Nueva York, Estados Unidos
Luna
Almorzamos, bueno, apenas toqué la comida y él lo notó porque me lo
reprochó cada dos por tres durante nuestra caminata por Central Park. Me
dio un paseo por Manhattan como si de un guía turístico se tratara, yo
no presté mucha atención a lo que decía, pensaba en lo que vi hace horas
atrás, en lo que él dijo sobre Cassul y sobre todo lo demás, en lo que
terminé haciendo en contra de Viktor y Piotr.
¿En dónde estoy metida? Parecía un mal sueño.
-Quiero regresar al lado de Amanda-le pedí.
Él, Drako, frunció el ceño.
-Le prometí que te distraería, lo necesitas....
-Bien, tomaré un avión con destino a Madrid-dije, dando media vuelta-. No debe ser tan difícil.
-Lo
es si no tienes con que pagar el pasaje, ¿y adivina qué? No llevas ni un
céntimo en los bolsillos, señorita Giraldo-respondió él, burlándose.
Me detuve y me volví.
-No te permito que me hables así, Drako, quiero que me lleves al lado de mi hermana. Es una orden.
-Amanda di....
-¿Ves
a Amanda a tu alrededor?-pregunté, plantándome frente a él-. Yo doy las
órdenes mientras no esté, ¿no te quedó claro? Llévame con ella. Además
me preocupa Sahar-agregué.
Drako dio un paso más para terminar de cerrar el espacio entre
nosotros. Estudió mi rostro, cuando su mirada bajó a mis labios di un
paso atrás.
Él contestó su teléfono que había empezado a sonar, creo que era
Lacrimosa de Mozart. Me dio escalofríos, una energía muy extraña me
erizó la piel, por la mirada que Drako me dirigió aunada a la melodía.
Lo oí hablar, luego se llevó el móvil al pecho.
-Sahar
está en Escala, a salvo-me informó, y continuó hablando. Apenas hubo
terminado, me observó con esos fríos ojos-. Usted se queda conmigo-dijo,
adelantándose a lo que iba a pedirle-. Prometí que la protegería.
Puse los ojos en blanco y me giré caminando lejos de él.
-Me quedo, dejaré el fastidio, lo que sea-dije, di un suspiro y añadí-: Y por cierto deja el asunto de: Soy un caballero en armadura, te protegeré, Luna. Porque no soy una damisela en apuros.
Escuché su sonrisa.
Nos sentamos bajo un árbol, pude ver a varios fotógrafos cerca; de
nada sirvió que huyéramos igual nos seguirían, no desperdiciarían tomar
alguna fotografía de Drako con la chica de turno, ¡es que imagino los titulares!
Pero no me importaba, ya nada me importaba. No quería más que
relajarme un poco, y tal vez Drako tenga razón y esto me hará bien; la
muerte de Bastian me dejó andando lento, casi a rastras. Le hice mal a
Amanda con mi pésima actitud, y me hice daño a mí misma. Es que el alma
dolía, y sólo quería dejar de sentir.
-Esa tristeza en sus ojos no va para nada con la inquieta mujer con la que llevo un mes conviviendo-comentó Drako.
Levanté la mirada hacia él, me observaba.
-Tienen
personas que leen los labios, ¿sabías?-dije, refiriéndome a la prensa, y
paparazzis que nos acosaban a la distancia-. Sacarán sus propias conclusiones.
-Y pensarán que superaste al joven Strauss muy rápido.
-No hay ni habrá nadie que se le compare.
-No es lo que quise decir. Lo siento.-Sacó su móvil y lo apagó-. No quiero que nos molesten, la estoy pasando muy bien.
Drako se acostó bajo el árbol, no pensé que llegaría a verlo así. Él siempre recto y serio; tenía los ojos cerrados, pero sus labios se curvaron en una sonrisa, sabía que lo estaba mirando. ¿Por qué diablos lo estoy mirando?
Desvié la mirada. Disfruté del paisaje, de la gente que paseaba, de los niños que jugaban, hacía una tarde preciosa. Miré hacia el cielo buscando a esas cosas que vi horas atrás, yo no soy muy religiosa, me cuesta creer en ángeles, en que haya un Dios. En el Diablo sí creo, lo he visto a los ojos, y lo veo en cada injusticia que se comete en esta tierra que no es más que el mismo Infierno.
