Seattle, Washington. Estados Unidos
Desperté y no pude evitar buscarla con la mirada, siempre lo hacía cuando dormíamos juntas y quedé con esa manía cuando no. Los oídos me zumbaban, todo daba vueltas a mi alrededor; cerré los ojos intentando recordar lo último que había pasado. La voz de Sahar había sonado desesperada cuando le dijo al Alquimista que mi nariz estaba sangrando, automáticamente me toqué la nariz.
-No pasa nada.
Abrí los ojos al escucharla hablar, entraba desde el balcón. Quise incorporarme pero ella, silenciosamente, me pidió que me quedara quieta, que no me moviera.
Se acostó a mi lado, pasó sus dedos por el contorno de mi rostro y se acercó un poco para depositar un casto beso en mis labios.
-Voy a ser muy honesta contigo.-No podía ser de otra forma, todo lo que salía por su boca era sinceridad, no conocía lo que era mentir-. Convulsionaste, cielo mío. Y ha sido lo más espantoso que he visto en mi vida, nunca me desesperé tanto como cuando te vi así.-Aún podía percibir esa desesperación en su voz. ¿Qué demonios me pasó?-Declan cree que es porque has estado orbitando mucho-respondió. Siempre es como si nos leyéramos la mente-. Sabes que hay un límite para los humanos que se entrenan para transportarse de esa forma; cuando orbitas tu cuerpo y tu alma se vuelven frágiles, sobre todo el cuerpo, el cuerpo se parte en diminutos fragmentos. Es peligroso, Vesper, y tú abusaste.
Sentí un regaño en su tono de voz.
-No es la primera vez que te desmayas, hace seis meses sufriste el primero, pero sin convulsionar. Que lo hayas hecho esta vez es una mala señal-dijo sin dejar de tocarme. Se incorporó un poco y besó mis labios, deseándome, provocándome con su lengua, buscando la mía-. Debes descansar, lo necesitas-susurró, tras volver a acostarse.
-¿Volverá a pasarme?-suspiré.
Sahar se giró dándome la espalda, me acerque más a ella y la abracé desde atrás.
-La próxima vez puede ser peor, Vesper-dijo en un susurro, y entrelazando sus dedos con los míos-. Evita orbitar por un período de seis meses, y por favor no vayas a Nueva York, quédate conmigo.
No tocó el tema de hacerme inmortal, pero sí seguía insistiendo con esto de no dejarme ir.
-No me llamabas por mi apellido desde hace mucho-dije en un intento por desviar su atención.
-Me gusta, me gustas, pero no intentes dirigir mi atención hacia otra cosa, Faye Vesper-dijo.
Reí mientras ella se giraba. Nos encontramos cara a cara, y decidí darle mis razones de por qué necesitaba ir a Nueva York y estar cerca de Matthew Carlysle. Ella no me mentía, no me escondía cosas, si fuese posible sería capaz de renunciar a su inmortalidad por mí. Así de importante era yo para ella, yo era su prioridad número uno, y ella la mía.
-Hablé con Amanda, ya hace un mes, y me dijo que ella no tuvo nada qué ver con el asesinato de mi familia. Fue la Organización que preside Matthew Carlysle, y Lucrecia Zarasúa fue quien dio la orden de ejecutar a mi padre.
-¿Por qué?
-Porque mi padre trabajaba para ellos, y realizó algunos experimentos a espaldas de dicha organización, algunos de los cuales eran para Viktor quien buscaba clonar a tu hermana mayor.
-Él tiene una nieta-susurró Sahar-. ¿Lo consiguieron? ¿Tu padre logró clonar a Amanda?
-Sí, e hizo muchas cosas más que no podría perdonarle de estar vivo, todo con la excusa de buscar una cura para la enfermedad de mi hermano.-Las lágrimas se hicieron camino por mis mejillas-. Él sabía que no podía hacerse nada.-Sahar limpió mis lágrimas con delicadeza-. No sólo quiero ir con Matthew para ayudar a tu hermana desde dentro, sino porque quiero pararlos, parar lo que mi padre ayudó a levantar.
Ella se sentó en la cama, yo me incorporé también al tiempo que se ponía de pie.
-Si vas a ir tendrás que viajar en avión-dijo, su cambio me tomó por sorpresa-. Hablaré con Declan para que prepare un jet.
-¿Hablas en serio?-pregunté caminando hacia ella. La cogí de la muñeca antes de que abriera la puerta, su mirada pasó de mis ojos a mis labios muy rápido-. ¿Qué te hizo cambiar de opinión?-No necesité acercarla a mí, ella lo hizo sola-. Sahar, ¿podrías prestarme atención?-dije cuando besó la comisura de mis labios.
