Spin-off

Spin-off

jueves, 28 de mayo de 2020

Coliseo: II.-Escarcha Acristalada...


Sechs
Flashback
Año 14 del Apogeo de los Minerva
Seis años atrás

   Me hallaba de pie frente a un local, en el cielo añil brillaba el Sol pero no hacía calor, el frío fue inclemente en un principio cuando desperté en uno de los banquillos del parque a mis espaldas. Mi cuerpo se acostumbró pronto, mi piel recibió aquellas bajas temperaturas como si hubiese sido programada para soportarlas.
   Nieve. 
   Esto bajo mis pies es nieve.
   ¿Cómo la reconoce mi mente si no recuerdo ni mi nombre?
  Sol. Cielo. Añil. Parque. Nieve. Palabras que pasaron por mi mente nublada cuando mis ojos se centraron en esos detalles, recibía la información, procesaba y venían los nombres de las cosas.
  Nombre.
  ¿Qué es un Nombre? ¿Por qué me preocupa no recordarlo?
  Miré en mi muñeca izquierda una uve V y una I tatuada a su derecha. 
  Números romanos. 
 Debajo una palabra: 
VI 
Sechs 
Seissusurré.
   Por instinto llevé mi mano a mi pecho y me aferré a una pequeña placa rectangular de plata que usaba de colgante. Tenía el mismo número grabado en relieve: VI. Sechs.
Seisvolví a susurrar.
    ¿Cómo llegué aquí? ¿Qué es "aquí"?
    El local frente al cual me encontraba tenía libros en el aparador, la fachada era de color púrpura, y al prestar mayor atención a mi alrededor noté que no era el único edificio en ese color. Habían banderas ondeando en cada establecimiento de la calle, en el estandarte, justo en medio, se podía ver un símbolo además de una letra eme M dorada, el símbolo me pareció una flama, también dorada, y se situaba por encima de la letra; aquel tono de púrpura me resultaba diferente, de por sí lo consideraba un color bonito, ¿desde cuándo consideraba el color púrpura bonito? No lo sé, pero ese tono brillante llamaba la atención, era elegante y hasta completamente único.
    Noté también esas tonalidades en la vestimenta de la gente que caminaba por allí, algunos con togas, pantalones y botas como calzado, otros con uniformes ¿militares? 
   Sí, militares.
   Miré mi propia ropa. Luego me analicé de arriba a abajo en el reflejo que me devolvía el cristal del aparador: botas, chaqueta negra, pantalón del mismo color y una camisa púrpura. Bien, al menos iba vestida acorde a lo que eran los colores protocolares de dicho lugar.  
     