-No se dejarán ver de nuevo, señorita.-La voz de Drako me sobresaltó.
-¿De qué hablas? Yo sólo admiraba el cielo azul.
-Sí, y esos chicos de por allá son gays y sólo están interesados en sus zapatos-dijo, señalando a su izquierda.
Seguí su dedo con la mirada, habían dos chicos más o menos de mi edad que no me quitaban el ojo de encima. Saludé con la mano, y ellos devolvieron el saludo, se hallaban a poca distancia de nosotros. Quise levantarme, pero sentí el fuerte agarre de Drako en mi muñeca.
-Usted no se mueve de mi lado-dijo, sentándose.
-¿Y a ti qué te picó? No me vas a decir a dónde debo o no debo ir.
Me soltó y volvió la mirada hacia los chicos, estos se marcharon.
-¿No entiende que no puede andar haciendo amistad con cualquiera?
Se puso de pie y me extendió la mano, lo hice esperar un rato antes de tomarla. Él me haló con tal brusquedad que quedé pegada a su cuerpo, mi piel se erizó ante su cercanía, no me gustó la sensación. Lo empujé y me adelanté hacia la limusina.
No pregunté adónde nos dirigíamos, el viaje fue silencioso y cuando llegamos él volvió a extenderme la mano para ayudarme a bajar, la rechacé y esperé a que me guiara a su piso.
Llegamos al elevador, las puertas se abrieron y me dejó entrar primero. Me crucé de brazos, yo odiaba sobremanera que me dijeran qué hacer, que controlaran cada maldito minuto de mi maldito tiempo; y éste quién se cree para dárselas de jefe conmigo.
Y otra vez empecé a sentir una tensión rara entre los dos, no era incomodidad, estaba muy lejos de ser eso.
Salí en cuanto las puertas volvieron a abrirse.
-Te ofrezco una disculpa-dijo, viniendo tras de mí.
-¿Sabes al menos por qué te estás disculpando?-pregunté, girándome y encarándolo. Drako evadió mi mirada-. Entonces no ofrezcas nada, estoy cansada de que la gente crea que no puedo cuidarme sola. Sé que en este último mes he actuado como una reverenda imbécil con mi hermana, y con todos, yo no soy así; no intento quitarme la vida porque perdí a un novio, no soy tan débil. Pero él era más, no merecía lo que le hicieron, y mi padre adoptivo tampoco, y sólo ha pasado un año de su asesinato. Viví con la culpa de su muerte, todo el tiempo creí que yo provoqué el accidente de auto, y en cierto modo llevo su sangre en mis manos porque.... porque sólo quiso protegerme....-Me desmoroné, Drako me abrazó. Lo empujé-. ¡No necesito esto!-exclamé-. Muéstrame mi habitación.
Lo seguí sin prestar atención al apartamento, sí vi los hermosos ventanales que eran igual de enormes que los de la oficina en SaharGlobal. Pero nada más; subimos por unas escaleras, y abrió la primera puerta que nos encontramos.
-Esta es mi habitación, aquí dormirá esta noche, mañana acondicionaré una para usted. Puede hacerle lo que quiera, comprar lo que guste y si quiere la ayudo a decorar-dijo, invitándome a pasar.
-No me quedaré mucho tiempo-respondí, curioseando con la mirada. La cama estaba impecablemente arreglada, la habitación en sí era muy grande, el techo tenía un tragaluz, en la mesita de noche había un libro. Me acerqué y lo cogí-. Interesantes gustos, Drak.. Dark-comenté, haciendo un juego de palabras con su nombre-. Bram Stoker.
-Sahar me lo regaló como una broma de cumpleaños-alegó. Y me lo quitó de las manos-. Y Luna, no debes culparte por lo que pasó con tu familia adoptiva, y tu pareja. No debes culparte por lo que ellos quisieron hacer por ti, cuidarte, la gente que te quiere siempre buscará protegerte hasta de ti misma.
Me senté al borde de la cama.
-Es justo eso, quien busca protegerme termina muerto.
