Paseé mis dedos por su brazo, Sahar dormitaba de espaldas a mí, vi su piel erizarse ante mi tacto.
La luz del sol entraba por la ventana. Suspiré al sentir su piel caliente en mis dedos, y me sumergí en el vívido recuerdo del perfecto inicio de ese día.
El Palacio sobre el agua diseñado por un niño de trece años como muestra de amor hacia su hermana, se convirtió, desde el momento en que llegamos, en mi lugar favorito en toda Providencia y el mundo. Era lo más hermoso que había visto en mis veinte años de vida, después de Sahar, por supuesto.
En ese Palacio sobre el agua el tiempo corría despacio, o así lo sentía yo. Entrar en él era como entrar a otro mundo, y saber que Sahar me llevó para compartir algo tan importante conmigo me llenó el corazón y el alma de emoción; Sahar estaba experimentando muchas cosas a un tiempo, cosa que la confundía: tristeza, amargura, culpa por no poder ayudar a su hermano, por no impedir el castigo que le aplicó su padre. Y deseo, lujuria, pasión, amor, por mí. Amor sí, me amaba, Sahar estaba enamorada de mí y yo estaba rendida a ella, y no tenía miedo, no sentí miedo. Cuando la vi derramar aquella lágrima tras decir lo que me dijo lo supe, e incluso antes; habíamos conectado nada más reencontrarnos.
El último beso en el que nos fundimos tras las dudas que la asaltaron por temor a herirme, fue de esos besos que te descontrolan por completo. Y de ella, joder, que con cada beso me envolvía en la locura.
Rompí el contacto con su boca, sentándome con las rodillas a cada lado de sus caderas. Sus ojos brillaban atentos a lo que estaba por hacer, me quité la camisa y, sin quitar mi mirada de la suya, la lancé a un lado como había hecho antes con su blusa. Sahar estaba sacando fuerzas para contenerse, vi cómo sus manos apretaban las sábanas y cómo su mandíbula se tensaba.
Al percatarse de mis intenciones de quitarme el sujetador rojo que llevaba puesto, se sentó y con sus manos recorrió desde mi cintura pasando la suave y ardiente caricia hacia mi espalda, nuestras miradas seguían unidas. Jadeé al sentir sus labios besar mi torso, justo allí donde tenía la herida hecha por su padre. La acarició con el dedo índice haciendo un suave recorrido por la línea vertical que iniciaba en la parte superior de mi ombligo y terminaba en la parte inferior de mi esternón.
Subió la mirada, la culpa se reflejó en ella, pasé mi mano por su oscuro cabello, Sahar volvió a besar mi herida, esta vez hizo el mismo recorrido que su dedo índice pero con sus labios, dejando un sendero de besos al tiempo que desabrochaba mi sujetador. Me ayudó a quitármelo dejando que nuestros dedos se rozaran por momentos, y me imitó deshaciéndose de la prenda, lanzándola sin importar donde cayera.
Desabrochó mis pantalones, verla morderse el labio inferior me calentó mucho más de lo que ya me tenía y cuando lamió la punta de mi pezón derecho gemí sintiendo como estimulaba el izquierdo. Volvió a pasar la lengua para luego succionar, eché la cabeza hacia atrás entre gemidos.
-Sahar....-suspiré-.... Para... Sahar... Ah... Para... Para....
No vi llegar el momento en que giró con brusquedad poniéndose encima, fue todo muy rápido.
Su rostro se transformó, la malicia apareció brillando en su dorada mirada y en su media sonrisa. Asaltó mi boca en un vehemente beso, recorrí su espalda con mis manos mientras le correspondía. La piel le ardía, era parecido a cuando se sufre una intensa fiebre, sí, eso, pero superior a una simple fiebre humana. Lo increíble era que su temperatura no me molestaba, quemaba más no dolía, era placentera. Se repartía por todo mi cuerpo acrecentando la excitación que ya sus besos y caricias, su sola presencia y mirada despertaban en mí.
Bajé las manos a su cintura, sus labios pasaron a besar mi cuello, cerré los ojos, encontrando el zíper de su falda y bajándolo. Para entonces había dejado de besarme, tenía la cara hacia un lado.
-¿Sahar?-susurré tras recuperar el aliento. No quería mirarme, algo había pasado-. Sahar-repetí, cogiéndola del mentón. Tenía los ojos cerrados cuando levanté su rostro, los abrió despacio; el brillo dorado se veía invadido por un color rojizo como el que vi un par de veces antes, la primera vez ella se disculpó sin llegar a dejar que le preguntara siquiera, tras eso lo olvidé hasta que empezamos a liarnos y lo vi aparecer de nuevo. Lo curioso es que la primera vez que el rojo apareció en sus ojos no estábamos haciendo nada, sólo me veía cambiarme-. Sahar, si quier.....
-Despacio-dijo, mirando mis labios y subiendo a mis ojos-. No quiero parar, y tú tampoco. No ahora.
Me beso lento, tomando mi labio superior entre los suyos, luego pasó su lengua y bajó, hasta mi pecho; su boca torturó mis pezones, y sentí los dedos de su mano derecha iniciar el camino por dentro de mis pantalones hacia mi entrepierna. Dejó mis pechos, mirando su mano adentrarse en mis bragas sonrió, sus dedos apenas llegaron a rozar mi sexo.
-No sabes lo que me está enloqueciendo sentirte tan húmeda, Vesper-comentó, encontrándome en sus ojos cuando subió la mirada.
Su bendita voz, su profunda y sensual voz, vistiéndome, como su piel vistiendo mi cuerpo.
Sacó la mano, salió de la cama. Me apoyé en mis antebrazos, ella dejó caer la falda y vi lo que llevaba debajo dejando escapar un jadeo.
-¿Ligueros?-sonreí-. ¿Llevas ese tipo de ropa interior incluso bajo tu ropaje de guerrera?