       
   ***
   Presente

  Me pregunté ¿qué diablos estoy haciendo? ¿En qué punto me equivoqué conmigo misma? Me lastimo adrede, tropiezo a propósito con la misma piedra, pierdo el sentido, escribo sin sentido, no hay un orden específico entre letras, palabras, frases....
   No lo hay.....
   Y viajé en un tren hacia tierras desconocidas, mi corazón quería descarrilarse, yo quería fallarme si no valía las ganas. Mi rostro se desfiguró, se mezcló con el de tanta gente, perdiéndose, me extravié en el camino y dormí en otras camas, 
fui otras pieles,
otros cuerpos sin alma entre sábanas de olvido con aroma a sexo-nada medicinal-....
   Despierto cuando en realidad no dormí y subo al próximo tren. No corrijo el rumbo, el tren va infestado de risas falsas por lo amargas, 
a las 11:11 otra estación....
   Realidad y metáfora. Metáfora de la realidad. 
   Un año entero encerrada en esta maldita torre porque a los Minerva no les parecía apropiado lo íntimas que nos notaban a Vier y a mí. Fui tan estúpida al ceder a mis impulsos ese día, Vier no estaba en condiciones de nada, yo hice un mal y luego me fui, Eron me excusó diciendo que me enviaba a otra región, no dio motivos. Y yo sólo le dejé una escueta nota a Vier.
   Él nos había visto. Nos vio.
  ¿Por qué no la consolé de una manera en la que nuestras bocas no entraran en contacto? 
   Bien hecho, Sechs, su esposo muere, el cuerpo no se termina de enfriar y tú te lanzas con todo. Serás basura.....
    Ella no tiene ni idea de que sigo en Sedona, de que nunca me fui.
   Me encerraron para que meditara sobre el pecado que había cometido, y Eron y su madre eran los únicos que conocían el motivo de dicho encierro: un beso, un puto beso. 
    Una parte de mí intuía que era la excusa. Y la otra mitad sabía que Vier vería en el traslado que acepté sin rechistar una huida para pensar en lo ocurrido.
   Los Minerva tenían estricto control sobre los miembros de su familia, no podían iniciar una nueva relación, después de morir un miembro de la pareja que llega a conformarse, sin el visto bueno de sus líderes. En este caso, Eron y su madre. Incluso el acercamiento a dicha familia es difícil, he allí lo inapropiado y el pecado, no soy digna de ocupar el lugar que Ion dejó.
  Es que Vier ya llevaba el apellido Minerva por adopción, por ende, un acercamiento romántico era imposible. Sin contar que yo era su subordinada, ¿mezclarse con subordinados? Ni cagando.
     Tenían sus razones detrás de tanto hermetismo.
     Y aunque tanto Vier como Ren llevaran el apellido Minerva por adopción, no se llamaban a sí mismas "parte de la familia". Según Vier, nunca se acostumbraron a ello.
   Apagué el reproductor de música, me hallaba arropada en un sofá pasando el tiempo de encierro. No puedo dormir, pocas veces caigo en ese estado.
      Giré el rostro hacia las dos puertas de entrada a la habitación, las habían abierto.
—¿Qué tal estás, Sechs?—saludó Eron con buen ánimo.
    Maldita sea mi suerte, ya había empezado a sentirme aliviada por que hoy no se presentaría.
      Sus rizos negros estaban todo alborotados como de costumbre, y su azul mirada dulce escondía a un psicópata en toda regla. La primera impresión que te daba Eron era la de un chico tierno, amable, cuidadoso, responsable, tranquilo, callado, pero era mejor no hacerle perder la paciencia. Me gustaba alterarlo, a mí no me costaba nada.
    Me preguntaba si Vier y Ren conocían su verdadera personalidad.
—Te he traído un obsequio—sonríe. Entra—ordena, y me levanto apretando las manos en puños. Una chica morena, de ojos café rasgados y pelo lacio largo entró a la habitación, su esbelto cuerpo llevaba un fino vestido negro, iba descalza, la noté nerviosa.
—Llévatela, no la quiero—dije sin perder la calma.
—Así empiezas, y luego.....
—Qué te la lleves. Ya obtuviste lo que querías, estoy sucia, Vier no va a mirarme y lo que viste tú no fue más que un error, ni tú ni tu madre tienen por qué pensar que ella traicionó el amor que sentía por Ion, fue la única vez que pasó y no volverá a pasar. Igual ya te has encargado de ello.
—Espera afuera—le dijo a la joven. En cuanto ésta salió, y mientras se arreglaba la manga derecha de su saco blanco, habló—: Estoy protegiendo la memoria de mi hermano, y a Virginia. Tú no tienes cabida en su vida más que como su subordinada, no tienes nada que ofrecer, un pequeño monstruo como tú, una muñeca....
—Basta—susurré, mantuve el rostro en alto. Si ya has terminado, déjame sola. Y llévate tu obsequio.
—En realidad, Triunvirato necesita de tus servicios—cruzó los brazos, le di la espalda—. Deberías celebrar, por fin vas a salir.
—Ya me acostumbré al encierro, pero gracias por la tentadora oferta—contesté, tomando asiento en el sofá. Además, tienen un ejército enorme dentro del Buró de Seguridad Pública, no me necesitan.
