Muerta en Vida... (Renacido)

   

   Berlín, Alemania

   Un mes atrás

   Luna 

     Y pensar que debíamos cambiar su nombre para que cuando Viktor llegara al día siguiente a sepultar los féretros vacíos no se diera cuenta de esta tumba. Bastian fue sepultado a cierta distancia del mausoleo de su familia, y no lo merecía, como no merecía morir; Viktor debía pagar. No me quitaba eso de la cabeza, y se lo dije a Amanda, le pedí que le devolviera todo lo que nos ha dado, con creces.

    Por mi parte haría mi trabajo, no la dejaría sola en esto. Pero si le decía iba a impedir por todos los medios que me inmiscuyera; ya me puso un escolta, acepté para no entrar en discusiones sin sentido, no tenía ganas de pelear. Sé que ya la herí con mis palabras, y no quiero volver a hacerlo, me niego, la cuestión es que entre el dolor que siento y la ira que se ha desatado dentro de mí, me hacen actuar de un modo irracional. Lo borde se me sale sólo, y las ganas de irme con él, me podían. Mi vida no sería la misma sin Bastian, ya había superado bastante con su sola llegada, con su presencia.

  No dejo de pensar en que debí romper con él antes de que algo así pasara, mi mayor temor se materializó.

   No hablé con Amanda, ni con nadie cuando terminó todo. Le pedí a Drako, el escolta puesto por Amanda y Declan, que me llevara a casa. Estar en un cementerio me deprimía mucho más; hubo un ataúd de cristal en donde Bastian descansó dos días antes de cambiarlo al usual de madera. En algún momento quise que se quedara allí, en la habitación donde tenían a mi niño. Su madre y Paloma también querían eso, pero Amanda dijo que no sería saludable, eso sólo nos haría más daño. 

   ¿Más daño que el que estuviera muerto? No creo.

   Drako me abrazó y en un segundo estuvimos en Escala, lo aparté de un empujón.

   Pasó una mano por su castaño cabello, siempre tenía el ceño fruncido, en lo poco que llevo de conocerle no lo he visto sonreír. Era muy correcto, obediente. Del tipo: Sí, señor. No, señor.

   Declan parecía estar por encima de él en la jerarquía de los Hassasins. O así escuché que se hacían llamar, no le presté la menor atención, no estaba para nada. No me apetecía nada.

   

-Déjame sola, Drako-dije, dándole la espalda.

 

-No creo que a su hermana le guste esa idea, señorita Giraldo.

-Amanda sigue en Berlín, y mientras ella no está yo soy quien da las ordenes. ¿Eres mío, o no?

-Todo suyo.

   No sé por qué sentí un doble sentido en mi pregunta y su respuesta.

-Pues vete-susurré, no quería comenzar a imaginar cosas tontas. 

   Pregunta y respuesta que Bastian y yo nos lanzábamos, eso acudió a mi mente.

  Lo oí resoplar, seguido de sus pasos y el sonido de la puerta al cerrar. Suspiré, y me dirigí al mini refrigerador que tenía en la habitación. Al abrirlo vi que Drako aún no había sacado la botella de vino tinto que tenía guardada allí.

   La abrí y caminé hacia al balcón dando un sorbo.

-¿Adónde fuiste a parar, Stalker?-solté la pregunta al viento, como si él pudiese oírme-. Encontraste formas de enamorarme cada día, Bastian. Soy tu Reina del Hielo, ¿recuerdas?-La voz se me quebró, di un trago más.

   Subí a la baranda y empecé a caminar, me vi cantando la canción en la que él y yo nos veíamos. 

   Definitivamente, nada es eterno. 

-¿Qué demonios haces allí?-le oí decir a Amanda, quien acababa de llegar. Solté una carcajada, me parecía irónico todo el asunto-. Baja-ordenó.

-No me apetece, estoy bien, gracias-sonreí-. ¿Quieres acompañarme?

    Ella repitió mis palabras, y volvió a pedirme que bajara. ¿En serio no notaba la ironía?

-Esto me trae recuerdos.-Volví a tomar de la botella-. Como cuando jugaste con la pequeña Vit, y le disparaste, ¿si te acuerdas? ¿Recuerdas mis palabras? ¿Recuerdas que te pedí que no lo hicieras e igual lo hiciste?

-Luna...

-Cuando era una niña tenía pesadillas, pesadillas que involucraban a un monstruo, una quimera... Te tenía miedo sin saber que se trataba de ti.

-Luna por favor.....

   Su cara de angustia me encantó.
    ¿Por qué disfruto con esto?
     Tomé de la botella, y volví a caminar de un lado a otro.

-Si te hubiese hecho caso-suspiré, parando-, si hubiese dado por terminado todo entre él y yo.....seguiría vivo.

    Di un paso e hice parecer que el resbalón fue un accidente. La oír gritar mi nombre; solté la botella, y no vi el momento en que llegó hasta mí. Sólo sentí su mano cogiendo la mía.