-No piense más en eso, la idea de traerla aquí fue para que no pensara en nada que la hiciera sentir mal.-Regresó el libro a la mesita de noche-. Esta noche habrá una cena de beneficencia, siempre lo hacemos para ayudar a recaudar fondos, aunque no lo necesitemos-sonrió. Comienza a gustarme verle sonreír, en mis labios también se dibujó una-. Por lo general usamos nuestro propio dinero para dar de comer a la gente que no tiene nada aquí, y en lugares remotos donde otros se niegan a ir, o fingen que no existen.-Sus ojos mostraron un poco de tristeza-. Quiero que me acompañe, Luna, quiero que venga conmigo a esta cena.
Lo miré fijamente.
-¿"Quiero"? ¿No puedes preguntar, Drako? Algo así como: ¿"Le gustaría acompañarme"?
-No tiene mucho qué hacer, Luna, así que no le queda de otra.
-Te odio, Drako.
-No es cierto, soy adorable-dijo. Bajó la mirada, y luego añadió:-¿Le gustaría acompañarme, señorita Giraldo?
Asentí.
Cuando llegó la noche, y tras salir de la ducha, encontré un vestido negro en la cama. Al lado había un antifaz, y una tarjeta.
-"Espero sepas bailar, niña.... D."-leí-. Lo odio.
Nunca he ido a un baile de máscaras, no pienso usar antifaz, me gusta ir a contra corriente.
Alguien llamó a la puerta, me ajusté la bata de baño y fui a ver. Abrí, y encontré una mujer muy guapa con un bolso colgándole del hombro; era morena, y tenía unos ojos verdes preciosos. Drako la había enviado para que me arreglara, resoplé aliviada. La dejé entrar, dijo llamarse Monique, y mientras me maquillaba y demás hablamos de películas, y de otros temas sin importancia.
Terminó, y se marchó diciendo que podíamos quedar para salir alguna vez. Me venía al dedillo una amiga que no tuviera nada qué ver con lo que estoy viviendo, pero también sería involucrar a más gente.
Me puse el vestido y me miré al espejo de cuerpo completo que tenía Drako en su habitación. Era un vestido precioso, escotado en la espalda, y con transparencias en el resto de tela que le quedaba.
Vi los zapatos de tacón del mismo color, al pie de la cama, los cogí y me los calcé. El vestido me quedaba ceñido al cuerpo, y no es que tuviera un cuerpo envidiable, nada qué ver, era menuda y delgada pero me vi hermosa. Mi culo estaba estupendo, solté una carcajada.
-Toc, toc.-No me giré, nuestras miradas se encontraron en el espejo. Drako iba de traje, impecable, se veía muy bien; caminó hacia mí-. ¿Riendo sola, señorita Giraldo?
-Creo que ya te daré permiso de que me tutees todo el tiempo, Drako.-Él sólo me observaba-. ¿Qué es eso que tanto miras?
-Nada, ¿nos vamos?
Me ofreció su brazo, acepté.
Su perfume era delicioso.... Luna enfócate.
La llegada de Drako al lugar del evento causó revuelo, la prensa nos abordó apenas bajamos de la limusina. Me susurró al oído preguntando por mi antifaz, él se había puesto el suyo poco antes de llegar. Le dije que no quería usarlo, no me apetecía. Yo usaría mi propia cara, no tenía nada qué ocultar, allá quienes usan una máscara sobre otra, le susurré a mí vez, sabía que mucha gente sólo venía a estos eventos para figurar.
Drako sonrió, y se quedó a mi lado en todo momento, su papel de escolta se lo toma muy en serio aún cuando está en su faceta de hombre de negocios, de representante de un conglomerado como lo es SaharGlobal.
Saludó a mucha gente; yo, en ese paseo dedicado a los saludos, escuché cuchicheos. Hablaban de mí, y de cómo puedo estar de acompañante de este hombre cuando el hijo del "eminente" señor Strauss llevaba un mes de muerto.
Me reconocieron, por supuesto que sí. Si cuando salí con Bastian estuve en el ojo del huracán, y a decir verdad, ese huracán aún no termina de pasar.
Drako notó mi malestar, se disculpó con las personas con las que hablaba y me invitó a bailar. Por un instante me sentí bien, guiada por él, pero observada y juzgada por la gente a mí alrededor. Debo ser la zorra del siglo, sólo por esto. Por compartir un baile con un hombre cuando mi pareja recién murió.
