Los cristales se rompieron, pero nada de eso tuvo tiempo de impresionarme porque en mi mente la voz de una pequeña Luna preguntándome si todo estaría bien me atormentaba, resonaba una y otra vez. Esa frase, esa frase que solía repetir de niña cuando nos las veíamos negras: "Todo estará bien, ¿a que sí, Ame? ¿A que todo estará bien?...". Y yo prometiendo algo que evidentemente no podía cumplir.
Azazel... Llamé, esperando a que pudiera escucharme.
Aquí estoy, mi niña... Respondió, y me vi lejos de mi cuerpo encontrándome con él en otro plano.
¿Has hablado con tus hijas?...
Acabo de ponerlas al tanto...
Acepto... Los quiero muertos, los quiero muertos a todos....
Nuestro castigo caerá con todo su poder...
Prometiste proteger a mi familia si aceptaba... Ayúdame, mi hermana está muriendo...
Puedo sentirte, la ayuda va en camino....
El grito de Helena detrás de mí, y su posterior caída llamó la atención de la gente que teníamos cerca.
Declan me ayudó a ponerme en pie, Matty no detuvo su ritual sino hasta
que en el centro del círculo aparecieron tres personas más.
-Buenas noches, mundanos.
Esa voz.
Vi cómo la persona que habló seguidamente enterraba algo en el suelo lo
cual provocó una onda expansiva enviando a los niños, a los
encapuchados, a Lucrecia y a Matty a volar por los aires, algunos
salieron por las ventanas.
Los que estaban cerca de nosotros chocaron contra las paredes. Declan y yo no nos movimos, como si dicha onda no nos hubiese afectado. Y volví a mirar a las personas que habían llegado, no me había equivocado. Ivel y su Adalid, acompañadas de una tercera chica pelirroja. Pude ver que había una espada frente a ella, la desenterró y la hizo desaparecer, el piso estaba fragmentado.
-Dussollier, bájala. Ustedes-dijo Ivel, caminando hacia nosotros-, ¿nos vamos?
-¿Están muertos?-pregunté.
-Algunos de ellos sí lo están, los demás sólo se desmayaron. ¿Nos vamos?-repitió-. Este lugar está infestado de daimones.
Al ver que Dussollier había bajado a Luna con ayuda de la pelirroja, corrí para tomar a mi hermana en brazos. Ivel se quitó su negro abrigo y cubrió el cuerpo de Luna, susurré un gracias, ella asintió. La respiración de mi hermana era muy débil, su cuerpo estaba muy frío, su mirada había perdido su brillo, esa luz al fondo se estaba apagando; levantó su mano con la poca fuerza que le restaba y limpió mis lágrimas.
-Perdóname-sollocé-. Perdóname.... Luna cerró los ojos y su brazo cayó, inerte. -Se ha desmayado-dijo, Dussollier-. Tenemos que marcharnos. Recordé que Enrique y Maura también habían asistido a esa fiesta, Declan se había adelantado y encontró a Maura aún desmayada, y a Enrique poniéndose de pie.
-Nos vemos en casa-dijo Declan, desvaneciéndose con Enrique y su mujer.
Ivel lo imitó, le siguió la pelirroja, y Dussollier nos tocó a Luna y a mí, orbitando al instante. Al verme en el salón del ático de mi padre me fui en llanto, Luna estaba muy quieta con sus heridas sangrando y pálida, helada, no entendía cómo seguía respirando, pero era lo único que me daba esperanzas. Sahar se agachó a mi lado, depositó un beso en mi sien y cogió la mano de su gemela, levanté la mirada hacia ella y fue como ver a una niña que parecía no entender lo que ocurría y que al mismo tiempo sentía culpa.
-No la percibí-susurró-. ¿Cómo pudo pasar?
Cuando noté que Drako estaba allí en el salón fui hacia él y le solté una bofetada.
-¡¿Por qué demonios la sacaste?! ¡¡Se supone que eras su escolta!! ¡¡Confié en ti!!
-Yo no la saqué de casa, hasta donde sé ella estaba aquí, no había salido-explicó Drako, con calma.
Declan me tenía sujeta de la cintura, hice que me soltara.
-Entonces ¿cómo explicas que esto haya pasado? ¿En qué momento la secuestraron? ¡Tuvo que ser aquí, en tus narices!-exclamé. Empecé a caminar por el salón, le oí decir a Sahar que llevaran a Luna a la habitación donde antes estuvo Faye, que ella intentaría algo. Declan cargó el cuerpo de mi hermana y junto con Sahar y Faye se perdieron escaleras arriba.
-Encontraron alguna forma de entrar-dijo Gaspard, hasta ese momento no los había notado ni a él ni a Azana-. Se siente algo distinto en este apartamento, mi Señora y yo lo estábamos comentando antes de que llegaran.
-¿Cómo es que no notaron que no estaba? Por cómo se la ve, la hermana de Amelia lleva horas secuestrada-intervino Ivel-. Aunque, aquella casa estaba infestada de ellos, y uno huyó antes de que llegáramos a buscarlas-dijo, pensativa. Enseguida recordé que Helena gritó para posteriormente caer desmayada, debió prestar su cuerpo a alguien. Ivel miró alrededor, buscando algo o viendo alguna cosa que nosotros no podíamos-. Azana....
Azana asintió.
-Astaroth es una duquesa de las huestes de Luzbel, y fue quien se la llevó-me dijo-. Manipuló el entorno haciendo que nadie notara la falta de Luna.
-Yo no me encontraba aquí, llegué hace poco. Y Sahar no puede caer en ningún tipo de hechizo o ilusión-alegó Drako.
-No estábamos en el ático-dijo Faye, volviendo al salón. Con nuestras miradas puestas en ella no le quedó más remedio que explicarse-. Salimos por unas horas, Vit se quedó con Paloma. Regresamos unos 15 minutos antes de que los angelitos llegaran.-Miró a Azana y a Gaspard.
-Así que pudo entrar y llevarse a mi hermana porque nadie estuvo al pendiente. ¡A sabiendas de las ganas que Matty le tenía! ¡Me cago en todos!
