Ivel
Finalizado su discurso la música empezó a sonar, y Azazel se acercó a una mesa a la que mi madrastra estaba sentada con otros invitados, mi hermana rió.
-Creo que la Reina insufrible hizo algo que disgustó a padre porque no se lo ve muy feliz-comentó sentándose en la silla que estaba a mi lado-. Por cierto Azazel vendrá en cualquier momento con Lord Pendragón para presentárnoslo-informó-. ¿Iv? ¿Me estás escuchando?
-Por supuesto-respondí desviando la mirada del Conde. Murdock llevaba un antifaz que le cubría la mitad del rostro, sonrió y miró a Illya.
-Tú y el Conde Alone se comen con la mirada, disimulen-dijo Azana.
Lo apodaban Alone entre los subordinados de mi padre porque trabajaba en solitario.
-Imaginas cosas-repliqué arreglando el brazalete que ella le había obsequiado a Illya, a mi niña se le había desabrochado.
Azana había ido a cambiar su vestido por uno más escotado, los hombres la observaban y Gaspard se dio cuenta, le besó el hombro derecho y la acercó más a él. Azana sonrió, no era que le molestara lo coqueta que era mi hermana más bien parecía un juego entre ambos.
Padre le presentó el Lord a Sýbill, luego se acercó a nosotros al mismo tiempo en que Murdock lo hacía, la música sonaba al fondo y habían parejas tomando la pista, era un precioso vals. Murdock me extendió su mano ante la dubitativa mirada de mi hermana y mi padre, vi a Illya y a Dussollier sonreír, Gaspard se sorprendió.
Acepté la invitación de mi marido, lo acompañé al centro donde las parejas bailaban y él me hizo dar una vuelta para luego acercarme a su cuerpo. No habíamos roto el contacto visual y a ninguno nos importaba la presencia de Azazel y que posiblemente sospecharía que yo sabía quién se ocultaba tras la máscara, o que al finalizar la noche reprendiera a Murdock por acercarse a mí.
Nos perdimos en nuestro mundo, ignoramos el exterior.
-Sabes que algo no cuadra aquí, ¿verdad?-susurré.
-Es sólo un baile, no te estoy follando-sonrió-. Debo tener permitido este tipo de baile contigo, aquí tu padre no puede hacernos nada porque no estamos haciendo nada malo. Aunque....-Se quedó pensativo y deslizó su mano por mi espalda, situándola un poco más abajo-....follarte no es hacerte un mal, ¿o sí?-me susurró al oído.
Su comentario me hizo reír.
-¿Por qué viniste hacia mí?-pregunté.
-No sé, fue la música, un impulso. Y que esta noche no quiero fingir, esta noche eres mía; en medio del mar de caretas yo me quito la mía, amor.
Azana
-Esto no está bien-susurré viendo la expresión en el rostro de mi padre.
-Este es, por mucho, el baile más tenso en el que he estado-comentó mi esposo.
-Gaspard, por favor.
La tensión en aquel recinto se podía cortar con un bisturí, todos sabíamos que la escena de Ivel y el Conde bailando era una invitación a que el Rey Grigori explotara de cólera. Gaspard me había comentado que el Conde pretendía a mi hermana pero como yo había sido testigo, en las pocas veces en que coincidíamos, de la hostilidad existente cuando estaban cerca el uno del otro no le di mucha importancia hasta esta noche cuando los vi coqueteando; aunque Ivel dijera lo contrario ellos tenían algo y ya no pudieron mantenerlo en silencio.
Mi padre parecía evitar por todos los medios que el Conde e Ivel se encontraran. Y el Conde, estaba segura de que había recibido la orden de Azazel de no acercarse a mi hermana, orden que esta noche incumplía abiertamente.
Padre nos presentó a Lord Pendragón, sin perder detalle de lo que pasaba en la pista, no iba a dejar que continuara.
Observé a Illya y a Dussollier que cuchicheaban sonriendo y viéndolos bailar. Volví a mirar al Conde, su sonrisa, la mirada tras el antifaz, y vi a Illya de nuevo.
-Dios mío-susurré recordando lo que Ivel estuvo a punto de decirme en la tarde antes de contarle sobre mi encuentro con Amelia. Murdock estaba vivo.
Azazel se acercó a la pareja y con una amable sonrisa le pidió al Conde que le cediera a su hija para bailar con ella. Quien yo sabía que era Murdock tuvo el descaro de besar la mano de mi hermana con mi padre cerca y luego se marchó.
Seguí al enmascarado con la mirada, hice amago de levantarme pero Gaspard me detuvo.
-Tranquila, zi'yee, habla luego con tu hermana que ahora no es el momento de actuar con impulsividad-aconsejó.
Lord Pendragón tenía la mirada puesta en mi padre e Ivel.
El hombre era guapo con ganas, miré de reojo a mi marido que enarcó una ceja.
-Eres mi favorito-sonreí. Besó mis labios y sonrió-. Veo pero no toco.
-Tú haces que vean y toquen si así lo quieres-me susurró al oído, paseó su mano por el interior de mi muslo-. Eres Bendita Lujuria, zi'yee.-Mordió el lóbulo de mi oreja.
-Aquí no-reí. Puso su mano sobre la mesa, me guiñó un ojo aflojándose la corbata-. No es fácil ser un Pecado Capital e ignorarlo toda la vida, ¿sabes?-Le devolví el guiño-. Me preocupan esos dos-dije mirando a mi padre y a Ivel-, lo que sea que Azazel le esté diciendo comienza a cabrearla.
