Admito que el miedo a veces me controla
cuando de alguien que me gusta se trata,
pero con él,
no sé cómo,
terminé controlando mis miedos...
Él me hacía las cosas más fáciles, todo salía tan natural....
¡Pero es que debí suponerlo! Debí prever que lo vería allí, pero ahora eso ya no importa ¿no? Ahora sabía qué lugar no frecuentar demasiado, a Maura tendría que verla fuera de su trabajo, de preferencia en su casa o en la mía.
Besar mi boca las veces que sean necesarias, ¿pero a quién se le ocurre?
-La señorita Rocío la verá ahora.-anunció la recepcionista.
Me levanté y entré al bendito consultorio, ¿cómo me dejé convencer por Maura?
Cerré la puerta detrás de mí.
Aquél lugar me resultó ameno a simple vista, sólo había un estante lleno de libros detrás del escritorio; todo era blanco y espacioso, la ventana tenía las blancas cortinas corridas, y además del escritorio y el estante habían tres muebles más, un sofá cerca de la ventana y frente a este una mesita donde habían dos tazas de café.... Eso no me gustó.
Ella, la mujer con la que debía hablar, estaba sentada en otra silla al otro lado de la mesita. Se puso de pie para saludarme y me invitó a sentarme en el sofá.
¿Cerca de la ventana para hacerles el trabajo más sencillo a sus pacientes?
-No sabes el gusto que me da conocerte, Luna.-dijo la mujer.
-Maura le habló mucho de mí, es una bocazas.-comenté, ella sonrió.
Vi la taza de café humeante que estaba frente a mí.
-¿Gustas?
Levanté la mirada, cogí la taza, caminé hacia la ventana, la abrí y vacié la taza por allí; volví a mi lugar, coloqué la taza dónde la encontré y crucé las piernas.
-No.-respondí.-Para hablar de mí, Maura debió mencionarle a mi padre. Por eso el café ¿no?
La psicóloga apretó los labios, cerró la libreta que tenía en el regazo y la puso en la mesa.
-Un poco, pero quiero saber cómo era tu relación con él de tu boca; ¿por qué reaccionaste así por una simple taza de café?
Nada me irritaba más que tener que hablar de mis asuntos con una perfecta desconocida, a menos que ella me agradara.
Maura se encargó de arreglar esta sesión la semana pasada, decía que si no quería desahogarme con ella entonces que hablara con una profesional, acepté para que dejara de insistir con ese particular. Igual nada se me quitaba con intentarlo.
-Mi padre solía preparar café en las mañanas y en las noches,-empecé, mirando la taza.-así que cuando me levantaba el aroma del café recién hecho se hallaba en toda la casa, y cuando regresaba de mis ensayos ya en la noche, solía encontrar ese aroma otra vez.
Controlé mis emociones, no quería echarme a llorar delante de ella.
-¿Cómo era él? ¿Qué veías en él?
-Veía a un hombre que se preocupaba por su familia, e incluso por personas ajenas a su familia; siempre intentando hacer de este mundo un poquito mejor, los políticos son un chiste, pero mi padre era diferente. Él se preocupaba de verdad, creo que de acceder a un cargo tan grande él habría sido mejor que muchos, aunque a veces me enfadaba un poquito con él, teníamos nuestros desacuerdos. Muy pocos, porque él respetaba más mi espacio que mi madre, creo que teníamos una relación de padre e hija normal.
La psicóloga escuchaba con atención, yo sólo quería que terminara la hora de una vez.
-¿No dices todo esto porque....
-No, sé lo que dirá y la respuesta es: No. Él siempre me trató bien, nunca le grité y él nunca me gritó, nuestras discusiones eran sumamente pacíficas; si me enfadaba con él eran por pequeñeces, ya luego lo estaba abrazando.
-¿Una de esas discusiones "pacíficas" fue por Theo?
No rompí el contacto visual, y con serenidad le dije:
-Se acabó la sesión.
-Pero acabas de llegar.