—Hay mucho trabajo, Sechs, si ya antes lo había al intentar mantener lejos a esos bichos voladores que se creían nuestros dueños, y que gozaban jugando a manipularnos, imagina el trabajo que tenemos ahora que cayeron de sus pedestales.
Repito: tienen un ejército enorme, desháganse de Ellos.
—No iniciaremos una guerra, protegemos a nuestra gente de esas desgracias. Y no seremos los primeros en lanzar la piedra.
Excusas, excusas—sonreí. <<Estamos en un planeta al que Ellos bautizaron Coliseo, somos Gladiadores, nacimos para entretenerlos y ser su alimento. Ambrosía de Dioses...>> ¿No es así como inicia el poema épico histórico sobre este mundo?
—¿Y eso qué?
—¿Alguna vez dejamos de ser alimento? ¿Realmente, en Coliseo, fue conquistada la libertad, o la revolución fue parte del entretenimiento?
   A Eron le disgustó visiblemente mis inquisiciones.
—Fuiste entrenada para ser la escolta exclusiva de mi hermano y de Virginia, no para cuestionar, desde el momento en que ellos te encontraron pasaste a ser propiedad de Sedona. No vives para cuestionar—enfatizó.
—Da igual para qué vivo. Pensaré tu oferta, ¿de qué se trata?
—Llegó a nuestros oídos información sobre una droga letal que se está distribuyendo en las subastas anuales que tienen lugar en Secian Korodo.
—Ese barrio fue clausurado por dichas subastas, y no sería reabierto antes de una seria limpieza y reconstrucción.
—Alguien lo reabrió antes y volvió a poner en funcionamiento las subastas.
—¿Bajo vuestras narices?—Me acerqué a él.
—Es por eso que queremos a alguien dentro, mi madre opina que Ellos están involucrados y que pueden haber Altos Mandos de Coliseo aliados a esas criaturas.
    El chico estaba calmado, me alejé y volví a sentarme en el sofá.
—Armen una redada—le sugerí para safarme del asunto.
—Nunca sabríamos quién de los nuestros está metido, además no podemos entrar como antes.
    Eso llamó mi atención.
—Hay una especie de barrera que cubre el lugar—explicó cuando lo miré interesada—, a simple vista lo que encuentras es el barrio desolado, pero al traspasar la barrera es otra historia.
—Como lo que nos separa de Assiah.
—Similar, sí.
—¿Pero cómo saben lo que está ocurriendo allí? ¿Quién les dio la información?
     Eron suspiró, aclaró su garganta antes de responder.
—Ion—susurró—. Estaba entre las anotaciones de Ion.
—Entonces no es Triunvirato quien me requiere, esto es más personal. A tu madre debió costarle mucho dar su brazo a torcer para pedirme el favor después de todo lo que me han hecho para ensuciarme delante de Vier. 
—Te doy lo que quieres, ¿o negarás que ibas a seguir los pasos de mi hermano para dar con la verdad tras su muerte?
    ¿Qué era lo que siempre decía Ion?
     Ah, sí: Nunca te fíes de los Minerva, nunca. Incluyéndome.....
     Eron empezó a caminar hacia la puerta.
—Por cierto—se detuvo poco antes de llegar—, Vier será promovida a Comandante la próxima semana. Pensé en que podrías ser su Segunda, si te portas bien, claro.
    No me vio llegar hasta él, lo cogí del cuello y lo pegué de la puerta derecha.
—¿Qué juego es este?—inquirí, serenidad en mi voz ante todo.
—No sé por qué tendría que ser un juego—rió, apreté más su cuello.
—Sabías que haría cosas con esas personas que trajiste, sabías cómo actuaría, me ensucié, tienes vídeos sobre ello para mostrarle a Vier en caso de ceder a lo que siento por ella, todo para que se aleje de mí. Y ahora dices que me dejarás ser su Segunda, ¿por qué?
—Si mi cu....ñada va a ser secun....dada—respondió con dificultad, que sea secundada por la mejor.
   Lo solté y di un paso atrás anonadada por sus palabras, se arregló el cuello de su camisa y saco.
—Mientras no te la folles—añadió riendo.
—Qué gracioso, Eron.—Chasqué la lengua, me relajé para no cometer un acto bárbarico allí mismo. Él también sabía ponerme de mal humor—. Si igual pensaste en mí para secundarla ¿por qué.... 
—Porque tu lugar no es como su compañera de vida, no eres como nosotros, Sechs, eres instinto, no sentimiento. Las muñecas no tienen sentimientos, no naciste para tenerlos, eres una herramienta; jamás aceptaremos a alguien como tú, no dentro de nuestra familia, y Vier tampoco te aceptará de la forma en la que crees quererla. ¿No te ha enseñado nada sobre ti misma lo que has hecho durante todo un año?
     Me alejé caminando hacia el balcón, el frío acarició la piel de mi rostro y la de mis brazos descubiertos apenas estuve fuera, la nieve caía sobre Sedona y más allá; aquel clima era mi elemento.
—Toma—Eron puso una tarjeta negra sobre la baranda de granito del balcón, al lado de mi mano derecha—. El código es Net(1), NetKa(14). Mi hermano logró filmar el efecto de la droga sobre una persona. Volveré por tu respuesta.
—¿Tengo opción?—pregunté, tomé la tarjeta con la mirada fija en el blanco horizonte.
—No vas a negarte—respondió de camino al interior de la habitación. 
    Sí, ¿por qué me negaría?
       



