"Libres son quienes crean, no quienes copian, y libres son quienes piensan, no quienes obedecen. Enseñar, es enseñar a dudar."
-Eduardo Galeano
Lexa
Era difícil intentar borrar de mi mente todo lo que había descubierto en menos de veinticuatro horas. El vídeo de mi abuelo hablándome de los lazos sanguíneos que me unían a cada miembro de la Sociedad Secreta a la que pertenecía se reproducía una y otra vez en mi cabeza; la genética de Abel fue modificada para intentar hacer de él un humano perfecto, y que su descendencia fuese especial, única.
Archer y yo nunca nos habíamos enfermado, y nuestra familia nos sobreprotegía, no sabía qué era sentir un brazo roto o un raspón, ni siquiera en mis entrenamientos de artes marciales, o manejo de la espada. El primer raspón que recibí fue gracias a esa bala que me dispararon la madrugada de ayer, y fue una herida muy pequeña, nada de cuidado. Así que no vi lo que sí vi después de finalizar el primer vídeo de Horace, porque no era el único.
Me levanté del sofá seguida de Elektra, que se preocupó. Cogí un cuchillo y me alejé lo más que pude de ella. Raven y Archer bajaron cuando escucharon sus gritos de ayuda, corté la palma de mi mano izquierda apenas un poco y brotó la sangre, sangre de un azul muy oscuro.
Raven corrió y cogió muchas servilletas del desayunador, y me cubrió la herida para evitar que siguiera sangrando. Me llevó al fregadero y me la lavó, le pidió a Elektra que fuera a por un botiquín de primeros auxilios, yo me encontraba en el aire y Archer tampoco creía lo que había escuchado decir a mi abuelo, ni comprobar que era cierto: Eramos la descendencia del Dragón. El Diablo. Satanás.
Retiré la mirada de la ventana, miré al frente, la música en el coche se escuchaba lejos, yo me encontraba lejos de allí.
Los 13 Linajes eramos la monarquía del mundo, Lucrecia Zarasúa a su vez era nuestra reina de turno porque nos compartíamos el trono y todo debía pasar por su aprobación; Horace dijo en su vídeo que no todos heredaban la legendaria Sangre Azul, de tantas mezclas de razas y familias que hubieron a través de los siglos nuestra genética se vio comprometida y la mayoría poseía sangre roja, el rojo disfrazaba el color azul, pero no del todo porque aún existía algo que nos señalaba quien descendía de nuestra misma rama familiar y ésa señal se traducía en el tipo de sangre O negativo(O-), el más raro del mundo y que no era compatible con todos a la hora de recibir donación. Era para todos, pero no todos eran para este tipo de sangre.
En nuestra familia Archer y yo eramos los únicos cuya sangre adquirió el color original, tal y como la tenía Abel después de ser modificado. Significaba que Archer o yo estábamos destinados a destronar a Lucrecia, y ella lo sabía, nuestro Círculo lo sabía porque no se les podía ocultar muchas cosas. En nuestros respectivos nacimientos habían testigos como en todos los nacimientos de niños de Los Trece, pero nuestros padres y nuestros abuelos recurrieron a su autoridad como décimo tercer linaje, impidiendo así que nos hicieran lo que les hacían a los otros niños de Los Trece, y asegurando que a menos que alguno muriera la sangre pura del reptil permanecería en nuestra familia sin que Archer y yo supiéramos lo que corría por nuestras venas. Vivimos ignorantes, pero fue un error ir en contra de los deseos de los otros doce, decir "a menos que alguno muera" fue sentencia para ellos.
Asesinaron a mi abuela, a mis padres, a mi abuelo.
Lo sé, ellos lo hicieron.
Lucrecia nos debía querer muertos para no ser destronada, y los demás estarían probándonos, sobre todo a mí. Podía sentir sus miradas encima mío. Hasta hace nada mi abuelo era disidencia controlada, pero no pudieron seguir con eso y lo ejecutaron. A partir del momento en que murió mi abuelo me convertí en disidencia pero yo misma me controlaba no ellos, tenía que mantener a Archer a salvo, a Elektra, Raven, Dietrich, eran la única familia que me quedaba.
