero todo un espectáculo a los ojos, habían fuentes donde el agua y el fuego convergían, casas y edificios imponentes, la gente caminaba por las calles sin miedo a ser reprimidas, y todo lo vimos al alba.
Kiev enamoraba a simple vista.
-¡Es increíble! Si antes impresionaba, esto ya es otro nivel-musitó Abigail maravillada por la belleza de la ciudad. Chasqué la lengua en señal de desaprobación-. No seas así, este lugar es más bonito a como lo recordamos. Admítelo.
No lo admitiría en voz alta jamás.
-Hemos llegado-anunció el Adalid.
Salí del carruaje después de él. La mansión que se levantaba delante de mí me asombró por un minuto, y tras el grito ahogado de Abigail, disimulé; no era la misma casa de antes, ésta era más grande y blanca como la nieve en sus terrenos.
Oí a Fausto comentar lo gigantesca que era y que si era la casa de la Señora para estar de visita nada más, no quería ni imaginar lo que sería el lugar donde pasaba la mayor parte de su tiempo.
Kirei nos guió hacia las puertas, los guardias que las custodiaban abrieron para darle paso a su Adalid y sus invitados.
-Kirei, ¿quiénes son estas personas?-preguntó un hombre que salió al encuentro del Adalid, su mirada de grandes ojos café se detuvo en mí-. General Coine-murmuró escaneandome con la mirada, tenía el pelo largo y negro, era muy guapo, de facciones finas, moreno-. La perra faldera de Joshua Murdoch.
Casi me le lanzo encima por lo que dijo, entre Grant y Tales me detuvieron. Busqué a Misty con la mirada, seguía dormida.
-Radu, más respeto por favor-dijo Kirei-. Discúlpelo, General, el Barón tiene un muy mal sentido del humor.-El hombre que respondía al nombre de Radu sonrió con amabilidad-. Voy a buscar a mi Señora.
-No será necesario.
Todos levantamos la mirada.
En el corredor de lado izquierdo del piso de arriba estaba una chica recargada en la dorada baranda. Empezó a caminar haciendo todo el recorrido hasta llegar al inicio de las escalera que bajó con elegancia, la acompañaban dos jóvenes, una de pelo castaño y la otra era pelirroja, ambas más altas que la chica a la que escoltaban.
-Mi Señora-dijeron el Barón y el Adalid al unísono.
Ivel Morningstar, la hija menor de Azazel. No tardé en mirar a Misty.
-Mami-susurró de nuevo en sueños.
La enigmática mirada de la Señora se centró en la niña que yacía en los brazos de Abby, y me interpuse, sin que fuese muy obvia mi intención, en su punto de visión para evitar que empezara a notar semejanzas entre ambas.
-Excelencia, ella es....
-Sé quién es, Kirei-lo interrumpe Ivel amablemente-. General Coine, es un gusto volverla a ver.-Los demás me miran-. Bienvenidos a Kiev.
-No estamos aquí por gusto, créame-gruñí. Abigail me dio un codazo en las costillas-. Solicito una audiencia con usted-hice un esfuerzo para que mi tono de voz fuese lo más educada posible.
-Ivel, no creo que sea prudente recibir a estas personas aquí, te buscarás problemas con tu padre-le susurró la pelirroja, fue bastante audible para el resto de nosotros.
-Todos somos buenos guardando secretos, ¿no?-dijo en voz alta la hija de Azazel. El Adalid y el Barón asintieron, igual que quienes me acompañaban-. Perfecto. Julietta, conduce a nuestros invitados a las habitaciones de huéspedes, por favor-dijo dirigiéndose a la castaña.
La mujer llamada Julietta esperó a que mis acompañantes y yo la siguiéramos, no nos movimos. Ivel insistió sin perder su tono amable, entonces asentí en dirección a Abigail dando mi aprobación a su silencioso pedido de permiso.
El Barón y el Adalid se marcharon después de que los demás se perdieron escaleras arriba. Fui la única que quedó en el vestíbulo frente a Ivel, que sonrió; era tan extraña tanta amabilidad por su parte.
Me pidió que la acompañara a su estudio, accedí cautelosa.
-Tengo la impresión de que usted ya nos esperaba-comenté dando un rápido vistazo al elegante estudio.
-Mi Adalid envió a uno de sus hombres adelante para avisarme. No planeo entregarla, General-dijo para tranquilizarme-. Dígame qué se le ofrece e intentaré ayudarle.
La miré recelosa.
-¿Por qué lo haría?
-Porque te lo debo-respondió. Suspiré entendiendo a qué se refería-. Cuando mi marido hizo lo correcto y se opuso a mi padre tú estuviste a su lado en todo momento, cuidaste de él, lo apoyaste hasta el final. Nos ayudaste a vernos a escondidas, y a Illya le agradaste; me alegra que sigas viva, y luchando.
-Tu padre no nos la pone fácil, Excelencia, Laurel Grier murió hace unas noches-dije, ella bajó la mirada y la culpa fue visible-. Necesitamos ir a Amón-añadí zanjando el tema.
