Spin-off

Spin-off

domingo, 29 de noviembre de 2020

sábado, 14 de noviembre de 2020

Capítulo 12: A quien pertenezca este Corazón..

Lexa

  El cielo impoluto sobre mí era una de mis cosas favoritas, este era mi Hogar, el Verdadero.... El Verdadero....
  La negrura lo pintó de pronto trayendo niebla, un fétido olor, gritos... ¿Dónde estábamos?
¡Lexa!escuché gritar a Ava. ¡Lexa, ¿dónde estás?!
 Seguí su voz con desesperación, necesitaba verla, necesitaba encontrarla para que no temiera.... 
   Y la encontré....
—Ava, todo va a estar bien, ya estoy aquí....

 Me levanté sobresaltada, sentía que me faltaba la respiración, el dolor en el pecho era insoportable.
—Veró—dijo Elektra a mi lado, dejó encima del buró el libro que estaba leyendo, lo colocó al lado de la lámpara. Acarició mi espalda y besó mi hombro—. Ha sido un sueño.
—Se sintió muy real, Tri—susurré apretando su mano que estaba sobre mi hombro—. ¿Qué hora es?—pregunté.
—Las seis de la mañana—respondió—. Es la primera vez que pasa esto, nunca te levantas así, no sufres de pesadillas.
—Estoy preocupada por Ava.
  Elektra me rodeó el cuello con sus brazos y besó mi mejilla.
—Sé que quieres ir a por ella después de ver los vídeos de vigilancia, pero piensa un poco en la posición en la que estás, si ven que te involucras en esto sin que Ellos te lo hayan pedido se encenderán las alarmas. Si quieres voy y me informo por ti, a mí nadie me prestará atención—me decía al oído.
—¿Esto es parte de ser una pantalla para que no vean que me he enamorado de alguien más?
—Daría la vida por....
—No lo digas, estoy siendo injusta contigo.
—Tú no me has pedido nada, yo me he ofrecido, Veró.—Me soltó y se sentó a horcajadas sobre mí—. Nuestras vidas fueron confinadas la tuya a la mía porque nuestras familias estaban del mismo lado y en contra de lo que Los Sabios hacen.—Sus ojos verdes brillaban por las lágrimas que contenían, apoyé mi frente en la suya—. Yo pude haberme ido ese día.....
—No ibas a llegar muy lejos, yo terminaría encontrándote porque habría salido a buscarte; escapaste muchas veces siendo niña, y te atraparon todas esas veces—le recordé y rió con las lágrimas resbalando por sus mejillas. Las limpié—. ¡Qué personalidad!
—Chocábamos, tú y yo—sonrió—. Me iba a marchar, Veró, me iba a marchar porque no quería que te impusieran quererme. Debiste dejarme ir.
—No me lo habría perdonado, sabes por qué no me lo habría perdonado, y nadie me impuso quererte....
  Elektra besó mis labios con esa pureza que conocía tan bien, sus manos en mi cuello y su boca sellando la mía me recordó a ese primer beso que nos dimos.....
—Te quiero—susurró sobre mis labios.
—Y yo a ti, Elektra.