—Así que esa era Ava—comentó Raven.
—Ya habías tardado—contesté.
—Intentaba imaginarte con ella en la cama—dijo mirando al infinito.
—Y esa es Raven Reyes, damas y caballeros—anunció Dietrich.
Reí.
Él había llegado esa mañana y hacía de nuestro chófer.
Con Elektra y Raven, Dietrich era uno de mis amigos de infancia. Un piloto excelente, amante de la tecnología, y con una puntería envidiable a la hora de disparar, mi abuelo lo tenía entre los mejores dentro de la Armada.
Soltó una mano del volante y la pasó por su castaño y rizado cabello, tenía unas facciones muy definidas, nariz recta, ojos azules que me miraron a través del espejo retrovisor.
—¿Estás bien, Lexa, o al fin admitirás que estás enamorada de mí?—inquirió.
—Ni en tus mejores sueños—sonreí.
Me guiñó un ojo y devolvió la vista al frente.
—¿Cómo te lo explico, Dietrich?—preguntó Rave—. Lexa pudo haberlo hecho contigo un par de veces en su pasado salvaje de hace dos años, fuiste su único hombre, fuis-te, ¿si entiendes tiempo pasado? Confórmate con eso, no volverá a ver a otro, ni a tocarlo, ni a follárselo....—comenzó a enumerar con los dedos.
—A veces se me olvida que eres demasiado detallista y tienes memoria fotográfica, como esa vez que se te quedó grabada para la posteridad la posición en la que nos encontrast......
—¡Calla, Lexa! ¡Calla! Aún voy a terapia por eso. Maldita sea mi estampa, memoria fotográfica de mierda—refunfuñó.
Dietrich y yo soltamos una carcajada, Raven nos fulminó con la mirada.
Esa mañana había tomado la decisión de reunirme con Vládimir Bélikov, después de hablar con Ava.....
Ava.
En mi mente resonó lo que dijo cuando resbalé tras lanzar el casco contra el suelo molesta por lo que acababa de descubrir sobre mí misma. Salí huyendo de casa después de que Raven curó mi herida y puso un vendaje en mi mano. Me lancé a la carretera tratando de no pensar, no quería pensar.
Terminé dando vueltas por la ciudad, después me abandoné a la carretera fuera de ella hasta altas horas de la noche, sólo paraba para echarle combustible. En la madrugada terminé en una montaña desde donde se veían las estrellas, y las luces de Nueva York. Ignoré el coche que estaba allí, ignoré a la persona dueña de ese coche, bajé de la moto, avancé hasta la orilla de la montaña, me quité el casco y lo lancé, resbalando y siendo salvada de nuevo por ella.
No me había tomado de la mano que tenía herida, aunque si lo hubiese hecho no habría sentido dolor alguno porque su sola presencia me lo quitaría. Más después de escuchar sus palabras cuando le dije que me soltara, la ira hizo que esas palabras salieran de mi boca, pero fueron las pronunciadas por ella las que me dejaron en jaque: Ya nunca te soltaré.
Vi mi mano, ¿cómo unas palabras dichas por una extraña podían significar tanto?
Y luego descubro que es hija de un Blood Drynka, y vuelvo a encontrarme enfadada porque me recordó la clase de personas de las que estoy rodeada y la clase de personas que me antecedían en mi familia.
Tenía al hombre que envió a que me atacaran en su casa, y su padre quería que nos reuniéramos. Quería hablar conmigo, no fue necesario esperar tanto para eso, ni para verla de nuevo; logré hablar con el Vice Presidente de SaharGlobal, y arreglamos una reunión con Vládimir Bélikov para esa mañana en su casa, convencí a Drako Višnjić de que me ayudara a ver a su superior diciéndole que sabía lo que era y que sospechaba del mismo señor Bélikov, me guardé un hecho muy significativo y era que había recordado, en medio de sueños, más de lo que debía de la conversación que tuvo lugar en medio de aquel parque en Seattle la noche en la que milagrosamente se arregló el problema interno entre los Blood Drynka's.
