Familia

Madrid, España

Amanda

   Corrí directo a mi habitación en cuanto oí la puerta cerrarse, Portillo ya se había marchado y a mí me dejó una mala sensación en el cuerpo hablar de todo lo pasado. Nunca superaré lo que viví, mi vida sería un mar de recuerdos de dolor y sangre.
    En mi dormitorio fui al cuarto de baño y me arrodillé ante el retrete y empecé a vomitar. Sentía asco de mí misma, de mis memorias, de Luzbel por haberme ultrajado....ahora estaba segura.

-Tía...

-¡No te acerques!-exclamé.

-Pero estás...

-¡Fuera, Vit!

    Cerré la puerta y continué con las arcadas hasta darme cuenta que empezaba a vomitar sangre. Tiré de la cadena, me lavé la cara y me miré al espejo, me sentía enferma.
   Sangre... Sangre...

    Salí y encontré a Vit sentada en mi cama.

-Nadie debe saber de esto, ¿vale?

-Tita....

-Nadie-repetí.

    Vit asintió.
    Volvimos a terminar de empacar sus cosas, luego la arreglé para ir a ver a su abuelo. No quería sacarla del país así nada más, tenía que hacerlo todo de la forma correcta para no levantar sospechas.
    Antes de subir al coche recibí una llamada, al ver el número bloqueado contesté.

-Rochelle, ¿todo listo?

-Esperando tu orden, Amy-contestó la chica. Era una de las niñas que escapó del instituto conmigo y con Luna, se ha convertido en una gran aliada desde que la volví a encontrar años más tarde en Francia-. Viktor quedará de piedra cuando se entere que todas sus cuentas fueron vaciadas, ¿somos grandiosas o qué?

    Siempre tan llena de energía, pero en extremo peligrosa. 

-Sobrevuela España, quiero que dejes caer una pequeña parte de ese dinero sobre los españoles, Viktor está aquí y quiero que vea cómo su dinero ayudará a mucha gente. En otros países(incluye este también)harás que el dinero les llegue de manera directa a personas que lo necesiten, y te encargarás de llevar agua y alimento a lugares que así lo requieran. Mis fundaciones han hecho lo que se debe, pero Matty suele cerrarme el paso a veces; es mucho dinero el que le hemos robado a Viktor...-Me detuve, y me corregí-. El que le estamos devolviendo a la gente.

-Vale, ¿pero cuando se enterará de que está en la quiebra?

-Yo dejé de ayudar a llevar sus cuentas hace semanas, Piotr se está encargando de ello, y no tardará en darse cuenta de lo que ha pasado.-Miré hacia dentro del coche por la ventanilla, Vit me saludó con la mano, le devolví el gesto. Cuando volví a mi posición inicial noté que una sombra me cubrió, miré hacia el cielo y quedé boquiabierta al ver una figura alada volando hacia la azotea del edificio donde vivo-. Tengo que irme, en cuanto termines, quiero que te reúnas conmigo en Nueva York. 

-De acuerdo.

    Colgué, le dije a Vit que me esperara un minuto y volví al edificio, fui al elevador y subí hacia la azotea. Algo me decía que conocía a aquella persona; mi corazón latía muy fuerte cuando salí del elevador, ella se encontraba de espaldas a mí mirando hacia abajo, sus alas habían desaparecido.
    Se volvió y su negro cabello ondeó con la ráfaga de viento que se desató. 

    Era ella, después de tanto tiempo, era ella. 
   Al verme, sus ojos azules sonrieron junto con la sonrisa que se dibujó en sus labios; era hermosa, sus delicadas facciones eran dignas de lo que es, una Elohim, un ángel.

-Amelia-dijo. Su voz era una dulce melodía, la recordaba perfectamente, cuando era niña y me separé de Luna, ésta mujer vino a visitarme muchas veces. Después ya no, desapareció sin despedirse y creo que, hasta ahora que volvemos a vernos, ella se había borrado de mis recuerdos-. Ha pasado mucho tiempo, mírate. Te has convertido en toda una mujer.

-Por ti, en cambio, el tiempo no ha pasado. Pero no me sorprende siendo quien eres.-Se volvió para observar hacia abajo, me acerqué-. ¿Dónde has estado, Azana? Y que sea rápido, mi sobrina está sola en mi coche.

-La niña está a salvo, Gaspard, mi marido, está con ella.

-No sabía que los ángeles podían casarse-comenté.

-Podemos, somos una sociedad sólo que a diferencia de ustedes respetamos el matrimonio-sonrió, y me guiñó un ojo. El gesto me llevó años atrás, cuando empecé a vivir con Matthew Carlysle, cuando le conocí-. Assiah está convulsionada, sin embargo no puedo intervenir, aunque estemos observando, cuidando. Eloah ama demasiado a sus criaturitas por eso ha enviado a algunos de sus Elohim a protegerles. 

-Hoy un hombre me ha preguntado dónde estaba, por qué había abandonado a la humanidad.

-Eloah nunca los abandona, en todo caso ellos se abandonan solos al elegir el camino equivocado. El hombre es culpable de las consecuencias de sus acciones, son libres de elegir, y aunque Eloah les deje señales, o les envíe ayuda, la humanidad nunca ve esa ayuda. Parecen ciegos ante las mismas, pero cuando cometen un error y se les vienen encima las penurias entonces creen que ha sido Él.