-¡Sujétate!-exclamó.

-¡No, no quiero! ¡Suéltame!

   No quería esto, ya estaba muerta en vida.

-¡Nunca!-gritó, apretándo más mi mano-. Ni siquiera cuando estuvimos lejos la una de la otra, cuando me obligué a separarme de ti para ponerte a salvo.-Su rostro tomó una expresión de dolor, era como ver a una persona herida de gravedad-. ¡Nunca, ¿me oyes?!

    Lancé una mirada hacia abajo, los coches pasaban, la caída me mataría al instante. Y eso quería...
    Mi mano empezó a resbalarse, y de un momento a otro me alzó. Y me vi sobre ella en el suelo; me abrazó muy fuerte, y no pude contener más el llanto, ya había pasado noches llorando por la pérdida del hombre al que amo, porque lo amo. Lo amo.
    Pero no sólo era el dolor ocasionado por su pérdida lo que me hizo llorar, no. Sino el miedo que percibí en Amanda, y el daño que le estaba causando. Sólo la hacía sentir culpable.
   Mi inestabilidad la hería muy hondo.


















   

*Ahora*

   Seattle, Estados Unidos

    Drako se quedó en mi habitación toda la mañana conmigo, ahora lo tengo siguiéndome los pasos cada maldita hora, de cada maldito día.

   Amanda no me decía nada sobre Sahar, si habían hallado alguna otra pista de dónde la tenía Viktor no se atrevería a ponerme al corriente de ello. Todo para no abrumarme porque llevo un mes de duelo. ¿Acaso no sabe que es mejor distraerme en algo?

  Tenía pendiente una intervención, otra. Me volví a escapar hace una semana, largándome a Nueva York a escondidas de todos; ni siquiera el grandioso Drako logró encontrarme, en su lugar lo hizo Faye. Si usaran esas mismas tácticas para encontrar a Sahar hace rato que estaría con nosotros.

   Con respecto a Viktor, seguía adelante arremetiendo contra Vládimir Bélikov, pero éste, como se encontraba muy lejos de nuestro mundo, ignoraba todo lo que ocurría.

   Se hallaba en ese lugar nombrado Providencia, también llamado por ellos en su extraño idioma: Aleinayat al'iilhia. Allí no podía ver ni percibir lo que ocurría en el mundo, creó ese lugar para proteger a quiénes vivían con él, del mundo en decadencia que había afuera. Para no corromper la quietud del pedacito de paraíso que quedaba.
   Quien se encargaba de lidiar con el alboroto que se había disparado gracias a las declaraciones de Viktor-culpando a Vládimir de los atentados a su familia-era Drako, sí. Mi escolta manejaba los negocios de mi padre biológico cuando él no estaba.

-¿No te aburres, Drako?-le pregunté, tratando de hacer conversación. Era tan callado que después de un rato olvidabas que estaba allí-. Quisiera saber por qué aceptaste de buenas a primeras ser mi niñera. Sé que ya llevamos un mes juntos, pero me entró la curiosidad de repente.

-Su bienestar físico y mental es prioridad.

-O porque Sahar y yo somos idénticas-aventuré. Drako me observó con esos plateados y fríos ojos que parecen escanearte cada que te ven. Me puse de pie-. Así que es eso.

-¿Quién mencionó algo sobre Sahar?

-Faye no sabe guardar secretos, dijo que tú y Sahar se usaban para ciertos juegos.-La rubia me lo contó cuando regresabámos de mi huida, tomamos el camino largo, no sus habilidades para orbitar. Yo no quería volver tan pronto-. Providencia no es tan puritana como pensé.

-Nadie dijo que lo fuera-dijo el caballero, una sonrisa asomó en sus labios.

-¿Quieres dar un paseo, Drako? 

-¿Promete que no se escapará?-inquirió.

-Nop.

    Caminé hacia la puerta pero apenas toqué el pomo sentí un mareo, a continuación oí una voz de mujer.

-Sé que me están buscando.... Estoy en medio del océano pacífico... Viktor planea un atentado.... ¿Luna? ¿Me oyes?

-¿Sahar?-susurré.

-¿Sahar?-le oí repetir a Drako, pero su voz era un eco en comparación a lo clara y fuerte que se escuchaba la de Sahar.

     Volví a la habitación, Drako me tenía asida de la cintura.

-¿Qué diablos haces? Suéltame.-Le di un golpe en las costillas con el codo.

-Creí que se desmayaría. ¿Pero qué ha pasado?

-Sé dónde está Sahar.

    La había escuchado, sé que la escuché.
    Cogí a Drako del brazo.

-Ven conmigo, necesito que hagas algo por mí.

    Salimos del dormitorio.
     Una pista de su paradero, era lo que necesitaba, y al fin la tenía; pero decirle a Amanda no estaba en mis planes.
    ¿O acaso estoy en un error y debo avisarle?