El filantropo Vládimir Bélikov, dueño de SaharGlobal, era el Immortal que mis antecesores y las actuales Altas Esferas han estado cazando. Vládimir Bélikov era Caín, el primer asesino de la historia del mundo, el primer Vampiro, y padre biológico de Amelia y Amara Argent, las dos niñas que hace poco me ordenaron buscar.
Drako juró que su superior era humano.
—No se equivoca al decir que yo soy un Vampiro, pero Vládimir es sólo un intermediario humano entre Caín y el exterior, porque Caín no vive de este lado, es lo único que puedo decirle, señorita Tramell—había dicho el VP—. Él acepta verla este día, pero lo que acabo de decirle no puede ser repetido por su boca ante sus colegas, ¿sí me entiende?
—Pierda cuidado, sólo quiero que me quiten de encima a uno de los vuestros, así todos nos evitamos problemas—le contesté.
Elektra me aconsejó que llevara a Dietrich y a Raven conmigo, ella se quedaría con Archer, mi hermano seguía sin hablar mucho. Eso de que tu familia sea adoradora del Diablo y descienda de él como que no cae muy en gracia. Como Elektra dijo, era la punta del iceberg, quedaban algunas piezas por encajar.
Muchas....
Llegamos al edificio residencial donde Vládimir Bélikov vivía. Pocas cosas me sorprendían y estar ante él fue una de ellas, rara vez daba entrevistas por su hermetismo; su apariencia era muy joven, y de él se desprendía algo diferente, poderoso. Cuando nuestras manos se tocaron sentí cómo mi sangre se calentaba, y me causó daño pero no dejé que se notara. Al romperse el contacto no sentí más dolor, fue muy raro.
Evité que la bandita blanca que me puse en la herida que tenía en la palma de mi mano se viera. Charlamos en su estudio en compañía de su esposa. Drako, Raven y Dietrich estaban con nosotros también; no sólo estaba en presencia de uno de los primeros hombres de la antigüedad, sino de una Maga milenaria también. Circe. Los mitos griegos hablaban mucho de ella, me parecía increíble que la tuviera así de cerca. Ella me estudiaba con la mirada, como si supiera alguna cosa de mí, uno de sus dones era la adivinación, ¿acaso podía ver mi futuro con sólo mirarme? Y si lo hacía, ¿qué vería?
Les conté lo que había pasado la madrugada del día anterior, y Vládimir dijo que en cuestión de unos minutos Arath Griffin estaría allí acompañándonos, le dije que tan sólo pedía una especie de orden de restricción. No quería a ninguna de esas criaturas chupasangre cerca de mí o de cualquier miembro de mi familia, que sino no tendría opción y en reunión con los demás miembros de mi Círculo hablaría de lo que pasó en Seattle, que ellos decidieran entonces si tomar represalias o no.
No era que Vládimir tuviese miedo de un enfrentamiento, era que prefería evitarlo. Era mejor que no hubiese una guerra que se llevara la vida de miles de millones de inocentes.
Mientras esperábamos la llegada del padre de Ava, escuché que el VP pronunciaba su nombre y que su padre quería que la entrenaran para convertirse en Assassin. Eso me cayó como un balde de agua fría, ¿qué clase de padre pondría a su hija dentro de las filas de un grupo de asesinos? ¿Pero qué mierda estaba pensando? ¿En qué posición estaba yo? A lo mejor su padre lo hacía para que Ava tuviera cómo defenderse, aunque ya la vi en acción y no hacía falta mucho más, ella sabía muy bien cómo poner en su sitio a quien se atreviera a atacarla.
—.....si la chica tiene aptitudes, sólo púlelas—le decía Vládimir a Drako, tenía a su esposa cogida de la mano, notaba cómo a veces la miraba con cariño.
