Spin-off

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sábado, 7 de noviembre de 2020

P. A. Tomo I.-Capítulo 11: Quimera

Lexa

  Elektra y yo llegamos a casa, nos metimos al dormitorio y nos cambiamos los vestidos por algo más cómodo para hacer lo que íbamos a hacer. Cogí un suéter vinotinto de cuello alto y le lancé una blusa negra a ella que atrapó con agilidad después de ponerse unos pantalones de cuero.
—¿Eran de los nuestros? ¿Lo eran, no?
—Son de los nuestros, Tri, pero ellos no saben que Ava....—dejé de hablar porque pensar en ella, nombrarla me recordaba que la había lastimado y que de no ser por mi estúpida invitación ella no habría ido, no me habría visto con Tri, no se habría marchado de esa forma.
—No lo hagas—se acercó Elektra—. Te prohíbo pensar que es tu culpa.
—¿Cómo sabes....?
—Pasa que te conozco demasiado bien, cielo—sonrió.
—¡Lexa! ¡Elektra!—gritó Raven desde el piso de abajo.
—Vamos.
  Bajando la escalera Elektra tomó mi mano, aún teníamos una conversación pendiente, se había ofrecido a ser la pantalla para que Lucrecia y los demás no vieran a Ava y que ésta no corriera peligro al estar conmigo. 
   No podía hacerle eso a Elektra.
—Tenemos visita—dijo Dietrich.
 Elektra maldijo por lo bajo, justo lo que yo hice internamente cuando vi al joven que estaba de pie al lado de Archer y tenía un brazo rodeando los hombros de éste.
   Aquel cabello negro alborotado de los hombres de la familia Tramell lo delataba ante quien nos conociera, sus ojos color avellana de mirada penetrante pasaron de Elektra a mí en segundos.
—Archer, ven aquí—dije, él lo permitió y Archer avanzó por la estancia hasta situarse a mi lado—. ¿Qué haces aquí?—le pregunté al visitante.
—No seas grosera, Alexandra—respondió.
  Tenía buen aspecto en comparación a la última vez que lo vi hace tres años cuando fue a ver al abuelo para pedirle dinero, pero Horace se rehusó porque sabía exactamente para qué lo quería.
—Lárgate de mi vista, Franco.
—¿Así es como saludas a tu tío, Alexandra? ¿Ni un abrazo? ¿Ni un beso? ¿Nada?—preguntó.
  Esa última vez llegó a perder el control, la falta de las drogas que usaba-a saber cuál o cuáles-lo tenían muy intranquilo, nervioso, y en vista de que Horace le negó el dinero que pedía se fue en contra de Archer, que estaba presente. Pero no llegó a golpearlo porque Horace lo impidió.
—Di lo que quieres y lárgate.
  Mi abuelo no era ningún santo, en eso estaba clara, le fue infiel a mi abuela más veces de las que puedo contar, pero ella nunca lo dejó porque decía que ninguna de esas putas con las que se revolcaba merecía ocupar su puesto como Señora de la Casa Tramell, también tuvo sus amoríos pero al final volvían el uno al otro como si les fuese imposible separarse.
  Cuando Franco apareció la casa se tambaleó, un hijo bastardo de Horace, menor que mi padre, veintiún años en ese entonces. Yo cumplía doce el día en que llegó a nuestras vidas, mi abuela le permitió quedarse sin saber lo trastornado que venía el muchacho.
—Las vi a las dos en la inauguración pero no me dio tiempo de saludarlas, reconocí a Raven y al hombrecito de la familia, y decidí que debía acompañarlos para saludarte, Alexandra. Lucrecia dice Hola.
—¡Ah! Eres la perrita de turno de Lucrecia—dijo Elektra con sorna.
—No tanto como lo eres tú de Lexa—sonrió Franco, Elektra estuvo a punto de arremeter contra él pero la tomé de la cintura y la atraje hacia mí, hice que me mirara y besé la comisura de sus labios—. Qué bonita imagen. Siempre supe que esa aversión de la una por la otra, ese sentido de competitividad pasaría a convertirse en amor, y mírense, ahora están comprometidas. Un compromiso muy oportuno dicen las malas lenguas, pero ustedes y nosotros sabemos que la cosa va en serio....
—Franco, se me agota paciencia—lo interrumpí.
—Lucrecia ha intentado comunicarse contigo—respondió al fin—, no le respondes el móvil, y se supone que hace ya una semana que debiste entregar un informe. Como se supone que debías estar en Seattle, le dijiste que estabas allí la última vez que hablaste con ella, y que te quedarías en esa ciudad un poco más. Y luego resulta que sales de tu escondite para reunirte con Matthew Carlysle. A veces es difícil seguirte la pista—me señalaba con el dedo—, te mueves rápido y con eso de que controlas las cámaras de seguridad de todo el mundo, no hace la tarea más fácil.—Caminó por la estancia observando todo, toqueteando todo—. Un buen escondite—comentó—. No sólo tienes la osadía de mentirles a Lucrecia y a los demás, sino que les mientes y te refugias en un apartamento lujoso del que no saben nada. Deben esperarse algo así, fuiste entrenada por mi señor padre en persona, te dio a ti y a ese hombrecito—apuntó a Archer—lo que debió ser para mí.
  Quiso acercarse pero Raven y Dietrich se interpusieron en su camino.
—Mantengamos la distancia, Franco—le dijo Dietrich.
—Tranquilos, tranquilos—rió él levantando las manos, seguía muy mal, la apariencia podía ser la de un hombre limpio pero andaba intoxicado—. Tengo que regresar contigo a España, rindes cuenta ante Lucrecia y el resto, les das el número de víctimas que se llevó la peleita entre Blood Drynka's y ya, aquí no ha pasado nada. Sigues con tu misión de buscar a las hijas de Caín.
—Lucrecia y los demás tienen que empezar a darme mi lugar, a tratarme como su igual y no como su mandadera. Yo también tengo voz y voto.
—Vamos, Alexandra, conoces la reputación revolucionaria de papá, sus ideas locas de darle protección a traidores siguen persiguiendo a la familia y la sombra de sospecha se cierne sobre ti. No eres estúpida, ¿o sí?
   Ava. Ava. Ava... 
  Lo único que hago es perder el tiempo, tengo que buscarla.
—Lo estuve pensando bien y creo que me quedaré un tiempo en Nueva York—diciendo esto se acostó en el sofá—. Cuando decidas que debemos marchar a España, niña mala, me avisas.
   Sonreí. Acaban de ponerme una niñera más cercana, como no pueden seguirme el paso usan a mi tío psicópata para convertirse en mi sombra.
—¿Tienes dónde quedarte?—le pregunté, los demás no dieron crédito a lo que escucharon.
—Esa es la actitud—respondió Franco sonriendo ampliamente.