 

sábado, 23 de mayo de 2020

Coliseo: I.-Saudade...


Vier

Escondí una hoja en el bosque, Zibá, 
tuve una corazonada 
tinta sangre de escarcha acristalada y por eso, 
extranjera en este mundo,
dejé lo correcto y lo incorrecto en el pasado;
mi propia víctima,
mi propia victimaria....
Fui hecha de hielo escarcha....


No sé decirlo de otra forma,
Con Amor, 
Sechs....

  
   "No sé decirlo de otra forma"....
   Deja una nota y accede a la sugerencia de Eron, eso de enviarla a Kazárova. Pero comprendo, necesita pensar.
    —¿Virginia? ¿Vier?
    —¿Ah?
    —¿Escuchaste lo que te dije?
  —Sí—respondí. La mirada de mi hermana juzgándome me obligó a suspirar y responder con sinceridad—. No.
   Desvié la mirada, la suya seguía juzgándome; hacía un año que mi esposo había muerto, y ese día era la primera vez que salía de mi apartamento. Fui a verla a Ren porque la extrañaba, la necesitaba; tenía razón en que sola me hundiría, lo decía cada vez que me llamaba o escribía una carta, así como decía que le permitiera visitarme pero yo no quería ver a nadie y no quería que me vieran devastada como me hallaba en aquel momento. 
  Saqué fuerzas, tomé el coche y viajé dos horas bosque adentro, su hogar se encontraba lejos de la ciudad.
   —Las investigaciones, ¿en serio no continuarán?—supuse que era de lo que había estado hablando, eso a lo que no puse atención poco antes.
   —Fue suicidio, su familia lo ha dejado así.
   —Tú eres su familia, insiste, él no haría algo como eso. 
   —No puedo contra ellos, ¿crees que no lo intenté? 
   Y mucho lo intenté pero no creían poder avanzar en algo cuyas señales apuntaban todas a un suicidio. Todo con lo que contamos para desvelar crímenes no demostraba lo contrario; la imagen de él disparándose en la boca la tenía fresca en mi mente.
    El Buró de Seguridad Pública y el Ministerio de Bienestar, entes en manos de los Minerva-familia de mi esposo-, dieron por cerrado el caso. 
    Si hay un consejo que recordaré siempre de mi esposo, ese será: Nunca te fíes de los Minerva, nunca. Incluyéndome.....
    Ren suspiró.
    —¿Qué has sabido de Sechs?—preguntó mientras me servía más té.
    —Nada. Siempre va a su bola, rara vez da alguna explicación sobre sus acciones—gruñí. Ren soltó una carcajada, francamente no le encontré el chiste a mi comentario.
    Se ató su rojo cabello en una coleta alta, el gesto de su rostro no cambiaba, me estudiaba como quien ya ha descubierto algo pero aún quiere confirmar su descubrimiento. La sonrisa pícara en sus labios se vio disimulada por una mueca de hastío.
   —¿Recuerdas hace seis años cuando ocurrió aquel incidente al otro lado?—preguntó.
    —¿Cómo olvidarlo? Ion y yo salimos de la base bajo permiso de Eron, paseamos lejos de Sedona, todo fue diversión por un par de días hasta que el alboroto empezó. No nos han permitido ir a investigar—en este punto bajé la voz, Triunvirato tiene todo congelado, es la primera vez que impiden que se cruce al otro lado; Ion tenía acceso a más información y sospecho que tiene que ver con su no suicidio.
   —Eso temo también, y conociéndote como te conozco no me gustaría que siguieras sus pasos, tanto como estoy segura que Sechs lo ha hecho.—Enarqué una ceja—. ¿Lo sospechas, cierto? Ion estuvo en Kazárova un mes antes de su muerte, la diferencia es que quien lo envió a él no fue Eron como hizo con Sechs. 
    —Ion fue voluntariamente—dije levantándome, admito que me ponía nerviosa hablar de mi esposo y sus movimientos clandestinos, considerando que probablemente nos vigilaban. Y cuando me pongo nerviosa me da por caminar por todo el espacio que tengo disponible—. Nunca habló sobre eso conmigo, lo evitaba, y cómo no si tenemos al enemigo en casa.—Miré el cielo desde la ventana más cercana detrás del sofá rojo donde mi hermana estaba sentada—. Nuestros predecesores se libraron de Ellos gracias a los ancestros de Ion que escaparon de el otro lado, o que mejor dicho, fueron obligados a huir de allá. Hubo un plan de recuperación, no pudo llevarse a cabo, y hace seis años Ellos cayeron como la nieve cae en este instante. Algo los hizo bajar de sus pedestales, algo arrebató sus alas. 
  —¿Plan de recuperación?—se extrañó mi hermana, me giré y la encontré arrodillada en el sofá.
    —Los Minerva no son de este lado, ¿alguna vez prestaste atención en Historia?
    Ren arrugó la cara, asqueada.
     —No era mi asignatura favorita.
    Me acerqué, tomé un cojín del sofá y empecé a golpearla con el mismo. Ren reía a carcajadas pero no tenía cómo defenderse; sí me había hecho falta visitarla.