Enrique me abrazó para consolarme. Pude notar las miradas de tristeza y culpa de Faye, Drako, Gaspard y Azana; Ivel y sus acompañantes se mantuvieron en silencio, ellas no podían opinar porque apenas y si conocen las circunstancias. Maura seguía desmayada acostada en el sofá. No pude hacer nada para evitar esta monstruosidad, no pude... -Demasiada gente en mi casa-dijo Caín, venía desde el pasillo que lleva a su estudio-. ¿Y qué hace la otra zorra de Azazel aquí?-preguntó, refiriéndose a Ivel. -Muérdeme, Caín-le replicó ésta. Caín hizo un gesto de mordida con la boca y le guiñó un ojo. -¿A qué debo esta reunión? ¿Qué pasó?-preguntó mi padre. -Secuestraron a Luna-respondió Enrique. -¿Qué?-La mirada de mi padre se volvió colérica, y la dirigió a Drako. -Caín, ahora no es momento de buscar culpables-aconsejó Gaspard, conociendo sus intenciones. -Era un sacrificio ritual, papá-comencé-. Ella está aquí, en casa-añadí, y antes de continuar me interrumpí al ver a Sahar bajar las escaleras y decirle algo al oído a Faye-. Sahar, ¿le pasó algo a Luna?
Sahar miró a Faye, ésta asintió.
-Que alguien la sostenga-sugirió sin mirarme a la cara.
Enrique intentó abrazarme de nuevo pero se lo impedí y me alejé de él.
-Habla-le dije a Sahar.
-La violaron....repetidas veces....
La voz de Sahar se volvió distante, mi padre se giró con las manos en la cabeza, de los demás no supe nada, todo dio vueltas; no podía ser, no podía estar pasando. Ella no....
-En una maldita noche, todo lo que evité por tantos años pasó en una maldita noche... ¡No me toquen!-exclamé, en cuanto Enrique y Caín intentaron acercarse-. Los voy a matar a todos, uno por uno.
De un momento a otro Sahar se movió de su lugar al lado de Faye, y apareció frente a mí.
-Sahar no-dijo Faye.
-¡Sahar!-gritaron ella, papá y Drako al unísono.
Fue lo último que escuché, con Sahar nos habíamos movido del ático a un edificio abandonado. -Yo debí sentirla, yo pude haberla salvado, pude evitar ésta aberración. Lo siento, Amanda, perdóname... perdóname.-Estaba muy afectada-. Se lo debía, ella me canalizó cuando era yo la que estaba en problemas, por ella recibí ayuda al salir de aquella fortaleza donde Viktor Strauss me tenía, y yo....
-No pasa nada, Sahar, con todo lo que manejan es posible que bloquearan el vínculo que tienen. Luzbel debe saber algo de ustedes, debió tomar previsiones.
-Dijiste que los ibas a matar a todos, vi el rostro de quienes la ultrajaron.
¿Quienes?
-¿Cuántos fueron? -Viktor fue uno de ellos, los otros dos son Matthew Carlysle y su hijo.-La ira me invadió por completo-. Ya regreso. Sahar se desvaneció, y las náuseas me ganaron la carrera; vomité por los nervios, la rabia, el asco de imaginar y recordar lo que le hicieron a Luna, y sobre todo, el miedo de perderla, de que esto sea demasiado como para que su cuerpo lo resista. Y de llegar a vivir, su alma estará aún más destrozada que cuando Sebastian murió. -¡Suéltame, zorra!
Me giré, limpié mi boca con el dorso de la mano, y me sorprendió ver a Viktor con su corbata atando sus muñecas. Sahar lo empujó, él cayó de rodillas.
-La hermana gemela, debo suponer que era a ti a quien tenía en mi poder. Te hiciste pasar por Luna, eso explicaría porque....
Sahar le dio un golpe en la cara, Viktor cayó al suelo sangrando por la boca. Le quitó un arma que llevaba al cinto y le apuntó en la cabeza.
-Cometí un error, el peor de toda mi vida y fue el dejarte para último momento, quería disfrutar con tu paranoia mientras veías como cada una de las personas involucradas en esta sociedad a la que perteneces, era asesinada. Quería derribar tu imperio poco a
poco empezando por tu familia, siguiendo con tu dinero y terminando con tu vida. Fue un error, mi error. Habría parado todo pero me creí Toda Poderosa, creí que podía con ustedes sola, y que sola podía proteger a quien amo.-Sahar me entregó el arma. La revisé, tenía una sola bala, cargué y disparé, sólo se oyó un click pero él cerró los ojos creyendo que su fin llegaba. Sahar sonrió-. Vas a pagar ahora mismo lo que le hiciste a mi hermana-le dije, volviendo a cargar-. Lo que me hiciste....
-Amanda, por favor, tú no eres....
-¿Un monstruo? ¿No soy vuestra Reina? ¿Señora de Demonios? Porque para eso era la fiesta de hoy, ¿no? Para rendirme pleitesía ¡¡sacrificando a mi propia hermana!!
Sahar le enterró una daga en el hombro izquierdo, el hombre gritó como si la vida se le fuera en ello.
-Nadie te va a escuchar aquí.-Sahar daba incluso más miedo de lo que yo podía dar, sonreí para mis adentros, de todos, era bueno que ella estuviera conmigo. Me entendía-. No le digas a nadie, hermana, pero me gusta la sangre. Torturar gente es algo que disfruto.
-Esto es retorcido....-musitó Viktor.
-¡Ja! ¿Es un chiste? ¿Después de lo que vi hoy llamas a esto "retorcido"?
Sahar le hundió más la daga.
-Vas a conocer lo que es verdaderamente retorcido, Viktor-le aseguró Sahar-. Y no es nada comparado a lo que ustedes le hicieron a Luna, suplicarás que sea igual, suplicarás por tu vida y me encantará oír esas súplicas hasta que dejes de respirar.
Helena me esperaba en compañía de una joven mujer que reconocí de una entrevista anterior. Popular en los medios de comunicación y entre el público en general, no podía esperar otra cosa de Helena, tenía que buscar lo mejor de lo mejor; me acerqué, mi madre se levantó. Su hipócrita saludó empezó con un: Te has tardado, ¿qué te retuvo?, seguido de una enigmática sonrisa. Ella sabe qué fue lo que me retuvo. Deanne Carlson me abrazó como si yo le hubiese dado esa confianza, ¿una sola entrevista me había hecho y ya eramos mejores amigas? ¿Qué le pasa? Su carrera en la televisión empezó a mediados del año pasado y se hizo popular en poco tiempo, es muy profesional no lo niego, pero es una más del montón. Títeres everywhere, pensé y sonreí cuando se apartó. -Es un placer volver a verte, Amanda-dijo Deanne.