¿Cómo llegó Caín a conocer a Circe?
Sabía que los primeros ángeles que se rebelaron contra Dios y se acostaron con mujeres humanas procrearon hijos con éstas. Esos hijos fueron vistos como Dioses y héroes por las personas de esa época, los mitos de las diferentes culturas están llenos de ellos, y en esas diferentes culturas se les conocían a esos Dioses con diferentes nombres.
Circe era una de ellos cuya verdadera raza era la Nephilim: hijos de mortales y Ángeles. Seres de gigantesca estatura que podían modificar a voluntad, seres con dones, con conocimiento de los misterios que en la actualidad poseían Los Sabios.
Era muy guapa, para haber vivido milenios. Su inmortalidad seguro sería objeto de estudios para Lucrecia y los demás que buscaban tan ansiosamente ese don.
Drako salió del estudio y Circe se me acercó. No me hizo sentir intimidada, se veía que era una buena persona, nada qué ver con la bruja vengativa de la mitología.
—Tienes una mirada muy bonita, Lexa—me dijo.
—Gracias—contesté, y recordé que eso solía decirme mi abuelo.
Vládimir también salió, y nos encaminamos detrás de él.
—Tu futuro es prometedor, juega bien tus cartas—susurró, y se detuvo junto a Raven y Dietrich que se sintieron atraídos por unas pinturas antes de salir del estudio.
Yo seguí adelante, ¿qué habrá visto?
Sonreí pensando en las posibilidades mientras bajaba la escalinata que daba a la estancia, y entonces vi a Ava allí. Ella se quedó anonadada al verme.
No mentiré, me produjo cierta satisfacción.
—Hola, Ava—la saludé.
Conocí a sus padres, eran un encanto, ambos.
Entonces Ava era adoptada, ¿se les permitía a los Blood Drynka adoptar humanos? Éste era el primer caso que veía, y me pareció hermoso.
La miraba a la vez que hablaba con Caín y le decía que me hiciera llegar un documento firmado con la orden que pedía, él aceptó.
Nos sentamos para dar inicio a la reunión. Circe, Raven, Dietrich y otra chica se nos unieron en la estancia interrumpiendo a Caín que había empezado a hablar. Circe saludó a los padres de Ava, Regina las presentó. Caín se disculpó conmigo por la interrupción diciendo que hacía días que no se veían y su esposa echaba de menos a los Griffin. Entonces escuché que Regina Griffin le presentaba a Ava la rubia que entró con Raven, Dietrich y Circe. El nombre que dijo me hizo volver el rostro para verla, esbelta, de cabello rubio muy largo y acento ruso.....
Faye Vesper, eso dijo Regina....
Faye Vesper....
Vesper....
Era la hija de Illian, el hombre que Lucrecia me mandó a eliminar hace seis meses.
Cuando la reunión reinició ya con todos allí me enfoqué en eso y nada más, pero tenía a una chica a la que había dejado sin familia en la misma habitación.
Al terminar, quise irme de inmediato recordándole a Caín que me hiciera llegar lo antes posible el documento firmado por todos los que fueron testigos. Raven, Dietrich y yo debíamos firmar también, una copia se quedaría con cada uno, y otra quedaría registrada en los anales de los Blood Drynka.
Lo único que consiguió hacerme olvidar lo que le hice a esa chica fue la voz de Ava decir mi nombre cuando ya estaba de salida. Le dije a Dietrich y a Raven que aguardaran afuera, ya los alcanzaría.
Fue corta la conversación, pero verla de nuevo, a plena luz del día, hizo que el tiempo fuese lo de menos. No le presté la menor atención la primera vez que nos encontramos porque Elektra se debatía entre la vida y la muerte, sin embargo cuando me salvó la segunda vez el clic fue instantáneo. Y sentía que todo se complicaba, aunque fui clara con Caín, no quería a ningún Blood Drynka cerca de mí o de mi familia, sin embargo eso no incluía a Ava. Agradecía al universo que ella fuese humana.