Flashback
Liverpool, Reino Unido

¡Lexa, no corras, mi amor, te puedes caer!gritó mi madre detrás de mí, pero pronto empezó a reír.
  Me lancé a los brazos de mi padre cuando llegué a la estancia donde la chica de servicio había dicho que se encontraba. Papá me levantó en sus brazos para luego abrazarme muy fuerte.
¡Qué sólo hemos ido a por un helado!dijo mi madre.
Pero las extrañé a ambas, y parece que Lex fue la única que echo de menos a su papálo vi guiñarle un ojo a mi madre. Luego besó sus labios.
Con mamá trajimos uuuuuna montaña de helado, ¿sí mami?
Sí, Lex, pero no es para que te lo comas todo tú sola.
Oh...dije decepcionada, papá soltó una carcajada.
  Me regresó al suelo y entonces noté que teníamos visita. Mi madre los estaba saludando, eran dos adultos y una niña algo más mayor que yo, tenía el ceño fruncido y las manos en los bolsillos de su chaqueta azul; sus padres charlaban con los míos y de pronto mi padre se dirigió a mí.
Lexa, ella es Elektra, se quedará con nosotros un tiempodijo presentándome a la niña—. Ve con Fer a enseñarle su habitación.Fer era mi nana, estaba de pie al lado de mi madre—. Ve, Elektra.
  Sus padres también la instaban a seguirnos a mí y a mi nana, al principio se hizo del rogar, pero tuvo que ceder.
  Elektra, Elektra. ¡Qué nombre más raro!
Fer, papi me dio dinero, mirasaqué tres billetes del calcetín de mi pie derecho y se los mostré—. Si me dejas comer helado te los doy.
  Fer se puso a reír, pero se detuvo y se volvió quitándome el dinero.
Eso es soborno, Lexa, ¿quién te enseñó?preguntó la niñera.
La abuelame encogí de hombros—. Pero no les digas a Peter y a Sonjale advertí señalándola con el dedo.
Me asustas, niñadijo con voz sombría y con el rostro a la altura del mío. ¡Hecho!sonrió tendiéndome la mano.
  Nos desviamos a la cocina seguidas por Elektra, estuvo en silencio todo el camino. Fer abrió el frigorífico y sacó el helado que mamá y yo habíamos comprado, lo repartió entre las tres. Luego retomamos el camino hacia la habitación que ocuparía la nueva huésped; Fer abrió la puerta, nos dejó entrar, y noté que Elektra no había probado su helado.
Me timaste, Lexa, esto es del monopolyhabló Fer enseñándome el dinero que le había dado—. ¿Y a qué monopoly juegan tu abuela y tú? Esta mierda se ve realexaminó el billete. ¿Dónde dejaste el verdadero dinero que te dio tu padre?sonrió.
No te diré, vete, vete.
   Fer salió riéndose, ya estaba acostumbrada a mis manipulaciones.
 Dejé la copa de helado en la mesita de noche y me subí a la cama, Elektra paseaba por la habitación.
¿Te gusta?le pregunté.
   No contestó.
  Se sentó en el puf color púrpura del rincón y puso su copa de helado de chocolate sin probar en el suelo.
No quiero quedarme, pero escuché que mis papás están peligrandodijo con un tono muy triste—. Eres una bebé, no entenderías, yo tengo una década de sabiduríaañadió con suficiencia.
¡Tengo cinco, no soy una bebé!exclamé.
Las bebés que niegan ser unas bebés son unas bebéssonrió.
  Miré mi copa, me quedaba muy poco helado en ella y me lo terminé de comer, al quedar vacía la copa bajé de la cama, cogí la suya y se la vacié encima.
 Elektra se enfureció ese día y me declaró la guerra. Con Raven y Dietrich se llevaba de maravillas, a mí me fulminaba con la mirada cada vez que me tenía en su punto de mira; molestarme era su forma de no echar de menos a sus padres, de no sufrir por ello, la escuché una vez decírselo a Raven. Lo bueno es que yo no me le quedaba callada, ¿le gustaba hacerme rabiar? Haría lo mismo con ella, le daría con qué distraerse. 
  A medida que crecíamos y empezamos los entrenamientos como parte de La Armada competíamos entre nosotras. Elektra me llevaba seis años de diferencia y se regodeaba de que al ser mayor podría vencerme cuando quisiera, era buena en combate, ¡fantástica!, pero no tanto como yo y por lo general terminaba en el suelo siendo vencida por mí.
  Siempre encontrábamos motivos para discutir, pero también demostramos estar para la otra cuando llegaban momentos difíciles como la muerte de mi abuela, la muerte de mis padres, y después de eso la de su papá.
  Ella mantuvo comunicación con ellos después de que la dejaran en casa. Cartas, llamadas, era lo único que pudieron darle. Poco después de la muerte de su padre nos dijeron que ambos eran buscados por traicionar a la Sociedad en la que nuestras respectivas familias estaban metidas; su madre llegó a casa una noche y el abuelo Horace nos hizo esperar a Elektra y a mí en la estancia. Ella se hacía la fuerte después de conocer la dura noticia.
—Tri, me asusta que estés tan calladale dije levantándome del sofá y acuclillándome ante ella. Estaba sentada en un sillón color crema con las piernas arriba—. Vamos, Tri Byul, di algo.
Déjame en paz, Lexa, no quiero que sientas lástima por mí.
¿Fue lástima lo que sentiste por mí cuando quedé huérfana?Me miró, tenía el ceño fruncido y supe que debía darme por vencida—. Vale, ahógate sola en tus penasle dije con rudeza.
—Elektra, Lexa, Horace quiere verlasanunció Dietrich.
  Me puse de pie, Elektra me siguió por el pasillo rumbo al estudio. Entramos y vimos a su madre sentada ante el escritorio y a Horace levantándose de su silla detrás de éste.
Corinne, nuestras niñas han crecido muchole dijo Horace a la madre de Elektra.
Gracias a ti y a tu familia pudo vivir, Horacecontestó Corinne Mégalos mirando a su hija, las ganas de llorar le estaban ganando la partida porque habían sido muchos los años que llevaban sin verse.
¿Qué está pasando?preguntó Tri fríamente.
   Horace y Corinne se miraron.
Tomen asiento, por favorpidió Corinne.