-¿Qué otra cosa sino? Me gustan-respondió, riendo. Me acerqué al borde de la cama, me puse de pie y me quité los pantalones sin apartar los ojos de su cuerpo, cuando estuvimos en igualdad de condiciones se acercó, me senté al borde de la cama con ella encima-. Faye Vesper...-dijo, mordió mi labio inferior, susurrando un-: Mía....
Me levanté un poco para acostarla en la cama, no despegué mi boca de la suya, tenía hambre de ella.
-Te estás conteniendo-susurré contra su boca, tocando su coño por encima de sus negras braguitas.
-Si no lo hago esto puede salir muy mal-sonrió. Estiré su labio inferior con los dientes, y sin aviso metí un dedo en ella-. Joder....
-Vaya con la modosita-reí. Salí y volví a entrar, despacio como lo había pedido, era necesario encontrar la intensidad justa que debíamos llevar para no despertar el otro lado al que tanto le teme al estar conmigo. Metí un dedo más, esta vez gimió en mi boca-. Dime qué quieres, Sahar, dime qué tan rápido.....
No pude evitar sonreír con tan delicioso comienzo, habíamos logrado que saliera bien, y a pesar de lo reventada que estaba disfruté el dolor corporal sólo con verla a ella acostada a mi lado. ¿Dormitar? No, no creí que estuviese durmiendo, sólo se vivía el silencio que nos rodeaba mientras sentía mi caricia.
Sahar no había exagerado, su aguante no se podía comparar al mío o al de ningún humano, por algo dijo desde el principio ir despacio y no era sólo por protegerme de su otro lado. De ser por ella aún ahorita estaríamos follando, pero con mi último orgasmo vio el cansancio en mí y me pidió tregua para luego obligarme a dormir. Cómo quería darle más de mí en ese aspecto, pese a que sabía que había quedado satisfecha, quería darle más.
-Si sigues tocándome no respondo, Vesper-susurró.
-¿Es esa una provocación?-pregunté, escuché e imaginé su sonrisa-. No has dormido-suspiré.
-Es porque no estoy cansada, no acostumbro a dormir mucho tampoco. Lo más que lo he hecho es cuando estás conmigo-confesó. Se giró y me observó-. Tú sí que dormiste, estabas tan quieta, ¿no pasó nada malo anoche? ¿No te hice daño o fui muy dura contigo?
Se la veía claramente preocupada por el particular, hice un gesto negativo con la cabeza.
-No pasó nada malo, lo hicimos bien, nunca había sentido tanto, ni tan soberanamente intenso-dije, siendo muy honesta. No le escondía nada, fue muy atenta conmigo, aún sentía sus caricias y besos como si justo lo estuviésemos haciendo de nuevo. Comencé a creer que era un efecto post sexo que sólo ella provocaba-. Y dura, conmigo, puedes serlo siempre-añadí, buscando provocarla sin ninguna sutileza de por medio.
Dejó escapar una sonrisa, y se incorporó para besarme.
La luz del sol entraba por la ventana. Suspiré al sentir su piel caliente en mis dedos, y me sumergí en el vívido recuerdo del perfecto inicio de ese día.
El Palacio sobre el agua diseñado por un niño de trece años como muestra de amor hacia su hermana, se convirtió, desde el momento en que llegamos, en mi lugar favorito en toda Providencia y el mundo. Era lo más hermoso que había visto en mis veinte años de vida, después de Sahar, por supuesto.
En ese Palacio sobre el agua el tiempo corría despacio, o así lo sentía yo. Entrar en él era como entrar a otro mundo, y saber que Sahar me llevó para compartir algo tan importante conmigo me llenó el corazón y el alma de emoción; Sahar estaba experimentando muchas cosas a un tiempo, cosa que la confundía: tristeza, amargura, culpa por no poder ayudar a su hermano, por no impedir el castigo que le aplicó su padre. Y deseo, lujuria, pasión, amor, por mí. Amor sí, me amaba, Sahar estaba enamorada de mí y yo estaba rendida a ella, y no tenía miedo, no sentí miedo. Cuando la vi derramar aquella lágrima tras decir lo que me dijo lo supe, e incluso antes; habíamos conectado nada más reencontrarnos.
El último beso en el que nos fundimos tras las dudas que la asaltaron por temor a herirme, fue de esos besos que te descontrolan por completo. Y de ella, joder, que con cada beso me envolvía en la locura.
Rompí el contacto con su boca, sentándome con las rodillas a cada lado de sus caderas. Sus ojos brillaban atentos a lo que estaba por hacer, me quité la camisa y, sin quitar mi mirada de la suya, la lancé a un lado como había hecho antes con su blusa. Sahar estaba sacando fuerzas para contenerse, vi cómo sus manos apretaban las sábanas y cómo su mandíbula se tensaba.
Al percatarse de mis intenciones de quitarme el sujetador rojo que llevaba puesto, se sentó y con sus manos recorrió desde mi cintura pasando la suave y ardiente caricia hacia mi espalda, nuestras miradas seguían unidas. Jadeé al sentir sus labios besar mi torso, justo allí donde tenía la herida hecha por su padre. La acarició con el dedo índice haciendo un suave recorrido por la línea vertical que iniciaba en la parte superior de mi ombligo y terminaba en la parte inferior de mi esternón.
Subió la mirada, la culpa se reflejó en ella, pasé mi mano por su oscuro cabello, Sahar volvió a besar mi herida, esta vez hizo el mismo recorrido que su dedo índice pero con sus labios, dejando un sendero de besos al tiempo que desabrochaba mi sujetador. Me ayudó a quitármelo dejando que nuestros dedos se rozaran por momentos, y me imitó deshaciéndose de la prenda, lanzándola sin importar donde cayera.
Desabrochó mis pantalones, verla morderse el labio inferior me calentó mucho más de lo que ya me tenía y cuando lamió la punta de mi pezón derecho gemí sintiendo como estimulaba el izquierdo. Volvió a pasar la lengua para luego succionar, eché la cabeza hacia atrás entre gemidos.
-Sahar....-suspiré-.... Para... Sahar... Ah... Para... Para....