-Te estoy prestando atención, siempre lo hago-sonrió. Mordió mi labio inferior muy quedo, gemí liberando su muñeca, ella se echó hacia atrás y abrió la puerta-. Has lo que tengas hacer, cielo. Te cubriré la espalda.-Me guiñó un ojo, y salió.
Me hizo bien escucharla decir eso, en vista de la vida que llevamos debíamos actuar así, cuidarnos la una a la otra.
Busqué en el armario algo qué ponerme, me cambié la ropa, peiné mi cabello y retoqué mi maquillaje. Miré mi reloj, eran las siete y treinta de la mañana, tenía tiempo. En Nueva York eran las diez y treinta, y Matthew Carlysle no aparecería frente a las cámaras sino hasta la una de la tarde. Yo quería irme más temprano para ver a Luna y pasar algún tiempo con ella, la chica me había caído la mar de bien, tenía una actitud similar a la de su gemela, y sin duda era más agradable que la prepotente de Amanda.
Salí al pasillo y me encaminé hacia el salón, casi me doy de bruces con Sahar al doblar una esquina; mi hermosa morena me cogió de la mano, ese tacto suyo que me ponía inquieta, me encantaba.
-He pensado en tintarme el pelo de rojo-comenté de camino al comedor, allí me llevaba-. ¿Recuerdas que tenía el pelo de ese color cuando nos conocimos?
-Claro que lo recuerdo, y pienso que te ves hermosa como sea, Faye-dijo sin mirarme. La vi morderse el labio inferior, ¿qué pasaría por su mente?-Te alcanzaré luego en Nueva York-añadió-, mientras tanto mantén a Drako alejado de Luna.
-¿Por qué? ¿Qué ha pasado?-inquirí, parándome en seco.
-Está en todas partes, los han retratado juntos en un evento de beneficencia que tuvo lugar anoche; hay una foto en particular que anda muy virulenta en las redes sociales, y revistas de cotilleo. Se han besado.
Me quedé anonadada con esa noticia, la chica aún anda mal por la pérdida de Sebastian Strauss tal vez eso influyó en lo ocurrido, sigue confundida. Sin embargo algo me huele mal y sé que Sahar comparte esa sensación.
Entramos al comedor. Paloma y su madre ya estaban allí; a la señora se le veía bien, que no mejor, pero en vista de que al fin se había dado la oportunidad de salir de su habitación era un avance. Vestía de negro, muy sencilla, y su rostro desmaquillado era hermoso, unos ojos azules de los cuales la luz parecía haber huido observaron a Sahar en cuanto nos sentamos a la mesa.
-¿Luna?-susurró.
Sahar levantó la mirada.
-¿Quién es ésta?-me preguntó con brusquedad.
Sentí un poco de pena, Sahar a veces puede ser un poco insensible, fue educada para ser servida, para dar órdenes, para ser guerrera. Socializar no se le da muy bien, le estoy enseñando pero no termina de aprender.
-Madre, ella es Sahar-dijo Paloma-. Es normal que la confundas con Luna, es su gemela. ¿Recuerdas todo lo que nos relató Declan?
Alexandra Strauss asintió, sin embargo seguía mirando a Sahar. Y ésta a ella.
Sabía exactamente lo que Sahar estaba pensando, la mujer que desayunaba con nosotros en ese momento era la madre del hombre al que yo asesiné: Niklaus Strauss. Viktor usó a su primogénito para infiltrarse en nuestra empresa sin importarle que éste, de ser descubierto, corría peligro de muerte.
-Mi más sentido pésame, señora-dijo de pronto. Luego me observó buscando mi aprobación, quería saber si lo había hecho bien, si eso era lo que debía decirse. Asentí, Sahar continuó-. La pérdida de dos hijos en tan corto período de tiempo debe significar una muerte interna para la madre, y hermana.
-La pérdida de uno ya es dolorosa de por sí, el alma se rompe-dijo la señora Strauss. Yo me sentía confundida, tenía sentimientos encontrados-. Eran hombres de bien, ambos-continuó-. No merecían lo que Viktor les hizo. Su propio padre los....
-Madre, cálmate-intervino Paloma, estirando su brazo hacia su madre y apretando su mano.
Miré a Sahar. Y ésta, sin devolverme la mirada, movió la cabeza de un lado a otro con lentitud para que sólo yo pudiera entender. ¿Acaso adivinó que la culpa me estaba carcomiendo?
Ésta señora era muy buena, se notaba, se percibía. Y yo le arrebaté a uno de sus hijos, aquella mujer necesitaba un cierre y yo....