Yo prefiero quedarme de piedijo Elektra. Yo sí me senté en el sofá y subí los pies en él.
   Corinne suspiró.
Hace once años cuando te trajimos aquícomenzó—, fue porque queríamos protegerte, Elektra. Tu padre y yo hicimos algo que disgustó a Los Sabios, nos resistimos a llevar a cabo una misión y eso es considerado traición en el trabajo que hacemos como Sus Agentes.—Elektra ni siquiera miraba a su madre—. Buscamos refugio con los Tramell, pero no podían hacer mucho por mí y por tu padre, sin embargo a ti sí podían protegerte. El castigo por traición es la ejecución de los traidores y toda su familia paga el precio....
¡Si sabían cuáles serían las consecuencias, ¿por qué no pensaron en mí antes de hacerlo?!escupió Elektra.
—Tri, haz el favor de no gritar a tu madrele dije. Ella me miró y luego bajó la cara.
Tuvimos una buena razón para rehusarnos a llevar a cabo nuestra misión, y porque pensamos en ti fue que lo hicimosrespondió Corinne. La única forma en la que podíamos protegerte del destino que nos esperaba a Arsen y a mí era que tomaras el apellido de otra familia, que te desposara algún miembro de Los Trece....Me levanté despacio del sofá porque no me gustaba por donde iban los tiros, no me imaginaba a Tri con alguien más y en ese momento no pensé en la posibilidad de que ese alguien fuese yo, no pensé que me habían elegido y casi protesto—..., pero no podíamos recurrir a nadie que no fuesen los Tramell. Horace y su familia nos dieron su apoyo.
Archer ni siquiera había nacido cuando me trajeron aquí, y no conocíamos la existencia de Francosusurró Elektra pensando en lo que yo empecé a imaginar.
Era la única forma, Elektradijo Corinne—. Lexa era nuestra oportunidad de que sobrevivieras.
  Elektra y yo compartimos una mirada, la de ella fue más como un silencioso: Perdóname.
  A mí la noticia me cayó de sorpresa, vamos, que no todos los días te dicen que estás prometida a tu mejor amienemiga, pero por alguna razón que no entendí al principio me gustó saberlo. La mayoría de las veces en las que discutíamos siempre era después de que alguna coqueteara con alguien y la otra lo presenciaba, Raven decía que nos gustábamos y no queríamos aceptar ese hecho.
¿Usted no va a decir nada sobre este arreglo?le preguntó a mi abuelo—. ¿Y tú, Veró? ¿No ves que decidieron por nosotros? No nos consultaron.
Eran unas niñas....
Niñas para no saber, pero sí para estar prometidas....
—Elektra, cierra la puta boca y escúchale—le dije.
  En lugar de escuchar otra palabra salió cerrando de un portazo.
  Les dije que hablaría con ella, la alcancé en el pasillo de camino a su dormitorio al cual entró y fue directo a sacar la maleta que tenía debajo de la cama, la subió y abrió. Empezó a moverse por la habitación sacando ropa del armario y mal doblándola para luego mal arreglarla dentro de ella.
   Empecé a sacar lo que ella lanzaba dentro.
—¡Veró, déjalo ya!me reprendió quitándome una blusa de las manos.
¿Qué crees que estás haciendo?pregunté soltando mi lado de la blusa haciéndola caer al suelo, le tendí la mano, ella la rechazó y se levantó sola—. Tus padres te salvaron la vida, ¿no es eso de agradecer?
¿A qué costo? Nos truncaron el futuro, ¿no te gustaría conocer a una persona y enamorarte? Te he visto con Dietrich, y Raven me contó lo que estaban haciendo el otro día y cómo los encontró.
Dietrich y yo sólo estamos jugando. Y no es eso lo que importa, sino tú, tu vida.
Eres una niñasusurró volviendo a empacar.
No me gustaría estar con nadie más, Elektra.Levantó la mirada—. ¿Es que no te das cuenta, tres veces estrellada?
No digas tonterías, Veró, nos impusieron vivir juntas, estoy protegiendo tu corazón al irme de aquí.....
¿Y quién protege el tuyo? ¿Quién te protege a ti?
Puedo sola, no quiero quedarme para cuando llegue la persona indicada a tu vida. Nos estoy cuidando....
¿Por qué lo dices todo como si no me gustaras?
¡Porque es así!alzó la voz.
¡¿Y qué sabes tú de lo que estoy sintiendo si no estás en mi cuerpo?!le pregunté en el mismo tono.
  Me miró sorprendida, y para completar ese estado en ella la besé.
 Sus labios correspondieron con dulzura, un roce casto que me supo a gloria, y sentí mi corazón latir con fuerza. No sabía que besarla se iba a sentir así, puro e intenso al mismo tiempo, la punta de su lengua rozó muy quedo mi labio inferior antes de separarse un poco de mí.
Es una locura, ¿lo sabes?susurró—. Porque también me gustas pero mañana quizá....
—Olvida que es un arreglo. Olvida el mañana....
—Debo estar preparada, amar y gustar son cosas distintas, hoy te gusto pero mañana puede llegar una persona a la que ames. Y sin embargo acepto, si tanto te importa mi vida, acepto el compromiso, pero nunca digas que me quieres porque no lo soportaría cuando llegue el momento.
—Elektra, deja de echar la sal.—La hice reír.
—Estoy siendo realista, Veró. No has estado enamorada, no sabes lo que es, o cómo se siente; tú y yo, es algo pasajero, por necesidad.
—Tienes razón, no tengo idea de cómo es enamorarse. Pero lo que siento contigo, cuando me miras, lo que siento estoy segura de que se acerca bastante.—Elektra sonrió, acaricié su mejilla y volví a probar sus labios, a besarlos con más ganas adorando la forma en la que me correspondía—. Protegeré tu vida como la mía, y tu corazón como el mío, yo te protejo. No concibo mi vida sin ti en ella—le dije ignorando sus proféticas palabras.
  Al día siguiente se hizo oficial nuestro compromiso, y con los días, semanas, meses la forma en que nos tratábamos fue más civilizada. Y ante el mundo al que estábamos vinculadas Elektra pasó a ser alguien intocable.