No vi llegar el momento en que giró con brusquedad poniéndose encima, fue todo muy rápido.
Su rostro se transformó, la malicia apareció brillando en su dorada mirada y en su media sonrisa. Asaltó mi boca en un vehemente beso, recorrí su espalda con mis manos mientras le correspondía. La piel le ardía, era parecido a cuando se sufre una intensa fiebre, sí, eso, pero superior a una simple fiebre humana. Lo increíble era que su temperatura no me molestaba, quemaba más no dolía, era placentera. Se repartía por todo mi cuerpo acrecentando la excitación que ya sus besos y caricias, su sola presencia y mirada despertaban en mí.
Bajé las manos a su cintura, sus labios pasaron a besar mi cuello, cerré los ojos, encontrando el zíper de su falda y bajándolo. Para entonces había dejado de besarme, tenía la cara hacia un lado.
-¿Sahar?-susurré tras recuperar el aliento. No quería mirarme, algo había pasado-. Sahar-repetí, cogiéndola del mentón. Tenía los ojos cerrados cuando levanté su rostro, los abrió despacio; el brillo dorado se veía invadido por un color rojizo como el que vi un par de veces antes, la primera vez ella se disculpó sin llegar a dejar que le preguntara siquiera, tras eso lo olvidé hasta que empezamos a liarnos y lo vi aparecer de nuevo. Lo curioso es que la primera vez que el rojo apareció en sus ojos no estábamos haciendo nada, sólo me veía cambiarme-. Sahar, si quier.....
-Despacio-dijo, mirando mis labios y subiendo a mis ojos-. No quiero parar, y tú tampoco. No ahora.
Me beso lento, tomando mi labio superior entre los suyos, luego pasó su lengua y bajó, hasta mi pecho; su boca torturó mis pezones, y sentí los dedos de su mano derecha iniciar el camino por dentro de mis pantalones hacia mi entrepierna. Dejó mis pechos, mirando su mano adentrarse en mis bragas sonrió, sus dedos apenas llegaron a rozar mi sexo.
-No sabes lo que me está enloqueciendo sentirte tan húmeda, Vesper-comentó, encontrándome en sus ojos cuando subió la mirada.
Su bendita voz, su profunda y sensual voz, vistiéndome, como su piel vistiendo mi cuerpo.
Sacó la mano, salió de la cama. Me apoyé en mis antebrazos, ella dejó caer la falda y vi lo que llevaba debajo dejando escapar un jadeo.
-¿Ligueros?-sonreí-. ¿Llevas ese tipo de ropa interior incluso bajo tu ropaje de guerrera?
-¿Qué otra cosa sino? Me gustan-respondió, riendo. Me acerqué al borde de la cama, me puse de pie y me quité los pantalones sin apartar los ojos de su cuerpo, cuando estuvimos en igualdad de condiciones se acercó, me senté al borde de la cama con ella encima-. Faye Vesper...-dijo, mordió mi labio inferior, susurrando un-: Mía....
Me levanté un poco para acostarla en la cama, no despegué mi boca de la suya, tenía hambre de ella.
-Te estás conteniendo-susurré contra su boca, tocando su coño por encima de sus negras braguitas.
-Si no lo hago esto puede salir muy mal-sonrió. Estiré su labio inferior con los dientes, y sin aviso metí un dedo en ella-. Joder....
-Vaya con la modosita-reí. Salí y volví a entrar, despacio como lo había pedido, era necesario encontrar la intensidad justa que debíamos llevar para no despertar el otro lado al que tanto le teme al estar conmigo. Metí un dedo más, esta vez gimió en mi boca-. Dime qué quieres, Sahar, dime qué tan rápido.....
No pude evitar sonreír con tan delicioso comienzo, habíamos logrado que saliera bien, y a pesar de lo reventada que estaba disfruté el dolor corporal sólo con verla a ella acostada a mi lado. ¿Dormitar? No, no creí que estuviese durmiendo, sólo se vivía el silencio que nos rodeaba mientras sentía mi caricia.
Sahar no había exagerado, su aguante no se podía comparar al mío o al de ningún humano, por algo dijo desde el principio ir despacio y no era sólo por protegerme de su otro lado. De ser por ella aún ahorita estaríamos follando, pero con mi último orgasmo vio el cansancio en mí y me pidió tregua para luego obligarme a dormir. Cómo quería darle más de mí en ese aspecto, pese a que sabía que había quedado satisfecha, quería darle más.
-¿Es esa una provocación?-pregunté, escuché e imaginé su sonrisa-. No has dormido-suspiré.
-Es porque no estoy cansada, no acostumbro a dormir mucho tampoco. Lo más que lo he hecho es cuando estás conmigo-confesó. Se giró y me observó-. Tú sí que dormiste, estabas tan quieta, ¿no pasó nada malo anoche? ¿No te hice daño o fui muy dura contigo?
Se la veía claramente preocupada por el particular, hice un gesto negativo con la cabeza.
-No pasó nada malo, lo hicimos bien, nunca había sentido tanto, ni tan soberanamente intenso-dije, siendo muy honesta. No le escondía nada, fue muy atenta conmigo, aún sentía sus caricias y besos como si justo lo estuviésemos haciendo de nuevo. Comencé a creer que era un efecto post sexo que sólo ella provocaba-. Y dura, conmigo, puedes serlo siempre-añadí, buscando provocarla sin ninguna sutileza de por medio.
Dejó escapar una sonrisa, y se incorporó para besarme.
Sus labios se encontraron con los míos alborotando las ganas.
Adoraba su forma de besarme. Suave. Casto. Y luego me follaba la boca, asaltándola con su lengua.
Adoraba su posesión en cada beso que me daba.
La adoraba.
Mordiéndose el labio inferior se separó de mí y volvió a darme la espalda. Llegué a ver un atisbo de tristeza en su rostro, algo le estaba jodiendo el día y se había cerrado en banda; recorrí su espalda con mis dedos, y di el primer paso.