-Yo le quité la vida a su hijo mayor, señora.
El vaso de zumo de naranja que había cogido se me cayó al piso haciendo ruido al romperse, el silencio que vino a continuación fue tétrico. Paloma y su madre se hallaban tan sorprendidas como yo, y observaban a Sahar, esperando alguna explicación quizá; y ella, Sahar, se puso de pie.
-Él seguía las órdenes de su padre al intentar infiltrarse en nuestro conglomerado, yo seguía las órdenes del mío. Era el castigo que merecía por intentar perjudicarnos-alegó.
-¡Ustedes no deciden eso!-exclamó Paloma, dando un manotazo sobre la mesa y haciendo saltar platos, vasos, cubiertos-. Nadie les dio autoridad....
-Paloma, ya basta-susurró la señora Strauss.
Al ver que la mujer no tenía intención de decir nada más, Sahar salió del comedor. Me disculpé con Paloma y su madre, y salí detrás de ella; se había culpado, ¿por qué prefirió echarse la culpa de algo que yo había hecho?
-No quiero que digas nada, este asunto acaba de cerrarse-dijo, volviéndose para mirarme-. Te pido que no toques ese tema...
-Pero fui yo....
-Cumpliendo una orden mía, yo te lancé la daga para que le mataras, ¿recuerdas?-Tomó asiento en el sofá-. La mujer no haría nada en tu contra, está muy dolida como para pensar en venganzas, pero su hija es otro cuento. Te estoy protegiendo, cariño; con esto la señora podrá encontrar un poco de paz, aunque viva bajo el techo de la asesina de su primogénito.
-Estás de acuerdo en que vaya a meterme a la boca del lobo pero no en que diga la verdad sobre quién asesinó a Niklaus Strauss, es rara tu lógica.
-No es como si Matthew Carlysle fuese a descubrirte a la primera; sé que lo harás bien, esto es distinto.
-Puedo defenderme sola, Sahar-insistí.
-Lo sé, pero la venganza nos hace sacar fuerza de donde no la tenemos. Tú deberías saberlo mejor que nadie, ¿no fue eso lo que te hizo luchar por tu vida cuando estabas agonizando en las mazmorras del castillo de mi padre en Providencia? Querías sobrevivir para encontrar a quienes te quitaron a tu familia.-Bajé la mirada, ¿por qué siempre tiene razón?-Paloma Strauss me tiene aquí muy cerca, me atacará en cualquier momento porque le he hecho creer que fue mi mano la que mató a su hermano mayor, pero yo no puedo morir, en cambio tú....-hizo una pausa-. A la primera oportunidad te mataría, tú y yo no estamos juntas siempre, Faye.
Asentí, aunque no me parecía correcto eso de que tomara mi lugar.
Se supone que aprendí a no sentir culpa, creo que el tiempo de entrenamiento con ella y los hassassin de su padre ha sido muy corto. Y siento culpa, sí, la siento. Es la primera vez desde que hago esto. La mirada de la señora Strauss, su tristeza, me vi a mí misma reflejada en ella, tras la pérdida de mi familia. Yo contribuí a quitarle parte de la suya.
-Pasando a otra cosa-dije, cambiando de tema-. ¿Crees que Drako se trae algo con tu hermana?
-¿Cómo es que terminó siendo su escolta en primer lugar?
-Amanda y Declan pensaron que era el mejor para cuidarla, y él no se negó a servir de niñero. Me pareció muy raro, al principio creí que era por el hecho de que ella y tú se parecen, y en vista de que tú y él pues...
-Sólo follábamos, Faye, por él no sentía nada más allá de una atracción física. ¿Sabes qué? Olvídalo, sólo quiero que le mantengas vigilado, y averigües qué quiere de ella.
-¿Su sangre?-sonreí, burlona.
Sahar enarcó una ceja.
-Todo está listo-anunció Declan-. Puedes largarte, Faye.
-Cuida el tono, Alquimista-le advirtió Sahar, no sólo con su voz sino con su mirada. Se puso de pie y se acercó a mí-. Me dejaré ver por Madrid para desquiciar a Viktor, a estas alturas ya debe saber que su fortaleza fue destruida.
-Él ya vio a Luna, y no debe ser ajeno a la noticia que corre por allí sobre ella y Drako-comentó Declan-. Si te dejas ver...
-Será divertido, es hora de que sepa que somos dos en lugar de una. O de que pierda un poco más la cordura.-Se encogió de hombros, y volvió a mí-. Prométeme que te cuidarás y que en cuanto veas que corres riesgo saldrás de allí.