-Si vas allá puedes empeorarlo, debes aprender que tu hermana es muy capaz de defenderse sola, Azana.
-Lo sé, pero conoces su prontuario.
-Ya nada puede hacer que se descarrile, si la tiene a ella-susurró mirando a Illya que hablaba animadamente con Dussollier.
Era cierto que Murdock y luego sí, Illya, habían significado un drástico cambio en mi hermana. Así como enterarnos que fuimos fichas movidas al antojo de Dios, y que cada miembro de nuestra familia paterna tenía la palabra Hereje tatuada en la frente.
Hubo una época en la que Ivel se descarrió y temía que algo así se repitiera.
Ivel
-¿Te diviertes, pequeña?-me preguntó padre después de un rato de baile. Lo raro es que no me inquietó ni un poco cuando se acercó a Murdock y a mí para pedirme bailar con la intención de separarme del Conde, no me inquietó porque era justo lo que buscábamos mi marido y yo, inquietarlo a él.
-Contaba los segundos a la espera de que vinieras a interrumpirnos-respondí sin titubear-. Te faltó tiempo, Excelencia. ¿Qué tiene ese al que llaman Alone que ni siquiera puedo bailar con él? Al paso que vamos terminará prohibiéndome respirar, padre-dije para ver si captaba que el comentario iba por lo del atentado y que sospechaba de él.
-Supuse que odiabas su sadismo, al asesino en él-dijo después de asentir con una sonrisa en los labios-. Creí que te caía mal. Ahora soy yo quién pregunta ¿qué cambió?
-Me trajo recuerdos, no sé-sonreí jugando con Azazel.
Él miró a Sýbill, ésta enarcó una ceja.
Mi madrastra debió ver a Murdock salir de mi dormitorio o alguno de sus espías dentro de Palacio debió verlo.
-Dejemos de hablar de mi sicario, sólo quería tener un baile con mi hija, ¿tiene eso algo de malo?
-No finjas, ¿qué oculta la máscara?
Papá rió, negó con la cabeza y me hizo girar atrayéndome de nuevo.
-Alone no te conviene, es un sicario y lo que la máscara esconde es a un monstruo, un demonio.
-Desde hace noventa y siete años sé quiénes son los verdaderos demonios, fuera de nosotros los Elohim no creo que hayan más.-Lo solté-. Estás obsesionado con todo, conmigo, con Illya, no es por apariencias por lo que me has dejado con ella todo el rato. Creo que la estás usando para distraerme, pero puedo estar atenta a Illya y a mi trabajo de mantener una convivencia pacífica con el Señor de Ibidem.
La gente bailaba a nuestro alrededor, disimulando que no prestaban atención a nuestra interacción.
-Estoy velando por la supervivencia de nuestra estirpe aquí en Assiah, por mantener nuestra supremacía en este lugar porque no podemos volver al Cielo y hasta que podamos volver debemos hacer que nos respeten. Nosotros los creamos.
-Te lo dije una vez, y te lo vuelvo a repetir: no usarás a Illya para llevar a cabo tus retorcidos objetivos, hace rato que corté los hilos con los que me manejabas. Ya no soy un títere, soy su madre y me haré valer como tal. Se acabó.
Me dirigí en calma a la mesa donde estaban mi hermana, mi cuñado y mi hija, Dussollier se levantó con ella en brazos. La cargué a mi niña y con mi Adalid salimos del salón.
A veces me preguntaba cómo fue que Isobelle se enamoró de Azazel, ¿qué vio en él? Ambos eran diferentes, mi madre y su benevolencia, su protección y amor para conmigo y mis hermanos eran infinitos. Su trato a los humanos era único, los amaba porque ella era parte de esa raza.
Azazel era lo opuesto, mezquino, severo, ambicioso, y lo sé porque lo veía con total claridad, yo viví su mezquindad, pero callé porque a mi madre y hermanos los trataba bien. Con Amshel solía ser severo pero no tanto como lo era conmigo.
¿Habrá fingido también amar a mi madre? Tal vez sí porque quien lo hizo a él no conocía el Amor, es lo que tiene ser hecho a la imagen y semejanza de un fraude, una copia.
-Qué bueno poder dormir contigo, mami-dijo Illya. La acosté en mi cama y la cobijé.
-Estaba pensando lo mismo, pequeñina.-Miré a Dussollier-. ¿Podrías quedarte con ella un momento? Tengo que hablar con Circe.
-Sabes que no tienes que preguntar, dahir.
Besé la frente de mi hija y le susurré que regresaría en poco tiempo.
Circe dormía en la habitación de Illya, no podía ser de otra forma, estaba apegada a mi hija y viceversa, Illya adoraba a su tía; llamé a la puerta y después abrí, escuché a la maga hablar con alguien en el balcón pero la otra voz no pude oírla.
-....todo está bajo control....
-¿Circe?-dije. La maga entró a la habitación-. ¿Con quién hablabas?
-Pensaba en voz alta, a veces lo hago. Me ayuda mucho-respondió, obviamente mentía-. ¿Dónde está Illya?
-Se quedará en mi habitación esta noche, mañana la llevaré conmigo a Kiev.
-Eso es estupendo, ¿pero no habrá oposición por parte de tu padre?