—¿Te volviste loca, Lexa?—recriminó Raven, ella nos había acompañado a Elektra y a mí a nuestra habitación. Archer se encerró en la suya y Dietrich se quedó en el salón vigilando a Franco.
—Si tomó esa decisión es porque sabe lo que hace—le dijo Elektra sentándose en el borde de nuestra cama—. Dime que sabes lo que haces, Veró.
—No puedo hacer otra cosa, es mejor actuar como que aún me tienen con la correa al cuello. El lado malo es que con Franco aquí no puedo hacer nada por Ava y temo que quien se la haya llevado le.....
—Espera un momento, ¿qué?—Raven miró a Elektra—. ¿Es por eso que me enviaron ese mensaje diciendo que viniera a casa rápido? ¡Ay, carajo!—musitó cayendo en la cuenta de algo—. No me digan que ese accidente en plena calle...
—Ava iba en el taxi, y habían agentes nuestros entre la multitud—explicó Tri.
—Envía a Dietrich al lugar del hecho—le ordené a Raven—. Necesitamos conocer lo que la policía sabe y revisar los vídeos de esa calle.
—Dietrich no va a querer dejarnos solas con el maníaco de tu tío aquí—replicó Raven cruzando los brazos.
—Iré yo misma.
   Bajé las escaleras seguida de ambas, Franco seguía acostado en el sofá, no había televisión así que sólo miraba el techo. Dietrich lo observaba desde uno de los taburetes del desayunador.
—Dietrich, hubo un extraño incidente esta noche, lo vieron de camino hacia aquí.—Franco no se movió de su lugar.
—El taxi, sí, bastante extraño.
—Quiero que vayas allí y recojas toda la información que puedas, debemos asegurarnos que el asunto entre Blood Drynka's no tenga qué ver, y si lo tiene tomar medidas.
   Dietrich miró por unos segundos hacia el sofá y luego a mí.
—Estaremos bien—le aseguré.
   El muchacho salió del apartamento, Raven fue al estudio con Elektra, allí teníamos guardados los libros y el ordenador personal de Horace. Para revisarlos teníamos que hacerlo sin que Franco los viera; Raven se encargaría de revisar las cámaras desde el tablero de mando que había en esa oficina.
—¿Tienes alguna idea de lo que pudo pasar?—le pregunté a Franco tomando asiento en uno de los sillones, podía verle la cara y enarcó las cejas.
   Introdujo su mano derecha en el bolsillo de la chaqueta que llevaba, me puse a la defensiva por si sacaba algún arma blanca, pero en su lugar sacó una fotografía e hizo un gesto con la mano para que viera que no pasaba nada, sólo era eso. Lanzó la fotografía sobre la mesa del centro.
—Yo cumplo otras funciones, querida, soy un bastardo no un Tramell oficial. Eso es lo único que sé—respondió señalando la foto. Cerró los ojos y se los cubrió con el brazo.
   Tomé la fotografía, era un hombre alado el que aparecía en ella, desnudo, agachado en medio de un pentagrama. No se le veía el rostro porque tenía la cabeza gacha, sus alas eran blancas, su pelo muy oscuro.
—¿Dónde pasó esto? ¿Quién es?—pregunté anonadada.
—Le robé esa foto a Lucrecia el año pasado después de follármela.....
—Sin detalles escabrosos, Franco—solté.
    Rió aún con el brazo cubriendo sus ojos.
—Investigué un poco, ese tipo emplumado fue un préstamo, es lo que entendí. Pero a nuestros amigos se les salió de control y han estado buscándolo desde entonces, al parecer fue a caer a las órdenes de un Bebedor de Sangre, sobrinita.
  Por eso estaban esos encapuchados en la escena del supuesto accidente. Un coche no queda así como quedó ese taxi contra el aparador, tuvo que ser levantado y lanzado por alguien con una fuerza descomunal.
—Es un Ángel, Alexandra—dijo—. Un Ángel de verdad.—Descubrió sus ojos y me miró divertido—. El tipo de cosas que no te revelarán hasta que vean que eres de fiar y no una loca revolucionaria que se opone al Sistema.
   Parecía que me estuviera aconsejando.
   Volvió a cubrirse el rostro y empezó a silbar. 
  Era un momento extraño este en el que no sabía si mi tío era mi enemigo o un lunático aliado.