Miré de reojo a Helena mientras me sentaba, no quería perderme ni un sólo gesto de su rostro. Tenía que averiguar quién se escondía en su cuerpo, ¿será que Luzbel ya abandonó su última identidad y anda deambulando de cuerpo en cuerpo hasta tomar la vasija definitiva? -El placer es todo mío, querida. Pese a lo que nos trae aquí. -Es algo que ha tomado por sorpresa a todos, ese vídeo es una prueba contundente, lo que me lleva a preguntarte si es cierto. Digo, ser hija de este terrorista.... -¿Terrorista?-Enarqué una ceja-. No hay pruebas de ello, Vládimir Bélikov es sólo un hombre de negocios, no anda vendiéndole armas a terroristas, y no existen pruebas que demuestren que tenga vínculos con el Daesh. Eso en comparación con otras personas y gobiernos. -No te ayudas, hija-dijo Helena-. Defenderlo de ese modo no conseguirá desmentir la información que se ha filtrado. Helena puso su mano encima de la mía. -Sería estupendo entonces que me digan cuando se realizará la entrevista, contestaré a todas tus preguntas, Deanne. Y haré lo que mi madre quiere, desmentir la información.
-Tu madre y yo hablamos, creo que estaría bien para el programa del Miércoles, ya he hablado con mi gente y sólo esperamos tu respuesta.
Mi móvil sonó, lo saqué de mi cartera y vi que era un mensaje de Declan:
¿Quieres que te ayude?
Acababa de llegar y sí me urgía salir de allí, le respondí y volví mi atención a las dos mujeres que me acompañaban. -Bien, será el Miércoles no tengo nada previsto para ese día. Vi a Declan aproximarse.
-Entonces, ¿sí eres su hija?-preguntó la curiosa morena. Declan saludó y rodó la silla para ayudar a levantarme.
-Eso es privado-sonreí.
Helena quiso persuadirme de que me quedara un poco más, pero necesitaba un respiro. Tenía a los paparazzi que no dejaban de seguirme, y la amenaza que Matty había hecho respecto a Luna, me sentía algo estresada; entonces la mujer me recordó que esa noche tendríamos un evento, y yo no podía faltar. Después de asegurarle que iría, me marché con Dec.
-Fuiste muy oportuno-dije al dejar atrás el jaleo que formaron los paparazzi nada más verme salir del restaurante.
-Tu padre me ha encargado tu seguridad, por eso creo que lo más prudente es regresar a tu apartamento-sugirió. No me opuse, afuera no se podía estar-. Están limpiando los escombros y buscando pistas sobre la explosión en el Waldorf.
-Hacen las veces de que buscan algo, ellos saben quién hizo esto pero están llenándole la cabeza de más estupideces, si cabe, a la gente.-Subimos a mi coche, y nos pusimos en marcha-. ¿Encontraron a alguna de las criaturas creadas a partir de la sangre de Luna?
-Unas diez, no fue difícil teniendo en cuenta que la mitad dejó rastros. La otra mitad es más dócil, tu padre ha pensado en darles un lugar en nuestra guardia.
-¡¿Por qué?!-pregunté, escandalizada.
-Por la forma en que han llevado su nueva vida como bebedores de sangre, cuando son neófitos son incontrolables y llevan muerte donde van, pero éstos han actuado con cordura. Beben sangre humana, sólo la necesaria, no matan a sus víctimas.
-¿Tienen prueba de ello?
-Tu padre los vio, con eso basta-respondió Dec-. Fueron creados por tu hermana, indirectamente, pero tu padre es el primero de ellos y sabe reconocer cuando uno es peligroso y cuando es de fiar. Eliminará a los hostiles, y permitirá que aquellos que deseen unirse a él, vivan.
-No me parece una buena idea, pero si ya lo tiene decidido ¿qué se le va a hacer? Sólo espero que respete mis decisiones cuando me toque tomarlas.
Entré al estacionamiento con su inquisitiva mirada sobre mí, y al llegar a mi piso inició el interrogatorio.
-¿Tomaste alguna decisión importante de la que quieras hablar? Tu comentario me dio esa impresión.
Me senté en uno de los sillones del salón y miré el libro que me habían entregado más temprano, lo dejé a la vista porque ya no me apetecía guardar secretos.
-Azazel acudió a mí hace días, tiene un plan muy interesante en mente del cual acepté participar a cambio de la protección de mi familia.-Declan se cubrió el rostro con la mano, y luego la bajó con una evidente contrariedad. -Azazel, Rey Grigori, ¿te has vuelto loca? Ese hombre no es de fiar, tu padre desconfía de él más que de Luzbel.-Se sentó a mi lado-. Por favor, vete con cuidado, habla con tu padre al respecto y busquen otra salida.
-Él dijo que papá piensa igual que él respecto a este mundo, que fue Caín quien se lo comentó a Mikhael: someter a los humanos, darles un escarmiento. Dime, ¿está en un error? ¿Azazel me mintió, Declan? Yo creo que no porque conozco muy bien el plan de papá, reiniciar este mundo, destruirlo y levantar uno nuevo. Es lo mismo que Azazel me dijo, están del mismo lado. Sólo que papá ha ido con cuidado porque Mikhael lo convenció de ello, de dar tiempo a que recapaciten, pero seamos honestos, eso es un imposible.
Declan negó con la cabeza, no estaba muy convencido. Su mirada se cruzó con el libro y lo cogió.
-¿Y esto?-dijo, se lo quité antes de que lo abriera.
-Viktor Strauss estuvo aquí hace rato y me lo entregó, creo que estaba poseído por Luzbel.-Él se alarmó, puse mi mano en la suya y la apreté con suavidad-. No me hizo nada, al parecer este librito contiene toda mi vida de principio a fin.
-¿Has tenido tiempo de leerlo?
-No, y no tengo pensado hacerlo-le aseguré. Lancé el libro a la chimenea, fui a por fósforos a la cocina, encendí uno y lo eché dentro-. Y se hizo la luz-sonreí, sentándome de nuevo-. No me interesa el futuro, el presente de mis hermanos y el mío es más preocupante. Declan asintió. -Preocupante es la idea de destruir el mundo y que te hayas aliado a Azazel para ello, ¿qué hay de la gente que no tiene culpa de lo que ocurre? -Me importa mi familia, lo que pueda pasarle al resto no es de mi incumbencia. -¿Te estás escuchando? Luna detestaría el modo en el que te estás expresando, Amanda.Tú no eres egoísta, has hecho mucho por la gente que lo necesita ¿por qué olvidarte de ellos ahora?-Le sostuve la mirada, sus palabras tenían razón-. Si quieres ayudar a dar el golpe contra quienes han traído calamidad a Assiah y quienes lo han permitido, detente y asegura a los que no tienen culpa. Resguardemos a los inocentes. Declan me hizo reflexionar, yo he crecido preocupándome por mi hermana y asegurándome de que estuviera a salvo. Sólo era ella, nada más importaba mientras la mantuviera segura, la ayuda que le he brindado a los desfavorecidos tenían como propósito redimirme con ella, con Luna a quien sabía le gustaría ver que hice algo bueno entre tanto asesinato. Y no, no sentía, ni siento culpa de las cosas que he hecho, salvo cuando estoy ante mi hermana pequeña. Yo la salvé, y al mismo tiempo la puse en medio de esto. "Estamos juntas desde el principio", diría ella, "Tú me protegiste hasta donde podías, ahora déjame retribuirte tanto esfuerzo", insistiría, la conozco. -Amanda, ¿estás lista?-preguntó Declan, tocando la puerta de mi habitación.
