El hombre nos miró a mi hermana y a mí, tenia unos fríos ojos azules que me helaron la sangre. Intenté estar serena por mi hermana pequeña, observé a mi alrededor la oficina toda blanca con algunos libreros y un cuadro a la espalda del señor; su hijo se había cruzado de brazos y esperaba atento a que su padre dijera algo.
-Mi nombre es Wolfgang Heinz, èl es mi hijo y lleva mi nombre. ¿Ustedes son Amelia y Amara Argent, no?
Amara tosió, estaba sentada en la silla de al lado. Estiré mi mano para alcanzar la suya.
-¿Por qué nos trajeron aquí? ¿Por qué han matado a nuestros padres?-pregunté, era una niña pero además era la hermana mayor y debía actuar como tal. Asì que empleé un tono muy serio, papá solía decirme que era como una mujercita cuando me ponía seria.
El hombre canoso soltó una carcajada, su hijo lo imitó.
-Órdenes de arriba, pequeña.-respondió Wolfgang padre.-Vamos a presentarlas ante los demás niños.-le dijo a su hijo.
-¿Qué es este lugar?-pregunté.
-Un colegio muy especial.
Se puso de pie y su hijo nos obligó a bajar de las sillas.
Los seguimos a los dos sobre nuestros pasos. Yo mantenía a Amara cogida de la mano, Wolfgang padre tarareaba una canción una melodía que reconocí porque hacía algún tiempo que me habían enseñado a tocarla al piano.
-A que todo estará bien, Ame.-murmuró Amara, acongojada.
-Sí, todo estará bien.-le dije, devolvièndole el susurro.
Pero me equivoqué, las cosas fueron cayendo poco a poco.
Nos separaron dejándonos en salones distintos, nos veìamos en la noche en nuestra habitación y sólo para dormir porque no se nos permitía hablar entre nosotras. Ni con nadie a menos que asì lo quisieran ellos; las clases eran estrictas, desde Historia hasta Matemáticas, y debíamos aprender distintos idiomas. A veces nos ponían una misma escena de alguna película animada y se repetía por horas, no sè si los demás chicos llegaron a ver lo que yo veìa en la escena de turno, fue entonces cuando comencé a entender lo que ocurría. La mayoría de los alumnos parecían robots, Amara y yo èramos lo más distinto a todos los demás infantes de ese lugar.
Tres meses después de llegar al instituto ocurrió algo muy particular, a Amara y a mí nos sacaron del colegio. Wolfgang el viejo nos llevó con él a su mansión, su mujer nos dio un recibimiento amable, como si de una madre se tratara; tras la cena nos llevaron a nuestro dormitorio y èl dijo que ya no serìa necesario que volviéramos al instituto, que seríamos parte de una familia de nuevo. Viejo imbécil como si yo no hubiera captado al vuelo lo que querían hacer.
-No me gusta aquí, Ame.-dijo mi pequeña hermana cuando él cerró la puerta.
Mirè el espejo que estaba pegado a la pared, y las muñecas y osos de la habitación.
-A mi tampoco me gusta aquí.-Me senté en una silla ante la mesita del juego de tè.-Creo que nos están observando, estudian nuestro comportamiento.
-¿Por qué?
-¿Has visto cómo son los otros niños de la escuela?
-Zooooommmbiiiiieeeeessss.....-rió Amara.
-Creo que a ellos no les gusta que no seamos zooooommmmbiiiiieeeeesssss....-dije, haciéndole cosquillas.-Quieren chiquillos dóciles. ¿Sabes qué es dócil, mi preciosa Kamar?
Kamar significaba Luna, yo le decía asì de cariño por su pelo negro como la noche, y sus ojos brillantes como la luna plateada. Amara tenìa una chispa muy especial en la mirada, mi pequeña hermana era mi luz.
-¿Una persona que... que hace lo que le ordenan?-dijo con temor a equivocarse.
-Sì, eso mismo.
-Y nosotras no somos asì ¿verdad?
-No mi cielo, no haremos lo que estos bicharajos malos nos ordenen.-Mirè hacia los peluches, sabía que nos observaban.