  Alguna vez comentó que podía haberme cambiado de lugar con Archer, en algún momento se haría mayor, pero el arreglo ya estaba hecho desde que eramos niñas, lo único que hacía falta era oficializarlo ante Los Sabios, y esperar a que Archer se hiciera mayor significaría que ella seguiría estando en peligro. Y no me me habría arriesgado a perderla.


 Ahora

—Lexa, Tri—entró Raven sin llamar antes a la puerta—. ¡Ay, por favor!—exclamó. Elektra se había quitado el bra y me encontraba chupando su pezón derecho cuando Raven entró, me separé de mi prometida riéndome. Elektra se cubrió—. ¿Podrían poner un letrero en la puerta que diga que se están metiendo mano, favor de no entrar?
—Aprende a llamar a la puerta—le dijo Elektra.
—Pues por si les interesa, y sobre todo a ti, MaLexa, encontraron a Ava—me puso su teléfono móvil en la cara—. Eso es en vivo.
   Miré a Elektra, había salido de la cama atando la cinta de su bata y se dirigió al baño.
   En la pantalla del móvil se veía a Ava siendo llevada en brazos por su padre, estaba desmayada. La periodista hablaba del supuesto secuestro de Ava Griffin, heredera del Grupo Griffin y que aún no se había dado con el paradero de las personas detrás del hecho. Intentaron hacerle preguntas a Arath pero éste se negó a responder, sus hombres lo protegieron del resto de reporteros mientras subía a una camioneta con su hija en brazos.
—Lexa, no le hagas daño a Elektra—dijo Raven de pronto.
—No es mi intención hacerlo.
—Las dos tenemos las cosas claras desde que nos comprometieron, ¿verdad, Veró?—Elektra salió del cuarto de baño y abrió el armario—. Sé que te preocupa esta rara situación, Rave, pero yo sabía en qué me metía cuando todo se puso medio intenso entre nosotras.—Dejó en la cama la ropa que había sacado del armario—. Tenemos nuestro propio arreglo privado, y no le debemos explicaciones a nadie.
   Le regresé el teléfono a Raven, ésta salió.
—Raven sólo intentaba ser una buena amiga.
—Lo sé—se sentó en el borde de la cama—. Pero aquí la masoquista soy yo, siempre he sido consciente de cuál es mi lugar en....
—A mi lado.
—No puedes tenernos a las dos, tú ya elegiste, Veró, y no te lo recrimino. Te gusta y de ella sí estás enamorada en serio, no te condicionaron a quererla.
—Tampoco me condicionaron a quererte. ¿Por qué lo haces ver de ese modo? Yo soy la que se ha portado mal contigo....
—¿Podríamos no hablar de Ava mientras Franco ande por la casa?—terció. Se levantó y besó mis labios fugazmente—. Te quiero, y porque te quiero te ayudaré a proteger tu corazón, que, ambas sabemos, se encuentra donde ella está—sonrió.
   Es que no la merecía ni como amiga.
   Cuando vimos los vídeos de las cámaras de seguridad de la calle donde Ava y su amiga habían desaparecido hacía tres noches, me preocupé todavía más porque la cosa que se las llevó era lo mismo que figuraba en la fotografía que Franco me había dado. Y salí de casa para ver si podía hablar con los padres de Ava, quería ayudar a buscarla, pero Elektra me detuvo antes de que cometiera una estupidez.
No te han dicho que debas investigar esta situación porque no te quieren involucrada, pondrás en peligro a Ava si vas ahora porque sabrán que lo tomaste como algo personal; por ella, espera a que la encuentren. Sus padres no se quedarán de brazos cruzados y tienen más posibilidades que nosotros de encontrarla, tienen a toda una Guardia, la encontrarán y cuando lo hagan te ayudaré a que la veas.
   Elektra se había vuelto cuidadosa desde que supo el motivo por el que fueron ejecutados sus padres. Daba cada paso pensando primero antes de darlos; así era cómo agradecía los cuidados de mi familia para con ella, evitando meterse en líos, y evitándomelos a mí para no llevarse con ella a quienes arriesgaron su apellido y su vida por protegerla.
  Esa mañana, después de desayunar, me acompañó al emblemático edificio del Grupo Griffin. No tuvimos que excusarnos con Franco, mi psicópata tío estaba concentrado en ver una película en la televisión que Dietrich le consiguió.