-Te lo prometo-dije sin dudar.
Besó muy quedo mis labios. ¿Sabía Sahar lo mucho que me gusta sentirla así, cercana?
-Saldremos de aquí antes de que mi padre se entere de lo que estamos haciendo, y estaremos juntas, tú y yo.
-Siempre, cielo.
-Siempre.
Salí en compañía de Declan, entramos al elevador en el más puro silencio.
Si bien Declan había tomado partido durante mi entrenamiento en Providencia, enseñándome mucho de lo que ahora sé como guerrera, no me llevaba del todo bien con él y el hecho de que estuvo comprometido con Sahar. No se amaban, vale, pero a los ojos de Cassul, Declan es quien debería estar con su hija y no yo.
Y no porque sea una mujer, eso es lo de menos. Sino por ser una mundana que sólo llegó a corromper el corazón de su hija; él tenía muy controlada a Sahar hasta que yo aparecí. Ha llegado a amenazarme pero no he renunciado ni pensaría en renunciar a ella, es imposible que lo haga. Estoy perdida en y por ella.
-¿Te preocupa algo?-preguntó, rompiendo el hilo de mis cavilaciones.
-Mete las narices en tus propios asuntos, Alquimista-respondí con mi usual mala leche que sólo guardo para él.
Sé que no es su culpa que Cassul lo prefiera para su hija, en mi lugar. Pero no puedo evitar comportarme así con él, y con casi todos, aunque para él reservo la mayor parte de mi personalidad borde; Declan suele reñirme como un hermano mayor a su pequeña hermana. E igual siento celos de su cercanía con Sahar, soy así de posesiva.
Declan hizo un ademán en cuanto las puertas del elevador se abrieron, quería que saliera la primera. Puse los ojos en blanco y seguí su silenciosa orden.
-Una limusina te espera afuera, ¿sabes lo que tienes que hacer? El tipo le es infiel a su mujer y tú eres el tipo de...
-¿Me estás llamando zorra, Dec?
-No he dicho eso, yo....
-Calla, calla. Claro que sé cómo enredarlo, y hacer que confíe en mí, pero eso no lo conseguiré de la noche a la mañana.
-No necesitamos que sea de la noche a la mañana, necesitamos que estés dentro. Amanda ha estado muy centrada en Viktor Strauss como para pensar en nada más, así que has lo que puedas, y ten cuidado, recuerda que ellos manejan fuerzas similares e incluso más fuertes que las nuestras. Alguien les está ayudando.
-Lo sé, estaré alerta.
-Y por favor, no seas impulsiva. Hace un mes hiciste estallar uno de los edificios de Lucrecia Zarasúa y estoy seguro de que eso está por traerle más problemas a SaharGlobal.
-Ella quería destruir la casa que Sahar tiene en Asturias, conmigo dentro. Sólo le devolví su bomba y se la metí por el culo.
-Esa boca, Faye-advirtió, fulminándome con la mirada.
Me giré, encaminándome hacia la salida. Le oí decirme que tuviera cuidado, ¿a quién cree que se lo está diciendo? No es la primera vez que hago esto.
Miré la hora en mi reloj, era momento de interpretar un papel, y estaba preparada para lo que sea que fuera a enfrentar.
Cuando estuve en la ciudad que nunca duerme me dirigí al Waldorf Astoria, Matthew Carlysle daría una rueda de prensa en el salón de eventos del lujoso hotel.
El chófer me abrió la puerta en cuanto aparcó, los periodistas ya rondaban por el lugar. Caminé hacia la recepción para verificar el alojamiento, Declan se había hecho cargo de todo; di mi nombre falso para que buscaran en su registro y me giré a la espera de ver al peligroso magnate por el lugar.
-Eureka-susurré al cruzar la mirada con el hombre de traje que acababa de entrar acompañado de sus escoltas.
Matthew Carlysle era increíblemente atractivo, pasó una mano por su negro cabello mostrándose distante, inalcanzable. Arrogancia en toda regla; y para su edad tenía un aspecto joven, enérgico. Y oscuro.
Me sentí repentinamente agotada, volví la mirada hacia el hombre que me atendió en recepción.
-¿Todo bien, señorita Asher?-preguntó el caballero.
Sonreí, y asentí.
-Muy bien, guapo-dije, dándole unas palmaditas en el hombro-. Oscuro, Matthew Carlysle-susurré.
Sí que está manejando fuerzas que no son de este mundo.
Este será un interesante y peligroso trabajo.
-No pasa nada.
Abrí los ojos al escucharla hablar, entraba desde el balcón. Quise incorporarme pero ella, silenciosamente, me pidió que me quedara quieta, que no me moviera.