-Háblame-dije. Con Sahar tenía que ser paciente, había que sacarle lo que le preocupaba o atormentaba con cucharilla-. Sé que no sabes cómo actuar en ciertas situaciones, si te sientes confundida sobre algo no dudes en expresármelo; antes no tenías que lidiar con cosas que te atormentaran, importaran o preocuparan porque sólo te enfocabas en ordenar, aprender y obedecer. En tu mundo no existían emociones.-Otra persona en nuestra situación no tendría tanta paciencia con estas idas y venidas, lo sé, yo suelo ser así y a mí no me la tuvieron-. ¿Acaso he sido yo la que ha fallado?
-No digas tonterías.-Me dio la cara, se había acostado boca arriba y me miraba con ternura rayando en la adoración-. Anoche hubo un momento en el que casi me perdí, el control se me fue por escasos segundos pero conociéndome pudo ser el tiempo suficiente para herirte o peor.
Eso explicaba el momento en el que dejó de besarme, sus ojos rojos... El brillo rojo.
-Lo importante es que recuperaste el sentido y no te dejaste guiar por el otro lado-le dije. Deposité un beso en su frente y volví a mi lugar dándole el espacio que creí, necesitaba-. Lo hicimos bien, Sahar, lo superamos sin mayores percances. Salvo por mis dolores en cada músculo de mi cuerpo, me duele hasta respirar, pero es un dolor bueno-sonreí, sus labios dibujaron una sonrisa también, aunque efímera.
Adoraba su forma de besarme. Suave. Casto. Y luego me follaba la boca, asaltándola con su lengua.
Adoraba su posesión en cada beso que me daba.
La adoraba.
Mordiéndose el labio inferior se separó de mí y volvió a darme la espalda. Llegué a ver un atisbo de tristeza en su rostro, algo le estaba jodiendo el día y se había cerrado en banda; recorrí su espalda con mis dedos, y di el primer paso.
-Háblame-dije. Con Sahar tenía que ser paciente, había que sacarle lo que le preocupaba o atormentaba con cucharilla-. Sé que no sabes cómo actuar en ciertas situaciones, si te sientes confundida sobre algo no dudes en expresármelo; antes no tenías que lidiar con cosas que te atormentaran, importaran o preocuparan porque sólo te enfocabas en ordenar, aprender y obedecer. En tu mundo no existían emociones.-Otra persona en nuestra situación no tendría tanta paciencia con estas idas y venidas, lo sé, yo suelo ser así y a mí no me la tuvieron-. ¿Acaso he sido yo la que ha fallado?
-No digas tonterías.-Me dio la cara, se había acostado boca arriba y me miraba con ternura rayando en la adoración-. Anoche hubo un momento en el que casi me perdí, el control se me fue por escasos segundos pero conociéndome pudo ser el tiempo suficiente para herirte o peor.
Eso explicaba el momento en el que dejó de besarme, sus ojos rojos... El brillo rojo.
-Lo importante es que recuperaste el sentido y no te dejaste guiar por el otro lado-le dije. Deposité un beso en su frente y volví a mi lugar dándole el espacio que creí, necesitaba-. Lo hicimos bien, Sahar, lo superamos sin mayores percances. Salvo por mis dolores en cada músculo de mi cuerpo, me duele hasta respirar, pero es un dolor bueno-sonreí, sus labios dibujaron una sonrisa también, aunque efímera.
-Eres muy buena conmigo-dijo. Negué con la cabeza.
-Tengo segundas intenciones, mi bondad tiene un precio-bromeé.
Enseguida soltó una carcajada, me gustó mucho que se relajara. Aunque duró poco pues la vi fruncir el ceño, pensativa.
-¿Quién es Amanda?-inquirió. La pregunta me tomó desprevenida, no pude disimular mi sorpresa, no dio tiempo a hacerlo-. ¿Una antigua novia?
Podía haber mentido, y también pude haberle dicho la verdad: Es tu hermana mayor de la que tu padre no quiere que sepas. Pero opté por algo más, por mi verdad omitiendo la parte que Circe me pidió guardar en secreto, y me mataba tener que ocultarle una información tan importante. Con ella no quería secretos, quería decirle todo lo que pasaba por mi mente porque sabía que era importante para nosotras, en especial para ella que era nueva en esto de relacionarse a un nivel tan íntimo con otra persona.
-Es quien hizo el trabajo sucio por Viktor Strauss-respondí-. Es quien asesinó a mi familia, yo....-Allí estuve tentada a escupir todo, y arruinar todo el asunto del encuentro entre ellas, porque apoyaba a su padre en el tema de que Amanda no sería una buena influencia para Sahar, pero Sahar no merecía ser alejada más tiempo de ella. Por muy mala que pueda llegar a ser, Amanda era su hermana y era Sahar quien debía decidir si tenerla en su vida o no-....la vi saliendo de casa de mis padres, y luego en el funeral que Viktor organizó. Era rubia, no parecía una asesina, tenía más pinta de modelo.
-Vuestros gobiernos pueden llegar a usar a modelos como asesinas-dijo. Creí que bromeaba, pero al ver lo seria que se puso cambié de opinión, después de todo ella y su clan tenían más información que yo sobre los gobiernos del exterior-. ¿Cómo supiste su nombre?
-Vi su foto en periódicos, la reconocí.-Y no era mentira, su padre tenía toda una carpeta de recortes y fotografías-. ¿De dónde sacaste tú su nombre?-pregunté, extrañada.
-Lo dijiste cuando estabas dormida hace rato, soñabas, al principio fue como una pesadilla y cuando iba a despertarte te calmaste.-Había estado observándome mientras dormía, sonreí-. También mencionaste su nombre durante la fiebre que te provocó la bebida, tras la discusión con mi padre olvidé preguntar.-Miró hacia el techo, humedeció sus labios, una manía que le había pillado, y después de unos minutos volvió a hablar-: Investigaré más sobre esa mujer, voy a encontrarla y la pondré ante ti. Haré que pague, haré que Viktor pague; te prometí una venganza y te la voy a cumplir. Por ahora...