-Y ya me voy.
Maura debería dejar que me ahogue en mi dolor, sabía que esto de ver a un "profesional" era mala idea. Llevo mi equipaje de un sufrimiento que no se supera en un año, a cuestas; no estoy preparada para hablar de cómo me sentía respecto a mis pérdidas en el último año, y no sé si lo estaré en mucho tiempo.
Enrique me llamó para avisarme que tendríamos ensayo desde las dieciocho en adelante, así que esas horas libres las aprovecharía para ir a la academia y luego a mi trabajo en el bar de Andrea.
El marido de mi tía era director de teatro, pero no por eso me las veo fácil, le he pedido que me exija, durante los ensayos no soy su sobrina sino una más de su actrices. Incluso audicioné para ganarme un puesto en su compañía, no me gusta tener las cosas fáciles. Si no me esfuerzo por algo termino aburriéndome.
Llegué a casa y encendí móvil, y portátil.
Me senté en el sofá del salón con un vaso de agua en la mano, vi que tenía un correo de un tal: Sstrauss88@gmail.com.
Estuve tentada a enviarlo a la papelera sin leerlo, pero lo abrí.
Así de curiosa y estúpida soy.
" De: Bastian S.
Fecha: 28 de Enero de 2015
Para: Señorita Hielo
Asunto: Usted...
Señorita Hielo,
Fecha: 28 de Enero de 2015
Para: Señorita Hielo
Asunto: Usted...
Señorita Hielo,
si mi osadía y mi insistencia le parecen una soberana molestia déjeme decirle que tendrá que soportarla, y tendrá que soportarme porque no voy a desistir, no soy ésa clase de persona que desiste al ver que algo le resulta difícil. Es más, mientras más difícil, más interesante.
Y tú, me has cautivado, ¿estoy mal si pienso que tengo el mismo efecto en ti?
Me marcho a Berlín por una semana, tal vez regrese en menos tiempo, pero a mi regreso serás la primera persona a la que busque...
¿Me refundirás en la cárcel por eso? Me he vuelto un acosador de tiempo completo, y es tu culpa.
Te has convertido en mi debilidad...
Sebastian Strauss"
¡¿Cómo obtuvo mi dirección?!
-Maura....-susurré.
Llamaron a la puerta, me encaminé a abrirla pensando en las diferentes maneras de torturar a alguien.
¡¿Y cómo que "Señorita Hielo"?!
Abrí y di media vuelta al ver que era mi querida tía toda entaconada.
-Maura ¿me puedes explicar por qué tengo un mensaje de Sebastian en mi bandeja de entrada?
-¿Consiguió tu dirección?-preguntó ella fingiendo sorpresa.
-Pues no sé cómo le hizo, a menos que haya un fantasmita amigable de nombre Maurasparín que se lo haya facilitado.-Maura apretó los labios y miró hacia otro lado mientras tomaba asiento.
-¿Vemos Master Chef....
-No, no me apetece ver a un montón de infantes cocinando mejor que yo, por más adorable que sea.-No puedo creer que me evada, ¿así soy yo?-No me hagas esto, Mau.
Palmeó el espacio a su lado para que me sentara, cuando lo hice pasó su brazo por mis hombros y me atrajo hacia ella.
-No he hecho nada que tú no quisieras.-comentó. Vale, sí tenía un poquito de razón.-Es un buen hombre ¿sabes? Pero es cosa tuya el verlo o no, si te escribió es porque en serio le has causado una buena impresión, con Sebastian es muy difícil eso. ¿Qué me dices tú? ¿Qué piensas de él?
Es hermoso, muero por que me bese la boca las veces que él crea necesario...
Sonreí ante la perspectiva de volver a probar sus labios.
-Es una soberana molestia.-respondí, ella soltó una carcajada.
-Seguro no pensaste eso cuando se han besado.
-Además de molesto, chismoso.-dije, hastiada.
Maura me apartó un poco con dulzura, y se inclinó para coger mi portátil; la dejé tranquila, si iba a leer el correo que lo hiciera.