Se acostó a mi lado, pasó sus dedos por el contorno de mi rostro y se acercó un poco para depositar un casto beso en mis labios.
-Voy a ser muy honesta contigo.-No podía ser de otra forma, todo lo que salía por su boca era sinceridad, no conocía lo que era mentir-. Convulsionaste, cielo mío. Y ha sido lo más espantoso que he visto en mi vida, nunca me desesperé tanto como cuando te vi así.-Aún podía percibir esa desesperación en su voz. ¿Qué demonios me pasó?-Declan cree que es porque has estado orbitando mucho-respondió. Siempre es como si nos leyéramos la mente-. Sabes que hay un límite para los humanos que se entrenan para transportarse de esa forma; cuando orbitas tu cuerpo y tu alma se vuelven frágiles, sobre todo el cuerpo, el cuerpo se parte en diminutos fragmentos. Es peligroso, Vesper, y tú abusaste.
Sentí un regaño en su tono de voz.
-No es la primera vez que te desmayas, hace seis meses sufriste el primero, pero sin convulsionar. Que lo hayas hecho esta vez es una mala señal-dijo sin dejar de tocarme. Se incorporó un poco y besó mis labios, deseándome, provocándome con su lengua, buscando la mía-. Debes descansar, lo necesitas-susurró, tras volver a acostarse.
-¿Volverá a pasarme?-suspiré.
Sahar se giró dándome la espalda, me acerque más a ella y la abracé desde atrás.
-La próxima vez puede ser peor, Vesper-dijo en un susurro, y entrelazando sus dedos con los míos-. Evita orbitar por un período de seis meses, y por favor no vayas a Nueva York, quédate conmigo.
No tocó el tema de hacerme inmortal, pero sí seguía insistiendo con esto de no dejarme ir.
-No me llamabas por mi apellido desde hace mucho-dije en un intento por desviar su atención.
-Me gusta, me gustas, pero no intentes dirigir mi atención hacia otra cosa, Faye Vesper-dijo.
Reí mientras ella se giraba. Nos encontramos cara a cara, y decidí darle mis razones de por qué necesitaba ir a Nueva York y estar cerca de Matthew Carlysle. Ella no me mentía, no me escondía cosas, si fuese posible sería capaz de renunciar a su inmortalidad por mí. Así de importante era yo para ella, yo era su prioridad número uno, y ella la mía.
-Hablé con Amanda, ya hace un mes, y me dijo que ella no tuvo nada qué ver con el asesinato de mi familia. Fue la Organización que preside Matthew Carlysle, y Lucrecia Zarasúa fue quien dio la orden de ejecutar a mi padre.
-¿Por qué?
-Porque mi padre trabajaba para ellos, y realizó algunos experimentos a espaldas de dicha organización, algunos de los cuales eran para Viktor quien buscaba clonar a tu hermana mayor.
-Él tiene una nieta-susurró Sahar-. ¿Lo consiguieron? ¿Tu padre logró clonar a Amanda?
-Sí, e hizo muchas cosas más que no podría perdonarle de estar vivo, todo con la excusa de buscar una cura para la enfermedad de mi hermano.-Las lágrimas se hicieron camino por mis mejillas-. Él sabía que no podía hacerse nada.-Sahar limpió mis lágrimas con delicadeza-. No sólo quiero ir con Matthew para ayudar a tu hermana desde dentro, sino porque quiero pararlos, parar lo que mi padre ayudó a levantar.
Ella se sentó en la cama, yo me incorporé también al tiempo que se ponía de pie.
-Si vas a ir tendrás que viajar en avión-dijo, su cambio me tomó por sorpresa-. Hablaré con Declan para que prepare un jet.
-¿Hablas en serio?-pregunté caminando hacia ella. La cogí de la muñeca antes de que abriera la puerta, su mirada pasó de mis ojos a mis labios muy rápido-. ¿Qué te hizo cambiar de opinión?-No necesité acercarla a mí, ella lo hizo sola-. Sahar, ¿podrías prestarme atención?-dije cuando besó la comisura de mis labios.
-Te estoy prestando atención, siempre lo hago-sonrió. Mordió mi labio inferior muy quedo, gemí liberando su muñeca, ella se echó hacia atrás y abrió la puerta-. Has lo que tengas hacer, cielo. Te cubriré la espalda.-Me guiñó un ojo, y salió.
Me hizo bien escucharla decir eso, en vista de la vida que llevamos debíamos actuar así, cuidarnos la una a la otra.