-Lo sé, debo aplacar mi odio.-Volvió su rostro hacia mí-. ¿Serías capaz de hacer tanto por mí? Lo veo, te escucho y no quiero que sigas ese camino, Sahar. Siento que tu padre te ha usado como un arma toda tu vida, y no es justo para ti que yo apoye la decisión de ir a por ésta gente sólo por mí.
-Haré lo que sea por ti, lo que me pidas, lo que quieras sólo pídelo y lo haré, sólo pídelo y lo tendrás, Vesper. Por que estés feliz, por que estés tranquila, haré lo que sea; tus necesidades son mías, tu felicidad es la mía, tu paz, todo.
La amaba, y sería capaz de hacer lo mismo por ella. La adoración en su mirada me hizo emocionarme, sentía como mi corazón latía fuerte, saltaba al oír su voz como si supiera que su dueña estaba allí cerquita.
Sahar se levantó envuelta en la sábana, me senté en la cama.
-Tengo un presente para ti-dijo caminando hacia el armario.
-¿A qué se debe? Yo no traje nada para ti.
-Me has dado suficiente-comentó, volviendo un poco su rostro sobre su hombro, vi su sonrisa traviesa.
Su espalda estaba libre de cicatrices, y ni una marca de los arañazos que le dejé, reí por lo bajo. Obvio que sana sola.
-No serán unas copias de las llaves de este palacio, ¿no?-aventuré. Escucharme decir aquello me produjo más satisfacción que nervios, conozco personas, y me incluyo, que correrían de sólo pensar en esa posibilidad, pero con Sahar ese tipo de conversación y bromas resultaban sencillas, salían de forma espontánea.
-¿Es lo que hacen en el exterior?-preguntó, sacando un objeto alargado dentro de una bolsa de tela negra que tenía la misma forma del objeto que llevaba dentro.
-Dar las llaves de un palacio no, tendrías que ser de la realeza o algo así-reí, aunque curiosa por lo que traía en sus manos-. Si una pareja lleva años de relación es lo normal, nosotras no tenemos nada de normales.
Sahar se sentó al borde de la cama, me acerqué más a ella.
-¿Te gustaría vivir aquí?-preguntó, estudiándome el rostro con su mirada, supe que le gustaba mirar a la cara de la gente cuando hablaba, posiblemente para identificar las distintas expresiones y medir el estado de ánimo. Por lo general lo que las personas dicen no coinciden con la expresión que muestra el rostro, debías ser muy buen actor-. Si quieres unas llaves de este palacio ordenaré que hagan copias.
-Era broma, pero definitivamente, lo nuestro no es nada normal-le dije. La besé en la mejilla y me interesé en el objeto-. ¿Qué es eso?
Me lo extendió, lo cogí y noté su peso. Sin quitar la mirada de Sahar lo saqué de su bolsa.
-¡Santa mierda!-exclamé, atónita por lo que sostenía en mis manos, la bolsa cayó en mi regazo-. ¿Una espada?
La funda era plateada, la empuñadura también, ésta empezaba con la cabeza de un dragón cuya cola envolvía el mango y hasta donde iniciaba la filosa hoja negra que además, a contra luz, relucía en un rojo escarlata.
-¿Te gusta?-preguntó, mirando mi rostro.
Yo no sabía qué decir, ¿si me gustaba? Era poco, la espada era preciosa, la encontraba poderosa, la sentía poderosa en mis manos.
-Es fascinante... Yo.... ¿De dónde la sacaste?
-La mandé a hacer ayer después de la reunión y antes de venir aquí, como mi padre te aceptó ya en el clan pensé que debías tener un arma propia. Si no es de tu agrado puedes hacer un cambio, modificarla, o como te plazca, es tuya; no me gustaría imponerte nada.
Siempre formal, educada.
Una espada, su arma favorita era la espada y se le daba de miedo manejarla, entonces recordé unas palabras que me hicieron sonreír.
-¿Y esa sonrisa?-preguntó, sin comprender.
-La provocas tú-respondí-. ¿Recuerdas cuando tu madre me llevó a verte entrenar?-Ella asintió-. ¿Recuerdas que te dije que manejabas muy bien la espada?-Sahar volvió a repetir el gesto-. Dijiste que habías nacido con una espada en la mano, que habías aprendido a manejarla antes que caminar y hablar. Dijiste que la elegirías mil veces, que era tu arma favorita. Dijiste que yo sería tu espada.
Pasé mis dedos por la hoja.
-Esto es simbólico-susurré-. Yo te protejo y tú me proteges. Me elegirías mil veces.
-Infinitas veces, Faye.
-¿Cómo hicieron algo así de hermoso en un día?-sonreí.
-Ordené que se le diera prioridad y no me marché hasta que estuviera lista. El hacedor de armas tardó tres horas, usó un material especial para fabricarla, es una espada gemela con la mía-explicó, su mano estaba sobre la mía, jugueteaba con mis dedos-. ¿Ves el brillo a contra luz?-Asentí-. Es mi sangre.
-Eso es retorcido-bromeé, poniendo la espada a contra luz.
Ella rió.
-Tiene su por qué.
-Explícame, Princesa Hassassin.
-Si alguna vez nos toca ir por caminos separados en alguna misión, quiero que sepas que voy contigo, que te cuido, que nada ni nadie llegará a tocarte, ni a lastimarte. Siempre voy a estar a tu lado, nunca te abandonaré.
Devolví la espada a su funda y la metí en la bolsa de tela, la dejé con sumo cuidado en el piso, cada movimiento sin apartar mis ojos de los de ella. Y lo supo, adivinó lo que pensaba, humedeció sus labios y sonrió, sus ojos cambiaron; se acercó despacio a mí, besó mis labios y fui echándome hacia atrás hasta quedar acostada con su cuerpo pegado a mi costado, entrelazando nuestras manos, siendo una en el beso.
El camino de regreso no fue igual de silencioso que el de ida, conversamos y reíamos de cuanta tontería se le podía ocurrir a Faye. Tenía anécdotas muy simpáticas, era muy unida a su familia pero su alma era salvaje, buscaba la aventura, amaba viajar.