Podía ver los ojos grises de Drako a través del antifaz que llevaba, él susurró un no hagas caso, enfócate en mí. ¿Había oído lo que estaban diciendo? Volví la cara y me alejé de él, saliendo de la pista de baile; las miradas me siguieron, las sentí aguijoneándome.
Salí al balcón, necesitaba aire. Me pesaba, la culpa me invadía, esto que hago está mal. Todo lo que hago está mal.
-Déjame sola-dije, al sentirlo a mis espaldas.
-Hacerles caso solo te hará más mal, niña.
-Tienen razón-dije, volviéndome. Drako se había deshecho de su máscara, y se acercó a mí-. Drako, por favor..
-Ellos no saben lo que estás sintiendo, Luna, ellos no conocen el dolor de una pérdida como la conoces tú. Porque viven de apariencias, son contados los que están allí dentro, quiénes entienden y no te juzgan. Entienden que debes buscar una forma de lidiar con la pérdida, una forma que no te dañe.
Drako parecía tener mucha experiencia en esto, pero no estaba para sermones. Así que intenté irme, él me cogió del brazo.
-¿Adónde crees que vas?-preguntó. Me solté de su mano y me fui al otro extremo-. Les vas a dar el gusto, me decepciona.
-Tú no me conoces....
-Claro que sí.-Se plantó delante de mí. Entrelazó sus dedos con los míos, y miré a sus ojos mientras hablaba-. Sé que eres fuerte, que no te dejarías apabullar por nada, el que dirán es una jodida mierda es lo que piensas, y ven y contradice lo que digo-retó, pegando su frente a la mía-. Contradice lo que digo, niña.
Me aparté un poco, el silencio se instaló a nuestro alrededor, la música de adentro se oía lejana. No sabía cómo actuar, algo me halaba hacia él, sus ojos, sus labios y por un momento olvidé la realidad en la que vivía... Ya que estoy en el infierno, pensé. Y fui yo la que busqué el beso, la que busqué su boca, y me entregué al pecado que significaba para otros y para mi interior el desear a otro hombre. Sí, desearlo, porque no había nada más que deseo.
Drako me siguió el beso, sus labios buscaban los míos con la misma avidez que yo ansiaba los de él; puse mi mano en su cuello y sentí las suyas en mi espalda. Bajando y apretándome más a su cuerpo.
Su lengua se enredó a la mía, mi piel ardía bajo sus manos y sólo ansiaba un poco más. No sólo esto, no, no podía pensar en otra cosa que no fuese ser follada por Drako. Sentí la punta de su lengua en mi labio inferior, mordisqueó y volvió a profundizar el beso, aquello se me hizo eterno, lo sentí duro en mí, pegado a mí y paré, mirándolo con la respiración acelerada.
No entendí mi proceder, me sorprendí incluso de que él haya correspondido. Su mirada llena de deseo me quemó, tanto o igual que sus manos y su boca presionando la mía hace escasos segundos; Drako me cogió de la mano, pero antes de ir adentro otra vez, volví a besarlo. Fue apenas más tierno que el primero, y sonrió.
Fue llamado a dar un discurso, como organizador del evento, debía hacerlo. Su erección iba bien disimulada, mordí mi labio inferior al verlo subir y aclararse la garganta, me guiñó un ojo desde el estrado y noté las miradas sobre mí, me importó un bledo. Sonreí en su dirección.
No me sorprendería que de lo que acaba de ocurrir en el balcón, salieran fotos por todas partes en cuestión de segundos.
De manera inconsciente me llevé los dedos a los labios, pensando en cómo me devoró. Aún me hallaba encendida, mi sexo se había humedecido y yo....
Me fui del salón.
No podía volver a perder el control así, no con él.
-¿Luna?-lo oí a mis espaldas.
Me negué a mirarlo, sabía que si lo hacía no habría escapatoria.
-Deberías volver, Drak Dark-dije, sus pasos resonaron por el solitario pasillo. Me giré, usando toda la fuerza de voluntad que me quedaba-. No te me acerques, lo que pasó allá....
Me atrajo hacia sí y me robó un beso. Adiós al resto del mundo, otra vez.
-Abandónate a mí, Luna-susurró contra mis labios.
Lo empujé contra el muro, perdí la cordura.