Abrí, él se quedó pasmado mirándome de arriba a abajo. Me gustó que lo hiciera, sé que el rubor coloreó mis mejillas, me sentí repentinamente acalorada. Salí antes de atraerlo dentro del dormitorio. Se veía muy guapo enfundado en su esmoquin, me cogió de la mano y le dije que sería mejor llegar al lugar del evento orbitando, no me apetecía ir en coche a pesar de que no me gusta ese otro medio de transporte que usan él, mi padre y compañía. -Tu padre no está en casa-comentó al llegar ante la puerta de la mansión de Matty en Los Hamptons-. Y al parecer Drako salió con Luna a alguna parte porque Sahar y Faye no los han visto. -Luna no debe salir del edificio, Drako es un imbécil-dije, notando el secretismo del evento porque no habían cámaras, periodistas, ni coches aparcados afuera. Abrieron la puerta y entramos-. La próxima vez que lo vea lo voy a despellejar vivo-susurré para que sólo Declan me escuchara.
El mayordomo nos guió escaleras arriba al salón de eventos de los Carlysle, el hombre llevaba antifaz. Helena había mencionado que era una de sus estrafalarias fiestas de máscaras, Declan se puso la suya antes de atravesar las cortinas negras de la entrada, yo sentí un escalofrío y por lo que pude notar, a mi acompañante también lo recorrió lo mismo. -No me gusta esta energía, Amy-comentó al vernos en el salón rodeados de gente enmascarada.
El piso parecía un gran tablero de ajedrez, y los colores que predominaban en las cortinas y vestimenta de los invitados eran el negro, el blanco y el rojo. Mujeres desnudas se descolgaban de telas desde el techo, velas blancas y negras repartidas por todo el salón.... -Siento asco, se percibe un aroma extraño, a sangre y muerte, Amy. Te sacaré de aquí ahora mism....
-Amanda.
Helena intervino por sorpresa, Declan se apartó de mí y me dejó a solas con ella en cuanto se lo pedí.
-Creí que ya no vendrías-dijo mi madre-. Y si lo hacías no esperé que trajeras compañía.
-Bueno, es que mi padre últimamente se preocupa por mi seguridad y Declan es algo así como mi escolta. Sí, Declan trabaja para él, ¿olvidé decírtelo ayer? ¡Qué mala memoria la mía!-agregué, sonriendo con descaro.
-Deberías ser cuidadosa, Amy, a Matthew no le gustará ver ese hombre aquí.
-En este momento lo que piense Matty me tiene sin cuidado, vine, me has visto, ahora me voy.-Le hice señas a Declan con la mano, estuvo hablando con Viktor y por la cara de éste la cosa fue fea.
Dorian apareció de repente y me cogió del brazo, haciéndome daño en el proceso.
-Tú te vas a quedar, todo esto es por ti-dijo, mezclando amenaza y una forzada amabilidad.
Declan lo obligó a soltarme en el instante en que una melodía empezó a sonar. La piel se me erizó al ver entrar a unos nenes-niños y niñas-con máscaras que cubrían la mitad de sus caras, sus manos iban manchadas de algo rojo, vestían unos camisones blancos, detrás de ellos entró un grupo de siete personas encapuchadas, y luego Matty con una sonrisa de oreja a oreja. -Quiero estar equivocado, pero esos niños...sus manos...-susurró Declan. -¿Es sangre?-El asco que ya de por sí sentía, aumentó-. ¡Son unos enfermos!-exclamé, logrando la atención de todos y que el silencio cayera sobre el salón como un fuerte martillo-. ¿De qué va todo esto? -Quiero que sepan que he caminado los senderos del otro lado y volví-dijo, mirándome-. Saboreo los placeres de la inmortalidad, y el poder no sólo terrenal, de ese poder todos aquí gozamos.-Los invitados rieron-. Sino de un poder más allá de lo terrano.-Declan me cogió del brazo cuando me adelanté un paso, no soportaba ver a esos niños allí-. Hoy le debemos un sacrificio a nuestra reina, la novia elegida desde el instante en que vino al mundo.-Escuché a Declan susurrar: ¿Qué puta mentira está diciendo?No dejes que juegue contigo, no hagas caso y salgamos de aquí. Pero yo no podía moverme-. Hoy me han hecho partícipe de una nueva verdad: Amelia Argent, hija de Caín, nieta de Luzbel, Señora de Assiah. Acepta tu destino como constructora y guía del Nuevo Mundo.
Matty dio dos palmadas y desde el techo empezó a bajar algo, una persona colgada de los pies en cruz invertida y desnuda, una chica.... Contuve la respiración al ver el rostro....
-No puede ser....-dejó escapar Declan.
Tenía las manos clavadas a un madero, cortes en los brazos y en todo el cuerpo.... Escuché un grito y volví el rostro hacia el lugar de donde provino, reconocí a Enrique quien sostenía el cuerpo desfallecido de Maura quien no soportó verla así. Mis piernas temblaban... No podía reaccionar, apenas di unos pasos cortos al frente y me desplomé.
-La sangre inocente, a manos inocentes....-recitó Matty mientras los nenes hacían un círculo alrededor de él y ella. Los encapuchados rodearon a su vez a los niños.
Se estaba desangrando, tenía un bozal en la boca y los ojos abiertos llenos de lágrimas.... ¿En qué fallé? Escuché un chillido que venía de ella, Matthew hizo otro corte en la frente dibujando una estrella con la punta del cuchillo que tenía en la mano.
-El sacrificio de un ser amado ante tus ojos. Sangre de tu sangre, carne de tu carne, por quien tu devoción se desborda, te hará más fuerte y nos liberarás del yugo de Eloah, romperás las cadenas que nos atan, guiarás las huestes contra Mikhael, al lado de tu abuelo y esposo.-Removió el bozal de la boca de mi hermana, cortó sus muñecas y vi a Lucrecia entrar al círculo, sonrió en mi dirección y mirándome bebió de la sangre de Luna-. Hoy te conviertes en la Reina del Cielo, nuestra Diosa, Madre de Demonios: Ishtar, Innana, Afrodita, Venus, Artemisa, Isis... Lilith.
Declan se agachó a mi lado.
-No puedo orbitar, no puedo usar mis poderes para sacarlas de aquí-dijo con impotencia.
Matthew se hizo con la otra muñeca de Luna y en un cáliz vació un poco de su sangre.