No sabíamos qué hora era cuando empezamos el trayecto rumbo a palacio, por la posición del sol le aseguré que eran las tres de la tarde, ella se burló.
-Como sigas de burlona conmigo no volveré a dejar que me beses-le advertí.
-¿Quién es adicta a los besos de quién? ¿Quieres apostar a que eres tú quien me busca?-siguió el juego.
-No hago esas cosas.
-¿El qué? ¿Buscar? ¿Prefieres que te rueguen? Habló la arrogancia.
-No soy arrogante, y me refería a que no hago apuestas.
-No serás arrogante a próposito pero bien que se te da, y me fascina.
Con esas palabras dio por terminada la discusión.
No sabría explicar lo que se arremolinaba en mi pecho, lo que corría por mi cuerpo como electricidad cuando la tenía cerca. La presencia de Faye no pasaba inadvertida para nadie, se hacía notar, iluminaba el lugar donde entrara.
Desayunamos juntas en la cama, en la cocina ya había dejado algunas cosas del día anterior cuando fui a ver el palacio. Con ella allí no sentía tristeza; tenerla entre mis brazos experimentando todo a un nivel distinto a cuando sólo era sexo-y ya entonces eran fuertes las sensaciones-me hizo darme cuenta que sin ella ya no podría estar. Era amor, esto era amor, al fin lo sentía en carne propia.
Y recordaba todo, sus gemidos, sus palabras, sus caricias, la expresión de su rostro ante el placer que yo le proporcionaba. Cada detalle lo recordaba. Por lo general entraba como en un trance y al terminar no sabía de mí, y las escenas de lo ocurrido se repartían en fragmentos inconexos; con Faye no ocurrió, a ella la recordaba, y las imágenes de lo que vivimos eran nítidas.
Poco faltó para dejar que el violento instinto, la sed de sangre, me abrazara. Casi le hago daño, me di cuenta a tiempo de que era su cuerpo el que estaba bajo el mío y paré.
En esos momentos el instinto me ciega, las ganas son más altas, la sangre me hierve y sólo busco saciarme yo. El yo, yo, yo es quien gobierna, lo que le pase a mi amante poco importa.
La miré de reojo antes de entrar a los terrenos de palacio, se le veía feliz. Y me lo transmitió con un guiño de ojo al notar mi mirada sobre ella. Entonces pasó, apenas bajamos de los caballos Drako vino a nuestro encuentro con una enorme sonrisa en la boca, y Faye..... Faye dio un paso al frente y cayó de rodillas. La sonrisa de Drako desapareció, solté las riendas del caballo y me acerqué corriendo a Faye, me arrodillé frente a ella y tomé su cara entre mis manos, estaba helada, una sombra negra rodeaba sus ojos.
-Faye....-musité. No cabía en mí del miedo, Drako se situó a mi lado-. ¡Faye, mírame!-exclamé cuando la vi cerrar los ojos, de su nariz empezó correr sangre-. No... No...No....
-¡Drako, cárgala y llévala al dormitorio de Sahar!-oí gritar a mi madre.
Drako hizo lo que se le ordenó, ambas fuimos tras él. Ante las escaleras mi padre me detuvo, no me giré.
-¿Cuando entenderás que no eres normal, que tu lugar está en vivir en la soledad, que haces daño, matas a las personas?-dijo.
-Tengo segundas intenciones, mi bondad tiene un precio-bromeé.
Enseguida soltó una carcajada, me gustó mucho que se relajara. Aunque duró poco pues la vi fruncir el ceño, pensativa.
-¿Quién es Amanda?-inquirió. La pregunta me tomó desprevenida, no pude disimular mi sorpresa, no dio tiempo a hacerlo-. ¿Una antigua novia?
Podía haber mentido, y también pude haberle dicho la verdad: Es tu hermana mayor de la que tu padre no quiere que sepas. Pero opté por algo más, por mi verdad omitiendo la parte que Circe me pidió guardar en secreto, y me mataba tener que ocultarle una información tan importante. Con ella no quería secretos, quería decirle todo lo que pasaba por mi mente porque sabía que era importante para nosotras, en especial para ella que era nueva en esto de relacionarse a un nivel tan íntimo con otra persona.
-Es quien hizo el trabajo sucio por Viktor Strauss-respondí-. Es quien asesinó a mi familia, yo....-Allí estuve tentada a escupir todo, y arruinar todo el asunto del encuentro entre ellas, porque apoyaba a su padre en el tema de que Amanda no sería una buena influencia para Sahar, pero Sahar no merecía ser alejada más tiempo de ella. Por muy mala que pueda llegar a ser, Amanda era su hermana y era Sahar quien debía decidir si tenerla en su vida o no-....la vi saliendo de casa de mis padres, y luego en el funeral que Viktor organizó. Era rubia, no parecía una asesina, tenía más pinta de modelo.
-Vuestros gobiernos pueden llegar a usar a modelos como asesinas-dijo. Creí que bromeaba, pero al ver lo seria que se puso cambié de opinión, después de todo ella y su clan tenían más información que yo sobre los gobiernos del exterior-. ¿Cómo supiste su nombre?
-Vi su foto en periódicos, la reconocí.-Y no era mentira, su padre tenía toda una carpeta de recortes y fotografías-. ¿De dónde sacaste tú su nombre?-pregunté, extrañada.
-Lo dijiste cuando estabas dormida hace rato, soñabas, al principio fue como una pesadilla y cuando iba a despertarte te calmaste.-Había estado observándome mientras dormía, sonreí-. También mencionaste su nombre durante la fiebre que te provocó la bebida, tras la discusión con mi padre olvidé preguntar.-Miró hacia el techo, humedeció sus labios, una manía que le había pillado, y después de unos minutos volvió a hablar-: Investigaré más sobre esa mujer, voy a encontrarla y la pondré ante ti. Haré que pague, haré que Viktor pague; te prometí una venganza y te la voy a cumplir. Por ahora...