Busqué en el armario algo qué ponerme, me cambié la ropa, peiné mi cabello y retoqué mi maquillaje. Miré mi reloj, eran las siete y treinta de la mañana, tenía tiempo. En Nueva York eran las diez y treinta, y Matthew Carlysle no aparecería frente a las cámaras sino hasta la una de la tarde. Yo quería irme más temprano para ver a Luna y pasar algún tiempo con ella, la chica me había caído la mar de bien, tenía una actitud similar a la de su gemela, y sin duda era más agradable que la prepotente de Amanda.
Salí al pasillo y me encaminé hacia el salón, casi me doy de bruces con Sahar al doblar una esquina; mi hermosa morena me cogió de la mano, ese tacto suyo que me ponía inquieta, me encantaba.
-He pensado en tintarme el pelo de rojo-comenté de camino al comedor, allí me llevaba-. ¿Recuerdas que tenía el pelo de ese color cuando nos conocimos?
-Claro que lo recuerdo, y pienso que te ves hermosa como sea, Faye-dijo sin mirarme. La vi morderse el labio inferior, ¿qué pasaría por su mente?-Te alcanzaré luego en Nueva York-añadió-, mientras tanto mantén a Drako alejado de Luna.
-¿Por qué? ¿Qué ha pasado?-inquirí, parándome en seco.
-Está en todas partes, los han retratado juntos en un evento de beneficencia que tuvo lugar anoche; hay una foto en particular que anda muy virulenta en las redes sociales, y revistas de cotilleo. Se han besado.
Me quedé anonadada con esa noticia, la chica aún anda mal por la pérdida de Sebastian Strauss tal vez eso influyó en lo ocurrido, sigue confundida. Sin embargo algo me huele mal y sé que Sahar comparte esa sensación.
Entramos al comedor. Paloma y su madre ya estaban allí; a la señora se le veía bien, que no mejor, pero en vista de que al fin se había dado la oportunidad de salir de su habitación era un avance. Vestía de negro, muy sencilla, y su rostro desmaquillado era hermoso, unos ojos azules de los cuales la luz parecía haber huido observaron a Sahar en cuanto nos sentamos a la mesa.
-¿Luna?-susurró.
Sahar levantó la mirada.
-¿Quién es ésta?-me preguntó con brusquedad.
Sentí un poco de pena, Sahar a veces puede ser un poco insensible, fue educada para ser servida, para dar órdenes, para ser guerrera. Socializar no se le da muy bien, le estoy enseñando pero no termina de aprender.
-Madre, ella es Sahar-dijo Paloma-. Es normal que la confundas con Luna, es su gemela. ¿Recuerdas todo lo que nos relató Declan?
Alexandra Strauss asintió, sin embargo seguía mirando a Sahar. Y ésta a ella.
Sabía exactamente lo que Sahar estaba pensando, la mujer que desayunaba con nosotros en ese momento era la madre del hombre al que yo asesiné: Niklaus Strauss. Viktor usó a su primogénito para infiltrarse en nuestra empresa sin importarle que éste, de ser descubierto, corría peligro de muerte.
-Mi más sentido pésame, señora-dijo de pronto. Luego me observó buscando mi aprobación, quería saber si lo había hecho bien, si eso era lo que debía decirse. Asentí, Sahar continuó-. La pérdida de dos hijos en tan corto período de tiempo debe significar una muerte interna para la madre, y hermana.
-La pérdida de uno ya es dolorosa de por sí, el alma se rompe-dijo la señora Strauss. Yo me sentía confundida, tenía sentimientos encontrados-. Eran hombres de bien, ambos-continuó-. No merecían lo que Viktor les hizo. Su propio padre los....
-Madre, cálmate-intervino Paloma, estirando su brazo hacia su madre y apretando su mano.
Miré a Sahar. Y ésta, sin devolverme la mirada, movió la cabeza de un lado a otro con lentitud para que sólo yo pudiera entender. ¿Acaso adivinó que la culpa me estaba carcomiendo?
Ésta señora era muy buena, se notaba, se percibía. Y yo le arrebaté a uno de sus hijos, aquella mujer necesitaba un cierre y yo....
-Yo le quité la vida a su hijo mayor, señora.
El vaso de zumo de naranja que había cogido se me cayó al piso haciendo ruido al romperse, el silencio que vino a continuación fue tétrico. Paloma y su madre se hallaban tan sorprendidas como yo, y observaban a Sahar, esperando alguna explicación quizá; y ella, Sahar, se puso de pie.
-Él seguía las órdenes de su padre al intentar infiltrarse en nuestro conglomerado, yo seguía las órdenes del mío. Era el castigo que merecía por intentar perjudicarnos-alegó.