-Es mi hija, tomaré lo que venga con tal de tenerla a mi lado. Mi padre ya está enojado conmigo por no apoyar sus intentos de ir a la guerra contra Ibidem, un paso más en contra de sus deseos no hará la diferencia, mañana enviaré por Aria a Syracuse.
-Me alegra que lo hagas, Illya y Aria merecen estar cerca de su madre.
Sonreí.
-¿Por qué te fuiste pronto del baile?-pregunté-. ¿Te sientes bien?
-Sí, es raro que yo me vaya temprano de una fiesta si en otra época era yo quien las organizaba-dijo con melancolía-. Sahar no era dada a esos asuntos frívolos pero por complacerme asistía, no conocía los sentimientos y hería con palabras sin ser consciente pero me quería.-Cerró las puertas que daban al balcón-. ¿Sabías que el enviado de Rafaella es también su esposo?
-No-respondí sorprendida-. No tenía ni idea. Es que tampoco sabía que tendríamos la visita de alguien proveniente del Imperio Austríaco, me enteré hoy.
-Yo también desconocía quién era ese hombre cuando lo he visto en el salón, llevo veinte años sin visitar aquel lugar por medio de la posesión del cuerpo que elegí para esos fines, así que ni el rostro de la nueva emperatriz conozco.
-¿Tuviste una premonición sobre este repentino convenio?-le pregunté notando su preocupación.
-No, más bien un presentimiento.
-Yo también tenía uno, creía que Sahar era Rafaella Montmorency.
-Mi hija no jugaría, jamás, a falsear su identidad. Eso es más de tu familia-terció con dulzura pero con un mensaje que recibí fuerte y claro-. Pronto tendré las respuestas que necesito sobre Rafaella, por ahora no puedo pisar Austria, estoy un poquito débil porque sino le haría una visita.
-¿Qué tienes?-Me preocupó.
-Nada que no se arregle con descanso-respondió mirándome de arriba a abajo mientras se sentaba en el sofá-. No te había visto bien, pero ¡qué bonito vestido!-comentó.
Me miré y luego a ella de nuevo. Circe sonrió, me acerqué al armario para sacar la ropa de dormir de Illya y noté que la maga siguió con su mirada cada uno de mis pasos.
-He vivido noventa y siete años con ustedes, los he observado-comenzó a decir-, para eso Sahar me puso aquí después de todo. Ejercer como vigilante no me molesta es maravilloso porque he podido notar detalles que quizá antes pasé por alto.
Se había acostado en el sofá que ocupaba la salita del dormitorio, parecía reflexionar en voz alta.
-¿Y qué detalles son esos?-Cogí una pequeña bata rosa y me senté en un sillón frente a Circe.
-Azazel te tiene vigilada a tales extremos que es raro-dijo sentándose de nuevo en el sofá-. ¿Puedo confesarte algo?-inquirió.
-Adelante.
No entendía adónde quería llegar, mi padre me vigilaba pero no tanto.
Circe se acercó a mí en un rápido movimiento quedando inclinada con su rostro muy cerca del mío.
-Me das miedo-susurró.
Enarqué una ceja esperando algo más pero no agregó ni una sola palabra así que me reí.
-Es broma, ¿no?
-No-dijo muy seria. Entrelazó los dedos de sus manos incorporándose y con sus ojos azul celeste fijos en mí-. Eres el mayor secreto de Azazel, es la única explicación que encuentro a que te tenga tan vigilada. Tiene su tesoro justo enfrente.
-Te equivocas-dije levantándome-. Soy la razón por la que casi pierde a su mujer, mi madre estuvo al borde de la muerte por mi culpa, mis hermanos dicen que pensaba entregar su vida con la intención de que yo viviera.-Mi madre era inmortal cuando me tuvo, pero por algún motivo yo me la estaba llevando de este mundo, me estaba llevando su inmortalidad y su vida-. Azazel me odia porque Isobelle me eligió por encima de lo que sentía por él. Me odia, Circe, no soy un "tesoro" para él, soy basura; ¿sabes cuando me prestó un poquito de atención? Cuando me perdí y tomé malas decisiones, hice cosas muy malas, y él quedó fascinado. Desde entonces busqué su aprobación y hacía lo que hacía por y para él, para ser aceptada por mi padre hasta que mi tío Mikhael me enseñó a ser mejor persona y junto con mis hermanos me trajeron de vuelta. Y ahora de nuevo tengo su atención por Illya, pero no dejo de ser el estorbo ya sabes que soy quien impide que haga con Illya lo que le plazca.
-Iv, desde fuera se ve otra cosa.
-Si fuese importante para él, ¿crees que no haría lo que yo quisiera y no sería tan gilipollas? Me dejaría actuar como yo quisiera sin oponerse, y tú lo has visto. De hecho estoy esperando a que mis Pesquisas encuentren algo en los escombros que dejó el atentado en mi contra, algo fabricado a partir de Vajra por ejemplo, porque entonces me daría la razón con respecto a que ya se cansó de tenerme cerca y me quiere muerta.
-O lo que escondes ya no lo necesita.
-No escondo nada.
Sin previo aviso Circe cogió mi rostro entre sus manos y la vi entrar en una especie de trance.