-¿Amón?-repitió y pareció perturbada por la mención de la ciudad-. Bien, pero tendrá que esperar....
-¡Necesitamos...!-me alteré, paré cuando me di cuenta de que había levantado la voz-. Azazel no descansará hasta verme muerta, y le hará daño a esas personas que vienen conmigo. Si me quiere a mí, de acuerdo. Pero tengo que sacarlos a ellos de aquí.
-Tu determinación me agrada, con razón mi padre te quiere bajo tierra y Josh te admiraba-sonrió asintiendo-. Cuentas conmigo, General pero como te dije antes tendrás que esperar. Hay un conflicto con Ibidem, mi nación está rodeada por soldados imperiales, mi padre lo ordenó por mi seguridad; les daré asilo aquí en Kiev mientras todo se soluciona, no tardará mucho, se lo prometo.
Me tendió la mano, la miré desconfiando de ella y su palabra. Terminé estrechándola, Joshua Murdoch debió ver algo bueno en la princesa Grigori, nunca tuvimos un trato íntimo pero ella siempre fue amable conmigo estuviera su padre presente o no.
¿Por qué no nos entregaba? No me resultaba muy convincente eso que había dicho antes sobre que me lo debía, ella podía llevarnos ante Azazel y lavarse las manos.....
Estaba cuestionando demasiado. Tal vez era la costumbre de desconfiar de todo lo que se relacionaba con Azazel y su estirpe, la ayuda que Ivel nos ofrecía parecía ser bien intencionada.
-Él está vivo, ¿verdad?-dije de pronto sin pararme a pensar en las palabras que pronuncié porque permanecía el eco de la voz de Misty diciendo: Papito está bien-. Murdoch está bien, sé lo que era y no es fácil de matar. Así que debe seguir con vida, ¿o me equivoco?
Ivel me dio la espalda.
-Buenas noches, General-dijo tan sólo.
Salí sin muchas ganas de insistir en el asunto. La pelirroja de antes aprovechó de entrar.
Fui guiada por una mujer del servicio al dormitorio que le fue asignado a Abigail. Misty se quedaría con ella esa noche, al entrar corrió y me abrazó, para las muestras de afecto soy muy patosa así que le di unas palmaditas en la espalda. Abigail rió.
La habitación era bastante grande y elegante, una cama con dosel se vislumbraba nada más abrir la puerta. A mano derecha se encontraba el balcón, tanto las puertas como las rojas cortinas que daban a él estaban abiertas. Me apresuré a cerrar todo.
Grant, Tales y Fausto llamaron a la puerta, Abby les abrió. Su marido fue atacado por la pequeña.
-¿Todas las habitaciones de huéspedes son así?-preguntó Tales paseándose por el dormitorio.
-¿Acaso importa?-repliqué-. Saldremos de aquí, Ivel nos ayudará.
Ivel
Lo menos que esperaba era comenzar el día escondiendo a una fugitiva y a sus amigos, pero no era apropiado entregar a Ryden Coine. Era una buena persona que se resistía a los abusos de este mundo y de mi padre, fuerte como Joshua y como cada persona que se ha cruzado en mi camino después de desvelar la cruel verdad que nos fue oculta entre mentiras y verdades a medias.
Me dejé resbalar por la pared, sentándome en el suelo. Julietta entró sin llamar antes, y se acercó.
-¿Qué pasa?-preguntó sentándose conmigo.
-¿Crees que hice bien?
-Sí-respondió sin pensar mucho en dicha respuesta-. Ellos intentan sobrevivir, y tú les estás dando esa oportunidad. Es lo correcto, ya sea que lo hagas porque así lo sientas o por Illya y Murdoch, porque ambos debieron influenciar en tu decisión de resguardar a esa gente aquí. Tu hija y tu marido son tu debilidad, éste lo sigue siendo después de muerto y después de lo que hizo para conseguir aliados.
Sabía que Murdoch estaba vivo pero no dejaba de doler el recordar cuando me enteré de su supuesta muerte, y su vida al lado de Laurel.
-La niña era su hija, ¿no?-La pequeña que iba con ellos.
-Eso creo.-Sentí algo muy fuerte cuando escuché su voz decir mami entre sueños. Se lo atribuí a que echaba de menos a Illya-. ¿Por qué mi padre no puede hacer lo correcto por una vez? ¿Por qué tiene que seguir la misma línea de Eloah? Con todo lo que ha hecho sólo me queda pensar que él asesinó a mi madre, y que él mismo planeó el atentado en mi contra de hace unos días. Conmigo viva su control sobre Illya está lejos de concretarse, y yo ya no lo soporto, Julietta, ya no soporto estar lejos de mi hija mientras está en la cueva del lobo. Esto me sobrepasa porque incluso yo he hecho cosas malas, y así como odio a mi padre Illya terminará odiándome algún día.-Me había desmoronado, limpié mis lágrimas y saqué fuerzas para reconstruirme. Julietta apretó muy quedo mi mano-. Me cansé de fingir que estoy de su lado, y que le temo, porque no le tengo miedo a él. Sino a sus acciones contra mi hija.