-¡Ustedes no deciden eso!-exclamó Paloma, dando un manotazo sobre la mesa y haciendo saltar platos, vasos, cubiertos-. Nadie les dio autoridad....
-Paloma, ya basta-susurró la señora Strauss.
Al ver que la mujer no tenía intención de decir nada más, Sahar salió del comedor. Me disculpé con Paloma y su madre, y salí detrás de ella; se había culpado, ¿por qué prefirió echarse la culpa de algo que yo había hecho?
-No quiero que digas nada, este asunto acaba de cerrarse-dijo, volviéndose para mirarme-. Te pido que no toques ese tema...
-Pero fui yo....
-Cumpliendo una orden mía, yo te lancé la daga para que le mataras, ¿recuerdas?-Tomó asiento en el sofá-. La mujer no haría nada en tu contra, está muy dolida como para pensar en venganzas, pero su hija es otro cuento. Te estoy protegiendo, cariño; con esto la señora podrá encontrar un poco de paz, aunque viva bajo el techo de la asesina de su primogénito.
-Estás de acuerdo en que vaya a meterme a la boca del lobo pero no en que diga la verdad sobre quién asesinó a Niklaus Strauss, es rara tu lógica.
-No es como si Matthew Carlysle fuese a descubrirte a la primera; sé que lo harás bien, esto es distinto.
-Puedo defenderme sola, Sahar-insistí.
-Lo sé, pero la venganza nos hace sacar fuerza de donde no la tenemos. Tú deberías saberlo mejor que nadie, ¿no fue eso lo que te hizo luchar por tu vida cuando estabas agonizando en las mazmorras del castillo de mi padre en Providencia? Querías sobrevivir para encontrar a quienes te quitaron a tu familia.-Bajé la mirada, ¿por qué siempre tiene razón?-Paloma Strauss me tiene aquí muy cerca, me atacará en cualquier momento porque le he hecho creer que fue mi mano la que mató a su hermano mayor, pero yo no puedo morir, en cambio tú....-hizo una pausa-. A la primera oportunidad te mataría, tú y yo no estamos juntas siempre, Faye.
Asentí, aunque no me parecía correcto eso de que tomara mi lugar.
Se supone que aprendí a no sentir culpa, creo que el tiempo de entrenamiento con ella y los hassassin de su padre ha sido muy corto. Y siento culpa, sí, la siento. Es la primera vez desde que hago esto. La mirada de la señora Strauss, su tristeza, me vi a mí misma reflejada en ella, tras la pérdida de mi familia. Yo contribuí a quitarle parte de la suya.
-Pasando a otra cosa-dije, cambiando de tema-. ¿Crees que Drako se trae algo con tu hermana?
-¿Cómo es que terminó siendo su escolta en primer lugar?
-Amanda y Declan pensaron que era el mejor para cuidarla, y él no se negó a servir de niñero. Me pareció muy raro, al principio creí que era por el hecho de que ella y tú se parecen, y en vista de que tú y él pues...
-Sólo follábamos, Faye, por él no sentía nada más allá de una atracción física. ¿Sabes qué? Olvídalo, sólo quiero que le mantengas vigilado, y averigües qué quiere de ella.
-¿Su sangre?-sonreí, burlona.
Sahar enarcó una ceja.
-Todo está listo-anunció Declan-. Puedes largarte, Faye.
-Cuida el tono, Alquimista-le advirtió Sahar, no sólo con su voz sino con su mirada. Se puso de pie y se acercó a mí-. Me dejaré ver por Madrid para desquiciar a Viktor, a estas alturas ya debe saber que su fortaleza fue destruida.
-Él ya vio a Luna, y no debe ser ajeno a la noticia que corre por allí sobre ella y Drako-comentó Declan-. Si te dejas ver...
-Será divertido, es hora de que sepa que somos dos en lugar de una. O de que pierda un poco más la cordura.-Se encogió de hombros, y volvió a mí-. Prométeme que te cuidarás y que en cuanto veas que corres riesgo saldrás de allí.
-Te lo prometo-dije sin dudar.
Besó muy quedo mis labios. ¿Sabía Sahar lo mucho que me gusta sentirla así, cercana?
-Saldremos de aquí antes de que mi padre se entere de lo que estamos haciendo, y estaremos juntas, tú y yo.
-Siempre, cielo.
-Siempre.
Salí en compañía de Declan, entramos al elevador en el más puro silencio.
Si bien Declan había tomado partido durante mi entrenamiento en Providencia, enseñándome mucho de lo que ahora sé como guerrera, no me llevaba del todo bien con él y el hecho de que estuvo comprometido con Sahar. No se amaban, vale, pero a los ojos de Cassul, Declan es quien debería estar con su hija y no yo.