Ava

—¿Ava?—Escuché un lejano eco—. Ava, despierta.
  Alguien me estaba zarandeando, entreabrí los ojos y me encontré con la cara de Faye muy cerca. Al recordar lo que había pasado me incorporé: la imagen de Lexa besando a Elektra, las cosas que le dije, la conversación con Faye en el taxi, el Ser alado que obligó al chófer a frenar de golpe, la pelea en la que ambas terminamos inconscientes, no teníamos oportunidad contra esa bestia porque podía tener alas de Ángel pero era un demonio. Fue una estupidez que lo intentáramos siquiera, pudimos morir las dos.
    Todo pasó muy rápido.
—¡¿Estás bien?!—le pregunté a Faye—. ¿Dónde estamos?
   Vi a mi alrededor, aquello parecía una cloaca y olía como tal pero era un viejo edificio lleno de grandes contenedores rojos y azules.
—Es un almacén, ¿tú estás bien? Le diste pelea—sonrió.
—Le dimos pelea—la corregí arrugando la cara—: Me duele la cabeza—me llevé la mano a la frente, cuando vi la palma encontré sangre—. ¿Fue un golpe muy fuerte, no?
    Faye lo revisó y asintió.
—Circe podrá sanar eso—dijo.
—¿Puede hacerlo?
—Si te digo que puede curarte, lo hará—aseguró distraída observando los contenedores. Se levantó y se acercó a uno.
¿Era un Ángel?
   Faye se dio la vuelta, su vestido blanco estaba oscuro por la suciedad del lugar.
—Lo reconociste—susurré.
    Se sentó frente a mí y suspiró.
—¿Has oído hablar de Providencia?
—Es el hogar de Caín, es como un trozo del Jardín de Edén en la Tierra—respondí. Había leído los registros de la vida del Clan Griffin, ellos vivieron alguna vez allí—. Los Blood Drynka fueron exiliados después de perturbar la paz existente y asesinar a muchas personas. Todos fueron echados, desde entonces Caín se desligó de sus hijos Blood Drynka, y éstos, los más pacíficos, han intentado llevar una mejor vida para ser aceptados por él. Porque quieren regresar a ese lugar pacífico, han querido demostrarle al Patro que son dignos de regresar.
—Sí—sonrió Faye—. Pues todo el asunto con Velkam Alyosha empezó con una intrusión a ese pacífico lugar.
—Pero nadie puede entrar a Providencia, eso tenía entendido, está oculta.
—Pues alguien lo logró, y le facilitó la entrada a otras criaturas creadas por el hombre. Quimeras, híbridos de humanos y animal.—Escuchamos un ruido, pero nadie apareció—. El primero que vi intentó atacar a Sahar una noche en la que se celebraba una fiesta—continuó—, por suerte fue neutralizado, no sin antes haberse llevado una vida—susurró—; lo tenían encerrado. Se sospechó que iban a por Sahar. Después atacaron a dos chiquillos, y Sahar decidió resguardar a su pueblo, envió a toda la Guardia de Palacio a cada punto de Providencia para que protegieran a la gente, quedando ella y Palacio sin ningún tipo de seguridad—recordar ese detalle la puso ligeramente nerviosa, temió por la hija de Caín—. Nos envió a su madre y a mí al pueblo más cercano. Su padre estaba de este lado, en el exterior; Sahar estaba sola, y tuve miedo—confesó mirándome a los ojos—. Luego lo vi a ese hombre que nos trajo aquí, él también pudo entrar a Providencia, probablemente fue él quien las dejó entrar, pensé. Era uno de ellos, pensé, una quimera. Vi a Sahar enfrentarse a algunas mientras él me mostró desde una ventana de Palacio, tras robarme del lado de Circe, cómo Sahar peleaba. Decía que era un monstruo, que Sahar y su padre eran malas personas, que debía matarla a ella y entonces entendería a qué se refería. Sabría lo que escondía.
—¿Te convenció de hacerlo?