Circe
No estaba jugando con Ivel cuando confesé temerle, y a la única que he llegado a temer en sus estados de alteración era a mi hija. Algo que ella no podía controlar y una de las razones que la llevó a salir de escena por un siglo entero; con Ivel pasaba no algo parecido, porque el miedo que ella me hacía sentir era distinto, a Sahar le temía porque podía hacerse daño a sí misma. A Ivel le temía porque no conocía el secreto macabro que encerraba en su interior, sabía que era algo malo, muy malo porque lo percibía hasta llegar a tener pesadillas cada vez que tenía un encuentro con ella, como si sin querer llamara a las sombras de mi pasado y las hiciera despertar por un instante.
Aún conociendo su efecto en mí la tomé del rostro y me adentré en lo más profundo de su ser, allí donde nadie tenía acceso, nadie excepto ella si así lo quisiera.
Un pasillo se abrió delante de mí, caminé huyendo y al mismo tiempo buscando algo.
Doblé una esquina y me encontré conmigo misma, me sobresalté por el aspecto diabólico que tenía y la mala energía que emanaba de ella. Era como si en lugar de estar en Ivel estuviera en mí misma, pero tal vez era su mente buscando confundirme.
La rodeé y seguí adelante, corrió detrás de mí y tras gritar se volvió humo negro que me rodeó y se dispersó dejándome ante una puerta.
Fui cautelosa al acercarme porque oí un ruido dentro, la puerta de color negro estaba asegurada con trece candados. De dentro venía un grito y energía maligna, sombras.
La oscuridad me arropó y fui sacada de su mente cayendo sentada en el suelo y viéndola a Ivel parada delante de mí.
-¿Estás bien?-preguntó ofreciéndome su mano para ayudarme a ponerme de pie, la acepté.
Se veía normal como si no hubiese pasado nada, no había notado mi intrusión en su mente y alma.
-Circe, ¿qué te pasa?-sonrió-. Estás pálida.-Puso la bata que había escogido para Illya en el reposabrazos del sillón. Cogió la jarra de cristal de la mesita de noche cerca de la cama y sirvió agua en el vaso que estaba al lado-. Bebe-dijo entregándomelo.
-¿Tú estás bien?-le pregunté después de beber.
-Además de confundida porque crees que oculto algo, sí, estoy bien.
Asentí y me senté en el sofá.
-¿Estabas en uno de esos trances de bruja?-Tocó mi frente-. Tienes calentura, Circe. ¿Segura que te sientes bien?
-Ya pasará, y sí, creo que entré en un trance.
-¿Qué viste? ¿Qué escondo?
Me preguntaba si era ella en realidad encerrada tras esa puerta u otra cosa de la que sólo Azazel sabía su existencia. Nunca la había visto actuar extraño, pero esa cara de ángel tenía un monstruo queriendo escapar.
-¿Circe?
-Cuídate, Iv-le dije.
Cruzó los brazos, estaba pensativa.
-Illya me dijo algo parecido esta noche-habló-. Que ella me cuidaba, pensé que lo decía porque me vio afectada por el decorado del salón de baile que me recordó al tiempo en que mi madre vivía, y le respondí que yo la cuidaba a ella. Pero ahora tú me dices que me cuide, ¿de qué? ¿Qué viste con exactitud?
Sonreí, Ivel necesitaba lo que yo tenía. Caín y mi hija me ayudaron a limpiar las sombras heredadas, esas de mi linaje; sin embargo lo que había detrás de esa puerta no se comparaba a lo que yo tenía, era algo más peligroso y el cuerpo de Ivel era como su cerradura, como una caja fuerte.
-Te quiero-susurré mirándola a los ojos.
-Yo también te quiero, Circe. Pero....
-Mañana hablamos con calma, necesito descansar.
-Y mi hija me espera-susurró entendiendo que ya no diría nada esa noche-. Buenas noches.
-Buenas noches, cariño.
Pequeño Ángel de Alma tan negra como la noche más oscura.
Comenzaba a preocuparme que Illya no estuviera tan segura a su lado, pero la niña sabía que su madre tenía algo malo.
Me dirigí al escritorio y busqué en el último cajón los dibujos de Illya que escondía bajo la tabla del mismo. Encanté el escritorio para que ese cajón pasara inadvertido para terceros, Illya guardaba el secreto conmigo; cogí uno de sus dibujos, y el dibujo que Mikhael tenía en su ropa el día en que murió. Amshel se lo dio a Amelia y ésta me lo entregó después de que Sahar se marchara.
En el dibujo de Illya su madre salía acompañada de Murdock, les dibujó las sombras sólo que en lugar de dos correspondientes a sus padres, habían tres y la sobrante también la proyectaba Ivel. Miré el dibujo que Mikhael hizo de Sahar, giré la hoja para leer el mensaje que escribió al reverso.
-Estrella de la mañana-leí en voz alta-, tu luz asciende de entre las sombras nocturnas como esperanza de renacimiento, de paz y bienestar, nunca maldad. No hagas caso a las palabras de Azazel.
"Me odia, Circe, no soy un "tesoro" para él, soy basura; ¿sabes cuando me prestó un poquito de atención? Cuando me perdí y tomé malas decisiones, hice cosas muy malas, y él quedó fascinado".
Joder.
No era un mensaje para Sahar era para su sobrina.
Finalizado su discurso la música empezó a sonar, y Azazel se acercó a una mesa a la que mi madrastra estaba sentada con otros invitados, mi hermana rió.
-Creo que la Reina insufrible hizo algo que disgustó a padre porque no se lo ve muy feliz-comentó sentándose en la silla que estaba a mi lado-. Por cierto Azazel vendrá en cualquier momento con Lord Pendragón para presentárnoslo-informó-. ¿Iv? ¿Me estás escuchando?