    —¡Tía Vier!—exclamó una vocecita frente a mí, me encontraba encima de Ren golpeándola aún con el cojín. Me detuve y salté hasta caer liviana frente al pequeño—. Tía Vier, has venido—se abrazó a mi cintura.
    Me incliné para besar su rubio cabello, y su frente. Él me miró con una sonrisa radiante en su boca, sus ojos dorados llenos de felicidad me quitaron un peso de encima, aquella mirada y tan linda sonrisa se llevaron mi tristeza por un rato; sin embargo, no quitó el escalofrío que sentí antes de siquiera levantar la mirada de su carita.
    —Virginia—saludó el hombre que provocaba dicho escalofrío. Ese tipo me inquietaba sobremanera.
     —Gabriel—contesté separándome del niño, miré a Ren, era obvio que a su marido no le gustaba verme. 
    El sentimiento era mutuo. 
    Mi sobrino llamó mi atención moviendo mi mano derecha. Su padre se quitó la bufanda gris que llevaba al cuello y fue a reunirse con Ren; era tan rubio como mi sobrino, la diferencia entre ambos era la piel pálida del padre, la de mi sobrino tenía algo de color. 
   No me gustaba Gabriel, nunca me gustó Gabriel, por momentos sentía que tenía a mi hermana y sobrino secuestrados.
    Es que él fue el enemigo, él fue uno de los que perdió sus alas hace seis años. Quizá era eso lo que me mantenía en alerta, el enemigo, pero es que su presencia oscura, su aura no me ayudaba a pensar diferente; la razón de que yo no le guste es exactamente por lo que el sentimiento es mutuo. Soy un soldado de los míos, él es un Mariscal de los suyos.
      —¿Estás lista?—le preguntó a Ren, ésta me miró nerviosa.
      —Tía, ¿tú también vienes?—se emocionó mi sobrino.
      —Vier no podrá venir, Lucian, este viaje es para nosotros—habló Gabriel.
      —¿Viaje adónde?
    —Freyja necesita a Gabriel en Fólkvangr, así que decidimos mudarnos allí; no esperaba tu visita, olvidé mencionártelo porque me distraje con la felicidad que me embargó al verte. De camino iba a pasar por tu apartamento para dejarte la llave de este lugar—explicó mi hermana alternando la mirada entre su esposo y mi persona—. Por eso he querido verte e insistí estas últimas semanas, pero nunca me lo permitiste y no quería decírtelo por escrito ni por ningún otro medio que no fuese en persona.
      —Lo siento por encerrarme, ¿pero Fólkvangr, Ren? ¿Con Ellos?
   —¿No pensarás que dejaré a mi esposa y a mi hijo?—intervino Gabriel, más relajado se sentó en el sofá y cruzó las piernas—. No cargo con egoísmos como lo hacía tu marido que no pensó en ti ni en Bina-Emy, e hizo lo que hizo.
   Lucian me apretó muy quedo la mano, fue lo que impidió que atacara a su padre. El niño sabía muy bien que ese comentario no era apropiado porque cuando lo miré, sorprendida por su ligero apretón, su mirada me suplicaba calma.
       —Así no, Gabriel, discúlpate—pidió Ren
   —No fueron creados para quitarse la vida que se les obsequió, de hecho prohibimos el suicidio, pero perdón.
        —Gabriel—protestó mi hermana.
       —Déjalo, sangra por la herida que su Creación les asestó al ser los más rebeldes y volverse en contra de Ellos—sonreí, le duele que no pudieran someternos como a otros. Le duele ser quien se somete ante la Creación.—La expresión en el rostro de mi cuñado era para enmarcar, hasta Lucian rió por lo bajo—. Me retiro, un minuto más delante de éste y no respondo de mis actos.
    Le di un beso en la mejilla a mi sobrino prometiéndole que nos volveríamos a ver en cuanto fuese posible; recogí mi abrigo negro, mientras me lo ponía mi hermana me siguió hasta la puerta.
          —Vier....
      —La buena noticia es que no oculta que es un desgraciado—dije abriendo la puerta de mala gana, el frío del exterior me dio con todo en el rostro. Jamás entenderé qué viste en él.
       —Nosotros vamos saliendo, quédate, no regreses a la ciudad esta noche—evasivas donde las halla—. Tómate unos días más antes de regresar a Sedona, hay muchos recuerdos allí.
    Estando en el pórtico con el viento frío soplando levemente y la nieve cayendo, la abracé. Le confesé que deseé irme con él, que cuando llegué al tanatorio iba deseando la muerte a medida que me acercaba al féretro. Aún recordaba nuestro último beso, lo tenía presente a él y quería abandonarlo todo; Ren repitió una y otra vez que no pensara así, cómo iba a descubrir qué fue lo que en realidad pasó, además, Bina-Emy era mi prioridad ahora. Nuestra pequeña.
         —Espera a Sechs, sé que necesitas su compañía—susurró sonriendo con dulzura.
              —Ni siquiera estoy segura de cuándo regresará, o si regresará—contesté. 
     Salí del pórtico y estiré las manos para atrapar los copos que caían, los guantes me protegían de su helada textura. 
      Sechs adoraba la nieve, y era como la nieve.....