-¿Señorita Hielo?-Maura me miró, como examinándome.-Sí, sí das esa impresión.-Y siguió leyendo, estaba bastante centradita en el mensaje; en cuanto terminó suspiró y volvió a abrazarme.-¿Vas a responderle, verdad?
-Ni hablar, cambia de tema.
-Bueno si es lo que quieres, Rocío me dijo que tú dejaste la sesión a medio....
-Paso. Otro.
-Luna, tienes que hablar con alguien, sé que escribir te alivia, y el hacer teatro, y la música y pintar.... Pero también sería bueno que expresaras lo que sientes con una persona, además de con un lienzo o una página en blanco. Cerrarte terminará haciéndote mal.
Me quedé en silencio, puse mi cabeza en su regazo, ella empezó a acariciar mi cabello.
-Hay alguien interesado en comprar tu pintura.-comentó.
-Es un rotundo no, habla con el comprador y dile que no está a la venta.
-Ya lo he hecho no te preocupes, sólo quería que lo supieras.
No sé cuántas veces leí el correo de Sebastian, pero algo en mí ansiaba que volviera. Dijo que me buscaría cuando estuviera de vuelta, y era en lo único que pensaba desde entonces; debería darme de golpes contra una pared.
Cuando al fin decidí responderle, sólo escribí: "A tu regreso". Él debía entender que aceptaba que me buscara y que no se lo reprocharía si de igual forma no lo hacía.
A veces lo platónico es un poquito más perfecto, ¿no? Hay una frase de Gabriel García Márquez que dice: "En verdad hay sentimientos que es mejor que se queden en lo platónico; y es mejor recordarlos así, irreales, inacabados, porque eso es lo que los hace perfectos...".
La tentación de coger mi equipaje e irme me abordó por días pensando en esa frase, pero cuando sonó mi móvil el lunes en la mañana el corazón me dio un vuelco.
Era un mensaje del correo.
Abrí y di media vuelta al ver que era mi querida tía toda entaconada.
-Maura ¿me puedes explicar por qué tengo un mensaje de Sebastian en mi bandeja de entrada?
-¿Consiguió tu dirección?-preguntó ella fingiendo sorpresa.
-Pues no sé cómo le hizo, a menos que haya un fantasmita amigable de nombre Maurasparín que se lo haya facilitado.-Maura apretó los labios y miró hacia otro lado mientras tomaba asiento.
-¿Vemos Master Chef....
-No, no me apetece ver a un montón de infantes cocinando mejor que yo, por más adorable que sea.-No puedo creer que me evada, ¿así soy yo?-No me hagas esto, Mau.
Palmeó el espacio a su lado para que me sentara, cuando lo hice pasó su brazo por mis hombros y me atrajo hacia ella.
-No he hecho nada que tú no quisieras.-comentó. Vale, sí tenía un poquito de razón.-Es un buen hombre ¿sabes? Pero es cosa tuya el verlo o no, si te escribió es porque en serio le has causado una buena impresión, con Sebastian es muy difícil eso. ¿Qué me dices tú? ¿Qué piensas de él?
Es hermoso, muero por que me bese la boca las veces que él crea necesario...
Sonreí ante la perspectiva de volver a probar sus labios.
-Es una soberana molestia.-respondí, ella soltó una carcajada.
-Seguro no pensaste eso cuando se han besado.
-Además de molesto, chismoso.-dije, hastiada.
Maura me apartó un poco con dulzura, y se inclinó para coger mi portátil; la dejé tranquila, si iba a leer el correo que lo hiciera.
-¿Señorita Hielo?-Maura me miró, como examinándome.-Sí, sí das esa impresión.-Y siguió leyendo, estaba bastante centradita en el mensaje; en cuanto terminó suspiró y volvió a abrazarme.-¿Vas a responderle, verdad?
-Ni hablar, cambia de tema.
-Bueno si es lo que quieres, Rocío me dijo que tú dejaste la sesión a medio....