-Por supuesto-respondí desviando la mirada del Conde. Murdock llevaba un antifaz que le cubría la mitad del rostro, sonrió y miró a Illya.
-Tú y el Conde Alone se comen con la mirada, disimulen-dijo Azana.
Lo apodaban Alone entre los subordinados de mi padre porque trabajaba en solitario.
-Imaginas cosas-repliqué arreglando el brazalete que ella le había obsequiado a Illya, a mi niña se le había desabrochado.
Azana había ido a cambiar su vestido por uno más escotado, los hombres la observaban y Gaspard se dio cuenta, le besó el hombro derecho y la acercó más a él. Azana sonrió, no era que le molestara lo coqueta que era mi hermana más bien parecía un juego entre ambos.
Padre le presentó el Lord a Sýbill, luego se acercó a nosotros al mismo tiempo en que Murdock lo hacía, la música sonaba al fondo y habían parejas tomando la pista, era un precioso vals. Murdock me extendió su mano ante la dubitativa mirada de mi hermana y mi padre, vi a Illya y a Dussollier sonreír, Gaspard se sorprendió.
Acepté la invitación de mi marido, lo acompañé al centro donde las parejas bailaban y él me hizo dar una vuelta para luego acercarme a su cuerpo. No habíamos roto el contacto visual y a ninguno nos importaba la presencia de Azazel y que posiblemente sospecharía que yo sabía quién se ocultaba tras la máscara, o que al finalizar la noche reprendiera a Murdock por acercarse a mí.
Nos perdimos en nuestro mundo, ignoramos el exterior.
-Sabes que algo no cuadra aquí, ¿verdad?-susurré.
-Es sólo un baile, no te estoy follando-sonrió-. Debo tener permitido este tipo de baile contigo, aquí tu padre no puede hacernos nada porque no estamos haciendo nada malo. Aunque....-Se quedó pensativo y deslizó su mano por mi espalda, situándola un poco más abajo-....follarte no es hacerte un mal, ¿o sí?-me susurró al oído.
Su comentario me hizo reír.
-¿Por qué viniste hacia mí?-pregunté.
-No sé, fue la música, un impulso. Y que esta noche no quiero fingir, esta noche eres mía; en medio del mar de caretas yo me quito la mía, amor.
Azana
-Esto no está bien-susurré viendo la expresión en el rostro de mi padre.
-Este es, por mucho, el baile más tenso en el que he estado-comentó mi esposo.
-Gaspard, por favor.
La tensión en aquel recinto se podía cortar con un bisturí, todos sabíamos que la escena de Ivel y el Conde bailando era una invitación a que el Rey Grigori explotara de cólera. Gaspard me había comentado que el Conde pretendía a mi hermana pero como yo había sido testigo, en las pocas veces en que coincidíamos, de la hostilidad existente cuando estaban cerca el uno del otro no le di mucha importancia hasta esta noche cuando los vi coqueteando; aunque Ivel dijera lo contrario ellos tenían algo y ya no pudieron mantenerlo en silencio.
Mi padre parecía evitar por todos los medios que el Conde e Ivel se encontraran. Y el Conde, estaba segura de que había recibido la orden de Azazel de no acercarse a mi hermana, orden que esta noche incumplía abiertamente.
Padre nos presentó a Lord Pendragón, sin perder detalle de lo que pasaba en la pista, no iba a dejar que continuara.
Observé a Illya y a Dussollier que cuchicheaban sonriendo y viéndolos bailar. Volví a mirar al Conde, su sonrisa, la mirada tras el antifaz, y vi a Illya de nuevo.
-Dios mío-susurré recordando lo que Ivel estuvo a punto de decirme en la tarde antes de contarle sobre mi encuentro con Amelia. Murdock estaba vivo.
Azazel se acercó a la pareja y con una amable sonrisa le pidió al Conde que le cediera a su hija para bailar con ella. Quien yo sabía que era Murdock tuvo el descaro de besar la mano de mi hermana con mi padre cerca y luego se marchó.
Seguí al enmascarado con la mirada, hice amago de levantarme pero Gaspard me detuvo.
-Tranquila, zi'yee, habla luego con tu hermana que ahora no es el momento de actuar con impulsividad-aconsejó.
Lord Pendragón tenía la mirada puesta en mi padre e Ivel.
El hombre era guapo con ganas, miré de reojo a mi marido que enarcó una ceja.
-Eres mi favorito-sonreí. Besó mis labios y sonrió-. Veo pero no toco.
-Tú haces que vean y toquen si así lo quieres-me susurró al oído, paseó su mano por el interior de mi muslo-. Eres Bendita Lujuria, zi'yee.-Mordió el lóbulo de mi oreja.
-Aquí no-reí. Puso su mano sobre la mesa, me guiñó un ojo aflojándose la corbata-. No es fácil ser un Pecado Capital e ignorarlo toda la vida, ¿sabes?-Le devolví el guiño-. Me preocupan esos dos-dije mirando a mi padre y a Ivel-, lo que sea que Azazel le esté diciendo comienza a cabrearla.
-Si vas allá puedes empeorarlo, debes aprender que tu hermana es muy capaz de defenderse sola, Azana.
-Lo sé, pero conoces su prontuario.
-Ya nada puede hacer que se descarrile, si la tiene a ella-susurró mirando a Illya que hablaba animadamente con Dussollier.