"Escondí una hoja en el bosque, Zibá, 
tuve una corazonada 
tinta sangre de escarcha acristalada y por eso, 
extranjera en este mundo,
dejé lo correcto y lo incorrecto en el pasado;
mi propia víctima,
mi propia victimaria....
Fui hecha de hielo escarcha...."

    Era fácil recitar su nota con su profunda voz grabada en mi mente. Cada palabra, su acento, era como quedar envuelta en un encantamiento, canto de sirena, y la añoraba como añoraba a Ion.
            —¿Ocurrió algo, Vier?—inquirió mi hermana, la pregunta era exactamente su respuesta, y ella lo sabía; se había sentado en el primer escalón de la entrada al pórtico, sentí sus ojos sobre mí.
      Una respuesta.....
      Una respuesta....
      ¿Qué responder?
      Un beso, Sechs escondió un beso entre un mar de besos....
      Y esta nostalgia, esta añoranza llena de nombres, sin embargo, sin definición, sin palabras exactas que la definan, sin embargo, con sentido....
    Escondiste un sentimiento entre tantos al igual que yo, Zibá, no siento culpa pero también soy mi propia víctima, y mi propia victimaria; ese día me dolió el corazón, y aún con ello cada latido tenía nombre propio... 
    Volví el rostro hacia mi hermana, ella sonrió tan sólo. Gabriel nos observaba de pie en el umbral de la puerta.




lunes, 11 de mayo de 2020

Primavera Fría...


Llueve,
llueve mucho
Cada titular de diario que leo
parece hablar de la tragicomedia en la que me convertí
Y afuera llueve,
llueve mucho
Escucho cada hoja caer, cada pétalo como gotas chocan contra el techo
Tiembla el suelo cuando hacen contacto contra él al caer
cada hoja,
cada pétalo
Me debo un perdón o mil perdones 
-¿...?-
Fui Primavera....
Hoy cubierta de hielo....
Hecha de fría escarcha...
Gritan los diarios,
callan los diarios...


Coliseo: Sechs


  Me pregunté ¿qué diablos estoy haciendo? ¿En qué punto me equivoqué conmigo misma? Me lastimo adrede, tropiezo a propósito con la misma piedra, pierdo el sentido, escribo sin sentido, no hay un orden específico entre letras, palabras, frases....
   No lo hay.....
   Y viajé en un tren hacia tierras desconocidas, mi corazón quería descarrilarse, yo quería fallarme si no valía las ganas. Mi rostro se desfiguró, se mezcló con el de tanta gente, perdiéndose, me extravié en el camino y dormí en otras camas, 
fui otras pieles,
otros cuerpos sin alma entre sábanas de olvido con aroma a sexo-nada medicinal-....
   Despierto cuando en realidad no dormí y subo al próximo tren. No corrijo el rumbo, el tren va infestado de risas falsas por lo amargas, 
a las 11:11 otra estación....




domingo, 10 de mayo de 2020

Hoy...

Un Sueño, 
un Deseo, 
una Canción llena de calma en olas de mar
Paseo a orillas de una playa bajo la luz de la luna que tararea
Y es abrazo esa luz,
y es abrazo la arena y la brisa marina
acariciando un Corazón de madre y amiga
Para ti....
Que hayas tenido un feliz cumpleaños y un  especial día de las Madres, Almita, quieroTe mucho....