Dietrich aparcó el coche, estábamos de regreso en casa. Sentí que en cualquier momento explotaría de tantas preocupaciones que tenía, Archer no había salido a desayunar en la mañana, Elektra y Raven me pidieron que le diera tiempo, pues bien, ya le di el suficiente.
—¿Comió algo?—le pregunté a Elektra cuando entré al apartamento, ella estaba sentada en el sofá con varios de los diarios de Horace en la mesa de centro.
—No ha bajado, y no me deja entrar, ya no sé cuántas veces he golpeado esa puerta—respondió ella.
Raven se sentó a su lado y cogió uno de los libros, Dietrich pasó a la cocina.
Suspiré y subí las escaleras.
—Archer—dije llamando a la puerta—. Archer, abre, por favor, bicharajo.
Elektra apareció con las llaves en la mano.
—No las usé antes, por idiota. Toma.
—No, él va a abrir, ¿cierto, Archer?
Escuchamos unos pasos, Elektra sonrió y aguardamos a que el muchacho decidiera hacerlo; allí estaba, dejó la puerta abierta y fue a sentarse en el borde de la cama, Elektra dijo que estaría abajo. Se la veía mucho mejor, gracias a Ava.
—¿No estás enfadada, Lexa?—preguntó mi hermano, me senté a su lado y lo abracé.
—Nos estaban cuidando, no puedo enfadarme con ellos por intentarlo—respondí.
—Han sido demasiadas verdades a medias, ¿no te enfada haber vivido así?
—Un poco, ¿pero qué querías que hicieran, bicharajo? Si nos hablaban de eso nuestra vida habría sido distinta, le pasan cosas malas dentro de la cúpula a los herederos de cada linaje, ¿te das cuenta que nos evitaron ese trauma? Nos dieron una vida normal distinta a la que vivieron nuestros antepasados y otros niños de nuestra edad, créeme.
—¿Somos malos?—susurró mirándome, sus ojos azules estaban tristes, que terrible era ver a mi hermano pequeño así.
—No, Archer. La sangre que corre por nuestras venas no nos define, crecimos en un ambiente lleno de paz, eso nos dio nuestra familia.
Sujeté su mano.
—Ellos asesinaron al abuelo, ¿verdad? Y a papá, y a mamá, a la abuela. Ellos nos quitaron....
—No caigas allí—lo interrumpí haciendo que me mirara—. El dolor y el miedo son dos cosas que pueden convertirte en alguien que no eres.
Besé su mejilla abrazándolo más fuerte para que sintiera mi cariño y apoyo.
Elektra subió con unos sándwiches y nos los comimos entre los tres, Raven y Dietrich seguían abajo con los demás archivos del ordenador, sus brillantes mentes los decodificarían.
Me quedé con Archer un poco más hasta que se quedó dormido haciéndome prometer entre murmullos que no le mentiría, ni le diría verdades a medias. Nuevamente pensé en Ava y en lo presumida que sonó cuando dijo que sus padres no le ocultaban nada, y le prometí lo mismo a Archer, todo lo que fuese descubriendo llegaría a sus oídos por mí, sin intermediarios.
Me reuní con los chicos en la estancia después de cambiarme.
—Está descansando—les dije. Dietrich y Raven se encontraban sentados en el suelo cerca de la mesa de centro.
—La buena noticia es que comió, y habló—suspiró Raven—. Es sólo un niño, Lexa, y es una fuerte impresión para un niño descubrir algo así, él entiende que es algo malo la sangre que corre por vuestras venas, y malos son los linajes con los que ha compartido vuestra familia. Cuando mis padres desaparecieron fue una confirmación para mí de lo raro que era el Círculo en el que se manejaban y la gente con la que ellos trataban, excepto por tu familia que eran un amor, cosa que no lo fueron tus antecesores.
—Raven—empezó Elektra.
—Digo lo que pienso—contestó Raven encogiéndose de hombros.