-Paso. Otro.
-Luna, tienes que hablar con alguien, sé que escribir te alivia, y el hacer teatro, y la música y pintar.... Pero también sería bueno que expresaras lo que sientes con una persona, además de con un lienzo o una página en blanco. Cerrarte terminará haciéndote mal.
Me quedé en silencio, puse mi cabeza en su regazo, ella empezó a acariciar mi cabello.
-Hay alguien interesado en comprar tu pintura.-comentó.
-Es un rotundo no, habla con el comprador y dile que no está a la venta.
-Ya lo he hecho no te preocupes, sólo quería que lo supieras.
No sé cuántas veces leí el correo de Sebastian, pero algo en mí ansiaba que volviera. Dijo que me buscaría cuando estuviera de vuelta, y era en lo único que pensaba desde entonces; debería darme de golpes contra una pared.
Cuando al fin decidí responderle, sólo escribí: "A tu regreso". Él debía entender que aceptaba que me buscara y que no se lo reprocharía si de igual forma no lo hacía.
A veces lo platónico es un poquito más perfecto, ¿no? Hay una frase de Gabriel García Márquez que dice: "En verdad hay sentimientos que es mejor que se queden en lo platónico; y es mejor recordarlos así, irreales, inacabados, porque eso es lo que los hace perfectos...".
La tentación de coger mi equipaje e irme me abordó por días pensando en esa frase, pero cuando sonó mi móvil el lunes en la mañana el corazón me dio un vuelco.
Era un mensaje del correo.
"Asómate a la ventana..."
Sonreí, y caminé con lentitud.
Al asomarme le vi en una motocicleta...
-¡Estás loco!-le grité.
-¡Por usted soy un acosador, ¿recuerda?!
Bien.... Conocerle no hará daño ¿verdad?
Uffff.... Y por donde empiezo yo? Lo he leído desde el principio, del tirón... y me queda ese regusto tan exquisito que te hace querer saber más y más... Hay algo que me ha enamorado totalmente de esta historia y mira que desde la línea número uno ya estaba enganchada como boba a Luna y Bastian... y ha sido ese click... sentir ese click al oír a alguien por primera vez y sentir que es un reencuentro... tan verdad como la vida misma... tan real, tan cierto... ay... sabes como meternos de lleno en el relato, es increíble tu forma tan perfecta de crear momentos, ambientes, sensaciones... me encantó mi niña... sigue así, siempre lo he creído y lo creeré, vas a llegar muy lejos Ivel, muy lejos... y yo ahí para ponerme en pie y aplaudir a gritos, recuerdas? ;)
ResponderEliminarMontones de besinos mi Sis... Tq!!
Ainssss ...niña! Cada parte nueva que leo me hace querer más. Luna me parece tanto a la imagen que tengo de una "piccola", esa mezcla perfecta de fragilidad y fuerza ...y Bastian?, pues cómo se podría evitar de enamorarse de uno así? ...bien, ahora que ya he dicho todo esto ......quiero más!! ...jajajajaja!
ResponderEliminarUn super besote y un abrazo fuerte!
El hielo de Luna se deshace por momentos, ahora mismo está goteando como cuando el sol pega en la nieve y será cuestión de tiempo que el verano "Sebastian" la sorprenda...
ResponderEliminarCoincido en la idea de que no gusta contarle problemas a una tremenda desconocida (o desconocido) que gana dinero con depresiones ajenas. No, no, por la ayuda no se debería pagar, pienso yo...
No esperes mucho para demostrarnos como Luna se deja llevar por ese perfecto acosador jajaja
Un beso enorme! Tq mil veces y más!
En el fondo deseamos que hagan eso... todo lo posible por llegar a nosotras. Y más si conocemos parte de su vida, y sabemos que no es ningún tipo con historias raras.
ResponderEliminarUna escena genial la del interrogatorio con la psicóloga. Eres maravillosa contado historias, qué capacidad de imaginación, Ivel.
Mil besitos, preciosa.