El silencio del bosque a esa hora de la tarde correspondía al paseo Señorial, los animales se volvían mansos ante su presencia, incluso las bestias más sanguinarias habían terminado por someterse a ella; a la luz dejó sus astas luego de volver a su forma humana, acostumbraba a metamorfosearse en cualquier criatura del bosque, pero su favorito era el ciervo, más específicamente uno de color bronce como su largo cabello.
La media luna en su frente señal de luz guía en la oscuridad, Ártemis Phaesporia: La Dadora de Luz.
Apartada de aquella incivilizada civilización, autoexiliada de su familia, allá, lejos de inmiscuirse en asuntos que no le interesaban en lo más mínimo; su vida era el verde bosque, las imponentes montañas..... Lo salvaje.....
Huérfana de madre por milenios, de padre ausente en los Cielos y brindándole adoración a sus hijos predilectos. ¡Maldito Zeus de nombre anglical!
No, hace mucho que el rencor la abandonó, era un organismo libre de emociones mundanas. Cerró los ojos y tomó aire, el más puro aire que podía brindar su oculto reino; levantó su arco de plata que llevaba en mano a todas partes, cogió una flecha de su carcaj y disparó..... Bueno, quizá un poquito de odio si quedaba.....
-¡Mierda, Lunática!-Ártemis abrió los ojos-. ¡Fíjate a quién le diriges esas flechas!
-Valkyria-resopló la Diosa viendo a la morena romper la flecha que había atrapado en el aire-, ¿qué haces aquí?
-Buscaba un escondite, y pensé: ¿Por qué no visitar a la loca del bosque?-sonrió con picardía la mujer; bajó la cremallera de su chaqueta de cuero negra mientras se sentaba en el suelo al lado de su bolso-. No pongas esa cara-Ártemis había fruncido el ceño en señal de total desacuerdo con esa idea-, a nadie se le ocurriría buscarme aquí más que nada porque es inexistente, y allá afuera todo es un maldito caos.
-Acostúmbrate, llevo siglos en este mundo, tú apenas estás gateando, nunca conocerás la paz-contestó Ártemis acercándose demasiado a Valkyria, sí, demasiado para su gusto, la chica se sintió incómoda ante el atento estudio de la Diosa.
-Creí que ya habíamos pasado esta fase de escrutinio y violación del espacio personal, Lunática-expresó con un ligero temblor en la voz. Los ojos color bronce de Ártemis observaron su corto cabello negro-. Es una peluca, ¿ves?-Valkyria se deshizo de la extensión dejando al descubierto su larga melena roja.
Ártemis estudió la peluca con atención y luego se la devolvió suspirando.
-¿De qué o quién huyes?-preguntó terminando por sentarse frente a su compañera. Al ver la duda reflejarse en su mirada añadió-: Tú has venido a mí en busca de refugio, tengo derecho a saber de qué te refugio.
-De todos-respondió Valkyria rápidamente, como si le pesara dentro-. Y de mí misma.
Ártemis asintió, no necesitaba saber nada más.
-Conozco el nombre anglical de tu padre-continuó Valkyria.
La Diosa dejó escapar algo así como una sonrisa que se escuchó burlona.
-No quiero saber nada del exterior, perdí a mi madre, perdí a mi hermano, y sé lo suficiente como para entender que no debo meterme en los asuntos de ese Señor.
-¿Le tienes miedo?
-No-respondió al instante-. Él es quien debería temer. Aún estando aquí no soy tan ignorante de la Historia.
Valkyria sonrió, Ártemis no dejaba de intrigarle.