Bajé mis manos por su pecho, hasta su sexo. Lo sentí duro entre mis manos, gruñó cuando empecé a acariciarlo; estaba loca perdida por su boca.
Quería tener dominio de la situación, él se deshizo en besos y mordiscos por mi cuello.
Gemí al sentirlo halar mi pelo, sentí una electricidad tan fuerte recorrerme entera.
-Te gusta ser agresiva, Luna Giraldo-musitó.
-No tienes idea, Drako-sonreí. Me empujé a él, que volvió a capturar mi boca.
Y entonces pasó, me giró con una velocidad de vértigo pegándome a la pared con fuerza, paseando sus manos por mis pechos endurecidos por sus caricias. Apretó, y soltó mi vestido sin despegar sus labios de los míos; fue cuando entré en razón de lo que hacía, y de lo que él recién había hecho. Ese movimiento fue muy rápido para ser hecho por un humano.
Drako me mordió el labio inferior, sentí el sabor metálico de mi sangre al instante.
Él se echó hacia atrás, y se marchó de allí. No entendí nada, intenté arreglar mi vestido, tenía la respiración entrecortada; pasé mi dedo índice por mi labio inferior, aún sangraba.
Seattle, Estados Unidos
Faye
Sahar pasó la noche callada en su habitación sentada al borde de su cama. Yo estaba al otro lado, observando su rostro, tenía esa expresión reflexiva. Intentaba definir sus propias emociones, lo sé, está confundida.
Me acerqué despacio, y me agaché ante ella.
Cogí sus manos entre las mías, ella salió de sus cavilaciones, miró en mis ojos. Cuando hace eso siento que llega más allá, a lo profundo del alma.
Pasé el dorso de mi mano por su faz.
-¿Cómo te sientes, pequeña mía?-le pregunté-. Sé lo que Riza significaba para ti, era como una madre, una hermana.
-¿Es normal esto que siento en el pecho? Es un dolor muy fuerte, como cuando te veo llegar con una herida, Faye, o te veo triste. O como cuando veo a Vadhir en la cama, en ese estado de sueño profundo en el que se encuentra.
¡Oh pequeña mía! Sigues siendo tan inocente en algunos aspectos.
Sahar pasó mucho tiempo en Providencia aislada de todo lo que la vida implicaba, no conocía la muerte de seres queridos. No sabía de emociones, toda su vida ha tenido que reprimirlas, no sabía cómo tratar con la gente, muchas veces hiere sin así quererlo, dice cosas fuera de lugar o se obsesiona mucho con algo o alguien, no sabe cuando disculparse. En fin.
Ella aún se está conociendo, está aprendiendo, siendo muy niña fue una mujer a la fuerza, viviendo entre adultos. Entrenada como una guerrera para obedecer los deseos de su padre. Sahar era un arma letal; yo aún estoy aprendiendo a ser paciente con ella, y le enseño lo que puedo, de lo que tengo conocimiento.
-Es muy normal, Riza era muy cercana a ti, ¿recuerdas que hasta yo sentía celos por vuestra cercanía?-Logré sacarle una sonrisa-. La añoras, y te sientes mal por no haber traído su cuerpo. Pero si ella así lo quiso, debes entender también su deseo de que salieras de ahí....
-Yo no habría muerto, pude haberla sacado, y Declan, Declan me ve como si todo fuese mi culpa.
-No, no, cielo nada de eso. Se siente mal consigo mismo por no haber ido en persona; tú no tienes la culpa de nada.-Pasé mi mano por su negro cabello-. Yo quise ir pero Dec no me lo permitió porque....
-Yo le habría arrancado la cabeza si lo hacía-dijo ella, robándome las palabras.
Se levantó, yo la imité y me crucé de brazos.
-Lo que ocurrió con Riza me ha hecho pensar en lo equivocada que estaba al no aceptar ser inmortal-dijo, alejándose de mí. Y aquí vamos-. Al ver cómo se le escapaba la vida imaginé que podías ser tú, y no quiero eso; no quiero que te pase lo que a ella, Faye.
Fui, ella estaba de espaldas así que me quedé allí. Quise tocarla, pero me abstuve.
-He visto lo que esa inmortalidad les hace a las personas con quienes tu papá la ha compartido. Y no quiero convertirme en eso, un monstruo....