Los días en la mansión del viejo Wolfgang eran eternos, cansinos, irritantes. Yo buscaba la manera de huir, sacar a Amara de ese lugar, alejarla de esta gente antes de que influyeran en ella, o en mí. No quería que corrompieran a mi hermana, no quería volverme una más de sus mascotas adiestradas.
La noche que terminó por cambiarme llegó a casi un mes de convivir en esa casa.
Me preocupé pues Amara había salido con la mujer de Wolfgang el viejo, y no regresaba; cuando quise salir a buscarla la puerta se abrió y la nena entró, su semblante era sereno, y se cubría la muñeca izquierda con la mano derecha.
Me acerqué y le pregunté qué le había ocurrido. No respondió opté por descubrirle la muñeca y encontré una herida, se había quemado.... la habían quemado.
-Amara ¿cómo pasó esto?
-Yo no...yo no...-balbuceò.-....yo no quería ver....
-¿Qué no querías ver?
-Ella gritaba....-su vocecita se volvió un efímero susurro.-Él decía que viera....yo no quería...y me quemó con su cigarrillo...
-¿Dónde están?
-En el estudio.
Salì de la habitación sin pedir más explicación porque había tenido suficiente. Corrí hacia la habitación de Wolfgang, entré y busqué en el cajón de su mesita de noche el arma que días antes había encontrado por accidente. Fui al estudio, al llegar escuché los gemidos de su mujer.
Abrí la puerta, sentí los pasos de Amara detrás.
-Maldito enfermo.-dije, tenìa a su esposa en el escritorio. Se apartó de ella al verme con la pistola en alto, subió sus pantalones y la mujer se cubrió con un saco.-Maldito enfermo.-repetí.
-Amelia baja el arma.-ordenó.
-¿Le tienes miedo a una niña de ocho años con un arma?-me burlé.-Debiste pensar dos veces antes de tirarte a tu zorra frente a mi hermana... ¡es una nena!-grité.
-No lo entiendes...
-No, tù no entiendes.-le disparè a la mujer directo en la frente.-¿Ves lo que hice, viejo Wolfgang? Fue un tiro certero, ¿no es eso lo que enseñan en tu dichoso instituto? Y no he ido a esas clases, debo ser una niña genio, ¿no te parece, Wolfie? Debes estar orgulloso, he matado a tu mujer. Miedo, ira, terror, odio...-dije, recitando las palabras que veìa en las escenas que acostumbraban repetir una y otra vez en el instituto. Palabras que aparecían como mensaje subliminal en dichas escenas.-¿He aprendido bien, Wolfie?
-Ame no, ya por favor....-decía Amara.
-Escucha a tu hermana, Amelia, basta. Vamos baja el arma, nena.
-No, no volverás a ponerle una mano encima a mi hermana, no volverás a herirla.
-Sólo queríamos ver su reacción, es un experimento.....
-¡Me importa un carajo tu experimento! ¡Querías traumarla! ¡Y a mi hermana no la vuelve a tocar nadie! ¡Mientras yo viva nadie la toca!
Disparè dos veces más, una bala en la cabeza y otra en el pecho.......
Al caer en cuenta de lo que había hecho solté el arma, y me volví sólo para encontrarme con la mirada de miedo de Amara.
-¿Ame?-musitó.
-No podía....-Las lágrimas corrieron por mis mejillas al ver la herida que ella tenìa en la muñeca.-No podía quedarse asì, mira lo que te hizo.-Intenté tocarla, pero Amara se alejó.-No me tengas miedo, por favor.
Su mirada.... Esa mirada de temor en sus ojos me partió el alma.
Vi los cuerpos de Wolfgang y su mujer, y una colilla de cigarrillo cerca del cadáver de él. La recogí y observé al hombre que me había quitado a mis padres, yo me había vuelto como él.... No era tan diferente de él.
Me quemé la muñeca izquierda con dicha colilla, y busqué a mi hermana con la mirada.
-Estamos iguales, estoy para cuidarte.....
-No asì.-susurró.
La abracé....
-Si te hieren a ti, me hieren a mí.
Amara dejó que la abrazara, y correspondió.
-A que todo estará bien, Ame.-dijo, reconocí el temor en su vocecita.
Suspiré...
-Sì, todo estará bien.... Estaremos bien.
Amara tosió, estaba sentada en la silla de al lado. Estiré mi mano para alcanzar la suya.