-Compartiré este regalo de inmortalidad y poder no terrano, con ustedes, queridos hermanos.....
-No.... por favor no... Maldito seas... ¡¡¡¡¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!!!!!!!!! ¡¡¡¡MALDITO SEAS!!!!!-grité, sacando voz de donde no tenía.
Me
sentía agotada, y el dolor de la herida persistía, ¿cómo pude
aceptar luchar contra ese hombre? Estudié
el lugar donde me encontraba, una habitación con un decorado arabigo
precioso. El candelabro que colgaba del techo tenía un aspecto antiguo y eso lo hacía más hermoso, e
iluminaba el dormitorio, había un escritorio con algunos libros cuidadosamente ordenados
sobre él; giré el rostro hacia el balcón, pues oí unos pasos,
entrecerré los ojos fingiendo seguir dormida.
Era ella, llevaba una
toga negra ceñida a la cintura, las mangas eran transparentes, tenía el
cuello en V que acababa en el inicio de sus pechos. Su negro
cabello iba suelto, ondulado, por el cual pasó su mano antes de
cerrar las puertas. Para
cuando se giró yo había abierto los ojos, por un momento se quedó
quieta. Su expresión no me decía nada, pero de repente un amago de
sonrisa acudió a sus labios antes de decir: Hola. Respondí a su
saludo con voz débil. Cuando
le vi la primera vez me dio la impresión de que era distante, muy
dueña de sí y así caminaba. Se sentía bien dentro de su propia
piel. Se
sentó en el sillón con elegancia, alargó una mano para tocar mi
frente. -Ya
no tiene fiebre-señaló. Su mano resbaló con suavidad desde mi
frente, por mi mejilla, cerré los ojos ante su tacto. Me hacía
bien-. ¿Tiene hambre? Trajeron mi cena y poco más por si
despertaba. Apartó
su mano y fue raro echar en falta la caricia. -No
sé si sea capaz de probar bocado-confesé. Ella se puso de pie, y se
dirigió a su escritorio; yo estaba desnuda debajo de las sábanas. Me incomodó, un poquito-. ¿Usted me trajo aquí? ¿Es su dormitorio? -Un
guardia me ayudó, y sí, estos son mis aposentos-respondió cuando
venía de regreso con un plato hondo y un vaso de agua-. Es sopa,
está muy buena y aún caliente. Era
muy amable, y su educada y cercana forma de hablar distaba con la
persona que vi la primera vez.
Me dio a beber el agua, hasta ese momento no había sentido la sed. -¿Cuánto
tiempo llevo aquí? -Tres
días agonizando en prisión, uno aquí en mi dormitorio. Me disculpo
por el comportamiento de mi padre, es muy estricto. ¿Estricto
nada más?pensé.
Puso
el vaso y el plato en la mesita de noche para ayudarme a sentarme;
acomodó la almohada a mi espalda, al levantarme las sábanas
resbalaron dejándome los pechos al aire, me tapé muy rápido. -Yo
te lavé, así que lo he visto todo-sonrió. No pude evitar
ruborizarme, ¿la razón, además de ser una completa extraña? A ella la
había visto en sueños, y el día que volví a Moscú, vi su
esencia, o lo que sea, en el aeropuerto; el perfume que emanaba de
ella me dio la razón, era su perfume el que percibí antes. Dulce, y
cítrico a la vez, suave sin embargo, muy rico-. Porque te has
avergonzado, ¿verdad? -Un
poco, sí.-Acomodé las sábanas mientras ella cogía una cucharada
de sopa y me la ofrecía. -No
tienes por qué avergonzarte. No
exageró cuando dijo que la sopa estaba muy buena, llevaba días inconsciente, el hambre me estaba matando, para cuando nos dimos cuenta ya me la
había acabado ante su atenta mirada que parecía la conversación
más agradable en ese silencio. Ni siquiera me importó que fuese
ella quien me estuviera dando de comer. -Si
quieres más, sólo tienes que pedirlo-dijo. La
frase me erizó la piel, y creo que a ella no le pasó inadvertido el
contenido de dicha frase que bien podía dársele un doble sentido. Tenía
una voz profunda, si se me permite decir, sensual. Nunca me había
parado a pensar en cómo sonaba la voz de una mujer, ni siquiera a
prestar mucha atención a sus gestos, o a cómo caminaba, con tanto
interés como lo estaba haciendo ahora cuando regresó al escritorio
para servir un poco más de sopa después de que mi estomágo me
traicionara.
-¿Qué
edad tienes?-La pregunta se me salió sin querer, porque me resultaba
muy joven, creí que sería por su baja estatura pero.... -15,
cumplidos a finales del año pasado. ¿Y tú? -20. -¿Es
realmente importante hablar sobre la edad? Digo, ¿es normal en el
exterior?-inquirió, volviendo a sentarse. -No,
tuve curiosidad, te ves muy joven.-Me ofreció una cucharada de sopa
que no rechacé-. Entonces aquél hombre es tu padre, debo suponer
que la mujer.... -Es
mi madrastra, aunque para efectos prácticos sí, es mi madre. Me
cuidó desde que yo era una bebé; es una buena mujer a la que papá
suele oír, es por eso que no entendí que estuviera tan decidido a
probarla, señorita Vesper. Por lo general la pureza de la persona es
suficiente, y ni yo, ni mi madrastra vimos algo malo en usted. En
ese momento no me atreví a contradecirla, parecía muy segura de que
no había nada malo en mí, pero yo.... Yo no me sentía una buena
persona. -¿Cómo
te llamas? -Sahar
Cassul, hija de....-se detuvo mirándome a los ojos, como calibrando
las palabras que iba a decir y la reacción que fuese a tener yo ante
ellas-. Hija de Ahiram Cassul-finalizó. -Mucho
gusto, señorita Cassul-dije, extendiendo la mano. Ella la miró,
curiosa, y en lugar de estrechar mi mano apretó suavemente mi antebrazo-. Vaya. Ella
movió su mano por mi antebrazo tal y como lo había hecho antes
cuando me tomó la temperatura y la bajó por mi mejilla. Esta vez lo
llevó hasta mi mano para estrecharla con una delicadeza, pero con
propiedad. -¿Qué
es este lugar? -Una
ciudad oculta del exterior para seguridad de la misma y de sus
habitantes. Providencia-dijo, ofreciéndome la última cucharada. -¿Hay
más gente aquí? -Sí,
aquí es palacio, cuando estés mejor te llevaré al pueblo. Aunque
tendremos que llevar un guía porque yo no acostumbro a salir de
palacio, y terminaríamos perdidas-lo dijo con tal seriedad que tuve
que reprimir las ganas de reír, no era un chiste. Me
toqué la herida en cuanto la vi distraída, o creí que estaba
distraída porque enseguida me miró de soslayo. -No
vuelvas a hacer eso, ha cicatrizado pero seguirá doliendo al menos
por unas semanas más-reprendió sin ser muy dura. -Yo
debería estar muerta. Nuestras
miradas se encontraron y hallé respuesta a la pregunta que me
rondaba la cabeza, ¿qué me anclaba a la vida? Ella, ella era esa
ancla, lo sentía en el fondo, lo sentí antes de conocerla en
persona cuando sólo era una extraña en mis sueños, y lo siento
ahora. Ella
desvió la mirada, parecía confundida.