Y no porque sea una mujer, eso es lo de menos. Sino por ser una mundana que sólo llegó a corromper el corazón de su hija; él tenía muy controlada a Sahar hasta que yo aparecí. Ha llegado a amenazarme pero no he renunciado ni pensaría en renunciar a ella, es imposible que lo haga. Estoy perdida en y por ella.
-¿Te preocupa algo?-preguntó, rompiendo el hilo de mis cavilaciones.
-Mete las narices en tus propios asuntos, Alquimista-respondí con mi usual mala leche que sólo guardo para él.
Sé que no es su culpa que Cassul lo prefiera para su hija, en mi lugar. Pero no puedo evitar comportarme así con él, y con casi todos, aunque para él reservo la mayor parte de mi personalidad borde; Declan suele reñirme como un hermano mayor a su pequeña hermana. E igual siento celos de su cercanía con Sahar, soy así de posesiva.
Declan hizo un ademán en cuanto las puertas del elevador se abrieron, quería que saliera la primera. Puse los ojos en blanco y seguí su silenciosa orden.
-Una limusina te espera afuera, ¿sabes lo que tienes que hacer? El tipo le es infiel a su mujer y tú eres el tipo de...
-¿Me estás llamando zorra, Dec?
-No he dicho eso, yo....
-Calla, calla. Claro que sé cómo enredarlo, y hacer que confíe en mí, pero eso no lo conseguiré de la noche a la mañana.
-No necesitamos que sea de la noche a la mañana, necesitamos que estés dentro. Amanda ha estado muy centrada en Viktor Strauss como para pensar en nada más, así que has lo que puedas, y ten cuidado, recuerda que ellos manejan fuerzas similares e incluso más fuertes que las nuestras. Alguien les está ayudando.
-Lo sé, estaré alerta.
-Y por favor, no seas impulsiva. Hace un mes hiciste estallar uno de los edificios de Lucrecia Zarasúa y estoy seguro de que eso está por traerle más problemas a SaharGlobal.
-Ella quería destruir la casa que Sahar tiene en Asturias, conmigo dentro. Sólo le devolví su bomba y se la metí por el culo.
-Esa boca, Faye-advirtió, fulminándome con la mirada.
Me giré, encaminándome hacia la salida. Le oí decirme que tuviera cuidado, ¿a quién cree que se lo está diciendo? No es la primera vez que hago esto.
Miré la hora en mi reloj, era momento de interpretar un papel, y estaba preparada para lo que sea que fuera a enfrentar.
Cuando estuve en la ciudad que nunca duerme me dirigí al Waldorf Astoria, Matthew Carlysle daría una rueda de prensa en el salón de eventos del lujoso hotel.
El chófer me abrió la puerta en cuanto aparcó, los periodistas ya rondaban por el lugar. Caminé hacia la recepción para verificar el alojamiento, Declan se había hecho cargo de todo; di mi nombre falso para que buscaran en su registro y me giré a la espera de ver al peligroso magnate por el lugar.
-Eureka-susurré al cruzar la mirada con el hombre de traje que acababa de entrar acompañado de sus escoltas.
Matthew Carlysle era increíblemente atractivo, pasó una mano por su negro cabello mostrándose distante, inalcanzable. Arrogancia en toda regla; y para su edad tenía un aspecto joven, enérgico. Y oscuro.
Me sentí repentinamente agotada, volví la mirada hacia el hombre que me atendió en recepción.
-¿Todo bien, señorita Asher?-preguntó el caballero.
Sonreí, y asentí.
-Muy bien, guapo-dije, dándole unas palmaditas en el hombro-. Oscuro, Matthew Carlysle-susurré.
Sí que está manejando fuerzas que no son de este mundo.
Este será un interesante y peligroso trabajo.
Me gusta la ternura entre Faye y Sahar en esa escena inicial, y me atrae lo que sugiere ese ingrediente sobrenatural que puede tener la historia.
ResponderEliminarBesos dulces Ivel.
A mí me encantan Faye y Sahar, son una pareja muy dulce... Y su historia es muy bonita, y fuerte.
EliminarLo sobrenatural va apoderándose poco a poco de la historia.. ;)
Besos dulces, Poeta... Cariños para Slave :***
Que lúcida ha demostrado ser Sahar. Y siendo valiente, no siendo menos mérito el que sea inmortal.
ResponderEliminarBesos.
No dejas de sorprender, Ivel.
ResponderEliminarMil besitos, preciosa.