-¿Por qué nos trajeron aquí? ¿Por qué han matado a nuestros padres?-pregunté, era una niña pero además era la hermana mayor y debía actuar como tal. Asì que empleé un tono muy serio, papá solía decirme que era como una mujercita cuando me ponía seria.
El hombre canoso soltó una carcajada, su hijo lo imitó.
-Órdenes de arriba, pequeña.-respondió Wolfgang padre.-Vamos a presentarlas ante los demás niños.-le dijo a su hijo.
-¿Qué es este lugar?-pregunté.
-Un colegio muy especial.
Se puso de pie y su hijo nos obligó a bajar de las sillas.
Los seguimos a los dos sobre nuestros pasos. Yo mantenía a Amara cogida de la mano, Wolfgang padre tarareaba una canción una melodía que reconocí porque hacía algún tiempo que me habían enseñado a tocarla al piano.
-A que todo estará bien, Ame.-murmuró Amara, acongojada.
-Sí, todo estará bien.-le dije, devolvièndole el susurro.
Pero me equivoqué, las cosas fueron cayendo poco a poco.
Nos separaron dejándonos en salones distintos, nos veìamos en la noche en nuestra habitación y sólo para dormir porque no se nos permitía hablar entre nosotras. Ni con nadie a menos que asì lo quisieran ellos; las clases eran estrictas, desde Historia hasta Matemáticas, y debíamos aprender distintos idiomas. A veces nos ponían una misma escena de alguna película animada y se repetía por horas, no sè si los demás chicos llegaron a ver lo que yo veìa en la escena de turno, fue entonces cuando comencé a entender lo que ocurría. La mayoría de los alumnos parecían robots, Amara y yo èramos lo más distinto a todos los demás infantes de ese lugar.
Tres meses después de llegar al instituto ocurrió algo muy particular, a Amara y a mí nos sacaron del colegio. Wolfgang el viejo nos llevó con él a su mansión, su mujer nos dio un recibimiento amable, como si de una madre se tratara; tras la cena nos llevaron a nuestro dormitorio y èl dijo que ya no serìa necesario que volviéramos al instituto, que seríamos parte de una familia de nuevo. Viejo imbécil como si yo no hubiera captado al vuelo lo que querían hacer.
-No me gusta aquí, Ame.-dijo mi pequeña hermana cuando él cerró la puerta.
Mirè el espejo que estaba pegado a la pared, y las muñecas y osos de la habitación.
-A mi tampoco me gusta aquí.-Me senté en una silla ante la mesita del juego de tè.-Creo que nos están observando, estudian nuestro comportamiento.
-¿Por qué?
-¿Has visto cómo son los otros niños de la escuela?
-Zooooommmbiiiiieeeeessss.....-rió Amara.
-Creo que a ellos no les gusta que no seamos zooooommmmbiiiiieeeeesssss....-dije, haciéndole cosquillas.-Quieren chiquillos dóciles. ¿Sabes qué es dócil, mi preciosa Kamar?
Kamar significaba Luna, yo le decía asì de cariño por su pelo negro como la noche, y sus ojos brillantes como la luna plateada. Amara tenìa una chispa muy especial en la mirada, mi pequeña hermana era mi luz.
-¿Una persona que... que hace lo que le ordenan?-dijo con temor a equivocarse.
-Sì, eso mismo.
-Y nosotras no somos asì ¿verdad?
-No mi cielo, no haremos lo que estos bicharajos malos nos ordenen.-Mirè hacia los peluches, sabía que nos observaban.
Los días en la mansión del viejo Wolfgang eran eternos, cansinos, irritantes. Yo buscaba la manera de huir, sacar a Amara de ese lugar, alejarla de esta gente antes de que influyeran en ella, o en mí. No quería que corrompieran a mi hermana, no quería volverme una más de sus mascotas adiestradas.
La noche que terminó por cambiarme llegó a casi un mes de convivir en esa casa.
Me preocupé pues Amara había salido con la mujer de Wolfgang el viejo, y no regresaba; cuando quise salir a buscarla la puerta se abrió y la nena entró, su semblante era sereno, y se cubría la muñeca izquierda con la mano derecha.