   Elektra conducía, los reporteros tenían a los Griffin fichados esa mañana y en las noticias se la vio a Regina llegar a la empresa.
—Ve—dijo Elektra—. Infórmate sobre cómo está.
—Eres un ángel, Tri.
—No, no me digas que soy un ángel cuando fue un ángel el que la secuestró—enarcó una ceja y sonrió—. Apúrate.
   Pasé corriendo sin que los periodistas que aún seguían afuera me notaran. En recepción pedí hablar con la señora Regina Griffin, la chica que me atendió me dijo que la señora Griffin no vería a nadie ese día debido a las últimas noticias, había ido a firmar unos papeles y se marcharía enseguida.
—Necesito hablar con ella, es urgente—insistí.
—Lexa—vi hacia la derecha por el pasillo donde había aparecido Regina Griffin.
—Señora, le dije que usted no estaba para ver a nadie hoy—le explicó la recepcionista.
—Está bien, Sora. Pasa por aquí, Lexa.
   No reconocí a la Regina que vi hace días en casa de Vládimir Bélikov, ésta mujer con la que entré al elevador se veía distinta y era de esperar. Su hija estuvo en peligro, si yo misma no pude dormir y cuando al fin lo hice fue porque Raven me dio una pastilla diciendo que necesitaba descansar.
    Llegamos al último piso, pasamos una puerta de cristal hacia una enorme oficina con una vista impresionante de la ciudad. El Grupo Griffin se dedicaba a la investigación y búsqueda de curas para diversas enfermedades, tenían farmacéuticas, laboratorios, e incluso una pequeña editorial, galerías de arte. Su empresa abarcaba diferentes ámbitos.
—¿Quieres algo de beber?—preguntó Regina. Con un ademán de su mano me invitó a tomar asiento en el sofá del área de estancia dentro de su despacho.
—Agua, quizá—sonreí.
   Regina fue al bar, y en lugar de agua me sirvió una vaso de whisky en las rocas.
—Supe lo que pasó—dijo. Me entregó el vaso y se sentó a mi lado, llevaba un vestido negro y un abrigo rojo encima, empezó a quitárselo y lo dejó en el reposa brazos del sofá—. Mi marido me llamó cuando me encontraba de camino aquí—susurró—, está muy grave, Lexa.
—No—mascullé.
—Mi marido y la Guardia la estuvieron buscando, y gracias a Faye y a un hechizo de localización que Circe y yo hicimos logramos encontrarlas a ambas.
—Faye no estaba con ella.
—La chica que estaba con Ava esa noche era Faye, tan sólo cambió su apariencia por medio de un embrujo. No sabemos con exactitud por qué se las llevaron, parece algo al azar, Faye dice que la criatura sólo quería alimentarse, y mordió a mi hija.
    Una ángel no debería hacer esas cosas, pensé.
—¿La mordió?
  Regina asintió. Miré el licor en el vaso, ni siquiera quise probarlo, lo devolvería si lo hacía.
—Faye estuvo a salvo todo el tiempo por un amuleto que lleva consigo, pero Ava....
    Me levanté.
—¿Puedo verla? Por favor, necesito verla.
—Después de que Arath se entere de lo que pasó esa noche no sé si querrá que te le acerques, mi marido es muy protector con nuestra hija, y yo también. Pero sé que debe haber una explicación, hablé con Faye por teléfono y le pedí que omitiera esa parte cuando Arath le pidiera que le contara con detalle  qué pasó para empezar con las investigaciones, porque esto no se quedará así.
   Regina no me miraba con rencor y no supe si el que no lo hiciera era peor.
—Acompáñame—dijo.
  Cogí el vaso, me bebí de un trago el líquido y la seguí.
 Salimos por el estacionamiento, Regina no quería ser molestada por los periodistas. Llamó a su chófer que estuvo allí enseguida.
—Creo que es mejor que la siga desde otro coche, no quiero darles todavía más problemas si llegan a vernos juntas—le dije a Regina.
   Ella estuvo de acuerdo y me reuní con Elektra.
—¿Y?—esperó ella.
—Su madre dice que está muy grave, Tri.—Me miró con tristeza—. Sigue esa camioneta, creo que me dejarán verla.
  Avanzó detrás de la Land Rover negra donde llevaban a Regina, y con su mano en la mía susurró:
—Ella estará bien, Veró. 
   La miré con cariño, ella me devolvió la mirada y asintió.