—Y se respeta—sonreí a medias.
—Y tú, ¿cómo te sientes, Lexa?—preguntó Dietrich.
—Agotada, y eso que no he visto ni leído la mitad de todo esto—respondí señalando los libros y la portátil—. Archer me preguntó si estaba enfadada por las verdades a medias que nos contaron, él lo está. Yo no puedo, siempre supe que eramos raros, sin enfermedades, la sobre protección para evitar heridas, hasta la más leve; y me decía: ¡Qué suerte tengo!, cuando veía a Elektra resfriada o a alguno de ustedes—confesé, los tres rieron—. Horace hablaba de lo especial que eramos, nos evitaron un mal trago a Archer y a mí. Sobre todo a Archer que no tuvo que ver......
—Veró, no tienes qué hablar de eso ahora—dijo Elektra conociendo mis intenciones de desahogarme.
—Ellos tienen derecho a saber de qué se les protegió también—alegué, acepté su mano que se entrelazó con la mía—. Hay un privilegio cuando te unes a la Armada, y es que sólo los Tramell tenemos la potestad sobre nuestros soldados, y sus familias, es una medida de protección que empezó con mi abuelo. No ejercerían ningún tipo de control mental sobre ellos, la Armada sólo sigue órdenes de los Tramell. Una buena medida porque yo he visto lo que hacen otros para someter a sus lacayos, e hijos.—Raven y Dietrich me miraban atentos—. La primera vez que presencié algo así tenía unos nueve o diez años más o menos, Horace fue a casa de los Zarasúa y me llevó consigo. Para entonces Lucrecia y yo ya eramos amigas, era una de mis mejores amigas, como ustedes.
—Me conmueves, me alegra ser una de tus mejores amigas—bromeó Dietrich.
—Imbécil—reí. Recuperé la seriedad recordando con nítides las imágenes de ese día—. Horace fue a hablar con el padre de Lucrecia, yo sabía que a él no le gustaba mucho llevarme consigo a esos encuentros, y cada vez le gustaba menos que pasara tiempo con Lucrecia. Él ya sabía.....—Crucé las piernas—. Su padre le había obsequiado un perro, era el tercero en menos de un año, de los otros dos llegó a decirme que se le habían perdido. Lo llamó Hugo a su amigo, era un bebé de Pastor Alemán, hermosísimo; nos encontrábamos jugando con él en el jardín cuando su madre se acercó y estuvo un rato con nosotras, esa mujer nunca me gustó, ni siquiera su marido. De la familia Zarasúa, en ese tiempo, sólo me caían bien Lucrecia y su hermano Enrique. La madre de Lucrecia le dijo a su hija que era momento de jugar a cosas de grandes, y que debían enseñarme para hacerme más fuerte.....aún puedo escuchar al pobre cachorro sufrir.—Apreté el puño sobre mi pierna tan fuerte que, debido a que llevaba pantalones cortos terminé haciéndome daño, Elektra me tomó la otra mano—. Estaban trabajando la mente de Lucrecia, quebrándola, insensibilizándola, sometiéndola quitándole algo que en verdad amaba, aunque no sé si a ese tercer cachorro llegó a tenerle algún tipo de cariño. Ni siquiera parpadeó cuando su madre....
—No tienes que continuar, Lexa—dijo Dietrich.
Suspiré.
—Cuando mi abuelo al fin salió, le dije que quería marcharme, pero nunca le expliqué el por qué de mi cambio de actitud en lo que a Lucrecia se refería. Nunca hablé con nadie, excepto Tri, sobre ese día, y lo bloqueé por completo.
—Es terrible, con razón esa puta es como es, imagina tener unos padres así—comentó Raven.