-Me
da gusto que no lo esté-susurró. Terminó poniendo su mano en la
mía-. Peleaste por seguir aquí, sea cual sea vuestro motivo. Tuve
ganas de decirle: “Tú eres mi único motivo...”, pero sería un
descaro terrible considerando que apenas habíamos intercambiado
algunas palabras. -Tiene que dormir un poco más, mañana podrá salir al jardín, al menos-dijo,
otra vez seria como cuando la vi de pie al lado de su padre. -¿Usted
se quedará conmigo? -Velaré
vuestro sueño, señorita Vesper, descanse. Al
acostarme, nuevamente con su ayuda, cerré los ojos y procuré
dormir. No pasó mucho tiempo....
Pude
darme cuenta en esa pequeña conversación que tuvimos
en la noche,
que Faye tenía su carácter, era curiosa, fuerte y frágil a la misma
vez. Eso proyectaba la persona, su mirada dulce de grandes ojos
azules podría cautivar a cualquiera, hipnotizaban. En varias
ocasiones tuve que evitar mirarla directamente a los ojos porque al
hacerlo sentía que miraba muy dentro de mí, y me desarmaba, debía
recordarme eso, tenía que mantenerlo en la mente. Mirar por mucho
tiempo ese azul no era bueno para la salud de nadie y especialmente
para mí, no tenía debilidades hasta ese momento. Quería
entender por qué me afectaba así, sólo fue un instante sin contar
lo ocurrido en el salón del trono cuando nos conocimos. Al
salir del cuarto de baño ya vestida la mañana siguiente, la
encontré sentada al borde de la cama. Fui a su encuentro. -Tenga más cuidado-dije, ayudándola a levantarse. Se había cubierto con
la sábana-. Le he preparado el baño. -Gracias,
Sahar. ¿Siempre eres tan amable?-sonrió. -Debería
hacerle esa pregunta a alguien más, yo no soy muy consciente de
cuando estoy siendo amable o si no lo estoy siendo.-En el cuarto de
baño la ayudé a entrar en la bañera, se quitó la sábana y vi la
cicatriz rojiza de su espalda, por donde había salido el filo de la
espada de mi padre-. Tienes un acento muy gracioso, y bonito, tus
erres son muy pronunciadas. Faye
se sentó despacio en la bañera, rió por lo bajo. -Quédate-pidió
cuando me dirigía a la puerta. Me detuve, no me parecía apropiado pero
me giré despacio y me recargué en el muro de cara a ella. Como si fuese posible negarle algo-. Tenías razón, duele horrores-dijo,
rozando la cicatriz. -Pasará.-Tenía
unas suaves facciones, compaginaba con su mirada en la que no quería
caer justo ahora así que desvié la mía hacia la espuma-. Lamento
tu pérdida. La
triste expresión en su hermosa faz me rompió. ¡¿Qué demonios me
pasaba con esta chica?! -Sé
quiénes lo hicieron, e iré a por ellos-dijo, jugando con la
espuma-. Los mataré a todos. Se
hundió en la tina, me agaché y en cuanto salió a la superficie la
cogí de la nuca y la acerqué a mí con una posesión que no me
conocía. Bajó la mirada a mis labios, y no pude evitar imitar el
gesto porque me provocaba, pero me contuve. -Para
ser tan niña actúas como muy mujer-susurró, sonriendo. Se mordió
el labio inferior, lo acaricié con el dedo pulgar cuando lo hubo
soltado. -Crecí
entre adultos, no puedo ser de otra forma-dije, y besé su mejilla.
Faye suspiró-. Concentra tus energías en recuperarte, no en odiar,
eso sólo retrasará la cura.-Apoyó su frente en la mía-. Luego nos
encargaremos de ellos. Llamaron
a la puerta, y para mi disgusto tuve que apartarme de ella. Disgusto,
sí, me enfadó mucho separarme de Faye.
Me
excitó tenerla así de cerca, ¿qué la impulsó a hacerlo? A venir
y tomarme de esa forma posesiva. Escuché
que le avisaban que su madre deseaba gozar de su compañía durante
el desayuno, ella aceptó; me levanté y salí de la tina, ¿había
dicho “nos encargaríamos”? ¿Quería decir eso que estaba
dispuesta a ayudar a una desconocida en una cruzada por venganza? Sahar
regresó, cogió un albornoz y me ayudó a ponérmelo. Bajó la
mirada recorriendo mi cicatriz muy quedo con su dedo índice, sentí
apenas dolor mezclado con un cosquilleo agradable que me hizo
estremecer. -Lamento
no haber podido borrarla-dijo, su voz fue un susurro audible. La
obligué a mirarme, era rara la confianza que empezaba a nacer. Pero
no se sentía forzada, todo lo que hacíamos o decíamos, las leves
caricias, la cercanía, todo era espontáneo. Era tal la naturalidad
con la que nos tocábamos o hablábamos que cualquiera pensaría que llevábamos años de conocernos. -Pienso
que es sensual-le susurré al oído. Y
seguí el camino para volver al dormitorio. Me
ayudó a vestirme, un pantalón y camisas holgados para no presionar
la herida, la ropa interior me gustó por el color rojo y el encaje que la adornaba.
-Quiero
que bajes a desayunar conmigo y mi madre-dijo, descruzando las
piernas y levantándose de la cama. -¿Y
tu padre?-pregunté, aturdida por la mirada que me había dedicado,
un brillo escarlata
había aparecido en ella-. Tus ojos.... Parpadeó
varias veces seguidas y volvieron a su tono café. -Lo
siento-dijo-. Mi padre está de viaje, tiene negocios en el exterior,
de no ser así seguirías
escondida aquí hasta que me ocupara de hablar con él; a mi madre es
difícil ocultarle algo-explicó-.