Era cierto que Murdock y luego sí, Illya, habían significado un drástico cambio en mi hermana. Así como enterarnos que fuimos fichas movidas al antojo de Dios, y que cada miembro de nuestra familia paterna tenía la palabra Hereje tatuada en la frente.
Hubo una época en la que Ivel se descarrió y temía que algo así se repitiera.
Ivel
-¿Te diviertes, pequeña?-me preguntó padre después de un rato de baile. Lo raro es que no me inquietó ni un poco cuando se acercó a Murdock y a mí para pedirme bailar con la intención de separarme del Conde, no me inquietó porque era justo lo que buscábamos mi marido y yo, inquietarlo a él.
-Contaba los segundos a la espera de que vinieras a interrumpirnos-respondí sin titubear-. Te faltó tiempo, Excelencia. ¿Qué tiene ese al que llaman Alone que ni siquiera puedo bailar con él? Al paso que vamos terminará prohibiéndome respirar, padre-dije para ver si captaba que el comentario iba por lo del atentado y que sospechaba de él.
-Supuse que odiabas su sadismo, al asesino en él-dijo después de asentir con una sonrisa en los labios-. Creí que te caía mal. Ahora soy yo quién pregunta ¿qué cambió?
-Me trajo recuerdos, no sé-sonreí jugando con Azazel.
Él miró a Sýbill, ésta enarcó una ceja.
Mi madrastra debió ver a Murdock salir de mi dormitorio o alguno de sus espías dentro de Palacio debió verlo.
-Dejemos de hablar de mi sicario, sólo quería tener un baile con mi hija, ¿tiene eso algo de malo?
-No finjas, ¿qué oculta la máscara?
Papá rió, negó con la cabeza y me hizo girar atrayéndome de nuevo.
-Alone no te conviene, es un sicario y lo que la máscara esconde es a un monstruo, un demonio.
-Desde hace noventa y siete años sé quiénes son los verdaderos demonios, fuera de nosotros los Elohim no creo que hayan más.-Lo solté-. Estás obsesionado con todo, conmigo, con Illya, no es por apariencias por lo que me has dejado con ella todo el rato. Creo que la estás usando para distraerme, pero puedo estar atenta a Illya y a mi trabajo de mantener una convivencia pacífica con el Señor de Ibidem.
La gente bailaba a nuestro alrededor, disimulando que no prestaban atención a nuestra interacción.
-Estoy velando por la supervivencia de nuestra estirpe aquí en Assiah, por mantener nuestra supremacía en este lugar porque no podemos volver al Cielo y hasta que podamos volver debemos hacer que nos respeten. Nosotros los creamos.
-Te lo dije una vez, y te lo vuelvo a repetir: no usarás a Illya para llevar a cabo tus retorcidos objetivos, hace rato que corté los hilos con los que me manejabas. Ya no soy un títere, soy su madre y me haré valer como tal. Se acabó.
Me dirigí en calma a la mesa donde estaban mi hermana, mi cuñado y mi hija, Dussollier se levantó con ella en brazos. La cargué a mi niña y con mi Adalid salimos del salón.
A veces me preguntaba cómo fue que Isobelle se enamoró de Azazel, ¿qué vio en él? Ambos eran diferentes, mi madre y su benevolencia, su protección y amor para conmigo y mis hermanos eran infinitos. Su trato a los humanos era único, los amaba porque ella era parte de esa raza.
Azazel era lo opuesto, mezquino, severo, ambicioso, y lo sé porque lo veía con total claridad, yo viví su mezquindad, pero callé porque a mi madre y hermanos los trataba bien. Con Amshel solía ser severo pero no tanto como lo era conmigo.
¿Habrá fingido también amar a mi madre? Tal vez sí porque quien lo hizo a él no conocía el Amor, es lo que tiene ser hecho a la imagen y semejanza de un fraude, una copia.
-Qué bueno poder dormir contigo, mami-dijo Illya. La acosté en mi cama y la cobijé.
-Estaba pensando lo mismo, pequeñina.-Miré a Dussollier-. ¿Podrías quedarte con ella un momento? Tengo que hablar con Circe.
-Sabes que no tienes que preguntar, dahir.
Besé la frente de mi hija y le susurré que regresaría en poco tiempo.
Circe dormía en la habitación de Illya, no podía ser de otra forma, estaba apegada a mi hija y viceversa, Illya adoraba a su tía; llamé a la puerta y después abrí, escuché a la maga hablar con alguien en el balcón pero la otra voz no pude oírla.
-....todo está bajo control....
-¿Circe?-dije. La maga entró a la habitación-. ¿Con quién hablabas?
-Pensaba en voz alta, a veces lo hago. Me ayuda mucho-respondió, obviamente mentía-. ¿Dónde está Illya?
-Se quedará en mi habitación esta noche, mañana la llevaré conmigo a Kiev.
-Eso es estupendo, ¿pero no habrá oposición por parte de tu padre?
-Es mi hija, tomaré lo que venga con tal de tenerla a mi lado. Mi padre ya está enojado conmigo por no apoyar sus intentos de ir a la guerra contra Ibidem, un paso más en contra de sus deseos no hará la diferencia, mañana enviaré por Aria a Syracuse.
-Me alegra que lo hagas, Illya y Aria merecen estar cerca de su madre.
Sonreí.
-¿Por qué te fuiste pronto del baile?-pregunté-. ¿Te sientes bien?