sábado, 7 de noviembre de 2020

P. A. Tomo I.-Capítulo 11: Quimera

Lexa

  Elektra y yo llegamos a casa, nos metimos al dormitorio y nos cambiamos los vestidos por algo más cómodo para hacer lo que íbamos a hacer. Cogí un suéter vinotinto de cuello alto y le lancé una blusa negra a ella que atrapó con agilidad después de ponerse unos pantalones de cuero.
—¿Eran de los nuestros? ¿Lo eran, no?
—Son de los nuestros, Tri, pero ellos no saben que Ava....—dejé de hablar porque pensar en ella, nombrarla me recordaba que la había lastimado y que de no ser por mi estúpida invitación ella no habría ido, no me habría visto con Tri, no se habría marchado de esa forma.
—No lo hagas—se acercó Elektra—. Te prohíbo pensar que es tu culpa.
—¿Cómo sabes....?
—Pasa que te conozco demasiado bien, cielo—sonrió.
—¡Lexa! ¡Elektra!—gritó Raven desde el piso de abajo.
—Vamos.
  Bajando la escalera Elektra tomó mi mano, aún teníamos una conversación pendiente, se había ofrecido a ser la pantalla para que Lucrecia y los demás no vieran a Ava y que ésta no corriera peligro al estar conmigo. 
   No podía hacerle eso a Elektra.
—Tenemos visita—dijo Dietrich.
 Elektra maldijo por lo bajo, justo lo que yo hice internamente cuando vi al joven que estaba de pie al lado de Archer y tenía un brazo rodeando los hombros de éste.
   Aquel cabello negro alborotado de los hombres de la familia Tramell lo delataba ante quien nos conociera, sus ojos color avellana de mirada penetrante pasaron de Elektra a mí en segundos.
—Archer, ven aquí—dije, él lo permitió y Archer avanzó por la estancia hasta situarse a mi lado—. ¿Qué haces aquí?—le pregunté al visitante.
—No seas grosera, Alexandra—respondió.
  Tenía buen aspecto en comparación a la última vez que lo vi hace tres años cuando fue a ver al abuelo para pedirle dinero, pero Horace se rehusó porque sabía exactamente para qué lo quería.
—Lárgate de mi vista, Franco.
—¿Así es como saludas a tu tío, Alexandra? ¿Ni un abrazo? ¿Ni un beso? ¿Nada?—preguntó.
  Esa última vez llegó a perder el control, la falta de las drogas que usaba-a saber cuál o cuáles-lo tenían muy intranquilo, nervioso, y en vista de que Horace le negó el dinero que pedía se fue en contra de Archer, que estaba presente. Pero no llegó a golpearlo porque Horace lo impidió.
—Di lo que quieres y lárgate.
  Mi abuelo no era ningún santo, en eso estaba clara, le fue infiel a mi abuela más veces de las que puedo contar, pero ella nunca lo dejó porque decía que ninguna de esas putas con las que se revolcaba merecía ocupar su puesto como Señora de la Casa Tramell, también tuvo sus amoríos pero al final volvían el uno al otro como si les fuese imposible separarse.
  Cuando Franco apareció la casa se tambaleó, un hijo bastardo de Horace, menor que mi padre, veintiún años en ese entonces. Yo cumplía doce el día en que llegó a nuestras vidas, mi abuela le permitió quedarse sin saber lo trastornado que venía el muchacho.
—Las vi a las dos en la inauguración pero no me dio tiempo de saludarlas, reconocí a Raven y al hombrecito de la familia, y decidí que debía acompañarlos para saludarte, Alexandra. Lucrecia dice Hola.
—¡Ah! Eres la perrita de turno de Lucrecia—dijo Elektra con sorna.
—No tanto como lo eres tú de Lexa—sonrió Franco, Elektra estuvo a punto de arremeter contra él pero la tomé de la cintura y la atraje hacia mí, hice que me mirara y besé la comisura de sus labios—. Qué bonita imagen. Siempre supe que esa aversión de la una por la otra, ese sentido de competitividad pasaría a convertirse en amor, y mírense, ahora están comprometidas. Un compromiso muy oportuno dicen las malas lenguas, pero ustedes y nosotros sabemos que la cosa va en serio....
—Franco, se me agota paciencia—lo interrumpí.
—Lucrecia ha intentado comunicarse contigo—respondió al fin—, no le respondes el móvil, y se supone que hace ya una semana que debiste entregar un informe. Como se supone que debías estar en Seattle, le dijiste que estabas allí la última vez que hablaste con ella, y que te quedarías en esa ciudad un poco más. Y luego resulta que sales de tu escondite para reunirte con Matthew Carlysle. A veces es difícil seguirte la pista—me señalaba con el dedo—, te mueves rápido y con eso de que controlas las cámaras de seguridad de todo el mundo, no hace la tarea más fácil.—Caminó por la estancia observando todo, toqueteando todo—. Un buen escondite—comentó—. No sólo tienes la osadía de mentirles a Lucrecia y a los demás, sino que les mientes y te refugias en un apartamento lujoso del que no saben nada. Deben esperarse algo así, fuiste entrenada por mi señor padre en persona, te dio a ti y a ese hombrecito—apuntó a Archer—lo que debió ser para mí.
  Quiso acercarse pero Raven y Dietrich se interpusieron en su camino.
—Mantengamos la distancia, Franco—le dijo Dietrich.
—Tranquilos, tranquilos—rió él levantando las manos, seguía muy mal, la apariencia podía ser la de un hombre limpio pero andaba intoxicado—. Tengo que regresar contigo a España, rindes cuenta ante Lucrecia y el resto, les das el número de víctimas que se llevó la peleita entre Blood Drynka's y ya, aquí no ha pasado nada. Sigues con tu misión de buscar a las hijas de Caín.
—Lucrecia y los demás tienen que empezar a darme mi lugar, a tratarme como su igual y no como su mandadera. Yo también tengo voz y voto.
—Vamos, Alexandra, conoces la reputación revolucionaria de papá, sus ideas locas de darle protección a traidores siguen persiguiendo a la familia y la sombra de sospecha se cierne sobre ti. No eres estúpida, ¿o sí?
   Ava. Ava. Ava... 
  Lo único que hago es perder el tiempo, tengo que buscarla.
—Lo estuve pensando bien y creo que me quedaré un tiempo en Nueva York—diciendo esto se acostó en el sofá—. Cuando decidas que debemos marchar a España, niña mala, me avisas.
   Sonreí. Acaban de ponerme una niñera más cercana, como no pueden seguirme el paso usan a mi tío psicópata para convertirse en mi sombra.
—¿Tienes dónde quedarte?—le pregunté, los demás no dieron crédito a lo que escucharon.
—Esa es la actitud—respondió Franco sonriendo ampliamente.