-Sacaremos a Illya de Palacio, la arrancaremos de sus garras antes de que pueda intentar otra cosa en tu contra, eso si fue él quien planeó ese atentado.
-¿Lo dudas? Porque yo no. La relación diplomática entre Arkadia e Ibidem es ejemplar, y todo indica que se ha iniciado una campaña de desprestigio contra Vládimir Szentes, por un lado me quita del camino y culpa al señor Szentes, y por el otro se deshace de él y su impecable gobierno y popularidad. Aunque empiezo a ver cierta hostilidad demasiado personal contra Vládimir Szentes-dije reflexiva-. Dante me trajo un mensaje de él, quiere que nos veamos.
-¿Y aceptarás?
-Tengo que llegar al fondo de esto, es hora de marcar aún más mi oposición a Azazel.
-¿Qué pasa?-preguntó sentándose conmigo.
-¿Crees que hice bien?
-Sí-respondió sin pensar mucho en dicha respuesta-. Ellos intentan sobrevivir, y tú les estás dando esa oportunidad. Es lo correcto, ya sea que lo hagas porque así lo sientas o por Illya y Murdoch, porque ambos debieron influenciar en tu decisión de resguardar a esa gente aquí. Tu hija y tu marido son tu debilidad, éste lo sigue siendo después de muerto y después de lo que hizo para conseguir aliados.
Sabía que Murdoch estaba vivo pero no dejaba de doler el recordar cuando me enteré de su supuesta muerte, y su vida al lado de Laurel.
-La niña era su hija, ¿no?-La pequeña que iba con ellos.
-Eso creo.-Sentí algo muy fuerte cuando escuché su voz decir mami entre sueños. Se lo atribuí a que echaba de menos a Illya-. ¿Por qué mi padre no puede hacer lo correcto por una vez? ¿Por qué tiene que seguir la misma línea de Eloah? Con todo lo que ha hecho sólo me queda pensar que él asesinó a mi madre, y que él mismo planeó el atentado en mi contra de hace unos días. Conmigo viva su control sobre Illya está lejos de concretarse, y yo ya no lo soporto, Julietta, ya no soporto estar lejos de mi hija mientras está en la cueva del lobo. Esto me sobrepasa porque incluso yo he hecho cosas malas, y así como odio a mi padre Illya terminará odiándome algún día.-Me había desmoronado, limpié mis lágrimas y saqué fuerzas para reconstruirme. Julietta apretó muy quedo mi mano-. Me cansé de fingir que estoy de su lado, y que le temo, porque no le tengo miedo a él. Sino a sus acciones contra mi hija.
-Sacaremos a Illya de Palacio, la arrancaremos de sus garras antes de que pueda intentar otra cosa en tu contra, eso si fue él quien planeó ese atentado.
-¿Lo dudas? Porque yo no. La relación diplomática entre Arkadia e Ibidem es ejemplar, y todo indica que se ha iniciado una campaña de desprestigio contra Vládimir Szentes, por un lado me quita del camino y culpa al señor Szentes, y por el otro se deshace de él y su impecable gobierno y popularidad. Aunque empiezo a ver cierta hostilidad demasiado personal contra Vládimir Szentes-dije reflexiva-. Dante me trajo un mensaje de él, quiere que nos veamos.
-¿Y aceptarás?
-Tengo que llegar al fondo de esto, es hora de marcar aún más mi oposición a Azazel.
¿Así que Misty es la hija de Ivel? Es para escucharla, porque viene de la estirpe de Circe.
ResponderEliminarMenos mal que Ivel reconoce que ha hecho cosas malas, que las hizo, que tal vez su hija llegue a odiarla.
Ryden me parece heroica, en eso recuerda a Faye.
Adecuado el video que pusiste, es una buena versión. Y el video tiene un clima que en algo me recuerda a tu historia.
Besos.
Síp, Misty es hija de Ivel y Murdoch :)
EliminarEs un encanto de niña, la irás conociendo poco a poco...
Ella sabe que ha actuado mal muchas veces en el pasado, y debe y quiere redimirse por sus hijas y por sí misma.
Ryden es toda una guerrera, ¡qué bueno que te recuerde a Faye! ;)
Lo elegí por eso, esta versión de la canción Sweet Dreams es mi favorita. La letra y el vídeo en sí van acordes con toda la historia, desde el inicio en Vestida de Luna, hasta este punto :)
¡Besicos, Demiurgo!
Para mí Ryden es la mezcla entre Sahar y Faye, me parece un personaje con fuerza ya desde el comienzo. Me voy poniendo al día Señorita Escritora :)
ResponderEliminarBesos dulces y dulce fin de semana.
Por cierto, el video me encanta como la versión de Sweet Dreams, todo un clásico.
EliminarY el personaje de Ryden nació primero, repartí a Ryden entre Sahar y Faye jiji xD :)
EliminarLo es, Ryden es muy fuerte y está inspirada en una amiga que es así de fuerte :)
Adelante, pasa y lee cuando quieras, Poeta...
Besico, que tengas una buena semana. Mucha Luz, querido amigo ;)