¿Nos vamos? Caminó
a mi ritmo, ese que me permitía el dolor que amainaba por momentos. Ese
color rojizo en sus ojos me tenía inquieta, su mirada fue peligrosa,
como un depredador ante su presa; bajamos las
escaleras hasta el lobby, y de allí nos dirigimos a unas puertas corredizas que estaban
a la izquierda, las abrió y entramos al comedor. La mujer llamada
Circe se puso de pie con una sonrisa adornando su fino y bello
rostro, antes no lo había admirado del todo puesto que me encontraba
moribunda. -Buenos
días, cariño-saludó, tomando asiento de nuevo-. Señorita Vesper,
qué gusto verla estable, en lo que respecta a mi marido, es algo
tradicionalista y terco, lo lamento mucho. Debió al menos esperar a que usted
estuviera en condiciones de defenderse. -No
habría ninguna diferencia, señora, créame. No es que me hayan
enseñado a cómo ser una guerrera espadachín 1 y 2 en el instituto
y la universidad. Circe
rió, Sahar en cambio permaneció con su semblante sereno,
inquebrantable. ¿Adónde había ido la chica tierna y juguetona del
dormitorio? -Tienes
un espíritu fuerte, libre, salvaje-dijo
Sahar, participando de la conversación. Estaba sentada a mi lado, la
armadura que vistió al momento de entrar en el comedor permanecía
pero su tono de voz me transmitió algo que logró sacarme una
sonrisa-. Creo no equivocarme cuando digo que mi padre vio lo mismo.
¿Circe?-buscó la aprobación o el apoyo de su madre. -Vio
algo en ella, cariño, pero tú pareces ver aún más allá-aseguró
Circe con dulzura. Sahar
bajó la mirada hacia su desayuno, no logré identificar por qué si
lo que dijo sobre mí no fue nada ofensivo sino todo lo contrario, me
sentí halagada. ¿Eso vio en mí? Con sólo intercambiar un par de
palabras, ya me conocía. Circe
me pilló mirando a Sahar, ésta se llevó un bocado a la boca con
los ojos clavados al frente, fui yo quien, esta vez, bajé la mirada
a mi propio desayuno, pero por pena.
-Interesante-susurró
Circe-. Así que es de Rusia, señorita Vesper. -Sí,
nací en Moscú. -¡Oh!
Me gusta Rusia, en mis paseos por el exterior no puedo dejar pasar la
oportunidad de visitarla. -Yo
estoy enamorada de mi país, a decir verdad-dije. Vi que Sahar no
estaba muy interesada en el tema de conversación, tras cada bocado
bebía zumo de naranja, en silencio y con elegancia-. ¿Has estado en
Rusia?-le pregunté. Me
miró de reojo y luego a su madre. -Sí,
pero no para pasear, fui y volví a casa-respondió con suavidad. -Pero
habla ruso, me encargo de enseñarle idiomas. Es muy buena-presumió
Circe. Me
dirigí a ella de nuevo. -¿Hablas
ruso, enserio? -Sí-respondió
secamente-. Mamá, ¿te importaría pasar la mañana con la señorita
Vesper?-dijo, poniéndose de pie. -No
será ningún problema, Sahar, ¿pero adónde vas? -A,
hacer cosas. Dio
un paso y se detuvo cuando su madre volvió a hablar. -Cariño,
estoy orgullosa de ti. Circe
esbozó una sonrisa, giré la cara para ver a Sahar, ésta bajó la
mirada hacia mí y siguió su camino sin un ápice de alegría en su
rostro; comencé a creer que dije o hice algo que la hizo cambiar su
actitud a una más rígida y hermética. No
comí más de lo que mi estado de ánimo me permitió. Entre la
reciente pérdida de mis padres semanas atrás, la incansable
búsqueda de Viktor Strauss para asesinarme, el estar en un lugar del
que no había oído hablar, rozar el manto de la muerte cortesía del
padre de la mujer que veía en sueños, y el drástico cambio de ésta
para conmigo, me sorprendía que mi cabeza no hubiese estallado ya. -¿Quiere
caminar conmigo?-preguntó Circe, rompiendo el hilo de mis
cavilaciones. Asentí,
me paré con dificultad y ella acudió en mi ayuda.
Me
llevó al jardín, fue entonces cuando pude admirar el exterior de
palacio, rasgos de arquitectura bizantina bañaban el edificio. El
verde de la grama, las montañas de fondo y en rededor, las flores
del jardín, los árboles. El azul del cielo encima de nosotras,
levanté la cara hacia el sol automáticamente; era un lugar
pacífico, empecé a creer que sí había muerto, sino fuese por el
dolor que aún me acusaba, estaría segura. -Providencia-musité,
usando el nombre que Sahar mencionó en la noche-, nunca conocí un
lugar así. -Lo
conoces, sólo que ha ido menguando y destruyéndose a manos de
criaturas inconscientes y avariciosas-dijo Circe. Abrí
los ojos de golpe. -Assiah,
la tierra entera era así de hermosa. El Edén de vuestras historias. -¿La
tierra es el paraíso?-Caí sentada en el banquillo de mármol que
estaba detrás de mí. -Y
el Infierno según se vea-dijo Circe, sentándose a mi lado. ¿En qué
lugar de locos vine a parar?-. Tus preguntas serán respondidas poco
a poco, señorita Vesper. Disfrute de la vista, y de su estancia si
planea quedarse, claro. Recobré
la compostura, no había pensado en eso. -A
su marido no le agradará que me quede-dije. Fui asimilando sus
palabras sobre Paraíso e Infierno, ¿éste era un pedacito de ese
Edén? ¿Las sobras de lo que fue una vez la tierra?-. No tengo
adonde volver, y no sé cómo vine a parar aquí, me lancé al
desierto buscando la muerte.-Era la única explicación que tenía,
hasta que vi a Sahar. -Y
la encontraste, y renaciste. Una nueva vida-dijo Circe. Sus ojos
claros me escudriñaban el rostro con sutileza-. Seguiste un rastro,
las huellas de un alma que pedía por ti, que te llamaba en el
silencio. Alma por la que pediste, tu contraparte, y similar; fue por
ti sin apenas notarlo y te trajo, a ella te aferraste para vivir. Circe
hablaba con una ternura que me regocijó, me hizo sentir bien, pero
también sentí que leía mis pensamientos. Y que hablaba de Sahar,
Circe era consciente de que yo la había visto a su hija en sueños;
todo lo que decía encerraba misticismo, y no podía contradecirla,
no podía replicar diciendo que ese tipo de cosas eran una mentira
porque lo cierto es que a Sahar la vi, la sentí, la percibí, y ésta
cercanía a sólo horas de haberla conocido no era normal. Tampoco
anormal, claro... Ya ni sé. Estaba muy confundida y aturdida por el
dolor. -Vuestra
hija es muy extraña, sin ofender-dije de inmediato. -No
ofendes, Sahar fue educada de un modo distinto. Si piensas quedarte
la irás descubriendo, es una decisión que sólo tú puedes tomar;
ella definitivamente no es como el resto.-Se levantó y me extendió
una mano-. Acompañame. Volvimos
a palacio, nos quedamos en el primer piso y caminamos por distintos
pasillos, noté que no habían cuadros colgando de las paredes, era
impresionante que no hubiese un decorado así en un sitio enorme como
aquél. Bajamos una escalera de caracol, seguimos el camino que se
abría frente a nosotras hasta una puerta doble que Circe abrió. Si
el exterior me dejó asombrada, no supe qué pensar del lugar que
veía frente a mí; era completamente cerrado, pero frío, algunas
lámparas de aceite lo iluminaban desde las paredes, el suelo era rústico, a diferencia de los pisos superiores cuyo suelo era de mármol en blanco
como las columnas. Y no era el hecho del aspecto cavernoso que tenía
lo único que había llamado mi atención-que contrastaba por
completo con todo palacio-, sino lo que allí hacían. Un grupo de
siete hombres vestidos con un ropaje negro atacaban con espadas a una chica la cual lograba hacerles frente muy
bien. -Sahar-murmuré en cuanto se giró y se puso en posición para enfrentarse a uno que entró al grupo de improviso.