-Sí, es raro que yo me vaya temprano de una fiesta si en otra época era yo quien las organizaba-dijo con melancolía-. Sahar no era dada a esos asuntos frívolos pero por complacerme asistía, no conocía los sentimientos y hería con palabras sin ser consciente pero me quería.-Cerró las puertas que daban al balcón-. ¿Sabías que el enviado de Rafaella es también su esposo?
-No-respondí sorprendida-. No tenía ni idea. Es que tampoco sabía que tendríamos la visita de alguien proveniente del Imperio Austríaco, me enteré hoy.
-Yo también desconocía quién era ese hombre cuando lo he visto en el salón, llevo veinte años sin visitar aquel lugar por medio de la posesión del cuerpo que elegí para esos fines, así que ni el rostro de la nueva emperatriz conozco.
-¿Tuviste una premonición sobre este repentino convenio?-le pregunté notando su preocupación.
-No, más bien un presentimiento.
-Yo también tenía uno, creía que Sahar era Rafaella Montmorency.
-Mi hija no jugaría, jamás, a falsear su identidad. Eso es más de tu familia-terció con dulzura pero con un mensaje que recibí fuerte y claro-. Pronto tendré las respuestas que necesito sobre Rafaella, por ahora no puedo pisar Austria, estoy un poquito débil porque sino le haría una visita.
-¿Qué tienes?-Me preocupó.
-Nada que no se arregle con descanso-respondió mirándome de arriba a abajo mientras se sentaba en el sofá-. No te había visto bien, pero ¡qué bonito vestido!-comentó.
Me miré y luego a ella de nuevo. Circe sonrió, me acerqué al armario para sacar la ropa de dormir de Illya y noté que la maga siguió con su mirada cada uno de mis pasos.
-He vivido noventa y siete años con ustedes, los he observado-comenzó a decir-, para eso Sahar me puso aquí después de todo. Ejercer como vigilante no me molesta es maravilloso porque he podido notar detalles que quizá antes pasé por alto.
Se había acostado en el sofá que ocupaba la salita del dormitorio, parecía reflexionar en voz alta.
-¿Y qué detalles son esos?-Cogí una pequeña bata rosa y me senté en un sillón frente a Circe.
-Azazel te tiene vigilada a tales extremos que es raro-dijo sentándose de nuevo en el sofá-. ¿Puedo confesarte algo?-inquirió.
-Adelante.
No entendía adónde quería llegar, mi padre me vigilaba pero no tanto.
Circe se acercó a mí en un rápido movimiento quedando inclinada con su rostro muy cerca del mío.
-Me das miedo-susurró.
Enarqué una ceja esperando algo más pero no agregó ni una sola palabra así que me reí.
-Es broma, ¿no?
-No-dijo muy seria. Entrelazó los dedos de sus manos incorporándose y con sus ojos azul celeste fijos en mí-. Eres el mayor secreto de Azazel, es la única explicación que encuentro a que te tenga tan vigilada. Tiene su tesoro justo enfrente.
-Te equivocas-dije levantándome-. Soy la razón por la que casi pierde a su mujer, mi madre estuvo al borde de la muerte por mi culpa, mis hermanos dicen que pensaba entregar su vida con la intención de que yo viviera.-Mi madre era inmortal cuando me tuvo, pero por algún motivo yo me la estaba llevando de este mundo, me estaba llevando su inmortalidad y su vida-. Azazel me odia porque Isobelle me eligió por encima de lo que sentía por él. Me odia, Circe, no soy un "tesoro" para él, soy basura; ¿sabes cuando me prestó un poquito de atención? Cuando me perdí y tomé malas decisiones, hice cosas muy malas, y él quedó fascinado. Desde entonces busqué su aprobación y hacía lo que hacía por y para él, para ser aceptada por mi padre hasta que mi tío Mikhael me enseñó a ser mejor persona y junto con mis hermanos me trajeron de vuelta. Y ahora de nuevo tengo su atención por Illya, pero no dejo de ser el estorbo ya sabes que soy quien impide que haga con Illya lo que le plazca.
-Iv, desde fuera se ve otra cosa.
-Si fuese importante para él, ¿crees que no haría lo que yo quisiera y no sería tan gilipollas? Me dejaría actuar como yo quisiera sin oponerse, y tú lo has visto. De hecho estoy esperando a que mis Pesquisas encuentren algo en los escombros que dejó el atentado en mi contra, algo fabricado a partir de Vajra por ejemplo, porque entonces me daría la razón con respecto a que ya se cansó de tenerme cerca y me quiere muerta.
-O lo que escondes ya no lo necesita.
-No escondo nada.
Sin previo aviso Circe cogió mi rostro entre sus manos y la vi entrar en una especie de trance.
Circe
No estaba jugando con Ivel cuando confesé temerle, y a la única que he llegado a temer en sus estados de alteración era a mi hija. Algo que ella no podía controlar y una de las razones que la llevó a salir de escena por un siglo entero; con Ivel pasaba no algo parecido, porque el miedo que ella me hacía sentir era distinto, a Sahar le temía porque podía hacerse daño a sí misma. A Ivel le temía porque no conocía el secreto macabro que encerraba en su interior, sabía que era algo malo, muy malo porque lo percibía hasta llegar a tener pesadillas cada vez que tenía un encuentro con ella, como si sin querer llamara a las sombras de mi pasado y las hiciera despertar por un instante.