-El Infierno...

-Gehena.-Una de las formas en que llama al Infierno-. Sí, no te equivocas, es construido por la humanidad. Y estoy pisando territorio de víboras, de la víbora.-Observaba a la gente caminar, su expresión serena, y un brillo de lástima en la mirada-. El Reino de Luzbel, no podemos intervenir aquí, no hasta que llegue el momento. Y tengo entendido que la humanidad se volverá contra Eloah, así que la guerra que se va a librar será entre nosotros y ellos.

     Azana suspiró, y agregó.

-Hay algunas almas buenas aquí en el infierno-sonrió-. A esas quiere salvar Eloah, son pocas, pero merecedoras del próximo reino. Sin embargo no es eso lo que me trajo a Assiah.

   Assiah era uno de los nombres que Azana y sus iguales le tenían a este mundo. Las personas ignoran que vivimos en uno de tantos mundos que convergen a nuestro alrededor y que no vemos. 

-¿Y qué es? ¿A qué has venido?

-Primero a verte-dijo, intentó tocar mi mejilla pero di un paso atrás. No me gustaba que me tocaran, no me he acostumbrado del todo-. Lo siento, pequeña, siempre olvido lo que has vivido. Me habría gustado hacer algo, te quiero como a una hija.

-Lo sé, y sé que el pasado no puede cambiarse. 

-Te confieso que me borré de tus recuerdos, e intenté borrar tu pasado pero te aferraste a él  y con eso me lo impediste, sin notarlo. Supe que el amor y tu deber para con tu hermana menor te hizo proteger esos turbios recuerdos. Me dolió, te convertiste en....

-Un monstruo. 

-No es la palabra que usaría. Yo habría hecho lo mismo por mi hermana pequeña, esa es la otra razón por la que estoy aquí.-Frunció el ceño, estaba enfadada-. Hace siglos Luzbel tuvo una hija, con una Elohim, y ésta fue a parar a nuestra mansión en Inglaterra, a veces pasamos temporadas aquí en Assiah, conviviendo con los humanos, después de la muerte de mi madre seguimos viniendo para no romper la tradición-explicó rápidamente al ver mi estupefacción por su revelación. Había intentado evitar que lo notara, pero Azana supo leerme-. Pues bien, la Elohim murió después de dar a luz, y mi hermana menor se quedó con la bebé a la que curiosamente nombró como a tu hermana: Amara. Luzbel quería matar a la Elohim estando ésta embarazada, y al enterarse de su muerte y de que la nena había sobrevivido, vino a buscarla. Mi hermana y su facción hicieron lo posible por proteger a la nena, pero Luzbel venció al final y se la llevó. 

-Vaya, lo siento.

-Sí, hasta hace poco creímos que Luzbel había matado a la niña, pero nos enteramos que sigue viva. Y está aquí, en Assiah-dijo. Nuestras miradas se encontraron, luego Azana volvió a mirar hacia la calle-. Amara anda haciendo de las suyas en ésta época, en favor de su padre. Y mi hermana se encontró con ella, se liaron.

-Mierda, ¿pero ella...?

-No sabía que se trataba de la bebé que quiso hace siglos, ya crecida. Ahora que sabe de quien se trata no sabe cómo proceder, y tenemos órdenes de matar a Amara porque ella sí es un monstruo, Amelia. Es una sádica, no le perdió pisada al padre. Ha matado a muchos de los nuestros, será llevada a juicio, vine en calidad de "policía", como lo llaman aquí.

-¿Tienen alguna idea de dónde se encuentra? ¿Un punto exacto?

-Estaba en Nueva York, allí se encontró con mi hermana. Pero le hemos perdido la pista.

   Matthew solía encontrarse con una joven mujer en la casa Carlysle. Nunca la vi de frente, sólo desde la ventana cuando se iba, y ella parecía saber quién era yo porque solía mirar hacia el punto desde donde yo la miraba, y sonreía. Esa mujer siempre me dio mala espina.

-Luzbel abandonará el cuerpo que posee ahora, no dejará en manos de sus aliados humanos su reino, no confía lo suficiente en ellos-medité en voz alta-. Hay 13 familias entregadas de lleno a adorarle y a mostrarlo al mundo como el líder perfecto, y sumada a las 13 familias que le sirven hay tres familias importantes, familias patriarcas por así decirlo: Los Zarasúa, liderados por Lucrecia. Los Carlysle, liderados por Matthew. Y una tercera de la que no sé nada; tal vez no es una familia, sino una persona.

-O tal vez sí es una familia, Luzbel y Amara, su hija. La va a dejar a ella al mando hasta su regreso, ese que sus adoradores están esperando, y para el cual están preparando a la humanidad.

-El Anticristo de los anticristos-susurré, refiriéndome a los humanos que repudian a Eloah y a su hijo Mikhael-. Matty debe saber dónde está Amara, voy a ir a Nueva York en un par de horas, puedo intentar sacarle información.

-¿Gaspard y yo podemos acompañarte?-preguntó Azana.

-No tengo ningún problema con eso.

-Vale, le avisaré a Ivel en el camino.

-¿Ivel?-repetí mientras nos encaminábamos al elevador.

-Es mi hermana menor-sonrió.

   Todo estaba enlazado, mi familia parecía ser más grande de lo que alguna vez imaginé. Grande y parte de ella, despreciable.