—Es lo más normal cuando perteneces a alguno de Los 13 Linajes. Horace se encargó de no repetir el patrón con su hijo, y mi padre tampoco lo repitió conmigo y Archer.—Nos salvaron de eso—. Recuerdo que empecé a hacer preguntas que eran respondidas a medias, después mis padres murieron un año antes de que muriera mi abuela. A partir de los catorce empecé a cuestionarme sobre cosas que veía en la televisión, sobre la muerte de tantas personas, las guerras, las enfermedades, todo. Y pensaba que si se suponía que eramos Agentes de Dios en la tierra, y que nuestro deber era crear el escenario perfecto para que las cosas fuesen a mejor, ¿por qué no veía que mejoraran? ¿Por qué el mundo y la gente se hundían más y más en la mierda? Parecía más cosa del Diablo que de Dios, no estábamos haciendo nada en realidad, y a medida que crecía empecé a investigar por mi cuenta, a meterme en líos—le sonreí a Elektra—. Y el mundo empeoraba más y más. Dios se había muerto, y el Diablo andaba de fiesta. El mismo Diablo que corre por mis venas, el verdadero Dios al que le servimos y evitaron decirnos.
Raven miró a Elektra, y a Dietrich. Permanecieron en silencio un largo rato.
—Sé que suena trillado—susurré—. Una de las tantas cosas que me enseñó Horace fue a dudar de todo, a cuestionar, me estaba preparando para esto.
—Mintieron con lo de Dios, y nos entregaron al mismo demonio—sonrió Raven por no llorar—. ¿Mis padres sabrían lo que estaban haciendo? No sé para qué pregunto, ellos lo sabían, alguna vez escuché sus charlas.
—No creo, Rave, se supone que no le dicen todo a quienes se enlistan en La Armada. Son escogidos desde niños y los entrenan con la idea de "proteger", a esta Realeza oculta, de "quiénes en realidad quieren hacer daño".
—Ellos sabían, igual que los padres de Tri, por qué sino fue elegida como....—insistió.
—Ya, Raven—intervine, ese tema incomodaba a Elektra—. "Quienes en realidad quieren hacer daño". En este caso, culpan a Caín y sus Assassins, cuando éstos sólo han intentado pararnos—dije—. Vivimos en el mundo al revés donde los "buenos y admirados" somos en realidad los malos.
—Deja de incluirte—me reprendió Dietrich—. Como tu amigo es mi deber decirte que cometes un error al incluirte en algo que no iniciaste tú, pero que puedes terminar.—Dietrich se levantó—. Destrona a Lucrecia, contigo en el poder tal y como debe ser, puedes cambiarlo todo, Lexa.
—No es tan fácil, baby—terció Elektra—. Manejan poderes que nosotros soñaríamos con tener, ¿no viste el vídeo donde revivían a ese niño con alquimia? Y está prohibido, ¡por ellos mismos! Si no siguen sus propias leyes, ¿qué te hace pensar que aceptarán que Veró reclame su lugar como Reina si ni siquiera confían del todo en su lealtad? Por la cuestionable lealtad de Horace y la influencia de éste en ella, Veró aún está a prueba, para destruirlos desde adentro debe hacer algo lo suficientemente retorcido para ser aceptada del todo como la Tramell que debe comandar a la Armada, y hasta reinar entre ellos.
—Somos cachorritos entre lobos—soltó Raven.
Raven tenía tanta razón, eramos la presa metida en la cueva del lobo. Nacimos en esa cueva. Y no, estoy segura que no es una ventaja.
—El bicharajo al menos bajó a cenar—dijo Elektra sentada en la barra del lavabo, me encontraba de pie frente a ella curando la herida en su cuello—. ¿Crees que se infecte?
—No, es una mordida leve y además lo que te disparó esa chica es un buen anti inflamatorio, desintoxicante. Estás limpia. Y no te ha dado más fiebre.—Le di un beso en la frente y procedí a colocarle cuidadosamente dos gasas para proteger la herida dejada por la mordida de cualquier elemento externo que pudiera provocar una infección.