Aún conociendo su efecto en mí la tomé del rostro y me adentré en lo más profundo de su ser, allí donde nadie tenía acceso, nadie excepto ella si así lo quisiera.
Un pasillo se abrió delante de mí, caminé huyendo y al mismo tiempo buscando algo.
Doblé una esquina y me encontré conmigo misma, me sobresalté por el aspecto diabólico que tenía y la mala energía que emanaba de ella. Era como si en lugar de estar en Ivel estuviera en mí misma, pero tal vez era su mente buscando confundirme.
La rodeé y seguí adelante, corrió detrás de mí y tras gritar se volvió humo negro que me rodeó y se dispersó dejándome ante una puerta.
Fui cautelosa al acercarme porque oí un ruido dentro, la puerta de color negro estaba asegurada con trece candados. De dentro venía un grito y energía maligna, sombras.
La oscuridad me arropó y fui sacada de su mente cayendo sentada en el suelo y viéndola a Ivel parada delante de mí.
-¿Estás bien?-preguntó ofreciéndome su mano para ayudarme a ponerme de pie, la acepté.
Se veía normal como si no hubiese pasado nada, no había notado mi intrusión en su mente y alma.
-Circe, ¿qué te pasa?-sonrió-. Estás pálida.-Puso la bata que había escogido para Illya en el reposabrazos del sillón. Cogió la jarra de cristal de la mesita de noche cerca de la cama y sirvió agua en el vaso que estaba al lado-. Bebe-dijo entregándomelo.
-¿Tú estás bien?-le pregunté después de beber.
-Además de confundida porque crees que oculto algo, sí, estoy bien.
Asentí y me senté en el sofá.
-¿Estabas en uno de esos trances de bruja?-Tocó mi frente-. Tienes calentura, Circe. ¿Segura que te sientes bien?
-Ya pasará, y sí, creo que entré en un trance.
-¿Qué viste? ¿Qué escondo?
Me preguntaba si era ella en realidad encerrada tras esa puerta u otra cosa de la que sólo Azazel sabía su existencia. Nunca la había visto actuar extraño, pero esa cara de ángel tenía un monstruo queriendo escapar.
-¿Circe?
-Cuídate, Iv-le dije.
Cruzó los brazos, estaba pensativa.
-Illya me dijo algo parecido esta noche-habló-. Que ella me cuidaba, pensé que lo decía porque me vio afectada por el decorado del salón de baile que me recordó al tiempo en que mi madre vivía, y le respondí que yo la cuidaba a ella. Pero ahora tú me dices que me cuide, ¿de qué? ¿Qué viste con exactitud?
Sonreí, Ivel necesitaba lo que yo tenía. Caín y mi hija me ayudaron a limpiar las sombras heredadas, esas de mi linaje; sin embargo lo que había detrás de esa puerta no se comparaba a lo que yo tenía, era algo más peligroso y el cuerpo de Ivel era como su cerradura, como una caja fuerte.
-Te quiero-susurré mirándola a los ojos.
-Yo también te quiero, Circe. Pero....
-Mañana hablamos con calma, necesito descansar.
-Y mi hija me espera-susurró entendiendo que ya no diría nada esa noche-. Buenas noches.
-Buenas noches, cariño.
Pequeño Ángel de Alma tan negra como la noche más oscura.
Comenzaba a preocuparme que Illya no estuviera tan segura a su lado, pero la niña sabía que su madre tenía algo malo.
Me dirigí al escritorio y busqué en el último cajón los dibujos de Illya que escondía bajo la tabla del mismo. Encanté el escritorio para que ese cajón pasara inadvertido para terceros, Illya guardaba el secreto conmigo; cogí uno de sus dibujos, y el dibujo que Mikhael tenía en su ropa el día en que murió. Amshel se lo dio a Amelia y ésta me lo entregó después de que Sahar se marchara.
En el dibujo de Illya su madre salía acompañada de Murdock, les dibujó las sombras sólo que en lugar de dos correspondientes a sus padres, habían tres y la sobrante también la proyectaba Ivel. Miré el dibujo que Mikhael hizo de Sahar, giré la hoja para leer el mensaje que escribió al reverso.
-Estrella de la mañana-leí en voz alta-, tu luz asciende de entre las sombras nocturnas como esperanza de renacimiento, de paz y bienestar, nunca maldad. No hagas caso a las palabras de Azazel.
"Me odia, Circe, no soy un "tesoro" para él, soy basura; ¿sabes cuando me prestó un poquito de atención? Cuando me perdí y tomé malas decisiones, hice cosas muy malas, y él quedó fascinado".
Joder.
No era un mensaje para Sahar era para su sobrina.
¿Así que todas las maldades de Ivel fueron para agradar a su padre? No me agrada esa actitud.
ResponderEliminarSe justifica que Circe esté en alerta, que reconozca temerle. Y eso que es la gran maga.
Interesante su punto de vista. Un hallazgo que presentes lo que ella piensa.
Besos
Podría ser interesante que Circe me organice una fiesta, seguro sería algo fuera de lo común. Siempre que Azazel esté ausente y bien lejos. A ver si se encapricha con Mara Laira o alguna otra mujer del Mara-Verso.
ResponderEliminarBesos.
Interesante capítulo, con esa visión de Ivel que ha tenido Circe, esa energía o ente, ese misterio oculto. Sigo detrás ;)
ResponderEliminarBesos dulces Ivel.