—¿Te volviste loca, Lexa?—recriminó Raven, ella nos había acompañado a Elektra y a mí a nuestra habitación. Archer se encerró en la suya y Dietrich se quedó en el salón vigilando a Franco.
—Si tomó esa decisión es porque sabe lo que hace—le dijo Elektra sentándose en el borde de nuestra cama—. Dime que sabes lo que haces, Veró.
—No puedo hacer otra cosa, es mejor actuar como que aún me tienen con la correa al cuello. El lado malo es que con Franco aquí no puedo hacer nada por Ava y temo que quien se la haya llevado le.....
—Espera un momento, ¿qué?—Raven miró a Elektra—. ¿Es por eso que me enviaron ese mensaje diciendo que viniera a casa rápido? ¡Ay, carajo!—musitó cayendo en la cuenta de algo—. No me digan que ese accidente en plena calle...
—Ava iba en el taxi, y habían agentes nuestros entre la multitud—explicó Tri.
—Envía a Dietrich al lugar del hecho—le ordené a Raven—. Necesitamos conocer lo que la policía sabe y revisar los vídeos de esa calle.
—Dietrich no va a querer dejarnos solas con el maníaco de tu tío aquí—replicó Raven cruzando los brazos.
—Iré yo misma.
   Bajé las escaleras seguida de ambas, Franco seguía acostado en el sofá, no había televisión así que sólo miraba el techo. Dietrich lo observaba desde uno de los taburetes del desayunador.
—Dietrich, hubo un extraño incidente esta noche, lo vieron de camino hacia aquí.—Franco no se movió de su lugar.
—El taxi, sí, bastante extraño.
—Quiero que vayas allí y recojas toda la información que puedas, debemos asegurarnos que el asunto entre Blood Drynka's no tenga qué ver, y si lo tiene tomar medidas.
   Dietrich miró por unos segundos hacia el sofá y luego a mí.
—Estaremos bien—le aseguré.
   El muchacho salió del apartamento, Raven fue al estudio con Elektra, allí teníamos guardados los libros y el ordenador personal de Horace. Para revisarlos teníamos que hacerlo sin que Franco los viera; Raven se encargaría de revisar las cámaras desde el tablero de mando que había en esa oficina.
—¿Tienes alguna idea de lo que pudo pasar?—le pregunté a Franco tomando asiento en uno de los sillones, podía verle la cara y enarcó las cejas.
   Introdujo su mano derecha en el bolsillo de la chaqueta que llevaba, me puse a la defensiva por si sacaba algún arma blanca, pero en su lugar sacó una fotografía e hizo un gesto con la mano para que viera que no pasaba nada, sólo era eso. Lanzó la fotografía sobre la mesa del centro.
—Yo cumplo otras funciones, querida, soy un bastardo no un Tramell oficial. Eso es lo único que sé—respondió señalando la foto. Cerró los ojos y se los cubrió con el brazo.
   Tomé la fotografía, era un hombre alado el que aparecía en ella, desnudo, agachado en medio de un pentagrama. No se le veía el rostro porque tenía la cabeza gacha, sus alas eran blancas, su pelo muy oscuro.
—¿Dónde pasó esto? ¿Quién es?—pregunté anonadada.
—Le robé esa foto a Lucrecia el año pasado después de follármela.....
—Sin detalles escabrosos, Franco—solté.
    Rió aún con el brazo cubriendo sus ojos.
—Investigué un poco, ese tipo emplumado fue un préstamo, es lo que entendí. Pero a nuestros amigos se les salió de control y han estado buscándolo desde entonces, al parecer fue a caer a las órdenes de un Bebedor de Sangre, sobrinita.
  Por eso estaban esos encapuchados en la escena del supuesto accidente. Un coche no queda así como quedó ese taxi contra el aparador, tuvo que ser levantado y lanzado por alguien con una fuerza descomunal.
—Es un Ángel, Alexandra—dijo—. Un Ángel de verdad.—Descubrió sus ojos y me miró divertido—. El tipo de cosas que no te revelarán hasta que vean que eres de fiar y no una loca revolucionaria que se opone al Sistema.
   Parecía que me estuviera aconsejando.
   Volvió a cubrirse el rostro y empezó a silbar. 
  Era un momento extraño este en el que no sabía si mi tío era mi enemigo o un lunático aliado.