—Cuando regresaste en la madrugada no viniste a dormir a la cama, ¿no?—dijo de pronto. Negué con la cabeza, terminé el trabajo y besé su hombro derecho descubierto, para luego subirle la bata blanca—. Yo estaba dormida, cuando desperté esta mañana no te encontré. Y luego nos hablaste de lo que había pasado en esa montaña, sé que te fuiste cabreada por lo que descubrimos, pero volviste más cabreada aún. Te alteró mucho esa persona.
—Habla con la verdad y nada más que la verdad.
—¿Estuvo en esa reunión hoy?—Asentí, Elektra también movió la cabeza en gesto afirmativo—. Estoy agradecida con ella por evitar que cayeras.
—Elektra....
—Un convenio—terció—. Fue por conveniencia.
—Lo que ellos hicieron sí, lo nuestro no. No somos una mascarada, todo ha sido real.
—Dímelo cuando pase, dímelo cuando estés segura.....
La acallé con un beso en la boca. Mi corazón latía fuerte por ella, y mi piel, mi cuerpo reaccionaba a su toque, al roce de sus labios con los míos, al leve contacto de su lengua con la mía....
—De esto, estoy segura—susurré, besé de nuevo sus labios. Un roce que me devolvía el oxígeno al cuerpo—. Te amo.
—También te amo.
La abracé y levanté del lavabo para dejarla en el suelo de pie frente a mí.
—Raven está en lo cierto—dije volviendo al otro tema, la cogí de la mano y volvimos al dormitorio—. Somos cachorritos entre lobos.
—¿Qué pasó con jugar doble? ¿Te echas para atrás?
—Tú misma has dicho que no es fácil, manejan poderes que desconocemos, y nosotros sólo somos cuatro adultos y un niño. Nos comerán vivos si intentamos algo y se dan cuenta; no tenemos oportunidad—caminé hacia la ventana.
—Crearemos las oportunidades.—Me volví, Elektra se había acostado en la cama, miraba el techo—. Tu abuelo confiaba en ti para hacer un cambio, Veró, nos preparó a todos para esto.—La cuestión era si seríamos capaces de lograr algo—. El trabajo que debió suponer para tu familia el ocultarles a ti y a Archer vuestro linaje, la sangre que corre por vuestras venas fue un secreto para ustedes mismos. Ni una herida sufrieron en estos años, fueron entrenados tan bien, e incluso tuvieron que inventarse formas de controlar tu ciclo menstrual. ¿Nunca tuviste curiosidad por ello?
—No, sinceramente es la parte que no les envidio.
Elektra me lanzó una almohada. Pero rió, ya estaba menos tensa.
—Tu primera experiencia sexual fue con Dietrich—dijo pensativa, se sentó en el medio de la cama—, ¿no hubo sangrado, Veró?
Ahora que lo pregunta.....
—No....—me senté con ella—....lo recuerdo. No sé.
—El debió comentarte si notó algo raro, y tu color de sangre no es lo que se dice normal.
—Iré....—hice amago de levantarme pero ella lo impidió halándome de regreso a la cama.
—Espera a mañana y habla con él, estás enfadada, no es para menos, no me gusta eso de que no recuerdes ciertos detalles. Pero habla con calma mañana; cuando se aclare esa parte hablaremos de si seguir siendo cachorros o volvernos leones.
Sonreí.
Elektra me tenía demasiada fe.
Gracias cielo por todo el esfuerzo que haces por subirnos los capitulos ..un beso muy fuerte.
ResponderEliminarNo debe de ser fácil ser parte de la familia del Diablo nada menos, y me quedo pensando en mi nombre y mi gusto por los vampiros. Me dejas con la duda ;) Por último recuerdo esas escenas románticas con las que finalizas tus capítulos, luego de tanta aventura es como un remanso.
ResponderEliminarBesos dulces Ivel.
No debe ser fácil pertenecer a un grupo con tanta tendencia a la manipulación y de crueldad, en una manera que parece inevitable.
ResponderEliminar¿Lucrecia está en otras historias? Me suena su nombre y no para bien.
Cuanta fascinación despierta Circe.
Besos.