-Lo sé, debo aplacar mi odio.-Volvió su rostro hacia mí-. ¿Serías capaz de hacer tanto por mí? Lo veo, te escucho y no quiero que sigas ese camino, Sahar. Siento que tu padre te ha usado como un arma toda tu vida, y no es justo para ti que yo apoye la decisión de ir a por ésta gente sólo por mí.
-Haré lo que sea por ti, lo que me pidas, lo que quieras sólo pídelo y lo haré, sólo pídelo y lo tendrás, Vesper. Por que estés feliz, por que estés tranquila, haré lo que sea; tus necesidades son mías, tu felicidad es la mía, tu paz, todo.
La amaba, y sería capaz de hacer lo mismo por ella. La adoración en su mirada me hizo emocionarme, sentía como mi corazón latía fuerte, saltaba al oír su voz como si supiera que su dueña estaba allí cerquita.
Sahar se levantó envuelta en la sábana, me senté en la cama.
-Tengo un presente para ti-dijo caminando hacia el armario.
-¿A qué se debe? Yo no traje nada para ti.
-Me has dado suficiente-comentó, volviendo un poco su rostro sobre su hombro, vi su sonrisa traviesa.
Su espalda estaba libre de cicatrices, y ni una marca de los arañazos que le dejé, reí por lo bajo. Obvio que sana sola.
-No serán unas copias de las llaves de este palacio, ¿no?-aventuré. Escucharme decir aquello me produjo más satisfacción que nervios, conozco personas, y me incluyo, que correrían de sólo pensar en esa posibilidad, pero con Sahar ese tipo de conversación y bromas resultaban sencillas, salían de forma espontánea.
-¿Es lo que hacen en el exterior?-preguntó, sacando un objeto alargado dentro de una bolsa de tela negra que tenía la misma forma del objeto que llevaba dentro.
-Dar las llaves de un palacio no, tendrías que ser de la realeza o algo así-reí, aunque curiosa por lo que traía en sus manos-. Si una pareja lleva años de relación es lo normal, nosotras no tenemos nada de normales.
Sahar se sentó al borde de la cama, me acerqué más a ella.
-¿Te gustaría vivir aquí?-preguntó, estudiándome el rostro con su mirada, supe que le gustaba mirar a la cara de la gente cuando hablaba, posiblemente para identificar las distintas expresiones y medir el estado de ánimo. Por lo general lo que las personas dicen no coinciden con la expresión que muestra el rostro, debías ser muy buen actor-. Si quieres unas llaves de este palacio ordenaré que hagan copias.
-Era broma, pero definitivamente, lo nuestro no es nada normal-le dije. La besé en la mejilla y me interesé en el objeto-. ¿Qué es eso?
Me lo extendió, lo cogí y noté su peso. Sin quitar la mirada de Sahar lo saqué de su bolsa.
-¡Santa mierda!-exclamé, atónita por lo que sostenía en mis manos, la bolsa cayó en mi regazo-. ¿Una espada?
La funda era plateada, la empuñadura también, ésta empezaba con la cabeza de un dragón cuya cola envolvía el mango y hasta donde iniciaba la filosa hoja negra que además, a contra luz, relucía en un rojo escarlata.
-¿Te gusta?-preguntó, mirando mi rostro.
Yo no sabía qué decir, ¿si me gustaba? Era poco, la espada era preciosa, la encontraba poderosa, la sentía poderosa en mis manos.
-Es fascinante... Yo.... ¿De dónde la sacaste?
-La mandé a hacer ayer después de la reunión y antes de venir aquí, como mi padre te aceptó ya en el clan pensé que debías tener un arma propia. Si no es de tu agrado puedes hacer un cambio, modificarla, o como te plazca, es tuya; no me gustaría imponerte nada.
Siempre formal, educada.
Una espada, su arma favorita era la espada y se le daba de miedo manejarla, entonces recordé unas palabras que me hicieron sonreír.
-¿Y esa sonrisa?-preguntó, sin comprender.
-La provocas tú-respondí-. ¿Recuerdas cuando tu madre me llevó a verte entrenar?-Ella asintió-. ¿Recuerdas que te dije que manejabas muy bien la espada?-Sahar volvió a repetir el gesto-. Dijiste que habías nacido con una espada en la mano, que habías aprendido a manejarla antes que caminar y hablar. Dijiste que la elegirías mil veces, que era tu arma favorita. Dijiste que yo sería tu espada.
Pasé mis dedos por la hoja.
-Esto es simbólico-susurré-. Yo te protejo y tú me proteges. Me elegirías mil veces.
-Infinitas veces, Faye.
-¿Cómo hicieron algo así de hermoso en un día?-sonreí.
-Ordené que se le diera prioridad y no me marché hasta que estuviera lista. El hacedor de armas tardó tres horas, usó un material especial para fabricarla, es una espada gemela con la mía-explicó, su mano estaba sobre la mía, jugueteaba con mis dedos-. ¿Ves el brillo a contra luz?-Asentí-. Es mi sangre.
-Eso es retorcido-bromeé, poniendo la espada a contra luz.
Ella rió.
-Tiene su por qué.
-Explícame, Princesa Hassassin.
-Si alguna vez nos toca ir por caminos separados en alguna misión, quiero que sepas que voy contigo, que te cuido, que nada ni nadie llegará a tocarte, ni a lastimarte. Siempre voy a estar a tu lado, nunca te abandonaré.
Devolví la espada a su funda y la metí en la bolsa de tela, la dejé con sumo cuidado en el piso, cada movimiento sin apartar mis ojos de los de ella. Y lo supo, adivinó lo que pensaba, humedeció sus labios y sonrió, sus ojos cambiaron; se acercó despacio a mí, besó mis labios y fui echándome hacia atrás hasta quedar acostada con su cuerpo pegado a mi costado, entrelazando nuestras manos, siendo una en el beso.
El camino de regreso no fue igual de silencioso que el de ida, conversamos y reíamos de cuanta tontería se le podía ocurrir a Faye. Tenía anécdotas muy simpáticas, era muy unida a su familia pero su alma era salvaje, buscaba la aventura, amaba viajar.