-¿Es lo que crees que soy?-inquirió, volviéndose-. ¿Un monstruo? ¿Una abominación con sed de sangre?
-Sahar no es lo que pienso de ti, tú lo sabes-me defendí.
Tomé su cara entre mis manos, ella las quitó rompiendo el contacto.
-Mira a Drako, mira a tu madrastra, tú, aunque naciste siendo inmortal no has hecho lo que ellos, no te compares.
-Porque mi frenesí es distinto, ellos derraman sangre porque la necesitan para subsistir, yo lo hago por placer. Yo sí soy una abominación; y no nos desviemos, se trata de ti no de mí.
-No quiero ser inmortal, ya lo discutimos, hemos peleado por esta estupidez tantas veces que perdí la cuenta.
-Si algo te pasara....
-Tú lo aceptarás, como debe ser, la muerte es lo normal para los humanos. Es parte de todo, viene con el paquete y debes aceptarlo; no quiero la inmortalidad.
Vi sus claras intenciones de protestar y le sellé la boca con la mía, bajé por su mentón, y hasta su cuello.
-No puedes hacer esto cada vez que saco el tema-protestó.
-Yo creo que a veces lo haces a propósito.-La empujé hacia la cama, y me acosté encima de ella-. Esta es la única inmortalidad que deseo, y quiero alcanzar-sonreí, besé la comisura de sus labios-. Contigo, así.
Me senté a horcajadas sobre ella, sus manos subieron por mis caderas, y sin aviso me giró a un lado quedando ella encima. Me miró con ternura, cosa que pocas veces ocurre, besó mis labios castamente.
-Tengo miedo, porque he soñado que te perdía-susurró al apartarse un poco. Limpié la lágrima que rodaba por su mejilla, el dolor de la pérdida de Riza, unido a ese sueño. Unido al dolor que le provocaba esa posibilidad se reflejó en su rotro.
-¿Crees que tengo cara de alguien que se deja matar?
Me estudió con la mirada, y negó con la cabeza.
-En todo caso morirías de vieja, y tampoco quiero eso. No te quiero muerta, punto.
-¿Crees, Sahar Cassul, que pueda quitarte de la cabeza la idea de hacerme inmortal?
Fingió considerarlo.
-Al menos puedes intentarlo, no voy a ceder-sonrió, y fue un acto reflejo de mi sonrisa. Antes del beso que deseaba.
"Porque no soy una damisela en apuros".
ResponderEliminarMe gustó esa salida de Luna. Da para alguna cita de películas. Como Psicosis. Y Drako puede llegar a decir lo que pasó a la protagonista por no tener un guardaespaldas. Y hasta podes incluir a mi Regina Clámor como alusión. Al principio del capítulo, se notaba una tensión entre los dos, que llegó a concretarse. Hasta que Drako le mordió el labio. Que manera de arruinarlo. Pero hay potencial de algo intenso. Buscaste la imagen justa para cuando le habla de las emociones que los demás no entienden.
Estuvo magistral el dialogo de Sahar y Faye, pareja que recuerda algo a la relación de Sara Lance y Nyssa. Interesante el tema de la inmortalidad y la visión que tiene ambas. Para Faye convierte en monstruos. Y para Sahar, es una garantía de no perder a alguien. Por eso, su insistencia de que Faye acepte ser inmortal.
Me recuerda a la historieta de Robin Wood, Gilgamesh el Inmortal, inspirada en la epopeya sumeria. Luego de perder a su esposa, el personaje busca la sabiduría. Y se encuentra con un marciano, Upnapistim, quien lo conecta en una máquina que le otorga la coraza de la inmortalidad. Con la advertencia de que la inmortalidad es un regalo envenenado. Un concepto que podrías usar en un dialogo entre ambas. Faye podría plantearselo, Sahar podría replicar si significa que ella es un veneno. Y Faye podría replicar apasionadamente, sin palabras.
Me gustó este capítulo.
Dos escenarios y en ambos el romance está presente, leer la historia con esas imágenes me recuerda a esas novelas de revistas de antes. Me gustó además eso de Drak-Dark, sobre todo por lo segundo.
ResponderEliminarBesos dulces Ivel.
No baja la emoción ni la tensión, Ivel. En cada capítulo encuentro novedades que me atrapan para seguir leyéndote.
ResponderEliminarMil besitos, preciosa.