Ava

—¿Ava?—Escuché un lejano eco—. Ava, despierta.
  Alguien me estaba zarandeando, entreabrí los ojos y me encontré con la cara de Faye muy cerca. Al recordar lo que había pasado me incorporé: la imagen de Lexa besando a Elektra, las cosas que le dije, la conversación con Faye en el taxi, el Ser alado que obligó al chófer a frenar de golpe, la pelea en la que ambas terminamos inconscientes, no teníamos oportunidad contra esa bestia porque podía tener alas de Ángel pero era un demonio. Fue una estupidez que lo intentáramos siquiera, pudimos morir las dos.
    Todo pasó muy rápido.
—¡¿Estás bien?!—le pregunté a Faye—. ¿Dónde estamos?
   Vi a mi alrededor, aquello parecía una cloaca y olía como tal pero era un viejo edificio lleno de grandes contenedores rojos y azules.
—Es un almacén, ¿tú estás bien? Le diste pelea—sonrió.
—Le dimos pelea—la corregí arrugando la cara—: Me duele la cabeza—me llevé la mano a la frente, cuando vi la palma encontré sangre—. ¿Fue un golpe muy fuerte, no?
    Faye lo revisó y asintió.
—Circe podrá sanar eso—dijo.
—¿Puede hacerlo?
—Si te digo que puede curarte, lo hará—aseguró distraída observando los contenedores. Se levantó y se acercó a uno.
¿Era un Ángel?
   Faye se dio la vuelta, su vestido blanco estaba oscuro por la suciedad del lugar.
—Lo reconociste—susurré.
    Se sentó frente a mí y suspiró.
—¿Has oído hablar de Providencia?
—Es el hogar de Caín, es como un trozo del Jardín de Edén en la Tierra—respondí. Había leído los registros de la vida del Clan Griffin, ellos vivieron alguna vez allí—. Los Blood Drynka fueron exiliados después de perturbar la paz existente y asesinar a muchas personas. Todos fueron echados, desde entonces Caín se desligó de sus hijos Blood Drynka, y éstos, los más pacíficos, han intentado llevar una mejor vida para ser aceptados por él. Porque quieren regresar a ese lugar pacífico, han querido demostrarle al Patro que son dignos de regresar.
—Sí—sonrió Faye—. Pues todo el asunto con Velkam Alyosha empezó con una intrusión a ese pacífico lugar.
—Pero nadie puede entrar a Providencia, eso tenía entendido, está oculta.
—Pues alguien lo logró, y le facilitó la entrada a otras criaturas creadas por el hombre. Quimeras, híbridos de humanos y animal.—Escuchamos un ruido, pero nadie apareció—. El primero que vi intentó atacar a Sahar una noche en la que se celebraba una fiesta—continuó—, por suerte fue neutralizado, no sin antes haberse llevado una vida—susurró—; lo tenían encerrado. Se sospechó que iban a por Sahar. Después atacaron a dos chiquillos, y Sahar decidió resguardar a su pueblo, envió a toda la Guardia de Palacio a cada punto de Providencia para que protegieran a la gente, quedando ella y Palacio sin ningún tipo de seguridad—recordar ese detalle la puso ligeramente nerviosa, temió por la hija de Caín—. Nos envió a su madre y a mí al pueblo más cercano. Su padre estaba de este lado, en el exterior; Sahar estaba sola, y tuve miedo—confesó mirándome a los ojos—. Luego lo vi a ese hombre que nos trajo aquí, él también pudo entrar a Providencia, probablemente fue él quien las dejó entrar, pensé. Era uno de ellos, pensé, una quimera. Vi a Sahar enfrentarse a algunas mientras él me mostró desde una ventana de Palacio, tras robarme del lado de Circe, cómo Sahar peleaba. Decía que era un monstruo, que Sahar y su padre eran malas personas, que debía matarla a ella y entonces entendería a qué se refería. Sabría lo que escondía.
—¿Te convenció de hacerlo?
—Me dio un cuchillo y después de devolverme al lado de Circe, cuando volvimos a Palacio, la esperé en su habitación y sí, le puse el cuchillo al cuello. Pero no pude, tenía sentimientos muy fuertes por ella, lo peor es que ella me lo pidió, me dijo que lo hiciera, que la matara. Yo me dejé dominar por lo que él me susurró al oído, que Sahar y Caín no eran distintos de quienes me quitaron a mi familia y debes comprender que mi accionar fue porque todo era nuevo para mí. Me pidió que la odiara, que no negaba que ella y quienes asesinaron a mi familia eran iguales.....—Faye tenía los sentimientos a flor de piel, se levantó secando las lágrimas que viajaban por sus mejillas—. De eso hace semanas—susurró—. Tú creciste en este mundo sabiendo que estas criaturas son reales, yo crecí pensando que sólo eran ficción, apenas me estoy acostumbrando.—Se quitó los zapatos y los dejó caer al suelo—. Es la segunda vez que veo a esa quimera, le dije a Sahar que no había terminado. Van a seguir jodiéndonos la vida.
—¿Quiénes, Faye? ¿La gente con la que Lexa se codea?
—Creo que va más allá de esas personas, Ava, de que tienen las manos metidas en cosas turbias y oscuras las tienen, pero una especie de marionetista moviendo los hilos a su antojo anda por ahí sin dejarse ver.
—¿Lucifer?—aventuré, fue lo primero que se me ocurrió por ser el padre de Caín.
—Quien sea está jugando con nosotros, y al Diablo le gusta jugar. Es posible.
—¿Dónde está Dios?—pregunté.
—No tengo ni puta idea, Ava.
  Empezó a pasearse entre los contenedores, no le dije que Lexa había reconocido su nombre el día anterior. 
  Lexa. La misma que se mueve entre la gente que la dejó huérfana a Faye, daba pesar ver a los ojos verdes de la rubia. El mundo la acusaba de haber asesinado a su familia, ¿cómo lo habrán hecho? ¿Qué le hicieron a su familia y por qué le echaron la culpa a ella?
   Sólo cuando hablaba de Sahar había un fuerte brillo en sus ojos. Un atisbo de vida, eso debía ser Sahar para ella. Un atisbo de vida después de haber muerto con sus seres queridos.
—¡Ava!—gritó, cinco contenedores más allá de dónde yo estaba—. ¡Ven rápido!
  Cuando llegué la vi jugar con un extraño anillo que usaba de colgante.
—Mira—dijo señalando con un gesto de la cabeza uno de los contenedores. Estaba abierto y olía horrible—. Creo que es sangre.—Había una lámpara encendida que iluminaba muy poco el interior.
   Las dos entramos y enseguida tuvimos que retroceder por la horrenda visión dentro.
—¿Se les perdió algo, señoritas?—preguntó un hombre detrás de nosotras
  Dimos la vuelta, y estaba allí, de pie, la quimera. Pero dejé de mirarle cuando reconocí el logotipo de Laboratorios Griffin en otro contenedor detrás de él. Allí se veía claramente: G Labs, las letras encerradas en el símbolo alquímico de la sal, un círculo con una raya horizontal en medio donde la G quedaba en la parte superior y Labs en la inferior.
   Faye dio unos pasos y lo golpeó en la cara, logró que cayera al suelo, cogió mi mano y echamos a correr. El rostro deformado de ojos dorados se nos apareció enfrente cerrándonos el camino, se abalanzó sobre nosotras pero fue a mí a quien lanzó contra la pared, sus colmillos se clavaron en mi cuello, Faye arremetió contra él evitando que me hiciera mucho más daño.
   Me sentía mareada, como si estuviese cayendo desde muy alto. Y entonces vi el rostro de Lexa, borroso pero aún así identificable.
Ava, todo va estar bien..... Ya estoy aquí....
   Que no sea un sueño, pensé. Por favor.....