—Me dio un cuchillo y después de devolverme al lado de Circe, cuando volvimos a Palacio, la esperé en su habitación y sí, le puse el cuchillo al cuello. Pero no pude, tenía sentimientos muy fuertes por ella, lo peor es que ella me lo pidió, me dijo que lo hiciera, que la matara. Yo me dejé dominar por lo que él me susurró al oído, que Sahar y Caín no eran distintos de quienes me quitaron a mi familia y debes comprender que mi accionar fue porque todo era nuevo para mí. Me pidió que la odiara, que no negaba que ella y quienes asesinaron a mi familia eran iguales.....—Faye tenía los sentimientos a flor de piel, se levantó secando las lágrimas que viajaban por sus mejillas—. De eso hace semanas—susurró—. Tú creciste en este mundo sabiendo que estas criaturas son reales, yo crecí pensando que sólo eran ficción, apenas me estoy acostumbrando.—Se quitó los zapatos y los dejó caer al suelo—. Es la segunda vez que veo a esa quimera, le dije a Sahar que no había terminado. Van a seguir jodiéndonos la vida.
—¿Quiénes, Faye? ¿La gente con la que Lexa se codea?
—Creo que va más allá de esas personas, Ava, de que tienen las manos metidas en cosas turbias y oscuras las tienen, pero una especie de marionetista moviendo los hilos a su antojo anda por ahí sin dejarse ver.
—¿Lucifer?—aventuré, fue lo primero que se me ocurrió por ser el padre de Caín.
—Quien sea está jugando con nosotros, y al Diablo le gusta jugar. Es posible.
—¿Dónde está Dios?—pregunté.
—No tengo ni puta idea, Ava.
  Empezó a pasearse entre los contenedores, no le dije que Lexa había reconocido su nombre el día anterior. 
  Lexa. La misma que se mueve entre la gente que la dejó huérfana a Faye, daba pesar ver a los ojos verdes de la rubia. El mundo la acusaba de haber asesinado a su familia, ¿cómo lo habrán hecho? ¿Qué le hicieron a su familia y por qué le echaron la culpa a ella?
   Sólo cuando hablaba de Sahar había un fuerte brillo en sus ojos. Un atisbo de vida, eso debía ser Sahar para ella. Un atisbo de vida después de haber muerto con sus seres queridos.
—¡Ava!—gritó, cinco contenedores más allá de dónde yo estaba—. ¡Ven rápido!
  Cuando llegué la vi jugar con un extraño anillo que usaba de colgante.
—Mira—dijo señalando con un gesto de la cabeza uno de los contenedores. Estaba abierto y olía horrible—. Creo que es sangre.—Había una lámpara encendida que iluminaba muy poco el interior.
   Las dos entramos y enseguida tuvimos que retroceder por la horrenda visión dentro.
—¿Se les perdió algo, señoritas?—preguntó un hombre detrás de nosotras
  Dimos la vuelta, y estaba allí, de pie, la quimera. Pero dejé de mirarle cuando reconocí el logotipo de Laboratorios Griffin en otro contenedor detrás de él. Allí se veía claramente: G Labs, las letras encerradas en el símbolo alquímico de la sal, un círculo con una raya horizontal en medio donde la G quedaba en la parte superior y Labs en la inferior.
   Faye dio unos pasos y lo golpeó en la cara, logró que cayera al suelo, cogió mi mano y echamos a correr. El rostro deformado de ojos dorados se nos apareció enfrente cerrándonos el camino, se abalanzó sobre nosotras pero fue a mí a quien lanzó contra la pared, sus colmillos se clavaron en mi cuello, Faye arremetió contra él evitando que me hiciera mucho más daño.
   Me sentía mareada, como si estuviese cayendo desde muy alto. Y entonces vi el rostro de Lexa, borroso pero aún así identificable.
Ava, todo va estar bien..... Ya estoy aquí....
   Que no sea un sueño, pensé. Por favor.....