No sabíamos qué hora era cuando empezamos el trayecto rumbo a palacio, por la posición del sol le aseguré que eran las tres de la tarde, ella se burló.
-Como sigas de burlona conmigo no volveré a dejar que me beses-le advertí.
-¿Quién es adicta a los besos de quién? ¿Quieres apostar a que eres tú quien me busca?-siguió el juego.
-No hago esas cosas.
-¿El qué? ¿Buscar? ¿Prefieres que te rueguen? Habló la arrogancia.
-No soy arrogante, y me refería a que no hago apuestas.
-No serás arrogante a próposito pero bien que se te da, y me fascina.
Con esas palabras dio por terminada la discusión.
No sabría explicar lo que se arremolinaba en mi pecho, lo que corría por mi cuerpo como electricidad cuando la tenía cerca. La presencia de Faye no pasaba inadvertida para nadie, se hacía notar, iluminaba el lugar donde entrara.
Desayunamos juntas en la cama, en la cocina ya había dejado algunas cosas del día anterior cuando fui a ver el palacio. Con ella allí no sentía tristeza; tenerla entre mis brazos experimentando todo a un nivel distinto a cuando sólo era sexo-y ya entonces eran fuertes las sensaciones-me hizo darme cuenta que sin ella ya no podría estar. Era amor, esto era amor, al fin lo sentía en carne propia.
Y recordaba todo, sus gemidos, sus palabras, sus caricias, la expresión de su rostro ante el placer que yo le proporcionaba. Cada detalle lo recordaba. Por lo general entraba como en un trance y al terminar no sabía de mí, y las escenas de lo ocurrido se repartían en fragmentos inconexos; con Faye no ocurrió, a ella la recordaba, y las imágenes de lo que vivimos eran nítidas.
Poco faltó para dejar que el violento instinto, la sed de sangre, me abrazara. Casi le hago daño, me di cuenta a tiempo de que era su cuerpo el que estaba bajo el mío y paré.
En esos momentos el instinto me ciega, las ganas son más altas, la sangre me hierve y sólo busco saciarme yo. El yo, yo, yo es quien gobierna, lo que le pase a mi amante poco importa.
La miré de reojo antes de entrar a los terrenos de palacio, se le veía feliz. Y me lo transmitió con un guiño de ojo al notar mi mirada sobre ella. Entonces pasó, apenas bajamos de los caballos Drako vino a nuestro encuentro con una enorme sonrisa en la boca, y Faye..... Faye dio un paso al frente y cayó de rodillas. La sonrisa de Drako desapareció, solté las riendas del caballo y me acerqué corriendo a Faye, me arrodillé frente a ella y tomé su cara entre mis manos, estaba helada, una sombra negra rodeaba sus ojos.
-Faye....-musité. No cabía en mí del miedo, Drako se situó a mi lado-. ¡Faye, mírame!-exclamé cuando la vi cerrar los ojos, de su nariz empezó correr sangre-. No... No...No....
-¡Drako, cárgala y llévala al dormitorio de Sahar!-oí gritar a mi madre.
Drako hizo lo que se le ordenó, ambas fuimos tras él. Ante las escaleras mi padre me detuvo, no me giré.
-¿Cuando entenderás que no eres normal, que tu lugar está en vivir en la soledad, que haces daño, matas a las personas?-dijo.
Ese final cambió todo halo romántico, todo ese amor expresado con tanta simpleza cuando dos enamorados se bastan con solo tenerse. Y yo también me he sorprendido, una guerrera con liguero, no conozco otra que sea así de sexy ;)
ResponderEliminarBesos dulces Señorita escritora y dulce fin de semana.
Creo es el capítulo es que les debías a las amantes, ya era hora de que ese encuentro se produjera. Encuentro que nos contaste en forma poetica, es literatura de primer nivel, comparable a la gran literatura.
ResponderEliminarNo es poco hallazgo que Sahar use ropa sugestiva debajo de esa ropa de guerrera. Representa su personalidad, en el exterior y en su interior, que Faye conoce muy bien, muy intimamente. Creo que es un interesante simbolismo.
Y Faye se desmaya al final. Y Caín se mete para molestar, pretendiendo que su hija este sola. Un desolador castigo para una immortal. algo que el mismo no hace, no sólo por su relación con Circe, sino porque estuvo con una mortal.
Que tengas un fin de semana de lo mejor.
Besos.
Introduces los sentimientos que sólo mostramos en la intimidad. Escenas maravillosas donde la dulzura capitanea y los pensamientos contradictorios se arremolinan.
ResponderEliminarMe ha encantado tu entrada con un giro final... Suspense.
Te felicito, mi querida Ivel.
Mil besitos, bonita.
Muy bonita manera de expresar amor. Un placer conocer tu blog. AMOR es AMOR en cualquier idioma o circunstancia. Saludos desde Puerto Rico.
ResponderEliminarHe escogido el silencio de esta madrugada, quizá por la magia que la envuelve debido a la fecha que es…para seguir enlazando mi tiempo de lectura y disfrute, a tu fascinante historia…
ResponderEliminarNo sé si ya tenías el enlace a pie de texto para retroceder a los capítulos anteriores, pero me ha venido muy bien para ir poniéndome al día ;-)
En cuanto a la primera parte de este capítulo, tengo que decirte que he leído pura y dura poesía inmersa en una exquisita sensualidad… Tienes un don especial para narrar, querida, Ivel…
Y bueno… Qué decir de tan hermoso y significativo regalo (te cuento… que ya tengo fecha para hacerme mi primer tattoo… va a ser una espada, muy del tema que tú has descrito, y algún que otro símbolo que para mí es mi “tótem”…) Shhh… ;-)
Y una vez más…el corazón en un puño y bañado en suspense…
Te leo…querida amiga…
Bsoss y cariños...de “Halloween”!! ♥
Parabéns pelo blog!!!
ResponderEliminarVirei fã!!