-¿Recuerdas
que te dije que fue educada de un modo distinto?-preguntó Circe,
admirando con un brillo en los ojos a su hija. -No
tenías que traerla aquí abajo, Circe. Sahar
pasó entre nosotras, volví el rostro hacia los guerreros, todos
habían caído. Seguimos
a Sahar, y me pareció ver que Circe disfrutaba con la reprimenda que
su hija le estaba dando. Nunca en mi vida conocí a una madre más
rara que Circe, las fulminantes miradas que su hija le dedicaba ella
las recibía con un guiño de ojo de regreso, y eso ponía más
furiosa a Sahar. -No
estoy acostumbrada a que demuestre alguna emoción, esto es nuevo.
Por lo general es una desconsiderada sin corazón-susurró. -Te
oí-dijo Sahar, quien caminaba delante de nosotras. Cuando
volvimos al vestíbulo Circe nos dejó solas, y Sahar me llevó
arriba. -Me
arrepiento de haberla dejado con Circe, ella y mi padre a veces se
comportan como unos chiflados-dijo al abrir la puerta del dormitorio. -No
tiene nada de malo ser así, tener esos instantes-comenté, entrando
detrás de ella. Hice una mueca de dolor, ella lo notó incluso
estando de espaldas porque se dio media vuelta y me llevó hasta la
cama. -Fue
una mala idea que salieras, sube los brazos.-Hice lo que pidió, me
sacó la camisa e hizo que me recostara-. Iré por mi madre, ella
podrá curarte del todo... -No
te vayas. Sahar
ladeó la cara y me miró con desconfianza. -¿Podrías
quedarte un rato conmigo?-Fui cautelosa a la hora de hacer la
pregunta, ella se acercó despacio a la cama y se sentó. No me miró
a la cara sino la cicatriz cuyo color rojizo apenas se distinguía;
sentí el dorso de sus dedos acariciar los costados de la herida,
cerré los ojos y descubrí algo que no noté esta mañana cuando
dedicó la misma atención a la herida en sí: el dolor desaparecía
y en su lugar quedaba un rastro caliente, excitante, placentero-.
Sahar, ya no duele-sonreí-. ¿Cómo lo haces? -Yo
no hago nada-susurró ella-. Iré a ducharme, y ordenaré que en
cuanto esté el almuerzo lo suban. Me
quedé así, con los ojos cerrados y empecé a sentir frío. Sólo
pasaron unos minutos, o así lo creía, cuando las imágenes de los
cuerpos de mi familia me hicieron gritar. Empecé a retorcerme, y de
repente mi cuerpo se vio rodeado por unos brazos, abrí los ojos y
escuché la voz de Sahar. -Ha
sido una maldita pesadilla, tranquila...shhhh, tranquila. Besó
mi frente, me apreté a ella buscando su calor, su aroma. No quería
que me soltara. -Era
mi familia-susurré, la voz me traicionó y se me quebró-. Si
hubiese avisado de mi regreso...si... Es mi culpa...es mi culpa... Sahar
buscó mi mirada. -Si
hubieses avisado no estarías aquí, habrías muerto con ellos y no
tendrías la oportunidad de hacer pagar a quien te ha quitado a tus
seres queridos-dijo, y mientras hablaba delineaba mi rostro con su
dedo-. Te daré la venganza que quieres, es una promesa, pero por
ahora debes recuperarte.-Limpió mis lágrimas-. Eres fuerte,
señorita Vesper. La
máscara de fríaldad que llevaba puesta durante el desayuno se había
evaporado, la adoración brilló en sus ojos, su voz fue más cálida,
y pude encontrar la calma. No
fue incómodo tenerla cerca vestida con un albornoz negro de seda,
era evidente que había salido de la ducha cuando mis pesadillas
empezaron; yo por el contrario estaba semi desnuda de cintura para
arriba, y lo había olvidado hasta ese momento. Tampoco me importó,
el bra rojo me encantaba y creo que a ella también le gustó verlo
en mí. Y empecé a preguntarme por qué tenía estos pensamientos,
por qué me gustaba ésta sensación, había tenido una experiencia
lésbica dos años antes pero fue sólo por curiosidad, ahora era
distinto, ni por asomo parecido a mis relaciones pasadas. En
mi cabeza me repetía una y otra vez que no debía estar allí, que
no debía estar cerca de ella, debía marcharme. Y sin embargo mi
cuerpo, mi corazón y mi alma conspiraban sintiendo más allá de lo
que debería por esta niña que era una extraña en mi vida. Una
extraña que no lo era. -Manejas
muy bien la espada-comenté, su dedo recorrió mi nariz y sonrió, le
había gustado el cumplido. -Nací
con una espada en la mano, aprendí a manejarla antes que hablar y
caminar, es un decir-agregó, como si fuese su deber explicármelo.
Fue adorable, y mientras hablaba acariciaba mi rostro, me limité a
sentir-. La elegiría mil veces. Es mi arma favorita.-Abrí los ojos
que recién había cerrado, y me encontré con su mirada-. Tú serías
mi espada, Forastera. No se tenía que ser un genio para interpretar sus palabras: me elegiría
mil veces entre un montón de gente. Y
me sentí segura al ir descubriendo que Sahar estaba experimentando
lo que yo con ella, sólo que a diferencia de mí, no se preocupaba
por disimular. Exteriorizaba sus emociones. Circe dijo que no estaba
acostumbrada a verla demostrar algo, es decir, era la primera vez que
le reñía, y que por lo general era una “desconsiderada sin
corazón”; una desconsiderada sin corazón me habría dejado morir
en la celda.