7 comentarios:

  1. Me interesa mucho la parte de Providence... Todo lo que pasó en ese momento, lo que realmente es. Cuando leo este tipo de historias, que poco a poco se van revelando los secretos que hay detrás, me encanta descubrir esas cosas del pasado.
    Siento mucha ternura por Ava y Lexa. Que se importen tanto, con tan poco, pero de mundos tan distintos... todo un abismo y sin embargo, acercándose.

    Me alegro que hayas vuelto ;)
    Un besotee!!

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    1. Más adelante habrán escenas allí en Providencia y se seguirá mencionando lo ocurrido allí, aunque también está una precuela, eh.. xD ;)

      Lo has dicho de una manera muy bonita, ¿sabes? "Que se importen tanto, con tan poco, pero de mundos tan distintos... todo un abismo y sin embargo, acercándose...", ésta última frase la adoré!!! :)

      Espero mantenerme por aquí por un tiempito.. ;)
      Un besote para ti, preciosa!!!

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  2. Ivel....!!!
    Estoy con el diccionário en Español, para no perder odas tus palabras... cuándo acabar de leerte voy a comentar... Tu tienes un vocabulário muy intenso que yo, AÚN, no pued acompañar.... pido perdón...
    Pero venir aqui es aprender siempre un poco más!!!!
    Puedo, mientras estudio Español, darte un beso???

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  3. Sí que has vuelto con todo, me alegro de eso, debo confesar de que echaba de menos a Faye, pero que no me lea Sahar ;)

    Besos dulces Señorita Escritora.

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    1. LOL Sahar se mantiene en calma, no se pone celosa porque sabe que Faye la quiere a ella.. xD ;)

      Besos, Poeta!!! Linda semana... ;)

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  4. Otra vez saber de Faye. Y una mención a la gran diosa y bruja Circe.
    Besos.

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