Me acerqué y le pregunté qué le había ocurrido. No respondió opté por descubrirle la muñeca y encontré una herida, se había quemado.... la habían quemado.
-Amara ¿cómo pasó esto?
-Yo no...yo no...-balbuceò.-....yo no quería ver....
-¿Qué no querías ver?
-Ella gritaba....-su vocecita se volvió un efímero susurro.-Él decía que viera....yo no quería...y me quemó con su cigarrillo...
-¿Dónde están?
-En el estudio.
Salì de la habitación sin pedir más explicación porque había tenido suficiente. Corrí hacia la habitación de Wolfgang, entré y busqué en el cajón de su mesita de noche el arma que días antes había encontrado por accidente. Fui al estudio, al llegar escuché los gemidos de su mujer.
Abrí la puerta, sentí los pasos de Amara detrás.
-Maldito enfermo.-dije, tenìa a su esposa en el escritorio. Se apartó de ella al verme con la pistola en alto, subió sus pantalones y la mujer se cubrió con un saco.-Maldito enfermo.-repetí.
-Amelia baja el arma.-ordenó.
-¿Le tienes miedo a una niña de ocho años con un arma?-me burlé.-Debiste pensar dos veces antes de tirarte a tu zorra frente a mi hermana... ¡es una nena!-grité.
-No lo entiendes...
-No, tù no entiendes.-le disparè a la mujer directo en la frente.-¿Ves lo que hice, viejo Wolfgang? Fue un tiro certero, ¿no es eso lo que enseñan en tu dichoso instituto? Y no he ido a esas clases, debo ser una niña genio, ¿no te parece, Wolfie? Debes estar orgulloso, he matado a tu mujer. Miedo, ira, terror, odio...-dije, recitando las palabras que veìa en las escenas que acostumbraban repetir una y otra vez en el instituto. Palabras que aparecían como mensaje subliminal en dichas escenas.-¿He aprendido bien, Wolfie?
-Ame no, ya por favor....-decía Amara.
-Escucha a tu hermana, Amelia, basta. Vamos baja el arma, nena.
-No, no volverás a ponerle una mano encima a mi hermana, no volverás a herirla.
-Sólo queríamos ver su reacción, es un experimento.....
-¡Me importa un carajo tu experimento! ¡Querías traumarla! ¡Y a mi hermana no la vuelve a tocar nadie! ¡Mientras yo viva nadie la toca!
Disparè dos veces más, una bala en la cabeza y otra en el pecho.......
Al caer en cuenta de lo que había hecho solté el arma, y me volví sólo para encontrarme con la mirada de miedo de Amara.
-¿Ame?-musitó.
-No podía....-Las lágrimas corrieron por mis mejillas al ver la herida que ella tenìa en la muñeca.-No podía quedarse asì, mira lo que te hizo.-Intenté tocarla, pero Amara se alejó.-No me tengas miedo, por favor.
Su mirada.... Esa mirada de temor en sus ojos me partió el alma.
Vi los cuerpos de Wolfgang y su mujer, y una colilla de cigarrillo cerca del cadáver de él. La recogí y observé al hombre que me había quitado a mis padres, yo me había vuelto como él.... No era tan diferente de él.
Me quemé la muñeca izquierda con dicha colilla, y busqué a mi hermana con la mirada.
-Estamos iguales, estoy para cuidarte.....
-No asì.-susurró.
La abracé....
-Si te hieren a ti, me hieren a mí.
Amara dejó que la abrazara, y correspondió.
-A que todo estará bien, Ame.-dijo, reconocí el temor en su vocecita.
Suspiré...
-Sì, todo estará bien.... Estaremos bien.
He leído ambos últimos relatos y sigo la historia esperando ese gran final.
ResponderEliminarUn beso dulce Ivel.
Yo feliz de que sigas la historia, amigo Dulce...
EliminarUn beso fuerte...
Ayyyy Dios... se me congeló la sangre imaginando esas dos nenas, y ese infierno... y es como que Amanda ya no me es tan antipática... pero Luna, Luna sigue siendo mi favorita obvio!
ResponderEliminarEspero ansiosa la continuación ...besos niña!!!
Jajajaja Luna también es mi favorita... Han pasado por mucho estas dos, y lo que viene....
EliminarContinuación lista... Un besazo, Alma hermosa...